En un jardín rodeado de flores, se escuchaban las risas pegajosas de pequeños bebés. En el jardín había un enorme manzano, el cual dejaba pasar la justa luz del sol sin incomodar a los que se refugiaban a su sombra. Bajo sus ramas habían construido una terraza y puesto una mesa con cuatro sillas. No obstante, ninguno de los tres más pequeños estaban sentados en una silla. Todos estaban parados sobre las piernas de un alto elfo de pelo blanco y orejas largas. El elfo era Kain y estaba sentado a la cabecera de la mesa, mientras los tres pequeños lo abrazaban, se reían y le conversaban de todo tipo de cosas ininteligibles. No obstante, el tener una lengua de trapo, no les impedía reírse y conversar de pequeñas cosas como si fueran lo más importante del mundo. Al lado de Kain, estaba Tsubaki, que de vez en cuando se paraba y le llevaba galletas a sus hermanos. En estos dos años se había vuelto una muchacha de diez años y muy contrario a su yo revoltoso, que le gustaba encaramarse en el árbol y pandereta, ahora era toda una dama. Por otro lado, le encantaba pasarle sus manos por la cabeza a sus hermanos, ya que estos tenían un cabello fino y suave.
Por su parte, Kain miraba a los dos bribones y a una bribona hablar al mismo tiempo. Sentía que le tenían la cabeza a punto de estallar, ya que los dos pequeños elfos y un mini dios, conversaban hasta por los codos. Primero, estaba la segunda princesa de la casa (ya que Tsubaki había reclamado el primer puesto) Flora, hija de Isabel. La niña era un cuarto de elfo, casi igual a Sylphiette, pero con la mirada amable de Isabel y el cabello rubio de los Dragonroad. Pequeña entusiasta, amante de los colores vividos y brillantes. Su hermano favorito era Viggo, hijo de Hephaestus, quien tenía el cabello llameante igual que su madre, de risotada contagiosa y muy activo. Por último, estaba Tatsumi, un pequeño elfo de cabello oscuro y mirada intelectual. Le gustaba conversar de todo lo que veía durante el día, pero para eso siempre buscaba a Kain. Lo buscaba por toda la casa hasta que lo encontrara o le dijeran varias veces que su papá no estaba, cosa que de por si no era buena, ya que eso desencadenaba un llanto interminable.
Todos los hijos de Kain nacieron sanos, fuertes y con una poderosa alma. Como consecuencia de aquello, Viggo nació con una alta afinidad al fuego y un seudo núcleo divino dormido. Cuando Kain lo conoció, una vez que salió del vientre de su madre, se sorprendió, ya que tenía un circuito divino equivalente al 20% de un dios adulto. Puede que crezca con el tiempo o puede que no, pero el peligro en estos momentos era que el niño activara su poder en una rabieta. Así que Kain utilizo un sello para mantenerlo a raya. No será eterno, de eso están todos claros y por ende hay que estar pendiente del bebé. Por otro lado, como consecuencia del sello, el bebé lleva algunas marcas alrededor de los brazos y las piernas, más parecidos a tatuajes tribales.
Así que mientras Kain estaba sentado debajo del árbol, paraba a los tres bribones sobre sus piernas. Por otro lado y de alguna manera, los tres se coordinaban para conversar y reírse de las cosas que compartían. Gracias a esto, Kain estaba aliviado, ya que muy diferente de Kain y Ars, ninguno de estos niños peleaba, al menos, por el momento.
Tsubaki tomo una galleta, la remojo en leche chocolatada y le dio a de probar a Flora, que tenía migas y chocolate desparramado por los labios. Su vestido que debería ser de un verde claro, ahora tenía una enorme mancha en el pecho como resultado de limpiarse la boca con la mano y después pasarla por la ropa. Kain sonreía ante esto y le decía a todos que no lo hicieran, ya que los otros dos bribones estaban igual de sucios. Así que en un intento de ordenar el asunto, Kain hizo un malabar, sosteniendo a los tres con un brazo y estirando la otro para alcanzar un paño. Les limpió la boca con cuidado, pero sin tener mucho éxito, ya que los niños se seguían ensuciando y Tsubaki nunca los dejo de alimentar.
-Kain, deberías dejarlos- dijo Tsubaki con seriedad -es como detener la lluvia con las manos-
-Así parece- respondió Kain con una sonrisa mientras miraba a los tres bribones a la cara. Los tres sonrieron con bocas embetunadas de migas y chocolate. Kain soltó una risita y continuo -y tu no ayudas mucho, hermana mayor-
-Es mi trabajo malcriar a mis hermanos, el tuyo es limpiarlos-
Kain soltó una risita mientras la escuchaba, porque a pesar de que Tsubaki decía eso, andaba todo el día pendiente de sus hermanos. Se preocupaba de que no les pasara nada y de enseñarles a comportarse. Incluso hubo un tiempo en que dejo de lado su entrenamiento en la fragua, pero al poco tiempo fue reñida por su madre y volvió a su rutina. No obstante, como ella dice, no ha dejado de malcriar a sus hermanos durante este largo año de entretención. Fue como si el mundo de Tsubaki se hubiera expandido y ahora hubiera más cosas que solo subirse a las cosas y buscar algo para matar el aburrimiento.
