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Apócrifo - Gods land - Capítulo 35

Gracias al incidente de la familia Zeus hace dos años, el reclutamiento de los aventureros descendió a un noventa por ciento, todo como consecuencia de la nula credibilidad de Zeus. Así que Maxim tomo la decisión de mejorar la reputación de la familia tomándose la lucha contra Evilus en serio. Esta organización criminal operaba prácticamente en sus narices con base en la región de Dedalus. Pero como Zeus nunca se tomó en serió esta amenaza, la familia Zeus solo hacia acto de presencia como héroes justicieros sin nunca hacer nada en concreto. Así que decidido a restaurar el prestigio de la familia, Maxim lo converso con Zald y este último le respondió que era una buena idea.

Como primera medida trataron de recopilar información de Evilus, pero no había nada ni en el mercado formal ni el mercado negro. Así que optaron por hacer las cosas a la antigua y patrullar las calles de Dedalus. Para tal efecto, Maxim y Zald condujeron a los mejores aventureros en grupos de cuatro personas.

Después de dos meses de patrullar, solo pudieron encontrar uno que otro miembro de Evilus. No obstante, unos lograron huir y otros se suicidaron en el proceso sin dejar ninguna pista. Por su parte, Maxim empezó a tomar esto como un reto personal y empezó a patrullar casi todas las noches por su cuenta. Algunas veces lo hacía acompañado y otras veces lo hacía solo.

En una de esas rondas nocturnas, Maxim encontró a un grupo de cuatro tipos de actitud sospechosa. Salieron juntos de un callejón vistiendo largas capas negras mientras utilizaban una capucha para ocultar su rostro. Así que Maxim los siguió mientras mantenía una distancia de diez metros. Los tipos al parecer se percataron de su presencia, ya que empezaron a deambular por los callejones laberinticos de Dedalus. Siguieron así por un rato, hasta llegar a una gran calle, buscaron un lugar transitado y trataron de mezclarse con la multitud. No obstante, Maxim no los perdió y los siguió en silencio esperando encontrar su guarida.

Después de una hora de seguimiento, los tipos se metieron por un callejón estrecho, tuvieron que ganarse en filas de dos para poder pasar. Siguieron avanzando con Maxim a la cola sin hacer nada que los alertara hasta que llegaron a un cruce. En ese lugar, de los dos que iban adelante, el de la derecha le palmeo el hombro al de la izquierda y salieron corriendo en diferentes direcciones mientras el que iba detrás de cada uno, los seguía.

-¡Maldición!- grito Maxim y salió corriendo hasta llegar al cruce, miró en ambas direcciones y al final, tomo el camino de la derecha. Corrió por unos cinco minutos tratando de seguir el sonido de las pisadas, pero después de un tiempo los perdió. Así que se detuvo frente a una casa de madera. En ese lugar había una vieja sentada sobre un trozo de muralla que ocupaba como banca. Tenía el pelo cano y llevaba un chal café avejentado.

-Abuela- dijo Maxim en un tono respetuoso -¿Ha visto a dos tipos con capuchas negras?-

Sin embargo, la vieja bufó y miró hacia otro lado en una actitud indignada.

Maxim tomo una gran respiración y siguió corriendo. Mientras avanzaba por los callejones recordó que no era la primera vez que le pasaba esto. Al parecer, a la gente de Dedalus no le gustaban los dioses ni sus emisarios. Maxim no se consideraba un mensajero de nadie, pero ellos lo veían como tal. Además de que daba la impresión de que los locales protegían a los miembros de Evilus. Era como si tuvieran un acuerdo para no decir nada acerca de ellos. Maxim no sabía si era por dinero o por miedo.

Maxim siguió corriendo, alejándose cada vez más del centro de Orario y acercándose a la muralla Este, muy cerca de donde comienza el barrio Rojo. Se detuvo en un cruce y miró buscando alguna pista. De forma extraña, los callejones se habían vuelto remansos de quietud y no circulaba nadie. Era como si todos se hubieran metido a sus casas porque pronosticaban que las calles se volverían un campo de batalla.

