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Interludio (I) - 'Einsamer Drache'

REBECCA PERSPECTIVE

...

Inteligente, atractiva.

Diestra en artes, música... todo...

Es muy apreciada por todo el mundo. Le es fácil hacer amigos. Es capaz de sentir empatía...

Una chica tan perfecta como esa...

— ¡Hey! —Miro al frente. Un grupo de chicas recorrían la avenida.

Me llamo Rebecca Bertrán.

Soy una chica normal y tengo 12 años.

No tengo amigos en la escuela. No converso con nadie en la escuela.

Pensaba que eso cambiaría una vez que ingresara a la escuela secundaria, pero...

—Ja, ja. Miren. ¿No es Rebecca?

— ¿La solitaria?

— ¡Esa misma! ¿La recuerdan?

—Claro. ¡Siempre estaba sola! —Empezaron a reír—. Se pasó la primaria de ese modo. ¿Pueden creerlo?

— ¡Qué rarita!

—Me da pena, ja, ja.

—Bajen la voz. Puede escucharnos, ja, ja.

— ¿Nos acercamos? ¡Quiero molestarla un poco!

— ¡No hagas eso!

— ¿Ah? ¡¿Por qué?!

—Es rarita. Una vez quisieron meterse con ella —La rubia traga saliva—. ¿Sabes cómo acabó el asunto?

— ¿C-cómo?

—Ella confrontó al líder y le rompió el tabique de un puñetazo. ¡Ha sido la pelea más rápida que he visto en toda mi vida!

—LOL. ¿En serio?

—Estuve ahí.

— ¡Y-ya se me quitaron las ganas!

— ¡Que agresiva!

—Por eso te digo. Si hablas mal de ella, fresh. No obstante, si te pasas... solo un poco... ¡Bam! ¡En la cara!

Me observan.

— ¡Kyaa! ¡Qué miedo!

— ¡Nos romperá el tabique!

— ¡Un gorila!

—Ja, ja. Larguémonos de aquí.

—Sí.

...

Las oigo partir...

Lo que dicen me llega al carajo. Aun así, no negaré el pasado.

En efecto, le partí el tabique a esa persona. Una chica de aspecto intimidante que se creía la gran cosa. Lo hice porque simplemente no soportaba que me tratara de ese modo tan estúpido.

Pensaba que eso cambiaría una vez que ingresara a la escuela secundaria, pero...

No he cambiado.

Nada ha cambiado.

Rebecca Bertrán es la misma chica —sin amigos—, de aquel entonces.

Rebecca Bertrán es la misma chica —sin amigos—, que no confía en nadie, excepto, en ella misma.

La mirada que tengo no hace más que espantar a la gente.

En el fondo les tengo envidia... incluso a ese grupo de chicas que solo hablan pestes de mí...

Emito un largo y lastimero suspiro. Sin querer, observo como decenas de estudiantes ingresan a un local de comida rápida.

Perder el tiempo con amigos, charlar, visitar el arcade, salir a pasear, divertirse.

Nunca hice nada de eso. Jamás.

— —Me cuesta confiar en otros— —

'Paréntesis'.

¿Por qué el leopardo prefiere estar solo?

La intensa luz del sol baña este mundo, la sabana. ¿No es más eficiente trabajar en equipo a la hora de cazar presas?

Y aun así, el leopardo no cae en eso. Vive solo, duerme solo, caza solo. Nada más importa.

La elección de vivir en grupo no existe en él. Lo enferma.

Lo anhela. Se pregunta qué es. Pero su única verdad —inexorable y tajante—, es que debe vivir en la más completa soledad.

Es natural en él. A nadie le parece raro que sea de esa forma.

Es lo obvio. Lo natural.

Ahora. La pregunta del millón.

¿Por qué me cuesta confiar en otros?

Quién sabe.

En primer lugar: 'nunca ha habido una respuesta para ello'. No existen razones.

Evitar a las personas ha sido mi ley. (Mi ley natural). Las únicas personas en las que confiaba plenamente eran mi madre, y mi padre. Mi persona más amada.

Para el leopardo la opción de vivir en manada no existe. Porque es más fácil seguir sus instintos que decir: 'yo confío en ti'.

Y aun así... una parte de mi anhela un camino distinto. Un sendero en el cual la soledad no sea el trayecto.

Y lo mismo pasa con el mundo.

¡¿Qué les pasa?! ¡No molesten!

Pero no. Mi familia, los doctores, las personas... me piden razones.

No tengo razón concreta para ser así.

Y aun así, me lo preguntan.

— ¿Por qué?

Imbéciles, eso es lo que son ustedes. Imbéciles. En sus cabezas no existe ni una pizca de creatividad o empatía para imaginar, o crear escenarios. No son capaces de ponerse en mis zapatos.

