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Capitulo 3: DESCUBRÍ TU SECRETO

La historia continúa.

Han pasado una semana desde el incidente del árbol. Gabriel se despierta y baja a desayunar en compañía de Sam y Eva. Un silencio reina en la mesa hasta que, de repente, Gabriel rompe el silencio.

Gabriel dice: "Quiero tener un hermano."

Las palabras sorprenden a Sam y Eva. Sam, intentando hacer una broma, responde: "¿Otro bebé? Mmm, pero tú ya nos causas muchos problemas."

Eva le da una patada a Sam por debajo de la mesa y interviene: "Eso no será posible. Cuando te tuve, sufrí mucho en el proceso por eso es casi imposible que pueda volver a tener otro bebé."

Gabriel se siente triste, pero Sam intenta consolarlo.

"Vamos, no estés triste, puedes hacer muchos amigos, como la chica Beatriz", le dice Sam.

Gabriel responde con un tono resignado, "Supongo que sí."

Decide levantarse de la silla, coger sus cuadernos y dirigirse hacia la escuela. En el camino se encuentra con Beatriz y caminan juntos.

Beatriz comenta, "Hemos entrado en el periodo de exámenes. Nos enseñarán a hacer conjuros, ¡es muy divertido! Además, le conté a mi abuela sobre tu habilidad para hacer hechizos sin conjurar y me dijo que no lo hicieras en público, ya que podría llamar la atención de personas."

Gabriel, confundido, responde,

"Eso es extraño, está bien, tendré cuidado."

Gabriel y Beatriz llegan a la escuela y se dirigen hacia el patio, donde se encuentran con todos los alumnos de su clase. Se sientan a esperar, y luego llega el maestro Mir de la clase de viento.

El maestro Mir anuncia,

"Todos los alumnos en silencio, presten mucha atención niños. Primero empezaremos con los conjuros básicos de viento. Lo primero que haremos es apuntar con nuestra mano y hacer que el aire fluya desde la palma de la mano. ¡Así! ¡Señor del viento y del aire, déjame usar tu poder!"

Una ráfaga de aire sale de la mano del maestro, dejando a todos los alumnos asombrados.

Cada uno de los alumnos practica el conjuro de viento, y luego el profesor realiza un pequeño examen en el que dos niños se lanzan ráfagas de aire entre sí, tratando de hacer retroceder al otro hasta una línea que está en el suelo. Quien sea empujado más allá de esa línea pierde.

Los alumnos realizaron la prueba con éxito.

Ahora llega el turno de Beatriz contra Alexander, uno de los chicos que solían molestar a Gabriel.

Ambos se miran fijamente, esperando la señal del maestro. Cuando la reciben, los dos realizan el conjuro al mismo tiempo y dos ondas de viento chocan entre sí. Beatriz se esfuerza y expulsa más maná, al igual que Alexander. Beatriz grita fuerte mientras libera una gran cantidad de maná, ganando así el duelo.

Gabriel felicita a Beatriz por su victoria, pero el maestro interviene con un comentario despectivo,

"No está mal para una plebeya."

Un gesto de odio entre el maestro y Beatriz se crea en el aire.

El maestro anuncia que es el turno de Gabriel y Damián. Ambos se preparan para el duelo, mientras los demás alumnos comentan que Damián va a superar a Gabriel fácilmente. Algunos incluso insinúan que es una ofensa comparar la fuerza de un miembro de la familia Gōman con alguien considerado inferior.

Beatriz grita en apoyo a Gabriel, quien sonríe ante sus ánimos. Gabriel levanta ambos brazos en preparación, pero Damián solo levanta uno, confiado en su habilidad.

"Con un solo brazo me bastará para hacerte volar, idiota de un solo ojo", dice desafiante.

Gabriel se enoja por el comentario. El maestro da la señal para que comience el duelo. Gabriel, en un intento por ganar tiempo, balbucea el conjuro y dispara una ráfaga de aire antes que Damián.

Damián se sorprende al ver cómo Gabriel pudo pronunciar el conjuro tan rápidamente. Beatriz se da cuenta de la acción de Gabriel y se preocupa por lo que pueda ocurrir. Damián completa su conjuro y lanza una ráfaga de aire que iguala la de Gabriel.

Con una sonrisa de superioridad, Damián se dirige a Gabriel diciendo: "Creíste que al hacer el conjuro más rápido que yo podrías ganar. Te humillaré con una sola mano".

Gabriel, que estaba perdiendo la ventaja, experimenta un repentino cambio en su estado mental, sintiendo una intensa ira. Un destello de luz roja irradia de su ojo izquierdo debajo del parche.

Gabriel siente un poderoso impulso recorrer su cuerpo y lo canaliza, logrando hacer retroceder a Damián unos centímetros con su fuerza.

Al presenciar esto, Damián se queda atónito y enfurecido. Levanta ambos brazos, sus ojos brillan intensamente mientras grita: "¡Idiota, ¿crees que puedes vencerme?!"

