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Interludio - Madam Purplehorse 4.3

Cristina se levantó una hora más tarde. Estaba mirando el techo blanco mientras estaba acostada en la cama. Algo recordaba de lo que paso. Se levanto y salió de la habitación, camino por los silenciosos pasillos. A lo lejos escuchaba la risa de Catalina. Por otro lado, escuchaba a Kain diciéndole algo, se escuchaban divertidos. Cristina llego a la sala de estar y ahí estaban los dos desnudos. Sentados en un sillón de un cuerpo con un gran respaldo y revestido de cuero. Kain estaba sobre el sillón y Catalina sobre sus piernas. Ambos se reían conversando de sus hijos y de las expresiones que hacían. De cómo actuaron en tal situación, de los celos de su hijo mayor, de la reacción que tuvieron los otros. De las relaciones que se estaban formando. De lo encantadora que es Sakura, de lo talentosa que es Ivania con la magia. Todo eso podría haber sonado lindo, a lo mejor hasta poético. Si no fuera porque Catalina tenía atrapada la erección de Kain entre sus muslos. El pene sobresalía del sandwich de muslos y Catalina con su mano derecha le acariciaba la punta. Ambos sonreían, sí, pero sus ojos se miraban con lujuria. Como dos bestias que estaban encadenadas y cuando fueran soltadas atacarían todo lo que estuviera al frente. Kain comenzó dándole un pequeño beso. Catalina sonrió y se lo devolvió. Su mano ya no hacía círculos sobre la cabeza del pene, ahora los estrujaba, en un gesto sensual se pasó los dedos por la lengua y siguió masajeando a Kain. Por su parte, Kain la acariciaba las nalgas con su mano derecha mientras la miraba con deseo. Solo sonreía, pero se veía que quería comerla. Ante tal mirada Catalina se sintió complacida, le dio otro beso, le mordió el labio inferior y después se lo estiro en un gesto juguetón. Kain estiro su mano izquierda mientras le tomaba el seno derecho. Aunque sus manos eran bastante grandes, las tetas de Catalina eran una cosa al mismo nivel. Solo las podía estrujar, pero el resto de la carne se escurría de sus manos. No obstante, Kain no se hizo problema. Le tomo la seno con especial cuidado y comenzó a lamerle al circunferencia hasta llegar al pezón. En ese punto Catalina también bajo su cabeza y ella y Kain, mientras lamían el pezón, se miraban a los ojos.

Cristina los veía desnuda desde la puerta y se complacía a sí misma. Tocando sus tetas con alguna brusquedad y pasando sus dedos por su entrepierna. Se agacho apoyada en el dintel de la puerta mientras los miraba jugar.

-¿Puedo?- pregunto Kain alejándose del pezón y manteniendo su mirada en los ojos Catalina, la cual asintió con una sonrisa.

Kain la tomo en sus brazos, la levanto como si nada y la acostó en el sillón con la espalda apoyada en la base y las piernas extendidas. Kain se agacho y le comenzó a devorar la vagina. Primero con largas lamidas y después con constantes enfocadas en un solo punto. Catalina estiraba sus manos y le acariciaba el cabello mientras que le estaban comiendo la vida. Cerro sus ojos y por un instante tuvo la intención de cerrar sus piernas, pero aguanto. Podía sentir el tacto cálido y húmedo de la lengua sobre sus labios, pasando por grandes lamidas y a veces enfocándose en su clítoris. Cuando sintió que ya no pudo más, soltó un grito ahogado y se corrió. No obstante, Kain no se detuvo y mientras sentía que Catalina le tiraba del pelo, él continuaba lamiendo y prolongando el orgasmo hasta que el agarre de Catalina se hizo suave. Kain levanto su cara y miró a Catalina. Ella jadeaba y su pecho subía y bajaba con rapidez. Tenía la mirada perdida y el semblante lánguido. Sus enormes senos se desparramaban como dos enormes flanes sobre su pecho generando un paisaje suave y gelatinoso. Kain subió apartándose de la vagina y buscando los labios de Catalina. Ella entre respiraciones entre cortadas atino a estirar su lengua y recibir los besos, pero se veía fatigada. Kain le susurro algo al oído y Catalina asintió.