Por otro lado, con respecto a las madres; Hephaestus sigue haciendo su trabajo de diosa, pero Mikoto e Isabel montaron una gran tienda de armas y armaduras. Isabel es la administradora y Mikoto es la proveedora. Por otro lado, dado el nivel de la habilidad de Mikoto, la mayoría de los clientes son aventureros de bajo nivel que buscan una buena arma y ahorrarse unos cuantos valis.
Con respecto a la tienda, como Mikoto y Tsubaki vivían con Kain, la casa de al lado (que era arrendada) fue comprada por Kain y transformada en una gran tienda de diez metros de largo y diez de ancho. Pusieron una larga vitrina a los lados de la puerta principal que se extendía por todo el frontis. Por ahora, la tienda tenía poca clientela e igual nivel de mercaderías. Mikoto todavía estaba en su fase de fortalecer sus fundamentos, así que se demoraba bastante en confeccionar una espada. Por otro lado, Isabel estaba feliz con este negocio, ya que le permitía hacer algo divertido y complacer a sus padres. No obstante, tuvo que empezar a aprender de metales, métodos de forja y especificaciones tecnicas; todo con el objetivo de saber lo que estaba vendiendo. Cuando Kain la vio estudiando con mucho afán, se sintió complacido, ya que fue un actitud profesional. Algo que no se esperaría de la esposa del dueño de la tienda.
-Kain- dijo Tsubaki después de un par de horas de estar jugando -¿Por qué no vamos a ver qué hace mamá? Estoy aburrida-
En ese momento, Kain tenía a los tres rufianes durmiendo en total silencio, todos acostados sobre su pecho y respirando con calma. Sin embargo, las palabras de Tsubaki fueron como magia, ya que solo la escucharon y comenzaron a abrir su ojos.
-¿Mam(¿mamá?)- pregunto Flora con sus hermosos ojos esmeralda. Sus hermanos la escucharon y preguntaron por lo mismo.
Kain sonrió y asintió -sí, vamos a ver a mamá-
La siesta fue buena al parecer, ya que ninguno se puso de mal humor. Sonrieron entusiasmados y empezaron a llamar a sus mamás. Por otro lado, Kain entendió que era mejor ponerse en marcha, de lo contrario, podía haber un cambió de humor y los tres granujas se pondrían odiosos. Así que se levantó de la silla mientras soltaba un gruñido y los acomodo en sus brazos. Después miró a Tsubaki y espero a que ella fuera por delante. Caminaron desde el árbol hasta la pandereta y Tsubaki abrió la puerta que hace años había hecho Kain para ella. Cruzaron al patio trasero de la tienda y caminaron mientras escuchaban el tañido constante del martillo de Mikoto contra el yunque. De repente el tañido ceso y desde la chimenea del taller, empezó a salir una nube en forma de tuvo que ascendía a los cielo. De vez en cuando se espesaba y otras veces parecía desvanecerse. A Kain le gusto el ritmo que este tenía, ya que eso indicaba que Mikoto se estaba acostumbrando al calor y regulaba con habilidad el fuego. No obstante, pasaron del taller y se dirigieron a la puerta trasera de la tienda. Tsubaki abrió y entraron a un largo pasillo que de un extremo llevaba a la oficina administrativa y del otro, llevaba al mostrador y salón de ventas. Tsubaki avanzo primero y Kain la siguió, podían escuchar un regateo al otro lado de la pared que separaba el pasillo del salón de ventas. Una vez que llegaron al final del pasillo, giraron hacia la izquierda y vieron un amplio salón de ventas con exhibidores de vidrió. Habían tres de ellos y juntos formaban una U y delimitaban por donde los clientes se podían pasear. Por otro lado, detrás de los muebles quedaba un pasillo por el cual el vendedor estrella (Isabel) se movía y sacaba las armas que estaban protegidas por el vidrió reforzado. Por su parte, Isabel estaba detrás del mostrador más largo, el cual tenía vista directa a la puerta de vidrió que daba a la calle. Al parecer, Isabel había terminado su venta y ahora despedía con su mano a una joven aventurera amazonas.
Kain camino hasta la mitad del mostrador liderado por Tsubaki y acompañado de los tres bribones. Estos últimos solo estaban a unos tres metros de Isabel, pero se lanzaban hacia adelante sin medir las consecuencias. Si Kain no los tuviera bien sujetados, se abrían caído de cabeza al suelo.
-Ya, ya, ya- dijo Isabel con una voz mimada y una cándida sonrisa. Tomo primero a Flora, la acomodo y después siguió con Tatsumi y al final con Viggo, ya que si tomaba a uno de ellos, no podía ignorar a los otros. De lo contrario se armaría un gran alegato.
Kain se quedó a un lado y noto que Tsubaki tenía una carita de pena, así que la tomo en sus brazos y cargo. Últimamente habían situaciones como esta, en las que Tsubaki se sentía desplazada por los bebés, sobre todo cuando Mikoto cuidaba a Tatsumi. A Kain le preocupaba que no se sintiera parte de la familia, porque aunque no fuera su hija, ella era parte de Mikoto y cuando él la acepto a ella, acepto todo lo que conllevaba con ello.
-¿Por qué esa cara?- le pregunto Kain
Tsubaki negó y solo se abrazó al cuello de Kain. Este último mantuvo su abrazo y le cepillaba la espalda con la mano.
-Tsubaki- le susurro Kain -también eres parte de esta familia, recuérdalo-
Tsubaki asintió y abrazo a Kain con más fuerza.