Expulsando una gran cantidad de maná, Damián hace volar a Gabriel, impactándolo y atravesando un árbol en el proceso.

Beatriz, preocupada, corre hacia Gabriel cuando este recupera la conciencia. Gabriel, consciente de su entorno, se toca rápidamente la cara para comprobar si sigue llevando el parche. Por suerte, aún lo conserva. Todo los alumnos ríe por la situación.

Beatriz ayuda a Gabriel a ponerse de pie mientras caminan. Molesta, le reprocha: "Fuiste muy imprudente al realizar el conjuro sin decir ni una sola palabra delante de todos."

Gabriel, regañado, admite: "No quería hacerlo, pero él me provocó. Quería humillarlo, pero terminó humillándome a mí".

Tras concluir el examen, Gabriel sale de la escuela sintiéndose deprimido. Al llegar a casa, se sienta a comer junto a su padre, Sam. Gabriel decide confesarle lo sucedido.

Le explica: "Padre, durante el examen me enfrenté a Damián y, de repente, mi mente se nubló con ira. Sentí como si mi odio se transformara en poder, logrando hacer retroceder a Damián. Sin embargo, él finalmente me venció, lanzándome por los aires".

Sam, su padre, le responde: "Gabriel, tú lo humillaste a él al hacerlo retroceder unos centímetros. A pesar de la derrota, lograste igualar a Damián, un miembro de la familia Gōman.

Gabriel pregunta: "Supongo que sí, pero ¿por qué me sucedió eso?"

Sam explica a su hijo: "Las personas con ojos mestizos no pueden mezclar el maná producido por su ojo divino, ya que sería inestable y cortaría el flujo de maná. Es posible que tu ojo genere maná a partir de tu ira".

Gabriel decide poner a prueba esta teoría con su ojo izquierdo. Antes de dormir, despide a sus padres y sube las escaleras. Sam y Eva se abrazan, preocupados por su hijo.

Mientras intenta conciliar el sueño, un ruido en la ventana despierta a Gabriel. Sabiendo que es Beatriz, abre la ventana con el ojo izquierdo cerrado.

Beatriz le dice a Gabriel: "Hoy en el examen te humillaron, pero aún así pudiste casi igualarlo. Tienes mucho poder".

Gabriel responde: "Entrenaré para que eso no vuelva a suceder".

Beatriz, con seriedad, le pregunta a Gabriel: "Gabriel, estoy curiosa sobre tu ojo izquierdo, ¿puedo verlo?"

Gabriel, sintiéndose incómodo, responde: "No puedo mostrarlo, me da vergüenza que alguien vea mis cicatrices".

Con una mirada desafiante, Beatriz propone: "De acuerdo, ¿quieres ir al gran árbol?"

Gabriel acepta y salta por la ventana para ir al bosque. A medida que avanzan, la oscuridad del bosque se hace más intensa debido a una nube que bloquea la luz de la luna.

Mientras caminan, Beatriz disminuye la velocidad de sus pasos y fija una mirada fría en Gabriel. Este se da cuenta de que Beatriz no responde a sus palabras, y al mirar hacia atrás, se da cuenta de que ha desaparecido. Nervioso, Gabriel llama a Beatriz, pero no recibe respuesta. Continúa caminando por el bosque, escuchando ruidos inquietantes a su alrededor. De repente, el suelo debajo de él se deforma y parece intentar atraparlo, como si alguien estuviera realizando un conjuro de tierra.

Utilizando un conjuro de viento, Gabriel logra escapar de la situación y dar un salto alto, descendiendo lentamente en el aire mientras busca desde arriba a la persona que lo atacó.

De repente, una onda de aire cortante corta el parche que Gabriel tenía en su ojo izquierdo. Rápidamente cierra el ojo y aterriza en el suelo, permaneciendo alerta por si hay otro ataque.

Raíces emergen del suelo y atrapan a Gabriel, pero él se concentra y lanza vientos cortantes que cortan las raíces en pequeñas partes. En ese momento, Beatriz sale disparada hacia él desde los arbustos.

Preparado para atacar, Gabriel duda al reconocer a Beatriz y en lugar de contraatacar, se agacha para minimizar el impacto de la fuerte patada que recibe. A pesar de ello, la fuerza de la patada lo hace retroceder hasta quedar con la espalda contra un árbol.

Gabriel levanta la mirada pero no ve a nadie, pronto el árbol se deforma y atrapa a Gabriel en sus ramas retorcidas.

Beatriz emerge de la oscuridad a gran velocidad, y con destreza abre el ojo izquierdo de Gabriel con sus dedos. Al hacerlo, una ráfaga de viento poderosa hace que Beatriz salga disparada hacia arriba, sobrepasando el gran árbol en un instante.

En su mente, Gabriel reflexiona con frustración: "Maldición, solo quería alejarla y terminé liberando tanto maná." Utilizando magia de viento, se lanza hacia Beatriz capturándola en el aire y cayendo bruscamente. Ambos quedan adoloridos, mientras el tiempo parece detenerse en sus mentes.