Cristina vio a Kain caminando a una mesa con su pene aun erecto como un mástil, buscando algo. Saco un recipiente redondo y plano y volvió a Catalina. Ya más recompuesta, Catalina trato de hacer el gesto de tomar sus piernas y formar una eme, pero no tenía suficiente fuerza. Kain le hizo el ademan para que lo dejara. Después se agacho y le levanto los muslos para que quedara su vagina húmeda expuesta. Kain le paso el dedo untándolo en la humedad y deslizándolo hacia el ano. Catalina apretó sus piernas y cerro sus ojos en un gesto de debilidad. Como si estuviera demasiado sensible. Después de eso, Kain abrió el recipiente y le unto en el ano una crema blanca y trasparente. Lo hacía por fuera con su dedos pulgar en un gesto circular y después con su dedo índice introduciéndolo varias veces. Después de eso, Kain se levantó y miró a Catalina, la cual aún tenía una mirada febril. Ella asintió tratando de afirmar sus piernas desde sus muslos y Kain apunto al agujero que ya estaba un poco dilatado. Kain introdujo su pene poco a poco mientras Catalina recuperaba la cordura y soltaba pequeños gemidos ahogados. Kain avanzo con calma sintiendo el cálido sentimiento de las entrañas. Catalina lo miraba a los ojos rogándole por algo y Kain se acercaba para besarla. Cuando Kain estuvo adentro hasta la base, Catalina dio un pequeño gemido que fue ahogado por un beso, pero ahí estaba, doloroso, áspero y lujurioso. Kain por su parte estaba caliente y se movía poco a poco, tomándole los muslos con ambas manos y comiéndole la boca. Con el tiempo, el ritmo se hizo más incesante, rápido y áspero. Los gemidos de Catalina se transformaron en jadeos y sonidos de placer y agonía. Mientras que Kain con su movimiento incesante, intercalaba entre ángulos y rimo hasta alcanzar su meta y correrse. Al momento de eyacular, Kain se introdujo hasta la base y Catalina dio un grito ahogado como si apenas tuviera fuerzas para exclamar. Después de eso, Kain salió de ella y la continuo besando. Una vez que se recompuso, la levanto del sillón y se sentó en él mientras cobijaba a Catalina. Ambos con cuerpos sudorosos y pegajosos se veían lánguidos y cansados, pero aun sonreían. No obstante, su tiempo fue interrumpido por otro gemido.

Cristina estaba acostada sobre el suelo de cerámica gimiendo y masturbándose, hasta alcanzar el clímax y correrse. Después de un rato solo se pudieron escuchar sus respiraciones agitadas y ahí quedo, en el dintel de la puerta, acostada sobre la cerámica. Al rato después sintió que unas grandes y cálidas manos la levantaban. Su cuerpo estaba cansado y sus ojos cerrados. Pero sintió que la depositar en un suave gesto en un sillón de tres cuerpos. Abrió los ojos y miró a Kain tan alto que parecía que iba a tocar el techo.

-¿Cansada?- pregunto Kain con una sonrisa divertida

Cristina con las mejillas sonrosadas asintió.

-Vamos a comer- dijo Kain, detrás de él apareció Catalina mirando a Cristina con una sonrisa

-No te preocupes- agrego Catalina -este chico malo cocinara para nosotras-

-No puede ser- dijo Cristina

-Esta bien, tiene buena mano-

Kain le dio un beso a Catalina y se fue a poner ropa.

-Eres una chica bastante sucia para correrte mientras los dos estábamos haciéndolo- dijo Catalina en broma

-Eso- respondió Cristina avergonzada

-No hay problema, también lo hago cuando veo a Kain atacando a mis hermanas-

Catalina camino hasta el sillón del frente, se sentó y cerro los ojos mientras una luz verde semi transparente la recubría.

-¿Qué haces?- le pregunto Cristina

-Reparando mi culo-

-¿Por qué?-

-Es excitante, ya lo ves- respondió Catalina con los ojos cerrados y emitiendo una sonrisa -pero es un poco doloroso y hace bastante daño. Me dolería durante varios días si no hiciera esto. Además, de esta manera se conserva apretado. Algo que le gusta a ese chico malo-

-¿Y con la vagina?- pregunto Cristina aun acostada sobre el sillón

-Eso es diferente, se extiende por el uso, pero también por tener hijos. Es imposible que permanezca igual de apretado que antes. En realidad, consulte con algunas amigas que son medicas y me dijeron que no deberíamos hacerlo por ahí. Pero ya ves, a nosotros nos gustan las cosas prohibidas. Así que para no hacerme daño ni cohibir a Kain, desarrolle una magia. Es bastante útil, sobre todo con el daño interno. Me pregunto que dirán en el futuro cuando conozcan esta magia y se enteren que la desarrolle para tener sexo anal- la sola idea le divirtió a Catalina y soltó una carcajada contagiosa mientras se apretaba el estomago. Cristina también se largo a reír y le pareció una mujer bastante peculiar, pero simpática.

-o-

Después de bañarse una vez más y cambiarse de ropa, Cristina y Catalina se dirigieron una vez más a la cocina. Podía sentir un agradable aroma a especias en el aire. Cuando entraron se encontraron a Kain picando unas zanahorias. Por otro lado, tenía dos ollas cociendo y un sartén chirriando.

