Mossovy
Confines del Mundo Conocido, Essos. Año 100 d.C.
Jon Snow y sus compañeros cayeron por el pequeño arroyo con una violencia inesperada; el agua helada les golpeaba el rostro mientras descendían por la corriente rápida. Finalmente, el arroyo los arrojó a un terreno desconocido, donde el agua se dispersó, dejándolos empapados y jadeantes en un suelo cubierto de musgo.
Jon fue el primero en ponerse de pie; su instinto de supervivencia lo obligaba a evaluar el entorno rápidamente. "¿Todos están bien?" preguntó, su voz firme pero cargada de preocupación mientras ayudaba a Arya a levantarse.
Bronn se sacudió el agua de encima con una expresión de fastidio. "Aparte de estar mojado como una puta, sí, estoy bien."
Tormund soltó una risa ronca. "¿Esto es lo mejor que tienen los dioses? Pensé que moriríamos de una manera más gloriosa."
Gendry miró alrededor, tratando de ubicar alguna señal de civilización. "¿Dónde demonios estamos? Esto no se parece a nada que haya visto en Westeros."
Brienne, siempre en guardia, se quedó cerca de Sansa, quien estaba sentada en una roca, aún recuperándose del impacto. "Parece que hemos llegado a Essos," comentó Brienne, su mirada recorriendo el extraño paisaje.
Tyrion, observando el terreno inhóspito, reflexionó en voz alta. "Si esto es el más allá, diría que tiene cierto encanto... un encanto bastante húmedo, claro está."
Arya, siempre inquisitiva, se dirigió a Jon. "¿Qué crees que nos trajo aquí? ¿Fue el poder de esos pergaminos?"
Jon negó con la cabeza lentamente. "No lo sé, Arya. Pero lo que sea que haya sido, no podemos quedarnos aquí sin saber qué hacer."
Antes de que pudiera continuar, algo captó su atención. En lo alto de un risco que marcaba el fin del arroyo, una figura solitaria se alzaba, mirando hacia el mar que tenían por delante. Todos siguieron la mirada de Jon y vieron al hombre que reconocieron de inmediato: el cadáver, bueno, o lo que habían encontrado en la cueva. Pero por lo que fuera, ya no parecía aquel cuerpo despojado de vida. Estaba de pie, inmóvil, observando el horizonte.
"¡Qué mierda!" exclamó Bronn. "¿Cómo demonios está vivo ese tipo?"
"Lo que sea, no creo que esté completamente vivo," murmuró Tyrion, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Sin embargo, el enano no era alguien que se echara atrás fácilmente, así que se adelantó hacia el risco, levantando una mano en un gesto pacífico.
"Hola," comenzó Tyrion con cautela. "Supongo que deberíamos agradecerte por traernos aquí, aunque no estoy seguro de dónde es aquí. ¿Podemos hablar?"
Ivar giró lentamente la cabeza hacia Tyrion, sus ojos rojos brillando con una intensidad que no auguraba nada bueno. Respondió, pero sus palabras eran incomprensibles, un lenguaje antiguo y gutural que sonaba más como un conjuro que como un discurso.
Tyrion frunció el ceño, sin comprender nada de lo que el hombre decía. "Bueno, eso es un pequeño problema. ¿Podrías intentar en común? O valyrio, si lo prefieres."
Ivar no pareció impresionado por el intento de Tyrion de comunicarse. Con un movimiento de su mano, lanzó un hechizo hacia Tyrion, una ráfaga de energía que golpeó al enano con fuerza. Tyrion se tambaleó, sus ojos cerrados mientras el poder arcano recorría su cuerpo. Los demás se tensaron, Jaime listo para saltar por su pequeño hermano, pero antes de que pudieran actuar, Tyrion abrió los ojos de nuevo.
"Por los Siete," murmuró Tyrion, su voz temblando levemente por la experiencia. "Creo... creo que ahora puedo entenderlo."
"Diría que es un placer verlos," comentó el extraño con calma, palabras que solo Tyrion entendía. "Sin embargo, no sé quiénes son, ni me complace verlos." El hombre, ahora completamente de frente, observó a cada uno de ellos.
"Disculpe, buen señor, mi nombre es Tyrion Lannister. Estos son mis amigos," dijo señalando al resto del grupo, que no entendía ni un ápice de lo que conversaban.
Ivar observó a los otros extraños y, con un movimiento de su mano, todos quedaron envueltos en un resplandor verdoso. "¡Qué mierda es esta magia!" Tormund balanceaba su hacha intentando alejar el residuo de la magia de alteración sin ningún resultado; los otros no estaban tan sorprendidos.
