—¡Zhuang Keer es una forastera pero tú eres un infiltrado! Somos mucho más íntimos el uno con el otro, ¿sí?
¿Podría Lu Tingxiao decir que no?
Lu Tingxiao endureció su expresión y tensó sus delgados labios, y luego dijo con expresión fría: —Sí.
Ning Xi le mordió instantáneamente la barbilla como un gatito feliz y dijo: —Sé que el Gran Jefe es el que más me quiere.
Lu Tingxiao estaba indefenso al ver la pequeña y traviesa cara de la niña.
Ya la había mimado hasta ese punto. ¿A quién podría culpar?
Sin embargo, cuando pensó en cómo su acto de desobediencia como el de una niña mimada sólo le pertenecía a él, se sintió muy satisfecho.
—Puedes verla, pero no puedes hacer nada fuera de lugar —finalmente, Lu Tingxiao mencionó sus criterios con una expresión seria. Obviamente se refería al incidente de ella empujando a Zhuang Keer a la cama el otro día...
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