Hola a todos, antes del capítulo responderé algunas preguntas.
1.-¿Bell hirió a Kain?
La respuesta corta es sí, ahora como lo hizo, deberan esperar a leer la secuela de Viggo para poder saber la verdad detrás del suceso. Sin embargo, por lo conforme que estuvo Kain en llevar la cicatriz en su rostro, debe haber sido algo satisfactorio, al borde del heroísmo y la locura.
2.- ¿Regresará a Orario?
No, ya termino su ciclo y ahora solo le queda finalizar su objetivo en el mundo de Mushoku.
3.-¿Volverá a vera a Hera?
Lamentablemente no. Siento decirlo, pero envié a Hera al mundo de Demon Soul, para que se cumpla el canon de la Diosa que crea el Nexo, donde se aprisiona al Antiguo Demonio.
La historia continua y con eso, el siguiente capítulo y preparen sus pañuelos...
-o-
Habían pasado varios años desde que Viggo había logrado llegar a la cima de Orario, con la furiosa técnica de combate de su maestro, sus largas vivencias y la inteligencia heredada de su padre, ya nadie le podía hacer frente. El hecho es que empezó a viajar a otros lugares para encontrar nuevos desafíos con la ayuda del viejo Xiao. Su último viaje le había tomado más de una año fuera de casa y para cuando volvió, Orario parecía ser otra ciudad. Por alguna razón, le daba la impresión de que la ciudad de los dioses ya no tenía la misma energía que antaño. A medida que avanzaba por las calles, noto que todo estaba en su lugar, las calles seguían igual de pobladas que siempre, pero se respiraba un aire diferente.
Viggo trato de ignorar esto y siguió caminando. Saludaba a los conocidos, conversaba con sus amigos, dejaba alguna que otra limosna a los ancianos y niños. Todo normal, todo como siempre había sido, pero por alguna razón, algo se sentía apagado en su corazón, como si algo le faltara. Cuando llego a la torre de Babel, se sintió aún peor, al punto de que la angustia empezó a crecer en su corazón. Así que fuera de toda pretensión de tranquilidad, se puso a correr con todas sus fuerzas y llego a la mansión de su madre.
Se detuvo frente al gran portón principal y notó que nada había cambiado. Las grandes murallas blancas de concreto seguían firmes igual que antes y el portón de metal se elevaba imponente sobre la entrada.
-Maestro, Viggo- dijo el viejo capitán de los guardias, un hombre todavía fornido, pero canoso
-Hola, Alfredo ¿Paso algo en mi ausencia?- pregunto Viggo
-Nada malo, solo que el señor salió de viaje y la señora a estado triste últimamente-
Viggo levantó la ceja, como si no entendiera muy bien. Su padre salía de viaje, pero por lo usual, solo era un mes o dos a lo sumo, no era motivo para estar triste.
-Gracias- dijo y siguió caminando mientras los guardias le abrían el portón.
Viggo avanzo por el camino de adoquines mientras escuchaba el rechinar del portón y el estrepitoso golpe al cerrarse. Siguió avanzando y noto que los árboles seguían igual. Entonces se preguntó ¿Qué había cambiado? ¿Por qué Orario se sentía tan diferente? Es como si el aire y la energía se hubiera reducido a la mitad.
Una vez que entro a la mansión, Viggó comenzó a buscar a su madre por todos lados y la encontró en su propia habitación. Por alguna razón, estaba sentada en un sillón admirando un juego de armas que había hecho su padre hace años y su madre las había colocado en la pared. Su madre siempre se quejó de que fueron las peores y más caras armas que se pudieran haber hecho en toda Orario, y siempre se lo recordó a su padre. Este último solo sonreía haciéndola enfurecer y riéndose en el proceso. A la misma vez, su madre se enfurruñaba, pero al otro día andaban juntos como dos jóvenes enamorados.
-Hola, mamá- dijo Viggo al momento de entrar a la habitación
Hephaestus salió de su contemplación y sonrió mientras sostenía una copa de vino. Su sonrisa era una triste y cansada, cargada de melancolía. Viggo se asustó, pensó que sus padres habían tenido una fuerte discusión y a lo mejor se habían separado. Hephaestus alzo sus brazos y Viggo entendió que tenía que darle un abrazo. Camino hasta ella y en cuanto la abrazo, la sintió más débil y más delgada.