"Ahora que todos nos entendemos, permítanme presentarme…" El extraño habló con calma, pero sus ojos rojos gritaban todo lo contrario. Dentro de él existía una furia contenida que prometía dolor al causante de su molestia.
"Soy Ivar Björk, Trigésimo rey de Skyrim." La voz del extraño parecía resonar por todo el lugar, acompañada por el sonido del agua que corría por el arroyo.
"¡Increíble… ¿Qué mierda es Skyrim?!" – Bronn, aunque vulgar, formuló la pregunta que era lo primero que se le vino a la mente a todos los que escucharon.
Tyrion, con una mezcla de asombro y confusión, no pudo evitar sonreír ante la franqueza de Bronn, pero su mente trabajaba rápidamente, tratando de encontrar una forma de manejar la situación. "Skyrim... suena a un lugar lejano, más allá de las tierras que conocemos," comentó, dirigiéndose a Ivar con una leve inclinación de cabeza. "Pero, si me permite la pregunta, ¿cómo es que un rey de Skyrim ha terminado aquí?"
"Skyrim es una tierra perdida para personas como ustedes, pequeño hombre. ¿Cómo me encontraron?" Ivar parecía desconcertado; su tumba estaba más allá del alcance mortal; ni los dioses podrían liberarlo sin sacrificar algo en el camino.
"Hablas como si no fueras humano, lo cual parece plausible, tomando en cuenta que estabas encerrado en un sarcófago de piedra," Tyrion ignoró la pregunta de Ivar. Tal vez un intercambio de información sería más beneficioso.
"¿Sabes cómo terminamos aquí?" Jon tomó la palabra, sus instintos le decían que algo malo estaba pasando.
"¡Oye, Jon!" Jaime desenvainó su espada y el sonido de algo moviéndose a lo lejos llamó la atención de todos.
"Ahaaaaaggrrr" Criaturas de hielo gritaron al otro lado del arroyo. Unos ojos azules como el mar a su costado los observaban y, de un momento a otro, sus cuerpos explotaron en miles de fragmentos de hielo y sus caminantes siguieron poco después.
La mayoría de la compañía estaba atónita. ¿Qué había pasado? ¿El Rey de la Noche los siguió? ¿Estaba muerto? ¿Dónde demonios estaban? Preguntas, preguntas y más preguntas se arremolinaban en la mente de cada uno, pero las respuestas eran esquivas.
El único que parecía saber qué sucedía era el extraño, ahora presentado como Ivar, y este no parecía muy cooperativo en este momento.
"Escucha, amigo, no sé quién carajos eres, ni me importa. Si eres un rey, un mago o el putísimo extraño, quiero respuestas y las quiero ahora," Jaime apuntaba su espada contra Ivar en un intento vano de intimidarlo, cosa que no funcionó como hubiese querido.
Ivar los observó detenidamente, con una mirada extraña, como si pudiera ver dentro de cada uno de ellos, su mente o su alma.
"Hum, qué tontería. Esperaba que alguno supiese qué hacía en el momento en que levantaron los pergaminos antiguos, pero parece que su idiotez fue demasiada incluso para ustedes." Ivar se volteó y caminó hacia una roca para poder sentarse.
"¡Oye, oye, brujo! Tú sabes qué pasa aquí, ¿por qué no dejas de parecer un maldito cuervo y mejor dinos qué está pasando o clavaré mi hacha tan adentro de ti que vas a parir hierro hasta el próximo invierno!" Tormund no era una persona muy paciente.
Jon colocó una mano en el hombro de su amigo para tranquilizarlo. El extraño, o Ivar como se hacía llamar, no parecía en lo más mínimo molesto; estaba dibujando algo en el aire con su dedo. Sansa y Arya eran las más desconfiadas del extraño sujeto. Brienne parecía ser cautelosa por sus habilidades mostradas.
"Necesito agua, madera y cabello… el de cualquiera servirá." Todos lo miraron como si estuvieran viendo al bufón de la corte.
"¿No quieres también la virginidad de la reina Cersei?" Bronn contestó de manera sarcástica a los pedidos del sujeto.
"¡Basta, Bronn!" Tyrion apelaba a la diplomacia en circunstancias como esta. Su boca le había salvado la vida más de una vez y estaba curioso por el hombre.
"Solo decía, todo el mundo sabe que Ser Jaime la tomó primero." La risa de Tormund, Bronn y Tyrion llenó el aire, pero la tensión permaneció palpable.
