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Capitulo 29: Más de seis son manada

El camino hacia la mazmorra estaba repleto de árboles, vegetación, animales y plantas, estaba muy marcado, pues se veía que era constantemente visitado y retado por mucha gente, además que tenía muchos avisos de peligro, señalamientos y más cosas que advertían sobre el peligro del lugar.

Zatara siguió su camino entre toda la vegetación, pero algo la detuvo.

—Ya les dije que no, si siguen adelante podrán morir, serán una carga para mí

A quien se dirigía era a los dos niños que en ningún momento la habían dejado de seguir.

—Sabemos que intentas alejarnos, pero eso no funcionará— dijo el niño que tenía su armadura—, siempre hacemos esto, a todos hasta que nos dejen entrar

—Ya perdí la cuenta de las veces que lo hacían, nos vamos siempre que dicen que es peligroso o algo así

—¿Y no harán preocupar a sus padres?— pregunto Zatara al escuchar eso

—¿En serio crees que algo así les preocupa? Por qué más crees que podemos hacer esto y hasta la recepcionista está acostumbrada

—Que gran falta de atención— respondió ella al entenderlo

—Eso duele, ¿Sabes?

—Aun así, ustedes deberían…

Pero se detuvo, sintió algo en el aire y el sonido.

»Seguirme, pero por nada, nada del mundo se separen de mi, no quiero en mi mente la muerte de uno de ustedes dos

—¿En serio?

—¿Tengo opción? Dos contra uno no es válido

Ellos la siguieron, ella los puso adelante de ella, pero no evito sentir que era vigilada por algunos ojos en el bosque. Ella devolvió la mirada a cada uno de ellos.

La entrada a la mazmorra estaba cubierta de más avisos, trampas y todo lo posible para que tanto lo que estuviera adentro no saliera y lo de afuera no entrara.

—¿Por qué no hay vigilancia? Pensé que siendo un lugar así de peligroso al menos tuviera una alarma para cuándo algo pasara

—Todas las trampas son alarmas, por eso se tiene que tener cuidado de activar una— dijo el chico de armadura

—Haa… es estúpido— respondió Zatara

—Pero funciona

—Nah, dos tres

Pasaron las trampas una por una hasta que entraron, la entrada era solo de lo que parecía ser el túnel de un tren, podía sentirse un aire frío proveniente de ahí, como si fuera la última advertencia antes de entrar. Zatara miró a los niños, estos al parecer no habían entrado más allá de los árboles a este lugar. El temblor en las piernas, un poco de sudor y la mirada nerviosa decían todo, al menos en el chico de lentes.

—No me digan que se quieren ir una vez estando aquí, ¿cierto?

Pregunto preparando una antorcha de tela, remojada en petróleo y más tela así.

—¡No, claro que no!— reprochó el de la armadura

—Solo que nos estamos preparando mentalmente para entrar

Pero sin que se lo esperaran, ella los empujó hacia dentro.

—¡Ese es el espíritu!

Encendió su antorcha con piedras de pedernal, todo dentro estaba oscureciendose poco a poco hasta no ser más que el fuego de la antorcha. Las paredes hechas de piedra y lo que parecía ser cemento a los alrededores apenas podían verse, tanto por el frente como alrededor no habían entradas o puertas de piedra, todo era un camino directo, frío, lúgubre y totalmente desconocido para esos tres.

—¿Vamos bien o nos regresamos?— pregunto Zatara queriendo burlarse del miedo de esos dos

—E-estamos bien, esto no es nada, ¿Cierto?

—Si, podemos… seguir adelante

Zatara revisaba las paredes de izquierda y derecha mientras avanza, los niños estaban demasiado concentrados en no perder el valor así que la ignoraron.

Poco pasó para que llegaran a lo que sería la entrada al segundo piso, una gran escalera hacia abajo.

—Nada de sorpresas, no me sorprende, este sitio realmente ha sido limpiado de fondo, tampoco sorprendería que los demás pisos esten así

Los niños apenas podían resistir más temor por las simples escaleras.

»Vamos, vamos, si no pueden con lo que este ahí, dejenmelo a mi

Zatara los empujó un poco y ellos cedieron, ella volvió a mirar hacia atrás, podía seguir sintiendo las miradas, pero había dejado ciertos regalos.

