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Nos quedamos en el auto por un rato en silencio y luego regresamos a la casa, no quería preocupar a Kaori, pero tampoco quería hablar el tema con ella ahora. No estaba en condiciones, y tenía que calmarme para poder enfrentarla. Según llegamos a la casa, habían llegado los hombres de Kanji y estaban esperándome.

—¿Srta. Tsukino?— me preguntó un hombre alto y musculoso, con una voz gruesa. Parecía una máquina, por Dios.

—¿Los envió Kanji?— le pregunté para estar segura.

—Sí, señorita.

—Pueden llamarme Leiko, me haría sentir mas cómoda.

—Así será, Srta. Leiko. Mi nombre es James, será un placer servirle.

—Gracias, es un placer conocerlo. Debe ser el encargado de los demás, ¿Cierto? Necesitaré de usted. Tendrá su primer trabajo ahora, ¿Le parece?

—¿En qué puedo ayudarle, Srta. Leiko?

—Lin, ve a tu habitación— le ordené.

—Esta bien, mamá.

—Directamente a tu habitación…— lo miré de reojo.

—Sí, mamá.

Según se fue Lin, pude hablar tranquilamente con el empleado.

—Verás, los empleados que están en la casa ahora mismo son empleados prestados, ¿Me entiende?

—A la perfección, ¿Qué quiere que le hagamos?

—Me agrada mucho, se ve que nos llevaremos muy bien, Sr. James —ambos sonreímos—. Buscaremos quien tiene la lengua larga, y de no encontrarse, pues tendremos que juzgarlos a todos por igual.

—Me parece una excelente idea, Srta. Leiko.

Caminé dentro de la casa y le ordené a la empleada que trajera a todos los empleados, y los reuniera afuera. No quiero que los niños vayan a presenciar algo indebido. Tengo que hacerlo por su seguridad. Todos se pararon en fila y me quedé al frente de los hombres de Kanji.

—Buenas noches a todos, iré directo al asunto. Los estoy reuniendo por la siguiente razón; recibí un aviso sobre alguien que está hablando demás y pasando información sobre mi. Me gustaría saber si el culpable se confesará a la buena o si tengo que utilizar otro método— se quedaron todos mirándose entre ellos. El problema es que todos eran empleados de la antigua casa y estaban bajo las ordenes de Akira—. Todo lo que he hecho para que ustedes se sientan parte de la familia, ¿Y así me pagan? — traté de mostrarme afligida, para evaluar sus expresiones. No puedo creer que aún le tengan fidelidad a Akira, y que guarden silencio—. Bueno, supongo que todos tendrán que pagar el precio por igual. Sr. James, le dejo el trabajo.

—Discúlpame, Srta. Lisa, pero nosotros tenemos familia, no es justo que por alguien paguemos todos —dijo una de las empleadas temblando.

—Yo también tengo una familia. Dos hermosos hijos, y los pusieron en riesgo por tener la lengua larga; y a ese tipo de personas, hay que arrancársela. Les agradezco a todos por su amable servicio, pero no soporto que me quieran ver la cara de pendeja— pude apreciar un comportamiento extraño en el chofer. ¿Cómo no pensé en él antes?—. El culpable siempre va a sudar involuntariamente, ¿Cierto? — caminé hasta llegar frente a él—. Tantos años y no sirvieron de nada, ¿Cuánto tiempo planeabas verme la cara de pendeja? — bajó la mirada y sonreí, con ese gesto comprobó mis sospechas. Las gotas de sudor bajaban por su cuello. Puse mi mano en su mentón para que me viera a la cara—. ¿No puedes ni siquiera mirarme a la cara? Es una lastima, siendo tan joven y que hayas desperdiciado la única vida que tienes, por cumplirle a alguien tan infeliz como lo es Akira.

—Perdóneme, mi señora— se veía afligido.

—Tú mas que nadie sabías todo lo que pasé, y aun así, fuiste capaz de esto. Quiero que hagas algo para mi, y quizás considere perdonarte.

—Sí, mi señora — la tensión le bajó algo.

—Los demás pueden entrar a la casa y seguir cumpliendo sus deberes, espero no se les olvide lo que acabamos de hablar— sonreí como si nada estuviera pasando.

El Sr. James me acompañó y caminé algo lejos de la casa con el chófer, necesito que llame a Akira.

—Llamarás a tu jefe y le dirás que vas a renunciar a su trabajo —le ordené al chofer, y puse su teléfono en altavoz.

Llamada telefónica

—¿Qué pasa? — preguntó Akira.

—Sr. Akira…

—¿Qué haces llamándome a esta hora?

—Quería agradecerle por todo lo que ha hecho por mi, y para informarle que quiero renunciar a mi trabajo.

—¿Renunciar?

—Sí, señor.

—¿Y a ti quién te dijo que podías hacer eso?

—Lo siento, no puedo seguirle cumpliendo.

—Escúchame bien pendejo…— le arrebaté el teléfono, y colgué la llamada. Me quedé con su teléfono en mano.

—Buen trabajo, así se hacen las cosas. Ya te perdoné, ahora puedes ir en paz. Todo tuyo, Sr. James — me di la espalda y caminé. Se escuchó el sonido del disparo, pero no me detuve. No era el momento de arrepentirme. Por la seguridad de mis hijos tengo que hacer sacrificios. Estoy cansada de que me vean la cara de estúpida. Debo dejar de ser tonta, ya que mi enemigo es demasiado inteligente, y no puedo permitir que acabe conmigo fácilmente. 

Entré a la casa y me asomé en el cuarto de Kaori, estaba dormida en su cama. Espero Lin cumpla con su parte o no podré seguir defendiéndolo.

A la mañana siguiente, vi a Kaori subir en el auto de Lin.

—Mamá…— me gritó Kaori desde el auto.

—Buenos días, niños.

—Quiero hablar contigo, mamá —me dijo Kaori.

—En la tarde, princesa. Lin, asegúrate de que entre a sus clases. Dios los bendiga y tengan mucho cuidado—lo miré de reojo y caminé a mi auto para irme a la oficina.

Fui directamente a la oficina de Kanji, ya era costumbre ir a verlo todas las mañanas, me he acostumbrando de alguna forma a eso. No vi a Akira por ninguna parte, por suerte.

—Buenos días, Kanji—lo besé en la mejilla.

—Te ves radiante como siempre. Me gusta que siempre estés así de sonriente. ¿Alguna buena noticia?

—No realmente. Gracias por enviarme a tus hombres a la casa, el Sr. James se ve alguien decente y buena persona.

—¿Buena persona? Es uno de los mejores, y créeme, no es una buena persona —rio.

—Almenos para lo que lo necesito, es perfecto.

—Ya me estoy poniendo celoso. ¿Esta ocupando un mejor lugar que yo?

—¿Debería?

—Oh, eso no me agradó. Hoy estás muy directa, mi diosa—se levantó de la silla y se escuchó que tocaron en la puerta.

—Adelante.

Era Akira, por lo visto tiene que cortarme el buen animo de hoy, tan temprano en la mañana.

—Bueno, me iré a mi oficina— comenté.

—Tenemos que hablar del día de la inauguración de la tienda, quería aprovechar el momento que estamos los tres reunidos— dijo Kanji.

—Entendido— le dije.

Caminé hacia Akira y me paré frente a él, saqué el teléfono del chofer y se lo entregué.

—Ya lo olvidaba, le dejaron esto, Sr. Akira — Akira cogió el teléfono en mano, y me miró fijamente, yo solo sonreí y salí de la oficina.

Sí, oficialmente le estoy aceptando la guerra a la que me obligó.

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