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Fen Huan

Las gemelas están de acuerdo. Emocionadas. Lo de los meridianos abiertos del todo les ha entusiasmado. Así que vamos a comprobarlo. Asegurándonos de que nadie me vigila, las llamo. Ellas entran. Se colocan en dos altares cercanos. No hay mucha gente.

Yo entro un poco más tarde. Mirándolas de reojo. Se están mostrando los resultados. Parecen emocionadas. Miro los míos. No han cambiado. ¿O sí? El meridiano que he intentado mejorar, ¿no está un poco más claro? No estoy seguro. Así que me aseguro de recordar esta vez el color exacto. Lo comprobaré otro día.

Ellas salen. Y yo poco después. Paso por cerca de su escondite y las envío a la Residencia. Se van corriendo a hablar con las demás. Tropiezo con algo. Casi me caigo.

–Ja, ja, mira que patoso– se burla una voz.

–¿Qué puedes esperar de un esclavo?– continúa otro.

Son cinco. Uno en la etapa dos de Alma. Dos en la uno. Los otro en la ocho y nueve de Génesis. Dos de ellos estaban esta mañana en la pagoda.

No puedo hacer mucho. No se permiten peleas aquí. Y son más que yo. Supongo que otros tendrían un enfrentamiento verbal. No creo que sirvan de nada. Excepto para crear más enemistad. Pero grabo sus caras en mi memoria. Dos veces significa que me van a buscar problemas.

Los miro uno a uno. Y luego me voy. Me he forzado a hacerlo. Tener una actitud demasiado sumisa puede ser contraproducente. Lo he visto en otros. Y probablemente es lo que esperaban de mí. Lo suelo hacer inconscientemente. Siempre he sido un esclavo. Tengo que ir cambiando.

–¿Qué te crees que miras?

–¿Necesitas que te dé una lección?

–¿¡Quién te crees que eres!?

Me amenazan. Se sienten provocados. Al menos no deberían tomarme por una víctima fácil. Si va a más, tendré que tomar medidas. Aunque podría ser peligroso. Necesito más información de ellos, por si acaso.

Hay algunos esclavos por la zona. Hablo con ellos. No saben mucho. Solo que son una pandilla de diez. Y que no tratan muy bien a los esclavos. Me han prometido preguntar y hacerme llegar la información. Me resulta un poco incómodo que me miren con adoración.

—————

Pen llega puntual. La dejo montarme. Le gusta dominarme. Y a mí me gusta ver esos pechos botando. Están ligeramente separados. Y muy suaves. Su areola es ligeramente oscura, como sus pezones. Y el doble que la de Song.

Su pelo rubio, ligeramente rizado, parece casi flotar. Inalcanzable desde mi posición. Hasta que baja y me besa. Aprovecho para no dejarla marchar. Para abrazarla. Para ser yo el que bombee desde abajo. Se corre en mis brazos.

Luego se libera. Sus ojos mirando los míos. Sus manos atrapando las mías. Sus caderas vuelven a tener el control. Acaricio su erótico culo. Gime sin control.

–¡¡¡AAAAAAaaaah!!! ¡Kong! ¡Este rato eres mío! ¡¡¡¡HHHAAAAaaaaaaahhhhHHH!!!!

Acaba colapsada sobre mí. Llena de mí. Acariciándonos y besándonos. Hasta que se le acaba el tiempo. Es reacia a levantarse, pero no le queda más remedio. Sigue siendo una esclava. Tiene que hacer su trabajo.

La despido con un beso. Y sobándole el culo y el pecho.

–Aaaah. Es una pena que no pueda quedarme un poco más– se queja, antes de marcharse con la madera.

A mí también me gustaría tenerla más. Suspiro.

Apenas pasa un minuto que la he despedido que alguien llama. ¿Se habrá dejado algo? Pero no es ella. Es Fen Huan. ¿Quizás sus amigas le han dicho algo?

–¿Quién era esa que ha salido?– me pregunta nada más verme.

–Una vieja amiga. ¿Te han dicho Liu y Lang que te buscaba?– le pregunto, sin darle mayor importancia a su pregunta.

–Sí. ¿Qué querías?– pregunta, un tanto tajante.

Pero su cuerpo dice lo contrario. Es sutil, pero puedo reconocerlo. Lo he visto muchas veces. Está excitada. Aunque no se acaba de decidir a entrar. Así que la cojo y la atraigo hacia mí. Al mismo tiempo, cierro la barrera de la cabaña.

Su etapa está por encima de la mía. Pero no se resiste. No cuando la atraigo hacia mí. No cuando fuerzo mis labios en los suyos. Ni cuando mi lengua penetra su boca. Ni cuando agarro su culo con fuerza.

–Luego te lo explico.

Ella me mira con la boca entreabierta. Jadeando. Expectante. Sin oponer ningún tipo de resistencia.

La llevo frente a la mesa. La pongo cara a ella. La hago inclinarse sobre ella. Apoyarse en ella. Sus pechos y cara sobre la mesa. Su pelo rosado desparramado. Su culo apuntando hacia mí. Le levanto la túnica. Dejando visible sus nalgas blancas. Ella totalmente entregada. Mientras yo las acaricio.

