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El Regreso a Hikari-Tek

Después de la dura batalla en la mina, Ian y el resto de los aventureros se prepararon para regresar a la ciudad de Hikari-Tek. El campamento al pie de la montaña estaba en pleno ajetreo, con aventureros y equipos organizando sus pertenencias y preparando el viaje de vuelta.

Ian, para evitar llamar la atención y mantener en secreto la presencia de sus esclavos de almas, decidió montar en el Alma del Ave de Trueno de manera discreta. Se aseguró de que nadie lo viera mientras se subía al ave, ocultándose en un rincón apartado del campamento.

El Alma del Ave de Trueno despegó con elegancia, sus potentes alas cortando el aire mientras se elevaba en el cielo. Desde su posición elevada, Ian observó cómo el paisaje se transformaba a medida que se alejaba de la montaña. Las vistas del terreno montañoso se desvanecieron lentamente, dando paso a áreas más verdes y cultivadas a medida que se acercaban a la ciudad.

En el cielo, los demás aventureros viajaban en una variedad de transportes: aves gigantes, aviones de diversos tamaños y tipos, y en el suelo, monturas, motos y carros avanzaban en dirección a Hikari-Tek. La ciudad, con su imponente perfil de rascacielos y edificios futuristas, comenzaba a aparecer en el horizonte.

Ian, manteniéndose oculto, evitó la mirada de los demás mientras descendía con el Alma del Ave de Trueno en la plaza principal de la ciudad. Al aterrizar, el ave se mantuvo discreta, y Ian se deslizó cuidadosamente hacia un rincón menos concurrido del área.

Dirigiéndose al gremio de Aventureros para entregar el informe de la misión y los materiales obtenidos, Ian evitó cualquier contacto innecesario. El gremio estaba llena de actividad y murmuraciones sobre el éxito de la misión.

Ian llegó al Gremio de Aventureros, donde el bullicio de los aventureros que habían participado en la misión llenaba el lugar. Tras la larga expedición en la mina, era el momento de recibir las tan ansiadas recompensas. El gremio había prometido núcleos energéticos de gran valor, una tentación difícil de ignorar para cualquiera.

La misión estaba clara: la recompensa sería espectacular. Se otorgarían diez mil núcleos de nivel 2 por cada monstruo de nivel 4 derrotado, mil núcleos de nivel 2 por cada monstruo de nivel 3, y quinientos núcleos de nivel 1 por cada monstruo de nivel 2. La oferta era tentadora y muchos aventureros ya estaban formados para recibir sus pagos.

Ian, sin embargo, decidió ser más estratégico. No quería mostrar todas sus cartas ni revelar por completo su verdadero poder. Sabía que la discreción era clave para su crecimiento futuro, así que optó por entregar una parte de las pruebas de sus logros en la batalla. Se dirigió a uno de los funcionarios del gremio y entregó pruebas de que había derrotado a dos monstruos de nivel 3 y cinco de nivel 2.

El funcionario revisó las pruebas y, tras verificar la autenticidad, procedió a entregarle la recompensa correspondiente: dos mil núcleos de nivel 2 por los monstruos de nivel 3 y dos mil quinientos núcleos de nivel 1por los de nivel 2. Una suma respetable que Ian recibió con calma, agradecido por los núcleos que le permitirían continuar su entrenamiento y avanzar en su cultivo.

Con la recompensa en su posesión, Ian dejó el gremio sin llamar la atención. Mientras otros aventureros celebraban sus éxitos y planeaban gastar sus recompensas, él tenía un plan más reservado. Sin perder tiempo, Ian regresó al hotel.

Una vez en su habitación, Ian organizó sus núcleos energéticos y comenzó a pensar en su siguiente movimiento. El éxito de la misión le había otorgado no solo recursos valiosos, sino también información crucial sobre la fuerza y la estrategia de los aventureros de Hikari-Tek. Satisfecho con los resultados, se dispuso a descansar.

Al amanecer, Ian se despertó sintiéndose renovado, su cuerpo y mente listos para enfrentar los próximos desafíos. Sabía que con sus nuevas almas esclavas y el poder que había acumulado, era el momento perfecto para probar su fuerza. Sin embargo, hacerlo dentro de la ciudad de Hikari-Tek sería demasiado arriesgado. Las cámaras, los ojos curiosos y los avanzados medios de vigilancia podrían revelar demasiado sobre sus habilidades.

Decidido a mantener su poder en secreto, Ian se dispuso a salir de la ciudad sin levantar sospechas. Evitando las áreas más concurridas y buscando lugares fuera del alcance de cualquier posible observador, encontró un sitio discreto donde pudo invocar al Alma del Ave de Trueno sin ser visto. En cuestión de segundos, se elevó por los cielos, dejando atrás la civilización y adentrándose en las tierras más desoladas.

Horas después, Ian aterrizó en un lugar remoto, lejos de cualquier signo de vida. El vasto paisaje desértico lo rodeaba, ideal para sus experimentos. Bajándose del ave, llamó a su fiel aliado Tarek.

Tarek, crea una cueva en esta zona ordenó Ian, su voz firme pero serena.

Tarek, junto con un grupo de guerreros goblins y los hombres pájaro, comenzaron de inmediato a trabajar bajo su mando. Usando herramientas, fuerza bruta y habilidades mágicas menores, excavaron una entrada oculta y comenzaron a moldear una cueva que serviría como el refugio privado de Ian.

Durante varias horas, Ian observó cómo sus esclavos trabajaban en perfecta coordinación. Los goblins eran rápidos y eficaces, moviendo piedras y tierra sin esfuerzo. Los hombres pájaro ayudaban desde las alturas, asegurando que los escombros se eliminaran sin dejar rastros. Al final, una entrada bien camuflada conducía a una cueva espaciosa y segura, lo suficientemente profunda como para esconder cualquier actividad sospechosa.

Perfecto murmuró Ian, admirando el trabajo de sus esclavos.

Con el refugio listo, Ian tenía el lugar ideal para poner a prueba sus nuevas habilidades y el poder de sus almas sin temor a ser descubierto. Dentro de esas paredes ocultas, estaba seguro de que su entrenamiento y experimentos serían totalmente secretos. Ahora solo quedaba lo más importante: desatar el verdadero poder de sus nuevas almas y prepararse para los desafíos que se avecinaban.

Dentro de la cueva que había mandado a construir, Ian se encontraba rodeado por una oscuridad que solo era interrumpida por el brillo etéreo de las almas que acababa de invocar. El aire estaba cargado de energía mágica, y la tensión era palpable mientras las criaturas que había exclavisado en la mina empezaban a aparecer una tras otra. Pero, como la mina estaba imbuida de una magia en un gran poder mágico, las criaturas no eran solo bestias comunes. Habían evolucionado, moldeadas por el poder arcano de ese lugar.