Momentos antes, el dueño de la tienda del Tesoro de Jade ya había llamado a seguridad, pensando que si Ning Xi no se iba, tendría que usar la fuerza bruta.
Hoy podría haber sido un día perfecto, pero qué pena que esa mujer siguiera dándole problemas e incluso casi le hiciera ofender a su VIP. ¡Qué fastidio!
Ning Xi miró al pequeño guardia de seguridad que no parecía muy duro. Cuando estaba a punto de decir algo, una voz formal y pulida le dijo:
—Señorita, ¿está usted aquí para comprar jade?
Ning Xi levantó la vista y vio al hombre de mediana edad.
—Sí, lo estoy. ¿De qué se trata esto?
El hombre de mediana edad asintió respetuosamente: —¿Puedo tener el honor de servirle?
Ning Xi miró de nuevo a ese hombre, notando su tono de voz y cautela, asumió que era un trabajador allí, así que continuó:
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