Catalina le dio un ligero codazo a Cristina y le dijo con una sonrisa -te dije que era bueno-

Cristina se acarició en donde recibió el leve golpe y asintió con una sonrisa. Después caminaron hasta la mesa que había en el centro de la cocina. Se sirvieron una copa de vino mientras compartían vino y cecina. Catalina le sirvió una copa a Kain y se la acerco.

-Gracias, amor- dijo Kain dándole un beso y siguió concentrado en lo que estaba preparando. Cristina también se acercó y le ofreció un poco de vino de su copa. Kain también recibió el gesto, le dio un beso pero no le dijo lo mismo. Fue un momento desabrido para Cristina, pero recordó quien era ella y como se había vendido. Catalina le palmeo el hombro y le sonrió para que levantara el ánimo. Le ofreció un brindis y con un sonoro tintineo, chocaron las copas.

Después de media hora, estuvo todo listo. Sirvieron la comida en la mesa del comedor y conversaron de muchas cosas. Como estaba el trabajo, como estaba la salud y que querían hacer. Cristina casi se olvidó que venía a este lugar poco menos que como una esclava sexual. Pensó que este ambiente amigable y risueño era bastante bueno. Kain y Catalina tenían una gran química y se reían sin inhibiciones. No obstante, un comentario de Kain la puso sería.

-Y entonces los fui a buscar para almorzar- dijo Kain mientras cortaba un trozo de filete y lo juntaba con arroz -subí al segundo piso y empecé a llamar a todos mis cachorros. Primero salió Kain y Elías, después vinieron mis dos princesas. Los más pequeños estaban con Barbara y Maaya- se echó el tenedor con carne a la boca, mastico y trago -pero me faltaba uno. Ese muchacho Ars no salía de su habitación, así que revise primero en lo que estaba. No estaba solo en su habitación- dijo Kain sonriendo -así que en completo silencio me acerque y abrí la puerta- les dio una mirada a Catalina y Cristina -¿adivinen con quien estaba?- tanto Cristina y Catalina negaron pero sonreían porque ya lo intuían. Kain continuo -estaba con Tristina y se estaban abrazando y besando. Jajajajaja. Te lo juro, me quede parado a un metro de ellos durante un minuto y no se dieron cuenta- Catalina se reía tapándose la boca y Cristina estaba un poco preocupada. Kain siguió -tuve que toser para que me notaran. Hubieran visto su cara. A Tristina y Ars casi se les salen los ojos. Se pusieron colorados y se separaron uno del otros, jajajajajaja. Se veían entre adorables y tontos. Yo lo único que les dije fue "está listo el almuerzo para que bajen" y me fui. Te lo juro, bajaron en un santiamén y pasaron todo el almuerzo colorados-

Kain y Catalina se reían a carcajadas mientras Cristina estaba un poco preocupada. Kain notó esto y dejo de reírse, le puso la mano izquierda sobre la derecha de ella y le pregunto -¿Qué pasa?-

-Nada- contesto Cristina con una sonrisa forzada.

-¿Te molesta que se hayan besado?-

-No es eso, yo, el otro día le compre un peluche a mi hija, pensé que todavía era pequeña, pero parece que no me di cuenta que se estaba transformando en una mujer-

-Dentro de todo, todavía son niños- dijo Kain -Kain (Jr) tiene a Isolte, incluso me roba tabaco a mí o a Catalina, pero aún le siguen gustando las tortas y se enoja cuando no le dejan. Están creciendo, están dejando de ser niños o en tu caso niña, pero eso no quiere decir que sean adultos. Trata de pasar más tiempo con tu hija. Yo sé que has estado ocupada últimamente, pero trata de darle tiempo. En último caso, pídele un día a Victoria, no creo que te de problemas-

-Gracias- respondió Cristina un poco más aliviada. Kain le hizo el gesto con su dedo índice para que se acercara y una vez que ella se acercó, le robo un beso. Cristina miró a Kain con toda la cara roja. Pensó que ese beso se sintió diferente de los que le había dado. Los besos mientras tenían sexo era apasionados, ardientes cuando menos, pero este beso tuvo un gusto diferente. Sabía cómo a limonada. Era una sensación refrescante y dulce.

Después almorzar, descansaron parte de la tarde y durmieron los tres abrazados. Fue una día perezoso pensó Cristina, pero por alguna razón, se sentía mucho más pleno que otros días.

Todavia queda mucho de Madame Purplehorse, pero me gustaria saber sus apreciaciones.

¿Que les a parecido con respecto al resto del fanfic?

Después de todo, estos capitulos son como un paralelo de lo que hago usualmente.

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