-¿Qué sucedió, mamá?- pregunto Viggo soltando su brazo, se concentró en el rostro de su madre y espero su respuesta.
-Algunas cosas, hijo- respondió Hephaestus -tu padre te dejo algunas cosas, están en la mesita, al lado de mi cama-
-¿Qué hizo, papá? ¿Te dijo algo feo, te trato mal?- pregunto de nuevo con el ceño fruncido y el puño apretado
-Sabe que eso no es posible- dijo Hephaestus soltando un bufido al escuchar los absurdos comentarios de su hijo -tu padre jamás me falto el respeto-
-¿Pero tú y él discutían a veces?-
Hephaestus sonrió divertida y le dijo -son cosas de nosotros, puede parecer una gran discusión, pero solo fue un pequeño intercambió de opiniones ¿nos viste alguna vez gritando o golpeándonos?-
Viggo negó
-Ves, te falta madurar esa parte, hijo. A todo esto ¿Cuándo me vas a dar nietos?-
Viggo se puso rígido y mejor camino hasta la mesita de su madre, mientras tanto, la escucho reírse de su reacción. A diferencia de su padre, Viggo no esperaba, por lo menos en el corto plazo, tener hijos y mucho menos casarse.
Una vez que llego a la mesita, al lado de la cama, vio un paquete envuelto en un papel gris. En su centro tenía un sello de cera y una runa la cual no conocía. Al levantar el paquete, lo quedo mirando y escucho que Hephaestus le decía desde el sillón -tu padre dijo que solo tú lo puedes abrir, el mecanismo es a través de tu sangre-
Viggó asintió y fue a ver a su madre. Por alguna razón, ella volvió a contemplar las armas colgadas en la pared, cada una hecha con una magnifica técnica.
-Tu padre era un gran herrero- dijo Hephaestus -Viggo, cariño ¿Puedes dejarme sola por hoy? Quiero estar sola-
Viggo miró a su madre, la cual ni siquiera lo miraba y solo se concentraba en las armas de la pared mientras sostenía la copa de vino sin probar sorbo. Por lo usual, después de un largo viaje, ella lo monopolizaría y lo mantendría a su lado durante días, pero parece que hoy no estaba de ánimos.
-Sí madre- respondió
De esa manera, Viggo dejo sola a Hephaestus y se fue a su habitación. Ahí cerró la puerta, las ventanas y las cortinas. Después se dirigió a un pequeño escritorio y se sentó para mirar el contenido del paquete. Primero se cortó el pulgar derecho y paso la sangre por el sello. Al instante, el sello se evaporo en motas de polvo luminosas. Después de eso, le quito el papel gris y encontró una caja de madera. Una vez que abrió la tapa, encontró dos libros, un anillo como el de su padre, de oro con una piedra azul incrustada y una carta. Uno de los libros decía "Memorias del Origen" y el otro decía, "Forja divina".
Dejo los dos libros a un lado del escritorio y desdoblo la carta:
Querido Viggo,
Hay tantas cosas que quisiera decirte que todo el papel del mundo no sería suficiente, pero como los recursos son limitados, tratare de ser breve.
De todos mis hijos, eres el más dotado y fuerte, tanto que temo por tu seguridad, ya que a medida que uno se hace fuerte gana igual número de detractores que de amigos. No obstante, lo esencial va escrito en mis memorias y en mis técnicas de forja. En ellas hay un sinfín de cosas que te explicaran cómo funciona el mundo y te enseñaran lo pequeño que eres.
Por otro lado, como mi hijo más aventajado, haz alcanzado un cierto nivel de fuerza del alma que te hace candidato a resistir al Origen. Solo una vez que mueras lo entenderás. Parece loco ¿no es cierto? Pero esa es la realidad, la muerte no es el fin de la existencia y mientras haya oportunidades, siempre se puede salir adelante.
Esto que diré a continuación, es para ti y solo para ti, una vez que leas esta carta, rómpela y quémala. Esta información podría traer gran discordia y caos al mundo:
1.- El tiempo de los dioses se está acabando (tu madre está incluida). Una vez que los mejores aventureros de Orario venzan al dragón de un ojo, los dioses serán retirados del tablero y el primordial dueño de este mundo, dejara a los humanos seguir evolucionando por su propia cuenta.
