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Ecos de antigua furia

Penulis: DaoistRzpf52
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La guerra se perdió, la humanidad cayó. Jon Snow y sus compañeros descubren en los registros del viejo maestre una chispa de esperanza: la leyenda de un antiguo poder, el Sangre de Dragón. En una cueva olvidada, deben desentrañar los secretos de un sarcófago y antiguos pergaminos. Sin embargo, al despertar este poder, desatan una fuerza sobrenatural que los arrastra a través del tiempo, dejando la cueva en un desolador vacío. ¿QUIEN IBA A PENSAR QUE ERA MAS DIFICIL ESCRIBIR ESTO QUE LA HISTORIA...?, jaja que cosas no?

Chapter 1Sueño Eterno

El ambiente en la cueva era sombrío, la luz de las antorchas titilaba en las paredes de piedra mientras los ecos de la conversación de Jon Snow y Jaime Lannister resonaban en el silencio. Fuera, los rugidos distantes de los demonios de sangre y fuego recordaban a los sobrevivientes que su tiempo era limitado, que la batalla por Poniente no se libraba solo con espadas, sino con antiguos conocimientos y decisiones difíciles.

Jon observaba a sus hermanas, Sansa y Arya, conversando en voz baja con Brienne de Tarth, sus rostros marcados por la guerra y la pérdida. Sabía que el peso de la responsabilidad recaía sobre él, pero también sobre todos los que quedaban.

Jaime, por su parte, mantenía la vista baja, sus pensamientos atrapados en el pasado. La pregunta de Jon lo sacó de su ensimismamiento.

"¿Te arrepientes?" preguntó Jon, su voz grave, cargada de una melancolía que se había vuelto familiar.

Jaime suspiró, un suspiro que parecía llevar el peso de años de decisiones cuestionables y acciones irremediables. "¿De qué sirve ahora el arrepentimiento?" respondió, su tono mezclando resignación y amargura. "Los actos ya fueron cometidos, y las consecuencias... bueno, las estamos viviendo."

Jon asintió, comprendiendo el sentimiento. Ambos hombres habían tomado decisiones que habían cambiado el curso de la historia de Poniente, decisiones que los habían llevado hasta esa cueva, donde el destino del reino pendía de un hilo.

"Pero no estamos aquí para lamentarnos," continuó Jaime, sus ojos encontrando los de Jon con una determinación renovada. "Si Marwyn tenía razón, entonces debemos centrarnos en lo que aún podemos hacer, no en lo que ya pasó."

Jon apretó los labios, asintiendo. Sabía que Jaime tenía razón. No podían darse el lujo de vacilar. El futuro de la humanidad dependía de encontrar las respuestas ocultas en los misterios del archimaestre Marwyn, respuestas que podrían ser la clave para detener a los demonios que devastaban el mundo exterior.

"Entonces, sigamos adelante," dijo Jon finalmente, sus palabras marcando el final de la conversación y el comienzo de su siguiente movimiento.

Juntos, avanzaron más profundo en la cueva, con la esperanza de que las respuestas que buscaban estuvieran al alcance de su determinación y coraje. Afuera, el mundo perecia consumido en hielo y fuego, pero en esa cueva, la última chispa de esperanza aún brillaba tenuemente.

Tyrion Lannister examinaba con detenimiento el sarcófago que yacía en el centro de la vasta cueva. La estructura, majestuosa y antigua, estaba rodeada por un aire de misterio y poder. Gendry, Bronn, y Tormund Matagigantes exploraban el resto de la caverna, una amplia cavidad en forma de domo cuyas paredes parecían resonar con la historia enterrada bajo ellas.

En el centro, la tumba dominaba la escena con una inscripción grabada en la piedra:

"Aquí yace el Sangre de Dragón, Alto Rey de Skyrim, cuyo poder y furia una vez sacudieron la tierra y los cielos. Sellado para la eternidad, su descanso es sagrado. ¡Ay de aquellos que interrumpan su eterno sueño, pues desatarán el fuego y la furia que sólo un Sangre de Dragón puede conocer! Su espíritu vigila, y su venganza será despiadada."