—Me dan nauseas.

Imaginación. ¡Les falta eso!

Espinas en cada sonrisa.

Falsas promesas.

Mentiras.

Engaños.

Rencor, envidia.

Un ser humano es la mezcla de todo eso. ¿Comprenden?

— —Volvamos a la historia principal— —

Enfoco mi atención en el camino. Me he desviado del trayecto usual, suspiro. Sigo avanzado. La noche me saluda, indiferente.

¿En qué lugar estoy?

Zarandeo mi cabeza. No es nada complicado proyectar un mapa de fotones desde mi smartphone.

A pocos metros, dos críos emiten leves sonrisas, retozando.

— ¡Espera! ¡Oye!

— ¡Eres muy lento, ja, ja!

— ¡Ya verás!

Observo el cielo... la luna resplandece más que nunca...

Me gustaría tener cientos de amigos y amigas...

Me gustaría resplandecer como otras personas...

...

Cuando era pequeña... me gustaba leer cuentos. Me fascinaban —más que todo—, los dragones.

Un dragón transmite fuerza. Un dragón no necesita de otros para crecer. Él o ella —simplemente—, derrota a los que se interponen en su camino y se alza como la bestia más fuerte.

En las historias que mi padre hacía...

El dragón siempre estaba confinado en una prisión que los humanos habían creado. Una prisión de la cual el dragón no podía escapar.

Pero siempre, siempre, a pesar de esperar cientos de años. No, miles de años...

Una persona aparecía en ese lugar... y entonces, esa persona y el dragón conectaban sus destinos...

"Un encuentro del destino".

El héroe liberaba al dragón y ambos se hacían amigos.

El solitario y miserable dragón resplandecía más que nunca. Relucía más que la luna.

Conversaciones, aventuras, dichas, desgracias. Todo empezaba a tener sentido. La vida tomaba sentido. El dragón no estaba solo.

Había cambiado... el héroe había cortado el destino del dragón con su espada, y lo adornó con flores... un mar de aromas, colores y orquídeas...

Los mejores amigos...

— ¡Achís! —estornudé por reflejo.

En el fondo me preguntaba si yo podría resplandecer al igual que ese dragón...

Sonrío.

¿Algún día 'alguien' vendrá a sacarme de este lugar? ¿Esta prisión?

Una persona que ría conmigo...

Una persona que me diga: ¡No te rindas! ¡Creo en ti!

Alguien que me acepte... tal y como soy...

He esperado toda mi vida... con muchas esperanzas...

Un encuentro inesperado... como el de esa historia...

Alguien que no le tema a los dragones, un héroe...

*¡Rin! ¡Rin! ¡Rin!*

Ignoro la llamada y giro la vista. ¿En qué lugar estoy?

Una inmensa escalera se eleva frente a mí. Me acercó a ella.

¡Ya recuerdo!

Es la entrada a colina 'San María'.

Sigo observando, decenas de hermosos faroles se elevan conforme la escalera avanza. A los costados, dos vallas gemelas delimitan el área de esparcimiento; en los flancos, saludables e inmensos cerezos desparraman pétalos que giran al viento, coloreados por haces de luz que emergen de 'eso': un desfile de fanales y una diosa que resplandece, soberbia, en lo alto.

La Luna se erige en la cima.

De pronto, un extraño sentimiento golpea mi ser.

—C-confusión. ¿Q-qué es esto?

En los peldaños aparece algo, un hada...

Esa mariposa revolea en el mismo lugar como si intentara decirme algo. Elegante, brillante y azafrán.

'Que linda', pienso.

La sigo. Ella sube los peldaños dando pequeños aleteos.

No te vayas. ¡Espérame!

Acelero, corro. Inspiro, espiro.

No quiero perderla.

Llego a la cima. ¿En dónde está?

Recobro el aliento y observo la zona. Un gran obelisco se erige imponente. El viento azota mi cara. Un sonido resuena en la noche sin estrellas y, atraída por eso, dirijo la vista a ese lugar...

Entonces lo veo...

En la cima del obelisco, en la punta, como si retara el orden natural de las cosas... un joven observa el cielo. Me equivoco, la Luna.

Cabello negro...

Ojos negros...

En sus manos descansa una cámara de fotos...

El joven extiende su cámara al infinito... mi corazón late con fuerza...

Se para de puntillas... quedo en shock...

Presiona el obturador... sigo observando...

Y atrapa en sus manos la luna, los pétalos y las estrellas...

Con el corazón a mil por hora, murmuro:

—Un héroe...

El héroe ha venido a salvar el dragón.

Bueno, retomaré la publicación de mi historia. Sueño Profundo. ¡Desde ahora saldrá caps seguidos!

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