Ivar permaneció impasible ante el comentario, su mirada fija en el dibujo invisible que trazaba en el aire. Parecía completamente ajeno a la conversación, como si estuviera absorto en un ritual arcano que solo él comprendía. La risa de los demás se desvaneció lentamente.
Finalmente, fue Jon quien tomó la palabra, acercándose a Ivar con cautela. "Dijiste que necesitabas agua, madera y cabello. ¿Para qué? ¿Es algún tipo de hechizo?"
Ivar levantó la vista, sus ojos rojos brillando intensamente. "Un hechizo, sí. Uno que puede darnos respuestas y tal vez una salida de este lugar." Su tono era serio, y su expresión se endureció mientras continuaba, "El mundo tiene memoria; el agua y la tierra son sus palabras, y los árboles el pergamino. Este hechizo nos dirá dónde estamos en el mundo y el cabello de alguno de ustedes nos dirá cuándo."
Tyrion, siempre el estratega, intentó acercarse de nuevo. "Si hay una posibilidad de salir de aquí, entonces estamos dispuestos a cooperar. Pero necesitas ser más claro, Ivar. ¿Qué es este lugar? ¿Y cómo llegamos aquí?"
Ivar se levantó lentamente, mirando a Tyrion con una mezcla de curiosidad y diversión. "Este lugar... es una grieta, o más bien el tiempo entre un punto de la historia y otro. Los pergaminos antiguos son cosas caprichosas; afortunadamente para ustedes, me he encontrado en este tipo de situación más veces de las que me gustaría."
"Entonces, ¿qué estamos esperando?" Arya dio un paso adelante.
Brienne asintió en silencio, ya examinando los alrededores en busca de los materiales. Sansa, aunque visiblemente inquieta, se levantó de la roca y se acercó a Jon. "No sé si podemos confiar en él, pero no parece que tengamos otra opción."
Jon apretó la mandíbula y asintió. "Lo sé, pero debemos mantener los ojos abiertos. Este hombre... no es como los demás que hemos encontrado."
Jaime, aún sujetando su espada, no quitaba la vista de Ivar. "No me gusta esto. Pero si hacer lo que dice nos saca de aquí, entonces adelante."
Tormund, con una sonrisa feroz, se acercó a Ivar. "Está bien, brujo. Aquí tienes mi madera. Si necesitas cabello, puedes tomarlo de mi barba." Dijo Tormund mientras usaba el hacha para cortar una rama cercana.
Ivar dejó escapar un resoplido, que podría haber sido una risa contenida. "Tu barba servirá." Se inclinó y comenzó a dibujar un círculo en la tierra húmeda, usando la madera y el cabello que le habían proporcionado. Luego, vertió un poco de agua en el centro del círculo, murmurando palabras extrañas.
Después de terminar con el hechizo, Ivar observó el círculo que ahora se transformaba en un mapa. Era extenso, y cinco manchas aparecieron alrededor de un círculo. Posteriormente, cinco círculos rojos mucho más pequeños aparecieron a lo largo de una de las grandes manchas, y un círculo azul más pequeña apareció en la parte superior derecha de la misma mancha en donde se encontraban las rojas.
"No reconozco este lugar," Ivar estaba desconcertado; el mapa que tenía enfrente no le era para nada familiar.
Los demás estaban maravillados. Qué cosa más útil poder crear un mapa en cualquier lugar con solo agua, palos, tierra y un poco de cabello, aunque este último parecía un poco extraño y perturbador lo bueno del cabello es que siempre vuelve a crecer, a menos que tu nombre sea Varys claro está.
"Este es Poniente, donde te encontramos," Tyrion señaló con el dedo una de las manchas en el mapa. "Este es Sothoryos, y este es Ulthos," continuó el enano.
"Por último, tenemos a Essos, y lamento no tener suficiente información sobre este." Al terminar su discurso, Tyrion observó la mancha en el mapa; se encontraba muy al este de Poniente. Si tomamos en cuenta la escala del mapa, sería muchos meses de viaje llegar a sus costas. Este hechizo era realmente poderoso para mostrar todo el mundo conocido y desconocido.
"¿Qué son los círculos rojos y azul?" Jon se unió a la charla entre el enano e Ivar.
"Los círculos rojos son los pergaminos," Ivar los señaló.
"Hmm, parecen estar cerca. Por suerte, todos están en Essos," Tyrion analizó la ubicación de los puntos. Aunque el mapa no tenía nombres, él recordaba con claridad los nombres de cada una de las ciudades en el continente.