Por su parte, Maxim avanzo por el callejón izquierdo formado por dos hileras de casas de madera encaramadas una al lado de la otra. El camino era de tierra y las casas se veían descuidadas, viejas y con los vidrios rotos. Maxim avanzo mirando hacia los lados, revisando por si se veía algo extraño o fuera de lo común. Todo estaba demasiado tranquilo, por las ventanas no se reflejaba la luz de las lámparas ni se escuchaba el movimiento de sus habitantes. Maxim se sintió inquieto y afirmo la vaina de la espada con su mano izquierda mientras abría y cerraba su mano derecha en un gesto inquieto. Debería estar listo para cruzar su brazo y desenfundar en un solo movimiento. Siguió avanzando hasta que escucho unos pasos por detrás de él. En ese momento giro su cuello y vio de soslayo una sombra iluminada por la luna al principio del callejón. Era un tipo vestido de negro que llevaba una máscara de calavera.

-¿A qué debo la agradable visita del capitán de una de las grandes familias de Orario?- dijo el tipo en un tono burlón, su voz sonaba nasal y lejana.

Maxim pensó que lo más probable es que esa mascara ocultaba su verdadera voz -vengo a eliminar a los de tu calaña- respondió

-¿Ohh?¿Y cuál sería esa calaña? Que yo recuerde, nosotros no hemos apoyado a un dios corrupto y hemos encubierto sus crímenes. ¿A caso no te has dado cuenta en estos dos meses que la gente los repele?- el tipo levanto su puño a la altura de la cara y dijo en un tono dramático -este es nuestro hogar y nuestro dominio, ustedes no son nada, ustedes no tienen derecho a meterse con Dedalus. Y si hay algo malo con este lugar, es su culpa. Dedalus es la representación de la gran deuda que tienen los dioses con la humanidad-

-¿Qué deuda?- pregunto Maxim -ellos vienen a la tierra y nos ayudan. Nuestro dios es un idiota, pero los demás dioses no son lo mismo-

-Jejejeje, los dioses vienen a este mundo a jugar, a perder su tiempo y a gozar la vida. Te apuesto que ni ellos mismos saben cuál es la finalidad de venir. Ellos no ayudaran a la humanidad ¡Piénsalo! ¿Por qué existe Dedalus? ¿Por qué al otro lado de la ciudad hay bellos jardines y aquí es todo viejo y deprimente?. Por otro lado, si ellos ayudan a alguien, eso es a gente como tú, gente con talento, pero dime- dijo alzando la voz -¡¿Qué pasa con los que no nacieron con eso?!-

Maxim sonrió y le dijo -luchan contra el destino, luchan contra la vida y contra sí mismos. No se dejan vencer-

-Palabras de un soñador- respondió el tipo con una voz molesta -fácil de decir, pero muy difíciles de respaldar-

-Son las palabras de mi maestro- dijo Maxim con una sonrisa. Cruzo su mano derecha y desenfundo su espada dejando salir un roce metálico -no hay un acuerdo entre tu y yo, como guerreros, lo único que puede hablar es nuestra destreza-

-Irracional- murmuro el tipo de calavera. Levanto su mano por encima de su cabeza y la dejo caer hacia adelante en un gesto para que alguien avanzara.

De los techos de las casas cayeron veinte guerreros con capuchas negras mientras rodeaban a Maxim. Todos ellos soltaron una risitas maliciosas mientras desenvainaban sus espadas.

Por su parte, Maxim empuño su espada con ambas manos y se lanzó a combatir. Corrió a una velocidad moderada y paso por el lado de los diez más cercanos cortándolos a todos uno por uno. No obstante, cuando llego al onceaba guerrero, su espada fue interceptada. El tipo que lo detuvo dejo salir una risita burlona que no le duro mucho. Maxim hizo un poco de fuerza y le levanto la guardia para después lanzar un corte horizontal y abrirle el estómago. El tipo cayó de rodillas mientras se sujetaba el estómago con ambas manos.

