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Dulce Venganza Con Mi Alfa Mafioso

—Era un trato con el jefe de la mafia, un alfa supremo en las sombras. Un trato con la Mafia, la familia Petrov, fue cuando su vida tomó un giro retorcido. Tras perder a sus padres y su libertad, Adeline buscó venganza. Su primer paso fue involucrarse con el próximo Don de un grupo mafioso rival, y ¿qué podría ser más infuriante para la familia Petrov que descubrir que había hecho un trato con el heredero Kuznetsov? César Romanovich Kuznetsov, la mafia rusa a menudo llamada 'Zar' por los humanos, era el único hombre que podía derribar a sus enemigos. Sin embargo, Adeline desconocía la extraña conexión entre ellos. César no deseaba nada más que el poder: infundir miedo y dominar a sus enemigos. Pero eso fue hasta... que conoció a la esposa impuesta de su enemigo. Fascinación, emoción, y la necesidad de desmoronarla... Imagina su sorpresa. Él no vacilaría en quemar el mundo entero si eso es lo que Adeline deseara. Pero a cambio de sellar el trato, ¡César no quería más que un simple beso de su pareja! —— Cómo contactarme: >>>Instagram: peachbunbun999 >>>Discord: peachbunbun999 sigue en Instagram ^^

PeachBunBun · Fantasi
Peringkat tidak cukup
274 Chs

¿Qué quieres que haga contigo?

Adeline sabía lo que estaba a punto de suceder, aún así

Soltó un temblor en todo su cuerpo cuando la boca de César tomó uno de sus pezones, succionando, lamiendo y mordiendo.

Su dedo del pie se encogió y sus ojos se cerraron fuertemente mientras sentía su otro pecho libre ocupado por la mano grande de él. César amasó, acarició y jugó con su pezón entre su dedo índice y pulgar.

—Haa... —Adeline respiró, mordiéndose fuertemente el labio inferior. Sus gemidos eran suaves y respirados, pero eso no era suficiente.

César quería mucho más que eso. Tiró de sus piernas sobre su cintura desde donde estaba arrodillado ante ella, reverente ante el altar de su cuerpo. Su lengua húmeda encontró su pezón de nuevo, su otra mano deslizándose hasta su entrepierna.

Adeline tembló bajo su toque, y César levantó la vista, mirando su rostro.

—¿Qué pasa? Sabes que no te haré daño, muñeca. —dijo César.

Ella ya estaba húmeda para él, así que no tuvo problemas en deslizar un dedo dentro de ella.

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