Golpeo ligeramente sus nalgas. Recuerdo que le gustaba. Se estremece. Golpeo un poco más fuerte. Emite un gemido ahogado. Luego otro. Y otro.

Sus nalgas empiezan a tomar un tono rojizo. Le bajo las bragas. Están mojadas. Me inclino sobre la mesa. Junto a ella. Mientras mi mano llegan a su entrepierna. Mis dedos acarician su abertura por fuera. Y por dentro.

La cojo del pelo y la hago mirarme. Mientras mis dedos la penetran más y más rápido. Su rostro desencajado por el placer. Sus ojos me miran. Pero parecen perdidos en la lujuria.

Se estremece toda ella cuando se corre. La dejo descansar unos segundos. Jadea mientras me mira. Al poco, mis dedos vuelven a moverse. Dentro y fuera de ella.

–¡Aaaaahh! ¡Más! ¡¡Aaaaahhh!!

Los hago mucho más suave. Tentándola. Provocando su lujuria.

–¿Más qué?

–¡Aaaaah! Aaaahh. ¡Aaaaaaah!

No me responde. Así que paro. Insisto.

–¿Más qué?

–¡No pares! ¡Fóllame! ¡Pégame!– casi suplica.

Me separo de ella y me pongo detrás de ella. Vuelvo a golpear sus nalgas. Luego la penetro de golpe. Hasta el fondo.

–¡Aaaau! ¡¡HHHHHAAAAAaaaaaa!! ¡¡¡AAAAaaaaahhhHH!!! ¡¡¡AAAAaaaahhh!!!

Empujo una y otra vez. Mientras acaricio su culo. O lo golpeo. Ella no deja de gemir. Su cabeza sobre la mesa. Apoyada en la mejilla. La boca entreabierta. Su pelo desparramado. O pegado a ella por el sudor.

Le subo la túnica y se la saco por la cabeza. Sin dejar de penetrarla. Sin ninguna oposición. Mostrando su piel clara. Y ahora sudada. Le desabrocho el sujetador. Dejándolo en su sitio. Suelto.

No la dejo correrse aún. Está al límite. Acerco mis labios a su oreja.

–Tu novio vino a verme y pedirme perdón.

–¡¡AaaaaaaahHH!! ¡Maldito impotente! ¡Aaaaaah!

–Confesó que se había dado cuenta que realmente le gustaba su amigo. Cuando los encerré juntos. Que no le gustan las mujeres. Me pidió que te lo dijera. Creo que te tiene un poco de miedo– le susurro.

–¡¡¡Aaaaaahh!!! ¡Maldito! ¡HHHaaaaaaahhHH! ¡Todo este tiempo! ¡¡HHHAAAAaahhh!! ¡Le daré una lección! ¡¡Au!! ¡¡¡HHHHHAAAAAaaaaaAAAHHH!!!

–Ah. Déjalo. Es mejor así– le exhorto.

–¡¡¡HHHAAaaaaAAAHH!!! ¿Por qué? ¡¡¡¡AAAAaaaaaaaahhhhHHH!!!!

–Así te tengo toda para mí. Como a tus amigas. Ah. Así puede ser solo mía. ¿Quieres serlo?

Ella gime. Sigo sin dejarla correrse. Mientras absorbo algo de su qi. Es más denso que el mío. Y puedo guardar un poco de él. Pero no demasiado. Puedo notar que necesito algo de tiempo para asimilarlo. Para poder absorber más. Puedo comprimir el mío para conseguir el mismo efecto. Pero así es mucho más fácil. Y rápido.

Al absorber el de las chicas, si estoy lleno, he comprobado que puedo comprimirlo. Pero hay un límite. Daña un poco las paredes de mi mar de qi. No es grave. Como si se irritara la piel. Pero necesito unas horas para restaurarlas del todo.

Si lo hago por el método normal, eso no pasa. Porque absorber qi del ambiente para comprimirlo es mucho más lento. No da tiempo a irritarlas. Cogerlo de ella elimina el problema del irritar mi mar de qi. Pero hay un límite.

Es como tener dos qis, uno más comprimido y otro menos. Y una fina membrana que los separa. Cuando lo comprimo yo, esa membrana se va moviendo poco a poco. Al absorberlo, hay que moverla más deprisa. Hasta que está demasiado tensa. Se podría romper. Si lo entendí bien, eso supondría perder todo el progreso en la etapa.

También he comprobado sus meridianos. Ninguno está totalmente abierto. Eso corrobora la teoría. De alguna forma, al hacerlo con sexo, se abren del todo. Sin impurezas.

Ella no ha respondido a mi pregunta. Quiero que lo reconozca. Que se someta totalmente a mí. Parece indecisa. Así que me detengo.

–¡Aaaaahh! ¡No pares! ¡Sigue!– me pide.

–No me has respondido. Quiero saberlo. ¿Eres mía?

–Sí, soy tuya. Pero no pares– me suplica.

