El regalo de Ning Yaohua fue claramente un caso de derroche poco sincero. Por otro lado, el esfuerzo actual de Ning Xueluo se concentraba en la preparación.
Ella sabía que él amaba el jade y que también era un budista incondicional, así que decidió darle una pulsera de perlas de jade.
Mientras Ning Zhiyuan evaluaba el brazalete, Ning Xueluo se puso ante él en silencio.
A pesar del malestar en sus ojos, el anciano la quería mucho.
Ning Xueluo se había quedado con él desde que era una niña e incluso después de que se descubrió que no era su nieta real, la trató como si fuera una de las suyas. Simplemente no le gustaba la actitud de su hijo mayor y de su nuera.
Ning Zhiyuan suspiró y dijo amablemente: —¡Gracias por tu regalo, me gusta mucho!
Ning Xueluo pareció aliviada al escuchar los elogios de su abuelo. Sus ojos se habían enrojecido un poco y ella dijo emocionada: —¡Me alegro de que te guste, abuelo!
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