Ese mismo día durante la tarde, Kain estuvo trabajando en la fragua durante un par de horas. Había confeccionado un par de espadas para que Isabel las pudiera poner en la vitrina y la tienda ganara un poco de renombre. Después de acabar con su trabajo se fue a sentar debajo del manzano. No había nadie ocupando el lugar, así que se sentó sin sacarse el delantal o molestarse en cambiarse de ropa. En ese momento, el sol estaba descendiendo en el horizonte, tiñendo el cielo de un naranja suave mientras corría un viento refrescante. Esto último ayudaba a Kain sentir el aroma húmedo de las plantas y la tierra recién mojada. Por otro lado, mientras miraba el horizonte, Kain recordaba que hace dos meses le dijo a la diosa caótica que reclutara a Riveria y Aina, aún no ha tenido noticias, pero espera que pronto vengan. Por las cartas que recibió durante todo este tiempo, pensó que todavía quedaba algo entre ellos, así que esperaba verlas pronto. No es como si hayan tenido una gran historia entre ellos, pero ninguna de las dos le desagradaba. Cada una tenía su propio encanto, desde Aina con su actitud amable y Riveria, con esa casi taciturna manera de comportarse, pero una vez que te ganabas su confianza, se convertía en una gatita mimada. Era un gran cambio, pero adorable a su modo.
De repente, Kain sintió una refrescante brisa mientras pensaba en las dos chicas, las recordaba hermosas, y como si las atrajera con sus pensamientos, ellas llegaron a él.
Justo cuando Kain pensaba en ellas, Aina y Riveria se dirigieron a la tienda que Loki les había marcado en un mapa. Supuestamente estaba al lado de la casa del mujeriego elfo, así lo nombro Loki, con un poco de aspereza por haberla rechazado en su momento. Por su parte, Aina y Riveria llegaron a la tienda, pero el lugar estaba cerrado, ambas se asombraron de que las largas vitrinas a los lados no tuvieran protecciones. No obstante, una vez que Riveria toco el vidrio y lo reviso de cerca entendió la razón, estaba reforzado con magia. Riveria ni siquiera podía calcular cuanta fuerza se necesitaba para poder romper el vidrio. Su yo académica quería quedarse a estudiar el misterioso material, pero fue jalada de un brazo por Aina. Después llegaron a una casa bastante grande, de dos pisos, con un techo en punta de color café y murallas blancas. Antes de la puerta había una pequeña escalinata que conectaba la reja con la casa.
Riveria llamo tratando de forzar su falsete y sonando un poco más grave que una mujer, pero nunca alcanzando el tono de un hombre. Su voz sonaba demasiado reservada e intelectual, así que no fue escuchada. Por otro lado, la amigable Aina se dedicó a llamar varias veces hasta que la escucharon. En ese momento la puerta de la casa se abrió y salió una mujer de ojos rasgados y cabello negro como la noche. Parecía un poco confundida por su presencia, pero de repente abrió los ojos con sorpresa y les pidió que esperaran un poco, que venía de inmediato.
Por su parte, Aina y Riveria quedaron con la boca abierta al ver la magnitud de esos senos. Se miraron la una a la otra y se sintieron vencidas sin haber luchado ninguna batalla.
Al cabo de un rato, la mujer salió de la casa marcando sus pasos por el ruido que producían sus sandalias de madera. Algo que de seguro no pertenecía a Orario, ni a las proximidades. No obstante, toda la atención de Aina y Riveria se centró en los enormes senos que temblaban cada vez que la mujer bajaba un escalón. Ninguna recuerda haber visto un espectáculo tan sobrecogedor.
-Lamento mucho haberlas hecho esperar, mi nombre es Mikoto- dijo con una sonrisa amigable llena de encanto. Abrió la reja y las invito a pasar.
Aina y Riveria se quedaron impresionadas, ya que no sabían porque Mikoto había sido tan abierta y despreocupada.
-No se preocupen- dijo Mikoto con una voz suave -danna-sama ya nos contó de ustedes y las estábamos esperando. La del rostro serio debe ser Riveria y la del rostro amable debe ser Aina ¿verdad?-
Ambas elfas asintieron asombradas. No obstante, no entendieron a que se refería con danna-sama.
Mikoto las dirigió al patio trasero, en donde vio a Kain descansando hace un rato. Aina y Riveria siguieron a Mikoto por un florido jardín, hasta llegar cerca de un gran manzano y encontrar a Kain sentado en una terraza. Este último sonrió y se puso de pie. Camino hasta ellas y abrazo a cada una de ellas. Mikoto se quedó a un lado y espero a que se separaran.
-A sido tiempo- dijo Kain con una sonrisa amable y voz grata
-A sido un tiempo- respondió Riveria ruborizada, agacho la mirada
-A sido un largo y casi eterno tiempo, veo que sigues igual que siempre- dijo Aina, tratando de disimular su molestia.