A la mitad de las escaleras se escuchó un grito masculino, eso hizo que el niño de armadura casi cayera hacia enfrente.

—¿!Que!? ¿!Que fue eso!?

—!¿Eh¡?

—Sigan, sigan, son sus mentes que juegan con ustedes por el terror que sienten, yo no escuché nada

Ellos la miraron, ella seguía inmutable, así que le hicieron caso, ella por otra parte miró hacia atrás.

—Uno menos— susurró sin mirar atrás

Los demás pisos ( unos once) estuvieron como el primero, del número doce en adelante, todo comenzó como una mazmorra.

—¿Goblins? Vaya, así que empieza esto así

De aspecto horrible, piel verdosa, ojos amarillos de pupilas grandes color verde, de la misma estatura que los niños, algunos tenían hondas, otros lanzas y unos tantos más espadas oxidadas, ropa rasgada con taparrabos y como si fueran togas.

Zatara fue tras ellos, dejando a los niños en un lugar donde no había salida más que por dónde vinieron. Los termino demasiado rápido con su daga.

—¿Están bien?— pregunto cuando terminó con el último

—Si… realmente tienes experiencia

—Nah, dos tres, pero siento que desde ahora será más difícil, así que mantenganse detrás de mi y también cuidense las espaldas, los goblins son feos, tontos, pero no idiotas, podrían atacar por la espalda en un descuido mío y saben el final así que...

—¡Si, gracias por el apoyo emocional! — interrumpió el niño del libro

Quería decir algo más, pero se detuvo, siguieron adelante, los siguientes tres pisos fueron casi igual, los goblins aumentaban de número cada vez, incluso tuvieron a un troll de tamaño medio.

Era como la versión adulta de un goblin, metro setenta de alto, igual de piel verde, más gordo, con una mirada de pelear hasta la muerte y disfrutar la matanza, un mazo de madera con un cráneo incrustado le daba aún más la sensación de no subestimarlo.

—Bien, es hora de un poco de magia— dijo Zatara preparándose

Apagó la antorcha, era bien claro que los goblins y trolls podían ver en la oscuridad, los niños solo podían escuchar el movimiento de las manos de ella.

»Tapense los ojos, esto será muy iluminado para todo mundo— susurró a los niños

Ellos obedecieron, ella arrojo un frasco hacia enfrente y corrió hacia el mismo lugar, un destello brillante se produjo en dónde estaban los goblins y el troll.

—!Wraag¡

—!Higteegg¡

Sin dejar de perder tiempo ella aprovecho, igual tuvo que cerrar los ojos, pero al chocar contra lo que quería, lo atacó tan rápido como pudo solo sintiendo asqueroso y regordete cuerpo para saber dónde estaba la parte vital que quería.

—!Wroaaah¡

Le clavo la daga en el ojo, después en el otro y se alejó, dando unos largos pasos largos hacia atrás, frente a nuevamente la oscuridad, pudo escuchar como el troll ciego atacaba por todos lados, así como huesos romperse y gritos ahogados de los goblins que le acompañaban.

—Eso… fue…

—Shh

Cuando el sonido solo era le respiración agitada del troll, prendió nuevamente la antorcha y vio el desastre frente a ella, los cuerpos de goblins pegados a la pared como espagueti estrellado, otros tantos en el suelo con las entrañas salidas además de los ojos.

Uno de los niños no evito vomitar por ver eso, lo que llamo la atención del troll.

»!Wraaaght¡

Se acercó a dónde provenía el sonido blandiendo el mazo, Zatara solo arrojo la daga hacia su cuello, eso detuvo por instantes al troll, pero solo por ese instante, ella corrió nuevamente, tomo el mango y termino de cortar el cuello del troll, este cayó en un sonido de ahogamiento, hasta que sus fuerzas terminaron.

—Por eso les dije que no vinieran, pero si realmente quieren hacer esto, no hagan ruido hasta que yo diga que griten

Los rostros de esos dos estaban pálidos, quién había vomitado era el niño de armadura, pudo ver la comida en el casco, el otro niño lo limpio con la manga de su ropa.

»Vamos

Ellos la siguieron, pero al llegar a la entrada, se detuvo.