Le cojo la pierna y la levanto. Su cuerpo queda de lado sobre la mesa. Vuelvo a bombear. Ahora puedo ver sus pechos rebotando. Sus pezones rosados erectos. Sus ojos rosas perdidos en el placer. En la lujuria. Como todo su rostro. Su lengua incluso está por fuera.

Le doy una fuerte palmada en las nalgas a la vez que la penetro hasta el fondo. Con ayuda de un poco de qi, se estremece toda ella. Se tensa. Su cabeza un poco hacia atrás. Su boca abierta. Gritando de placer. Su vagina chorreando.

Cuando vuelvo a empujar, está totalmente inerte. Rendida a mí. Solo gime. Y grita cuando palmeo sus nalgas. Cuando cojo su pecho. Cuando lo aprieto parece disfrutar. Cuando pellizco su pezón. Incluso más cuando llega al dolor. Es un poco masoquista.

Sus pechos son ligeramente más grandes que los de Song. El tamaño es más que respetable. Y la textura muy suave. Quizás algo más sueltos. Se mueven más. Sobre todo si acelero.

Noto como la presión llega a mi miembro. Como el roce con su interior me da placer. No es tan estrecho como el de las chicas. No por ello deja de ser excitante penetrarlo una y otra vez. Notar como sus paredes se restriegan. Reclamarlo para mí.

Cuando la lleno, gime de nuevo con placer. Se queda jadeando cuando salgo de ella. Sin moverse. Dejarla en la mesa resulta algo inapropiado. La cojo en brazos. Me mira un poco extrañada. Pero no protesta. Se deja llevar. Incluso se acomoda contra mi pecho.

La dejo con suavidad en la cama. Para que descanse. Su pelo rosado deslizándose entre mis dedos. La beso en la mejilla. Vamos a ver si es fácil convencerla.

–Con Lang y Liu he llegado a un acuerdo. Son solo mías. Y tenemos sexo al menos una vez por semana. ¿Qué te parece?– le propongo.

En realidad, me iría mejor que fuera todos los días. Pero se acabaría dando cuenta que le cojo el qi. Y no sería justo para sus amigas. Además de que, cuando yo suba de etapa, ya no me sería tan necesaria. Dejarla entonces de lado sería cruel. No hacerlo, sería poco eficiente. Así que mejor propongo una solución intermedia.

Así, puedo forzar normalmente un poco más la compresión de qi. Y descansar el día que me la follo.

–¿No puede ser más? ¿Todos los días?– pide en un susurro, con algo de lujuria. Supongo que por algo es amiga de las otras dos.

–Al menos una vez. Puede ser más alguna vez. Pero no puede ser todos los días. Todos tenemos cosas que hacer. Como cultivar.

–¿Cómo estar con esa esclava de antes?– me reprocha.

No sé por qué menciona a Pen. Da igual. Lo importante es convencerla. Si no, podría ser un problema.

–De momento una vez por semana, y luego ya veremos, ¿de acuerdo? Hace muy poco que soy estudiante, aún tengo que aprender muchas cosas– uso mi reciente ascenso como excusa.

–Vale, por ahora– finalmente concede. –¿Puedo quedarme un rato más? No puedo moverme.

Casi me suplica. No puedo no ceder. Estoy un rato acariciándola. Se acaba durmiendo. Me aseguro que no despierte por ahora. La dejo en la Residencia para evitar que esté por en medio. Puedo llevarla, aunque ella no lo sepa. También a algunas esclavas. O las dos pervertidas. Pero, por ahora, no se lo puedo decir. Por mucho que quiera llevármelas a todas. Quedármelas y follarlas todas los días. Subirlas de nivel. Pero no puedo llamar demasiado la atención.

Veo que Song está disponible. Pero Wan aún no. Quiero que estén las dos. Por si hay algún problema con la crema anestesiante. ¿También Liang? Podría dormirla, pero puedo necesitar su colaboración.

Así que adelanto trabajo y llamo a Bronceada. La hago servirme. Follarme. Me aseguro que se esfuerza por complacerme. No está totalmente sometida a mí. Pero mucha más que Rong.

Últimamente está muy obediente. Y Ma Lang y Shi no lo necesitan por un tiempo. Así que le doy dos cuadernos de Golpe Celestial. Se emociona tanto que me besa en la mejilla. Luego parece asustarse por lo que ha hecho. Me mira sin saber qué decir.

–Si quieres besarme, hazlo en la boca.

Abre los ojos. Creo que incluso sonríe un poco. Antes de abrazarme sensualmente. Y besarme. Con lengua. Con pasión. Con su cuerpo restregándose.

–Estúdiala bien. Puede que los necesite en algún momento. Pero te los volveré a dar más adelante. Algunas páginas están incompletas. Pero entre los dos debería ser suficiente. ¿Entendido?

–¡Sí, amo!

Creo que es la primera vez que la veo tan entusiasta. Puede que esté algo cansada por el sexo, pero se pone a leerlo de inmediato. Parece que realmente lo quería. No sé por qué no lo cogió cuando era estudiante. Bueno, eso ya da igual.

Sigo con Rui y Ning. Más suave que de costumbre. Ya he tenido bastante con Fen Huan.