Kain sintió como una especie de picor, como si lo aguijonearan y entendió a que se refería. Así que tomo una gran respiración y se acercó a Mikoto para susurrarle algo al oído. Mikoto asintió y volvió a la casa. Después de eso, Kain miró a Aina y Riveria.
-Vengan, acompáñenme a beber vino o jugo, ustedes eligen, creo que debemos hablar- dijo
Después caminaron hasta ganarse a la sombra del gran manzano y se sentaron alrededor de la mesa. En ese momento, la tarde se estaba volviendo mas oscura y fria, dando paso poco a poco a la noche. Kain hizo un ademan con su mano y saco una botella de vino y otra de jugo. También puso algunos platos con queso, jamones y otras exquisiteces.
Aina como siempre fue por el vino y acerco varios platos con comida. Por otro lado, Riveria también fue por el vino, pero no toco nada más aparte de su copa.
Después de un minuto, Riveria frunció el ceño y le pregunto -¿No tienes nada que decir?-
Kain miró hacia la mesa como si ahí estuviera la respuesta y después levanto la mirada para verla a los ojos. Ella seguía teniendo esa expresión intelectual entre aburrida y seria. Por otro lado, su cabello esmeralda enmarcaba su rostro con dos largos mechones a los lados que antecedían a sus largas orejas. Su piel parecía de porcelana y sus labios rosas se veían sensuales. "Si tan solo no tuviera esa expresión taciturna, sería una mujer de en ensueño" pensó Kain. Sonrió al saber que era el único (al menos así lo creía) que había visto otras expresiones en su rostro. Unas de lujuria, amor y pasión. A lo mejor de enfado y agonía a punto de acabar. Sonrió de nuevo, pero trato de ponerse serió y la miró a los ojos -he, estado moviéndome de aquí para allá durante estos dos años- respondió -llegue a Orario y mucho había cambiado desde la última vez que estuve. Una amiga, que pensé que solo era una amiga me añoraba. Una mujer que solo era una vecina, atravesó mis barreras y con la ayuda de su revoltosa hija, se ganó mi corazón. Una chica amable y linda me cautivo con su tierna sonrisa. Muchas cosas han pasado, pero no te puedo decir que me arrepiento porque sería mentira. También sería mentira si te dijera que tenía todo esto planeado, solo sucedió. Creo que te conté todo esto en las cartas y no siento que tenga más que agregar. Tampoco te puedo pedir perdón ni dejar a las mujeres que están a mi lado, ya que sería traicionar el amor que me han dado-
Un silencio quedo apartando al uno del otro mientras se miraban a los ojos. Kain pudo ver como a Riveria se le humedecían los ojos, pero prefirió mirar hacia otro lado. Prefirió mirar las ramas y las hojas del manzano. Kain prefirió mirar más allá de la terraza y el manzano y concentrarse en las flores que habían quedado como recuerdo de Reida. A lo mejor no eran las mismas que planto, pero al menos, el jardín conservaba su mismo aspecto que cuando ella se fue. Después aparto la mirada de las flores y vio una vez a Riveria, la cual solo se empinaba la copa de vino. Por otro lado, Aina ni siquiera toco la comida, solo mantenía la copa entre sus manos y la hacía girar mientras miraba el vino como si ahí estuviera la respuesta que esperaba. Nadie se pronunció, porque el mismo Kain no sabía que añadir, Aina no sabía que pensar y Riveria no sabía que responder.
Sin embargo, al poco rato la tensión se desvaneció, ya que con los últimos rayos del sol aparecieron tres pequeños bebés. Uno era un pelirrojo muy activo y mirón, la otra parecía una pequeña princesa elfa de orejas puntiagudas y el último parecía un pequeño elfo erudito con su mirada tranquila y curiosa. Todos ellos vinieron en los brazos de Mikoto, pero se asombraron cuando vieron a las extrañas. Era como ver algo inusual, ya que dentro de este año, habían tenido pocas incursiones a la calle.
Kain los recibió y ellos se abalanzaron sobre él. Esto le hizo soltar una risita y miró a Aina y Riveria -este de cabello rojo se llama Viggo- dijo con una gran sonrisa -esta de en medio, es mi pequeña princesa elfa, se llama Flora y este pequeño de mirada intelectual es Tatsumi ¿Qué tal? ¿No son lindos?-
Riveria asintió sin emitir una palabra, pero centrada en Tatsumi. Por su expresión intelectual y aburrida, pensó por un minuto que podría haber sido de ella. Por otro lado, Aina sonrió al verlos a todos, los encontró preciosos, pero eso no la hizo sentir mejor. Al contrario, sola la hizo sentir más miserable.