Mientras Beatriz se encuentra sorprendida, piensa: "¿Qué son esos ojos? Todo lo que me contaron era verdad. Pero él está furioso, ¿me enfrentará? No quiero eso."

Por su parte, en la mente de Gabriel surge la incertidumbre: "¿Qué debo hacer ahora? ¿Le contará a todos? ¿Qué ocurrirá conmigo y con mis padres?"

El tiempo vuelve y Beatriz levanta su mirada, disculpándose temerosa con Gabriel.

Gabriel también levanta la mirada, sus ojos brillan con intensidad: uno rojo y el otro celeste. Su expresión es seria, lo que aumenta el miedo de Beatriz, quien se arrodilla y baja la cabeza, rogando por su perdón. Sin embargo, Gabriel sonríe y le asegura: "No te preocupes, pero por favor, no digas nada a nadie. Sé que puedo confiar en ti."

Beatriz jura guardar el secreto y los dos se quedan mirándose fijamente. Finalmente, Gabriel se levanta y ayuda a Beatriz a hacer lo mismo.

Gabriel, visiblemente agotado, comenta: "Me siento algo mareado por todo esto. Creo que es mejor que me vaya a casa." Los dos parten en direcciones opuestas, cada uno regresando a su hogar.

Al día siguiente, mientras Gabriel está disfrutando de su desayuno, alguien llama a la puerta. Sam la abre y se encuentra con Beatriz y su abuela. Gabriel se levanta cortésmente para saludar a Beatriz y se presenta adecuadamente a su abuela. Sam invita a todos a la mesa, donde se sientan para disfrutar de una comida juntos.

Con una sonrisa amable, la abuela de Beatriz comenta:

- Lamento interrumpir, pero estaba ansiosa por conocer a Gabriel ya que Beatriz siempre me habla tan bien de él.

Beatriz, avergonzada, exclama:

- ¡Abuela, por favor!

Eva interviene y dice con amabilidad:

- No se preocupe, Beatriz es la primera amiga de mi hijo, son más que bienvenidos aquí.

Durante la comida, un incómodo silencio se cierne sobre la mesa. La abuela de Beatriz rompe el silencio con una mirada penetrante y dice:

- Gabriel, no puedo evitar sentir curiosidad sobre tu ojo izquierdo, ¿me permitirías echarle un vistazo más de cerca?

Sam y Eva detienen su comida y observan con atención la situación, esperando la reacción de Gabriel ante la curiosa petición de la abuela de Beatriz.

Gabriel, visiblemente nervioso, se excusa:

- Me siento incómodo mostrando mis cicatrices, fueron resultado de un accidente.

La abuela de Beatriz, con una mirada fría, insiste:

- No me engañes, déjame ver.

Bajo la mesa, Sam agarra firmemente un cuchillo, observando atento a la abuela. Mientras tanto, Eva susurra un conjuro y crea una esfera de fuego en su mano.

La tensión en la habitación se intensifica, cada gesto cargado de hostilidad.

En su mente, Gabriel angustiado reflexiona:

- Si esta mujer sigue adelante, mis padres intervendrán y podría poner a Beatriz en peligro. ¿Qué debo hacer?

La abuela extiende la mano para tocar el rostro de Gabriel, provocando la reacción inmediata de Sam y Eva. Sam se levanta y se dirige hacia Beatriz, mientras que Eva apunta la esfera de fuego hacia la abuela justo cuando esta se prepara para actuar.

La abuela de Beatriz observa con atención y de repente, raíces surgen del suelo atrapando a Sam y Eva en un instante.

Beatriz interviene rápidamente:

- Permítannos explicarle, por favor, mantengámonos tranquilos.

Mientras tanto, Sam, visiblemente molesto, exclama:

- ¡No te atrevas a tocar a mi hijo!

En la mente de Gabriel, se desencadena un torbellino de pensamientos:

- Esta mujer logra hacer conjuros sin siquiera pronunciar palabra alguna, ¿quién será realmente? De repente, la visión de Gabriel se ve envuelta en un intenso color rojo.

El cuerpo de Gabriel se ve envuelto en un fuego negro, dejando a todos atónitos. La abuela de Beatriz, con determinación, introduce su mano en las llamas, retirando el parche que cubría el ojo de Gabriel. Ante la impactante revelación de una grieta negra y roja en su rostro, todos quedan paralizados. La mano de la abuela, emanando una luz blanca, se posa sobre el ojo izquierdo de Gabriel, disipando las llamas y la grieta gradualmente. Finalmente, el ojo vuelve a su estado normal.

Sam pregunta con incertidumbre:

- ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué significaba todo eso?

La abuela de Beatriz, con calma, responde:

- Permite que te explique, pero antes, mantén la calma. Gabriel está a salvo, todo ha vuelto a la normalidad.

Las raíces que aprisionaban a Sam y Eva se desvanecen, liberándolos.

Sam insiste:

- Necesitamos una explicación de lo sucedido.

Continuará.

Fin del capítulo no olvide seguirme