Sacándose de sus reflexiones, Xenia levantó la vista para ver a Darío señalándole que subiera al caballo. Como antes, él se montó detrás de ella, casi abrazándola por detrás mientras se inclinaba hacia adelante para sostener las riendas del caballo.
—Supongo que la boda será cancelada —murmuró Darío, su cálido aliento casi tocando la oreja de Xenia. Solo con ese gesto, ella ya podía sentir los pelos en la nuca cobrando vida, un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras intentaba acomodarse de nuevo en su asiento. —Una lástima...
Xenia parpadeó ante sus palabras. Por mucho que quisiera admitir lo contrario, las palabras del Rey tenían sentido. Después de todo, ¿quién querría continuar una boda con la guerra acechando sobre sus cabezas?
Sin embargo, ¿no era eso algo bueno? ¡Significaba que Mineah seguía estando a salvo por un día más! ¡Y ella también... aunque eso aún no cambiaría el hecho de que estaba destinada a casarse con el Rey Vampiro de una manera u otra!
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