Los niños se quedaron poco rato, pero lograron interactuar con ambas elfas. Fue un espectáculo inusual, porque para Riveria fue como blandir una espada, no tenía la más mínima idea de que hacer. Miraba a Kain con nerviosismo mientras el pequeño Tatsumi estiraba sus pequeñas manos y le acariciaba la cara. Por otro lado, Aina fue más versada, pero justo cuando jugaba con Flora dejo caer una lagrima. A lo que Kain reacciono acortando la diversión de los niños y enviándolos a dormir.
Una vez que Kain volvió a su asiento, ya casi no quedaba luz de día, así que prendió algunas luces alrededor del jardín mientras una brisa fresca volvía el ambiente un poco más frio. Riveria se mantuvo todo este tiempo usando ropa de hombre, pero Aina solo llevaba una falda que le llegaba hasta las rodillas. Kain la vio tiritar, pero justo cuando él le iba a proponer que se pusiera algo más, ella volteó hacia otro lado. Al final, Kain prefirió dejar las cosas así y esperar un poco más para ver que le decían. Si no le decían nada en cinco minutos, él daría el primer paso.
Por su parte, Aina miraba a la izquierda y se enfocaba en una flor purpura mientras pensaba muchas cosas -¿Por qué nos mostraste a tus hijos?- pregunto con una voz compungida
Kain tomo una profunda respiración y respondió con franqueza -para mí sería bastante fácil decir que aquí no ha pasado nada y tratar de ganarme su afecto con promesas, pero no sería justo. Hubo un momento en que pensé que todo sería más fácil si les iba contando lo sucedido a través de las cartas, de esa manera no se toparían con sorpresas, al parecer, no fue suficiente-
-Yo- dijo Riveria con una voz baja y cansada -no sé qué pensar, por una parte pienso que está bien, ya que en mi estado actual no puedo ser tu esposa, ni mucho menos plantearme tener una familia. Algún día volveré al gran bosque con mi familia y no sé si solo serás un amor pasajero o uno verdadero. Por ahora, lo pensare, es lo único que te puedo decir-
Por su parte, Aina nunca aparto la vista de la flor lila, pero aun así murmuro -a lo mejor, fue un error haber venido. Al igual que tú, pensé que no sería un problema, pero lo único que puedo sentir es que tu vida está llena. A lo mejor, ya no hay espacio para mí, a lo mejor seré una molestia para ti y tu familia. Como dice Riveria, ya no sé qué pensar-
-¿Qué tal si por ahora somos amigos?- dijo Kain con una voz suave y baja, sin energías -tuvimos un comienzo juntos, a lo mejor nos separamos y seguimos caminos diferentes, pero eso no impide que seamos amigos. Si pasa algo más en el futuro será destino, si no, bueno, no éramos el uno para el otro. Lo lamento, al final, fue todo culpa mía-
Riveria negó con una sonrisa -solo fuimos un trio de viajeros que compartió un momento de su viaje. A lo mejor, es como tú dices, podemos ser amigos, pero eso solo el tiempo lo dirá-
-¿Qué vas a hacer ahora?- pregunto Kain
-Por ahora me concentrare en mejorar mi magia- dijo Riveria un poco más relajada -Loki encontró a otros dos aventureros y con ellos formaremos un grupo de exploración, son casi tan débiles como yo. Uno es un pallum y el otro es un enano-
-Vaya, a pesar de ser una bocazas es bastante fiable-
-Así es- dijo Riveria con una sonrisa
Después de un rato, Riveria y Aina decidieron irse y Kain las escolto hasta la reja. Los tres se quedaron en la vereda durante un rato, mirándose sin saber cómo despedirse.
Al final, Kain estiro sus brazos y dijo -adiós-
Riveria sonrió como si hubiera alcanzado la paz mental y lo abrazo. Se quedaron abrazados durante unos minutos y después se soltaron. No obstante, en ese momento Riveria le tomo la cara a Kain con las dos manos y lo obligo a agacharse para besarlo. Fue un beso triste, ya que lloro, como si esa fuera a ser la última vez que se fueran a ver. Después se apartó de Kain y le dio la espalda.
Por otro lado, Aina lo miró con tristeza, se acercó y lo abrazo durante unos minutos como si Kain fuera su todo. Una vez que se separaron, Kain la quedo mirando sin saber que hacer, lo único que pudo pensar es que si alguien podía trasmitir su amor con una abrazo, esa era Aina. No obstante, ella reacciono fuera de sus expectativas. Aina lo miró a los ojos y le pego una cachetada. Los pocos transeúntes que habían a los lejos, escucharon el golpe explosivo.
-Basura, te odio, ojalas nunca nos hubiéramos encontrado- dijo Aina, se dio la vuelta y tomo a Riveria de una mano para irse caminando a un paso acelerado. Kain solo pudo suspirar mientras veía como las dos siluetas se desvanecían en la ciudad.