Tyrion leyó la inscripción en voz baja, traduciéndola para los hombres que lo rodeaban, sus palabras reverberando en la cueva con un eco que parecía traer consigo una advertencia desde el pasado.

Justo en ese momento, Jon Snow y Jaime Lannister llegaron, sus pasos resonando en la penumbra mientras escuchaban las últimas palabras de Tyrion.

"Eso sí que suena esperanzador," comentó Tyrion con su característico sarcasmo, esbozando una media sonrisa que no alcanzó sus ojos. El peso de lo que acababa de leer no pasaba desapercibido para él, aunque su tono ligero intentara disimularlo.

"¿Es esta mierda lo que estamos buscando?" murmuró Bronn, con una mezcla de incredulidad y resignación mientras se colocaba al costado de la tumba, observando la imponente estructura con una ceja levantada.

Los demás se acercaron lentamente, sintiendo cómo el aire en la cueva se volvía más denso, cargado de una energía que parecía emanar desde el mismo sarcófago. Jon, con el ceño fruncido, intercambió una mirada con Jaime, ambos sintiendo que estaban a punto de desatar algo mucho más grande de lo que habían imaginado.

"Si Marwyn tenía razón, entonces esto podría ser la clave," dijo Jon, su voz firme, pero con una nota de cautela. "O podría ser nuestra ruina."

Tyrion asintió, sus ojos fijándose de nuevo en la inscripción. "No hay vuelta atrás ahora. Si este Rey Sangre de Dragón es la respuesta, tendremos que lidiar con lo que venga."

El silencio se apoderó del grupo mientras consideraban sus opciones, conscientes de que estaban a punto de cruzar una línea de la que no habría retorno. El destino de quizás el mundo entero dependía de lo que decidieran hacer en los próximos momentos.

Finalmente, Jon rompió el silencio. "Preparémonos para lo que venga. No podemos permitirnos fallar ahora."

Con un último vistazo a la ominosa inscripción, los hombres se prepararon para lo que prometía ser una confrontación con un poder antiguo y desconocido, mientras las sombras en la cueva parecían cerrarse sobre ellos, como si el espíritu del Sangre de Dragón ya estuviera despierto, observándolos con una furia contenida.

Los cinco hombres, junto a Tyrion que contribuía como podía, empujaron la pesada tapa del sarcófago con gran esfuerzo. El sonido de la piedra raspando la piedra resonó en la cueva, y cuando finalmente lograron moverla, una nube de polvo ancestral se levantó, llenando el aire y haciendo que todos tosieran. El eco de sus toses rebotaba en las paredes de la caverna, añadiendo un toque ominoso al momento.

Cuando el polvo finalmente se asentó, los hombres se inclinaron sobre el sarcófago. Lo que vieron les hizo contener la respiración. Ante ellos yacía un cuerpo que parecía estar en un sueño profundo, como si la muerte no lo hubiera tocado realmente. En cada una de las cuatro esquinas del cuerpo, había extraños pergaminos, y uno más estaba sostenido entre las manos del cadáver, como si fuera un tesoro que se llevaba al más allá.

Pero antes de que pudieran procesar lo que veían, un sonido inesperado rompió el silencio: aplausos. Todos giraron la cabeza rápidamente, y lo que vieron hizo que el miedo se apoderara de ellos.

Las hermanas Stark, Sansa y Arya, junto con Brienne, irrumpieron en la cueva, jadeando por el esfuerzo. Sin embargo, no estaban solas. Justo detrás de ellas, con una sonrisa que podía ser tanto de burla como de macabra satisfacción, estaba el Rey de la Noche, sus manos aún resonando con el eco de sus aplausos. Si se estaba burlando de ellos o felicitándolos, nadie podía estar seguro.

El Rey de la Noche pronunció unas palabras en una lengua arcana, su voz helada resonando en la caverna mientras se acercaba, imponente y seguro. Tras él, sus caminantes blancos avanzaban con una calma escalofriante, llenando el espacio con una presencia que parecía absorber toda esperanza.