Así que disfruta de tu madre por mientras que la tienes, porque cuando vuelva al cielo será inalcanzable para ti y para cualquiera.
2.- La espada que te hice en un principio, la que siempre usas, será de gran utilidad contra el dragón de un ojo (junto con las otras armas eléctricas que forje). También la magia de ataque de Lefiya y la magia de trueno de Bell. Esto pasa porque el dragón pertenece a una época de oscuridad y la energía del rayo es su enemiga natural. Por otro lado, lucharan contra un dragón eterno, pero debilitado (veras a que me refiero en las memorias del Origen).
3.-Por último, he escrito los doce idiomas que existen en el templo del conocimiento. Una vez que leas mis memorias, mueras y reencarnes entenderás a lo que me refiero. Cada templo tiene un gran conocimiento, el cual te dará un aumento significativo en tu fuerza. Si persistes en el tiempo, serás como yo y a lo mejor, nos volvemos a encontrar algún día.
En fin, solo quiero decirte que te ame igual que a todos mis hijos y espero que me perdones si fui muy duro contigo…
Viggo no siguió leyendo ya que las lágrimas le impedían ver las letras y lo único que hacían, era volver más borrosos los caracteres. Arrugo la carta con una mano y lo golpeo con todas sus fuerzas el escritorio partiendo la madera a la mitad mientras soltaba un grito desgarrador. Después se recostó sobre el respaldo de la silla, mientras echaba su cabeza para atrás y miraba al techo. Las lágrimas se deslizaban por las comisuras de sus ojos y bajaban con lentitud, una tras otra. Se pregunto qué fue lo último que dijo su padre, cómo se miraron, si acaso bebieron algún vino o conversaron de algo importante. Nada de eso, solo estuvieron sentados en medio de un parque mientras dejaban que la tarde cayera. Su padre, de vez en cuando le acariciaba el cabello, cosa que le molestaba a Viggo porque ya no era un niño, pero ahora extraña el gentil tacto de su mano. No era necesario que nadie se lo dijera ni que su madre lo disimulara, su padre se había ido. No volvería a Orario nunca más.
Diez minutos después, siguió leyendo la carta:
-Espero que me perdones si fui muy duro contigo. No obstante, quiero que entiendas que fue por tu bien. En mi corazón no me arrepiento, ya que años después, mientras tu estabas entrenando con tu maestro, un loco dios embauco a unos aventureros. (A una de ellas la conocí en persona y a pesar de que siempre fue una persona egoísta, no era alguien que traería destrucción por algo tan trivial como mejorar a la humanidad. Dentro de todo me pregunto ¿Qué es eso? ¿Es medible? ¿Puede ser cuantificable? ¿La humanidad estará mejor sin los dioses, con poderes o sin ellos? No lo sé, pero sí sé que lo que hicieron no mejoro a la humanidad. A lo mejor fue su mejor esfuerzo, pero lo único que logro fue empeorar el estado de Orario). El dios les empezó a incitar a realizar cosas con la excusa de mejorar a la humanidad. Lo único que hicieron fue traer caos y destrucción a diferentes personas. Como resultado, los aventureros murieron y el dios fue enviado de vuelta al cielo (un castigo demasiado pequeño para toda la destrucción que trajo aquel dios).
Por mi parte, te recuerdo en aquella época un poco desorientado y a veces pienso, que si no hubiera actuado como actúe, también te contarías en las filas de los muertos. No espero que me encuentres lógica, solo que entiendas porque te envié lejos de casa. Eres un semi dios Viggo y tu poder puede traer tanto felicidad como destrucción, nunca lo olvides.
Por último, me despido hijo, tu padre ira a hacer algo que hacen los héroes. Sin embargo, yo no luchare por una damisela o por grandes sumas de oro, solo lo haré para que el mundo siga su curso y las personas puedan tener una nueva oportunidad junto al día de mañana.
Atte.
Kain Dragonroad
PD: el anillo es similar al mío y solo necesitas vincularlo a tu fuerza del alma. Créeme, te acompañara a donde quiera que vayas.
Después de terminar de leer la carta, Viggo entendió un poco mejor a su madre, ya que él termino igual que ella, sentado en la silla y mirando al techo por horas. No obstante, esto duro hasta que se comenzó a reír de solo pensar en su padre comportándose como Bell.
-Eso no suena como algo que harías, papá- murmuro divertido