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Capítulo 2: El consejo.

- ¡Adelaida! ¡Sobrina mía! ¡Al fin has llegado! Cómo tardaron tanto creo que algo les había pasado, ¡cuanto me alegro de que estés a salvo, pequeña Adela!

Una mujer de cabello castaño claro, piel color melocotón, rasgos firmes, contextura delgada y ojos rojo escarlata, con un vestido elegante y fino de color verde selva, bajó de un carruaje negro para abrazar a la pequeña niña vestida de azul celeste.

- ¡Tía Samantha! ¡Me alegra volver a verte! - dijo la niña correspondiendo al abrazo de la mujer.

Samantha Hunt sonrió alegremente y dijo:

- Querida, has crecido mucho, la última vez que te vi no alcanzabas mis rodillas, y ahora llegas hasta mi cintura, ¿has estado comiendo bien? Pareces algo delgada, más de lo que deberías. Pero eso lo arreglaremos pronto, verás que subirás un poco de peso a nuestro cuidado, lo necesario para estar saludable.

Adelaida Twain sonrió ampliamente mientras miraba a su tía con cariño, luego con su voz angelical dijo:

- Tía Samantha, ¿cómo están Jess y Vania?

- Jessica y Vanessa están bien, ansiosas por verte de hecho. Sube al carruaje, nos iremos en un momento.

- Si, Tía Samantha.

Adelaida subió al carruaje, se sentó junto a la puerta abierta mientras veía a la sirvienta llamada Zoe llegar con su equipaje.

- Puedes quedarte a descansar hasta mañana en nuestra casa, mañana podrás tomar un tren de regreso al Reino Nieve Negra - ofreció Samantha a la chica vestida de sirvienta.

- Es muy amable, Duquesa Hunt, pero tengo órdenes de regresar apenas Lady Twain este con usted, son órdenes del Conde Twain.

- Lo entiendo, me gustaría que mi hermano no fuera tan estricto con ustedes los sirvientes, debería valorar su arduo trabajo.

- No se preocupe Duquesa Hunt, todos nos acostumbramos a eso. Cuidate pequeña Adela, recuerda que la virtud de una persona...

- No se manifiesta en el egoísmo, la virtud se manifiesta cuando das lo mejor de ti a los demás - completo Adelaida la frase de Zoe - Adiós Zoe, gracias por todo.

- Es un placer, mi lady - respondió Zoe con una reverencia, se dio la vuelta y se alejó por donde vino, dejando a Adelaida Twain con su tía.

***

Adelaida y su tía llegaron a la mansión Hunt, allí las recibió un mayordomo llamado Dylan, de mediana edad y con el cabello levemente canoso, era un semivampiro, ya que sus ojos tenían un color rojo pálido.

- Buenas tardes, Duquesa Hunt.

- Buenas tardes. Ella es mi sobrina, la hija de mi hermano, Adelaida Twain - dijo Samantha ayudando a Lady Twain a bajar del carruaje.

- Buenas tardes, Lady Twain - dijo el mayordomo haciendo una respetuosa reverencia a la niña.

- Hola, señor mayordomo, ¿usted tiene nombre?

El mayordomo rió alegremente, luego respondió:

- Puede llamarme Dylan, Lady Twain.

- Y tú puedes llamarme Adela, señor Dylan.

- ¡Adelaida! ¡Prima estás aquí! ¡Te he estado esperando todo el mes!

Se escuchó una voz infantil que se acercaba desde el interior de la Mansión Hunt, una niña de alrededor de ocho años de edad, de cabello castaño oscuro, piel de porcelana y ojos color gris plateado, vestida con un vestido largo hasta la pantorrilla de color rosa pastel, corrió para abrazar a Adelaida.

- ¡Jess!

Ambas niñas se abrazaron felizmente.

- ¡Adela!

Otra niña, de doce años de edad, de cabello castaño rojizo, piel color melocotón y ojos rojo escarlata, vestida con un vestido hasta el suelo, color lila y violeta, se acercó con paso rápido a donde estaban las otras dos pequeñas.

- ¡Vania!

Las tres entraron en la mansión, en el vestíbulo se encontraron con Milo Hunt, el esposo de Samantha Hunt, y el padre de Jess y Vania que, también era vampiro como su esposa. Adelaida se acercó e hizo una reverencia, mientras decía:

- Tío Milo Hunt.

Milo Hunt sonrió y respondió cálidamente:

- ¿Es la pequeña Adela a quien veo? Has crecido mucho desde la última vez que te vi. ¿Te agrada la casa?

- Claro que si, Tío Hunt.

Vania y Jess arrastraron a Adelaida con ellas después de encontrarse con su padre, fueron directamente a la sala de música, donde habían varios instrumentos entre estos un piano de cola, un arpa y un violín.

***

Un carruaje negro, alado por tres caballos negros, se dirigía a la mansión de los Duques Hunt, dentro del carruaje estaba Edward Storm, un vampiro de sangre pura y Señor del Imperio Sangre Violeta, iba a resolver asuntos legales con el Duque Hunt. El carruaje se detuvo y el cochero le aviso:

- Señor Storm, hemos llegado.

Edward bajó del carruaje, allí el mayordomo de la familia lo saludo respetuosamente:

- Señor Storm, buenas tardes.

- ¿El Duque Hunt... ?

- Lo espera en el vestíbulo, Señor.

Edward sonrió amablemente al mayordomo y camino en dirección a la casa, allí se encontró con el Duque, la Duquesa y un sirviente que cargaba un baúl. Edward levantó una ceja y preguntó con voz educada:

- ¿Se va de viaje, Duquesa Hunt?

Samantha miró al Señor, haciendo una reverencia, dijo:

- Señor Edward. En realidad es mi sobrina quién vino de visita, se quedará durante un tiempo aquí con nosotros.

- Ya veo, disculpe mi intromisión Duquesa, ¿puedo conocerla?

- No veo por qué no, está en la sala de música con mis hijas - dijo Samantha con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos escarlata.

***

En la sala de música.

Vania estaba sentada frente al piano, tocando una suave melodía para afinar el piano. Jess estaba afinando una lira, totalmente concentrada en ello. Adela estaba mirando fijamente el violín, revisando que estaba en buenas condiciones.

- ¿Empezamos? - preguntó Vania mirando a las dos sentadas frente a ella.

- Si - respondió Adela.

Al segundo siguiente, Adela comenzó a tocar el violín, después se le unió Jess con la lira, y luego entro Vania con su interpretación en el piano. En poco tiempo, una melodiosa música resonó en la sala de música y en las habitaciones cercanas a esta, la melodía era constante y armoniosa, suave pero firme, capaz de hipnotizar a cualquiera que la escuchará. Las tres estaban tan inmersas en la música que no se dieron cuenta de que unos ojos rojo oscuro las observaba, especialmente a la pequeña violinista de ojos dorados.