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Capítulo 11: El tiempo no borra lo que el destino ya escribió (parte 1)

***

Años después. Año de 1867.

Los días pasaron hasta convertirse en años, Adelaida se acercó tanto a los hermanos Frank que ya la consideraban una más de la familia, su magia creció cada día más y más, aprendió a controlar sus poderes con la ayuda de Zemira, aprendió latín y ya con diecisiete años era capaz de hacer hechizos y pociones poderosas. El dolor de la ausencia de su familia, poco a poco se convirtió en añoranza, hasta que al final se transformó en la melancólica sensación de vacío, después de cuatro años sin ver a su familia Adelaida empezó a olvidarlos poco a poco, aunque siempre mantenía la esperanza de que volvieran por ella. Con cada amanecer en la casa de los Frank, los recuerdos de su vida con los Twain y los Hunt eran reemplazados por momentos felices con la familia Frank.

Un dia dando, en la que Zemira debía ir a la aldea para abastecerse de alimentos, ella envío a su hijo Marc y a Adelaida a hacer esa tarea. Ambos tomaron el caballo de Adelaida y cabalgaron en dirección a la aldea.

- ¿Segura que quieres ir al pueblo Adelaida?

- ¿Por qué no lo querría?

- La última vez dijiste que no te gustaba como las personas te miraban, es claro que el color de tus ojos llama la atención.

- Empiezo a acostumbrarme, además no puedo convertirme en una mujer antisocial.

Marc sonrió ante la afirmación de Adelaida, aunque no lo confesaba abiertamente la verdad era que desde hacía un tiempo se había enamorado de ella, pero jamás pensaría en confesarlo a ella de golpe, tan solo esperaba que ella algún día llegará a sentir lo mismo.

- Marc, ¿alguna vez creíste que yo llegaría a su casa de golpe?

- No lo esperaba, pero ahora no quiero que te vayas, alegraste nuestros días desde que llegaste y todos te hemos tomado cariño, eres otra hermana menor a mis ojos.

- Gracias, hermanito, ustedes también son importantes para mi, creo que ustedes se han convertido en mi segunda familia y... me atrevo a decir que en las únicas personas en las que confío.

- Eso es halagador Adela. Vamos más rápido, no queremos enojar a Mamá, tampoco hay que atraer mucho la atención hacia nosotros cuando estamos en medio del bosque.

- Bien - dijo Adela antes de azotar la tienda del caballo en el aire para que fuera más rápido.

Llegaron al pueblo en una hora, era de mañana todavía y el mercado estaba poco concurrido, bajaron del caballo y lo amarraron con una soga gruesa para que no se escapara, un hombre de mediana edad y de ojos rojo anaranjado los saludo:

- Joven Marc, Señorita Adelaida, ¿vienen por la remesa del fin de semana?

- Si Thomas, esperamos obtener rápidamente las compras, Madrina Zemira nos espera para preparar el almuerzo, sabes que el viaje no es corto.

- Lo sé Señorita Adelaida, no los retrasaré más, entiendo que tienen mucho por hacer.

- ¿Nos cuidas el caballo Thomas?

- Por supuesto Joven Marc, lo cuidaré bien hasta que regresen.

- ¡Gracias Thomas!

- Gracias Thomas.

Ambos jóvenes se dirigieron a la plaza de mercado, allí había personas que iban y venían, pero estaba más desocupado de lo habitual ya que aún era muy temprano. Llegando al primer lugar ambos se detuvieron frente al puesto, el vendedor los saludo:

- Buenos días, Joven y Señorita, ¿qué puedo hacer por ustedes?

- Queremos unos cuantos productos de las mejores calidades.

- Por supuesto.

Marc y Adelaida dieron vueltas por la plaza, una bolsa de convirtió en dos y después en tres, al final Marc cargaba dos bolsas grandes y Adelaida dos medianas, caminaban tranquilamente mientras charlaban.

- Me parece que el señor del puesto de frutas nos hizo una muy buena oferta, ¿no crees Marc?

- Tienes razón, fue una buena inversión, espero que esto nos salve de tener que cocinar en casa.

- ¿Prefieres lavar la ropa en el río?

- Con mucho gusto prefiero lavar ropa, prefiero incluso cosechar las plantas de Mamá antes que cocinar.

- ¡Jajaja! Me ayudarás a lavar ropa en la tarde ¿de acuerdo? Pero tienes que prometer no distraerse como la última vez que lo hicimos ¿entiendes?

- Está bien, prometo ayudarte.

Cuando pasaban por una calle concurrida alcanzaron a escuchar a un chico ofreciendo periódicos, se acercaron y Adelaida tomó uno mientras leía el titular en voz alta:

- El Señor de nuestro Imperio Sangre Violeta, en cumplimiento con la petición del Duque Davidson ha decidido visitar la frontera con el Imperio LagoCristal para tomar decisiones sobre los resientes actos violentos cometidos por brujas negras y semivampiros desequilibrados... ¡Ja! Parece que el Señor al fin a sentado cabeza, ¿qué opinas Marc?

- Tálves sea buena la presencia del responsable Señor en esta zona, sabemos que los ataques son cada vez más frecuentes por los alrededores.

- Si no fuera por Madrina está aldea sufriría el mismo destino de las aldeas vecinas.

- Ellos le cambiaron a Mamá tranquilidad por protección, mientras ellos no la ofendan, ella seguirá protegiéndolos de las fuerzas malignas que rodean por aquí.

- Es un trato razonable después de todo. Vamos más rápido, ya se nos hizo tarde.

Ambos regresaron a donde estaba atado el caballo, cargaron las bolsas y subieron al caballo ellos, Adelaida azotó las riendas en el aire y el caballo empezó a trotar, otro azote y el caballo corrió a toda velocidad a través del bosque.

***

Mansión Storm.

Edward estaba hablando con un conocido, David Ohio, discutían su visita a la frontera con el Imperio LagoCristal.

- Los ataques han aumentado en los últimos meses, hay testimonios de personas que milagrosamente salieron vivas de estos ataques, el panorama no es bueno...

- Entiendo David, me hablaste de un punto específico en el cual los ataques no se presentan.

- Oh sí. La aldea junto al bosque no ha reportado ningún incidente en los últimos diez años, podría ser pura coincidencia pero las aldeas que la rodean han sufrido ataques directos, hubo una masacre en una de esas aldeas.

- Que extraño. Será la primera aldea que visitaremos, empaca tus cosas para partir mañana antes del amanecer.

- Si Señor.