"La Bahía de los Esclavos, Yi-Ti, el Mar Dothraki, Great Moraq, y en la costa este del Mar Oculto," Tyrion dijo con la ubicación aproximada de las marcas, tomando en cuenta su posición geográfica. Puede que esté equivocado por dos o tres kilómetros, pero las referencias eran inequívocas.
"¡Mierda!" Tyrion de repente entendió. Si los círculos rojos eran los pergaminos, ellos eran el punto azul.
"Veo que eres listo, pequeño hombre," Ivar sabía que Tyrion había descubierto el significado del punto azul.
"Aquí es donde nos encontramos, o más concretamente, donde se encuentra su amigo pelirrojo." Los presentes observaron por un momento en estado catatónico.
"¿Qué lugar es este?" Sansa fue la primera en preguntar.
"Este, mi querida exesposa, es lo que catalogan algunos maestres como el fin del mundo conocido," Tyrion tomó asiento en el suelo.
"Estamos al sureste del Mar Escalofriante, en Mossovy." Tyrion reconoció el lugar. De niño soñaba con ser un gran caballero, un cazador de demonios, y según los libros de Casterly Rock, uno de los únicos lugares en donde se encontraban esas míticas y malévolas criaturas era en los páramos fríos y grises de esta parte del mundo.
"¿Qué son esas marcas?" Arya preguntó. Las marcas eran una especie de escritura extraña.
"Eso es lo que necesito para saber no solo dónde estamos, sino también cuándo," las palabras de Ivar dejaron a los presentes confundidos.
"¿Cuándo?" Brienne de Tarth preguntó.
"Sí, dime, amigo pelirrojo, ¿cuál es tu edad?" ... por dios, de entre todos, le pregunta la edad al único que no sabe ni qué demonios es un onomástico.
"Tres inviernos…" Todos lo miraron.
"¿Perdón?" Ivar observó al hombre como si pensara que estaba bromeando.
"¡Tres inviernos! ¡Jajaja, soy un tipo rudo! ¡La mayoría no llegan ni a dos!" Bronn y Gendry reían en silencio mientras los demás solo suspiraban molestos.
"Tiene aproximadamente 550 lunas, o unos 45 años," Tyrion calculó en su cabeza.
"Hmm, al menos alguien aquí no es idiota," Ivar volvió su atención a las marcas en el mapa y anotó algo justo debajo de él. "Dime, pequeño, ¿cuántas lunas tiene un año para ustedes?".
Ivar volteó hacia donde estaba Tyrion sentado.
"Sabes, los nombres existen por alguna extraña razón," Tyrion contestó. "12 lunas."
"Muy bien, Tyrion. Veamos... serían 162 años aproximadamente, sí, 162," Ivar concluyó.
"¿162 años, de qué?" Jaime preguntó.
"162 desde el nacimiento de su amigo," Ivar los observó con una sonrisa inquietante.
"¡¿Disculpa?! ¿Me estás diciendo que estamos casi 100 años en el futuro? ¿Cómo es eso posible?" Tyrion fue el primero en analizar lo que Ivar decía.
"Yo no dije eso, pequeño hombre." Todos soltaron un suspiro de alivio.
"Dije que estamos 162 años en el pasado…"
Todos lo miraron como si fuera un Caminante Blanco bailando la lluvia de Castamere, desnudo en la Fortaleza Roja.
"Pero eso no es lo importante. Lo verdaderamente importante es encontrar los pergaminos y evitar que alguien cause una catástrofe. Catástrofe que ustedes iniciaron por su imprudencia," Ivar los miró con recelo.
"La criatura que viajó con nosotros unió su alma con la de este tiempo. Parece ser que comparte un vínculo extraño con este mundo y ahora sabe lo que pasará de aquí hasta el día en que vuelva." Ivar seguía hablando sin saber que sus palabras habían dejado a todos en shock.
Las consecuencias de lo que decía, si lo decía en serio, eran peores de lo que ninguno podía imaginar. El Rey de la Noche conocía lo que pasaría; es probable que duplicara sus esfuerzos para invadir Poniente al saber que alguien sabe sus secretos.
"Pero de eso nos encargaremos después," Ivar miró a todos con una sonrisa. "Ya que ustedes perdieron mis pergaminos, ustedes mismos me los traerán de regreso." Todos vieron esos ojos rojos con silencio sepulcral. ¿En qué demonios se habían metido? Que se joda el archimaestre Marwyn en donde quiera que se encuentre.
Aquí tienen otro capítulo. Espero que lo disfruten y, sobre todo, que me digan en qué puedo mejorar.
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