Maxim limpio la sangre de la espada y siguió cortando a los otros tipos. No obstante, cada vez que vencía a uno, el siguiente era más habilidoso. Cuando quedaban dos tipos más aparte de el de la máscara de calavera, Maxim no pudo seguir avanzando y fue retenido. El tipo que lo detuvo, aguanto el ataque y juntando su fuerza, lo empujó hacia atrás ganando distancia.

Maxim quedo impresionado, ya era un nivel siete, por lo cual se sentía orgulloso, pero ahora se estaba enfrentando a alguien que lo podía repeler. Maxim tomo una gran respiración y se puso serió, dio un salto hacia adelante con todas sus fuerzas y corto al que le impedía el paso. Después de eso continuo con su ataque, pero esta vez fue detenido por el de mascara de calavera. El tipo restante busco atacarlo por la espalda, pero justo en ese momento llego Zald, el cual blandió una enorme espada y lo corto.

Por su parte, Maxim junto fuerza y empujo al tipo de la máscara hacia atrás. Por otro lado, Zald camino llevando su gran espadón sobre su hombro y se ganó a su lado.

-¿Qué tal capitán? ¿No le dijimos que saliera con alguien más a sus paseos nocturnos?- pregunto Zald en un tono burlón.

-Hay cosas que hacer- respondió Maxim sin nunca apartar la mirada de su enemigo -ahora ayúdame-

Zald sonrió y le dijo -no era necesario que lo pidieras-. Entonces puso una gran sonrisa y empuño la gran espadón con ambas manos.

-No quería ocupar esto, pero ahí va- dijo el tipo de la máscara en un tono de voz calmada. Se hecho algo a la boca y todo su cuerpo se empezó a hinchar. Sus brazos y piernas alcanzaron el doble de su diámetro y su torso se inflo como si le hubieran llenado de aire.

En ese momento, Zald y Maxim saltaron al mismo tiempo tratando de conectar un ataque en simultaneo, pero no lograron golpear nada. De repente sintieron como si la muerte estuviera detrás de ellos y se giraron lo más rápido posible para ver una espada que venía a cortarlos por la mitad. Ambos reaccionaron con sus espadas y chocaron al mismo tiempo, generando un tañido ensordecedor. Zald y Maxim aguantaron el golpe mientras apretaban los dientes en un esfuerzo para no ser cortados. Sentían una gran presión en sus brazos y un dolor ensordecedor en sus manos. No obstante, siguieron empujando, tratando de hacer retroceder la espada, pero lo único que escucharon fue una risita.

-¿Eso es todo lo que pueden hacer los lacayos de los dioses?- dijo el tipo de la máscara de la calavera en un tono burlón. Tomo una gran respiración, apretó los músculos de su brazo derecho y empujo su espada con todas sus fuerzas. Maxim y Zald fueron lanzados contra una de las casas abandonadas. Rompieron varias paredes y cruzaron hasta la calle siguiente dejando atrás de ellos una pila de escombros.

Maxim y Zald se levantaron a duras penas y trataron de volver a donde habían luchado, pero ya no había nadie, ni siquiera los cadáveres. No obstante, estaban seguros que no soñaron nada, ya que quedaron grandes manchones de sangre.

-¿Qué hacemos capitán?- pregunto Zald mientras clavaba su espadón en la tierra y se agachaba para tocar la sangre con la punta de sus dedos.

-No mucho- respondió Maxim posando sus manos en su cadera y soltando un suspiro al cielo -nos faltan manos para poder acabar con esos tipos. Además, está claro que tenemos el lado corto de la vara. Ellos están en su dominio y nosotros somos los intrusos-

-Así parece- respondió Zald con un tono de voz serio.

Después de eso, regresaron a la mansión de la familia.

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