Los nueve sobrevivientes se encontraban ahora rodeados, atrapados entre el antiguo poder del sarcófago y el implacable enemigo que los había cazado hasta allí. La atmósfera se volvió sofocante, la sensación de que el final estaba cerca era casi tangible.

Parecía que habían llegado al límite de sus fuerzas y opciones, y mientras la oscuridad se cernía sobre ellos, la cueva se transformó en un escenario donde la desesperación y la valentía se entrelazaban en lo que podría ser su última batalla.

Jaime Lannister fue el primero en reaccionar. Su espada, Lamento de Viuda, salió de su vaina con una velocidad impresionante, reflejando la tenue luz de la cueva mientras se lanzaba hacia el Rey de la Noche con intenciones asesinas. Justo detrás de él, Jon Snow avanzaba con una furia contenida, decidido a acabar con el enemigo que había destruido tanto. Bronn, Gendry y Arya tomaron el flanco derecho, mientras Tormund y Brienne se posicionaban a la izquierda, listos para atacar. Mientras tanto, Tyrion y Sansa se quedaron junto al sarcófago, investigando los extraños pergaminos.

El viejo archimaestre Marwyn había escrito en sus notas sobre un poder sin precedentes, un poder que desafiaba a los mismos dioses. "La muerte es el camino", había sido lo último que Sam le dijo a Jon antes de convertirse en un espectro, la investigación que llevo sobre el archimaestre Maewyn, fue lo que le permitió aun conservar un poco de esperanza en tiempos tan terribles. Sansa intentaba abrir uno de los pergaminos, pero parecía imposible desatarlo. Jaime y Jon luchaban ferozmente contra el Rey de la Noche, pero sus esfuerzos parecían en vano. Los otros combatientes tampoco lograban hacerle daño, cada golpe se sentía inútil contra el poder abrumador del Rey de la Noche.

Todo sucedía a una velocidad vertiginosa, pero Tyrion se mantuvo enfocado, tratando de encontrar la clave que había estado eludiéndolos. Mientras observaba de cerca uno de los pergaminos, notó una pequeña inscripción: "Sangre". Al revisar otro pergamino, encontró otra palabra: "Tiempo". Entonces, sus ojos se fijaron en el cuerpo que descansaba en el sarcófago. Sansa, desesperada, seguía intentando abrir el pergamino que había tomado, pero no lograba desatarlo.

Tyrion, con un súbito entendimiento, estiró su brazo para tomar el pergamino que el cadáver sostenía en sus manos. Desde donde estaba, pudo ver la inscripción grabada en él: "Muerte". En ese instante, comprendió que ese era el pergamino que buscaban, la clave para desatar el poder que podría detener al Rey de la Noche.

El Rey de la Noche, en medio de su combate contra Jaime y Jon, percibió el peligro. Sus ojos se posaron en Tyrion, recordando esos pergaminos de una era ya olvidada, una traición antigua y poderosa. Un grito repugnante emergió de su boca helada, un sonido que parecía resonar desde lo más profundo de la muerte. Justo cuando estaba a punto de arrojar su lanza contra Tyrion, Jaime lo empujó, desviando el ataque y dándole al enano un instante más.

"Te tengo," murmuró Tyrion al tocar el pergamino, su corazón latiendo con fuerza. En ese momento, una energía sobrenatural atravesó la cueva, golpeando a todos con una fuerza indescriptible.

"sé abrió" dijo Sansa con un tono incrédulo, mientras los otros pergaminos volaron en todas las direcciones, liberando una energía caótica. Entonces, unos ojos rojos como la sangre se abrieron dentro del sarcófago, despertando después de miles de años. Pero antes de que pudieran procesar lo que estaba sucediendo, una abertura en el espacio y el tiempo se formó en el centro de la cueva. Los cinco pergaminos se abrieron simultáneamente, y todos los presentes fueron arrastrados por la grieta temporal.

En un instante, la cueva quedó vacía. El único rastro de lo que había ocurrido era una antorcha, cuyo parpadeo fue menguando lentamente hasta que la oscuridad total se apoderó del lugar.

 

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