—¿Que pasa? ¿Más goblins?

—No, pero tengo el presentimiento de algo

Volvió sobre sus pasos y cargó con el cuerpo del troll, intentó arrastrarlo hacia las escaleras.

—¿¡Qué haces!?

—¡Es mi presentimiento, ayúdenme si quieren que les ayude a seguir adelante!

Ellos no se movieron por momentos, solo el de armadura tocó un poco el cuerpo muerto del troll.

—¿Seguro que está muerto?

—Si, se que pueden regenerarse, pero me aseguré de cortar la carótida y garganta

El otro niño también ayudó a cargarlo, lo apoyaron en la esquina de la entrada.

—¿Y ahora?— preguntó el niño de lentes limpiando sus manos con la ropa.

—¿Les dije que no podían gritar hasta que yo lo dijera, cierto?

Ellos asintieron, ella señaló al troll.

» Ocultense en su espalda y no se muevan por nada

Ellos estaban a punto de gritar pero ella les tapó la boca con sus manos.

»¿Entonces?

Zatara se acomodó en la esquina superior de aquel lugar, clavó su daga para apoyarse, los niños seguían incómodos, asqueados y soportando el fétido olor del troll que olía peor que baño público en un concierto de rock urbano.

—¿Que es lo que intenta hacer?— pregunto el de armadura mientras veía escurrir la sangre del cuello hacia la espalda del troll

—No se, pero creo que está loca, ¿Por qué piensa que esto es bueno?— respondió el de lentes ya con los lentes húmedos por el calor que aún emanaba del troll

—Creo, en serio quiero creer que no somos los únicos que vamos al final de la mazmorra

—¿Crees? Muchos vienen hacia aquí, no sería extraño que eso pase, además, podrían ser conocidos del gremio

—Pero es extraño, este troll está en el piso quince, ya era para que alguien avanzara en esto…

—Shh, escucho algo

Al callarse dejaron que el sonido sea reconocible, eran pasos, un grupo de pasos que venían del otro lado, como si tomarán distancia de Zatara y los niños, se quedaron tan quietos que solo dejaron que se escuchara su respiración y el latido de su corazón. Podían ver la luz tenue que poco a poco iluminaba las paredes, no era una antorcha, era algo más que iluminaba el espacio más que el fuego.

Los pasos se detuvieron y después vino un suspiro.

—Otro piso que no alcanzamos a esos tres

—No es extraño, los demás anteriores estaban vacíos, debieron apresurar el paso… ¿Y tú qué haces?

Los niños podían sentir a alguien más aparte de esas voces, era una respiración normal, pero algo apresurada.

—Este troll, su cuello está cortado hasta casi llegar a la espina… pero no está muerto del todo, así que…

Clavó una espada entre la frente del cuerpo del troll, Zatara quería reaccionar enseguida, pero no había grito alguno de los niños, así que siguió en su lugar. Enfrentarse a elfos sin saber cómo pelean o como son sus armas, es solo un suicidio.

—Tu y tus precauciones, por eso es que nos hemos retrasado, eso y que ese idiota quisiera alcanzarlos, tenemos que conseguir el collar que ella tiene, si nuestro empleador nos ve sin nada, no nos dará lo que queremos

—Fue su culpa, pero lo sé, es mejor esto a morir en un lugar así, ¿O la herida que tienes en el brazo fue por no hacerme caso?

—Ya, ya, hay que pensar mejor en como encargarse de ellos, no debemos dejar testigos, si logran eliminar todo lo que sigue sería un problema para una coartada

Saco su espada de la frente del troll, la sacudió y después la enfundó, lo que había dicho antes, era resultado de aquel grito que se escuchó.

Siguieron su camino hacia el siguiente piso, ella no bajo hasta no ver la luz apagarse, descendió de un salto y apartó el cuerpo del troll, para apenas ver a ambos niños con las manos de uno en la boca del otro mientras tenían lágrimas en los ojos y la mirada petrificada hacia enfrente, la espada había pasado entre los dos pues se veía un pequeño agujero.

—Bien hecho, descansemos un poco

Tomó la ropa de todos los goblins que no estaban empapados de sangre, el mazo y las armas de madera para encender una fogata.