La sensación de incomodidad sobre todo su cuerpo se estaba volviendo bastante molesta, tanto incluso que se vio en la obligación de despertar, solo para verse afectado no solo por un persistente dolor en cada fibra de su cuerpo, sino que sus ojos fueron recibidos por una intensa luz cuyo brillo era tan intenso que le obligo a cerrar de nuevo sus parpados.
Un rápido recuerdo abarco su mente y sufrió un espasmo, la emoción comenzó a aflorar dentro de si cuando recordó el como había terminado en esa situación. Sin duda las expectativas y la esperanza estaban a flor de pie. Espero el tiempo suficiente para que sus ojos se acostumbraran a la luminosidad del entorno, a pesar de la pesadez de su cuerpo una sonrisa abarcaba su rostro, era posible que regresara a su mundo y sin duda eso era un gran motivo de felicidad para el, no le importaba tardar horas acostumbrándose de nuevo a estar en ese mundo si ello implicaba volver, había escuchado una vez que la paciencia era la mayor virtud y ciertamente creía en ello, sabía que no debía precipitarse.
Su sentido del tiempo se había distorsionado durante el tiempo que había estado fuera, pero incluso así, sabía que no había pasado tanto tiempo desde que llego a ese lugar, después de todo su ultimo recuerdo antes de quedar inconsciente fue ver la bóveda celeste en todo su esplendor, las estrellas situadas en el firmamento y la luna brillando como si le diese la bienvenida.
-¿Quién eres tu? - cuando había podido juntar la fuerza suficiente para levantarse sosteniéndose sobre aquella rocosa estructura, una voz le llamo desde atrás. Girando su cabeza con esfuerzo pudo ver a varias personas mirándole con recelo. Un sonido desconcertado salió de su boca, sabia que eran personas, eran humanos, pero incluso así no podía distinguir ni sus rostros —¿Por qué no puedo ver sus caras?— la duda llego a su mente, pero sin poder llegar a sus labios, se había desplomado nuevamente.
Las seis personas que habían salido de la mazmorra después de una incursión miraron con cautela como aquel adolescente caía al suelo sin oponer resistencia. Se miraron con dudas, sin duda un chico débil no debería estar ahí, claramente ese chico no debía estar en ese lugar. La entrada a la mazmorra estaba restringida a un grupo con cierto nivel y era custodiada por las autoridades para que no entraran personas sin autorización, parcia que ese chico había podido burlar la seguridad de alguna u otra forma.
El niño parecía estar demasiado débil incluso para mantenerse consciente, por lo que obviamente las dudas surgieron en el grupo sobre su identidad y los motivos que tenía para estar ahí. Luego de verificar que efectivamente, el chico estaba inconsciente lo trasladaron con ellos al punto de control, donde esperarían a que despertara para poder investigar que asuntos le habían llevado a terminar frente a la puerta de la mazmorra.
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No sabia en que comento comenzó a escuchar un leve pitido, el sonido en si no era tan molesto, pero era difícil ignorarlo. Después de tiempo tratando de hallar lógica a su situación logro poner sus recuerdos y mente en su lugar. De nueva cuenta abrió sus ojos, la luz comenzó a cegarle de nueva cuenta, solo que esta vez se adapto rápidamente a la luminosidad de su entorno. Paredes blancas junto a muebles con tonalidades similares, parecía estar en algo similar a un hospital, claro, si la camilla donde estaba recostado era una indicación. —Ya despertaste al parecer— una voz algo ronca le llamo la atención.
Un hombre de mediana edad con aspecto algo descuidado le miraba desde el otro lado de la habitación —mm si— murmuro por lo bajo. El silencio se apodero del lugar con excepción de aquel molesto sonidito proveniente de la maquina que al parecer media su ritmo cardiaco. Con algo de incomodidad decidió hablar -¿Dónde termine? - trato de preguntar de forma casual, pero el ardor en su garganta se presento a mitad de la oración, al parecer su garganta se encontraba reseca debido a que hasta hace poco había estado inconsciente.
-¿Dónde terminaste dices? Estabas frente a las puertas de una mazmorra donde un grupo de avatares te encontré cuando te desmayaste- la palabra avatares llamo su atención, mencionándola sin darse cuenta se perdió tratando de recordar algo del grupo de personas de las que este tipo hablaba, debido a que se había desmayado justo en ese momento no pudo ver mucho mas que siluetas que le miraban desde cierta distancia. El de bata blanca encaro una ceja ante el pequeño desliz del adolescente, esperaba que soltara algo de información sobre porque había terminado en ese lugar.
—¿Avatares? ¿Así llaman a los que están registrados?— la pregunta del chico causo que el hombre de mediana edad frunciera el entre cejo, la pregunta fue extraña y sin dudas parecía que este chico no poseía demasiado sentido común —¿Registrados? Supongo que si, ahora dime por que terminaste en aquel lugar, un niño como tu no debería haber podido llegar ahí— la pregunta algo hosca le puso nervioso.
—Si soy sincero no se como explicarlo... tampoco entiendo mucho— al que parecía ser un médico le resulto bastante extraño que el niño en aquella sala pareciera tan consternado, además usaba un término poco común o casi inusual para aquellos que la sociedad actual llamaba como Avatares. —Espera, llamare a alguien para que nos expliques tus circunstancias— cuando el hombre se levanto de la silla donde estaba sentado y camino con dirección a la puerta se detuvo extrañado por la pregunta del chico, le había detenido para preguntarle en que año estaban, sin duda la cara de sorpresa que el niño había puesto le sembró incertidumbre, todo era bastante extraño.
Cuando le notifico al investigador a cargo que el chico había despertado y que había hecho preguntas extrañas, le pidió que le dijera cuales habían sido. Cuando el investigador escucho a través de el cuales habían sido las palabras que el chico había usado la cara seria del investigador se acentuó aun más. Parecía que se había comenzado a tomar mas en serio el asunto.
~Eizuad~