[Rey de los Guerreros y Ladrón Celestial]

Finalmente había llegado el momento del día más esperado por Federick. Mientras su Abuelo compartía palabras con otras personas prestigiosas, observó como la gente empezaba a retirarse de la extensa plaza.

Cuándo la gran multitud había logrado leves logros para poder retirarse, sus allegados se pusieron de pie. Había llegado el momento de moverse al expectante Coliseo.

Federick no estaba sólo emocionado por observar un coliseo de otro mundo, diferente al romano, sino también expectante por los arrogantes apodos de los dos guerreros.

Había observado el poder mágico común, perteneciente a este mundo. Los fuegos artificiales fueron impresionantes, imposibles de realizar en una era antigua; A los soldados les pertenecía un aura opresiva a su alrededor.

Después de unos momentos, su Madre, Abuelo y él, habían llegado a un terreno elevado despejado, del mismo edificio. Tenía unas claras, sofisticadas y difíciles señales de aterrizaje pintada.

"He... ¿A caso aterrizará un helicoptero privado?" Federick pensó con sarcasmo y diversión.

Pero contra sus expectativas, un carruaje volador se acercó a su dirección; No estaba siendo llevado por ninguna criatura o coercionado por la gravedad. Con maestría aterrizó sobre las señales.

Un hermoso carruaje se presentó ante la vista de Federick. Pintado en su mayor parte por un puro color blanco, pero formando decoraciones artesanales sobre el, un color azul marino se cernía; Completándose en una figura completa, al contar sus rines dorados.

"Mi señor". Saludó el conductor del carruaje volador, con un ligero movimiento de su sombrero. Era un saludo perteneciente al código de modales, expresando respeto.

[Mi señor, este es un mundo mágico...] Aunque las oraciones del sistema no contenían emoción, había una leve afinidad con el sarcasmo.

Los tres individuos rápidamente se subieron al sofisticado y lujoso carruaje; Siendo su interior, también liderando con una prodigiosa estética, producto de un maestro artesano.

Aunque sobrevolaron los cielo, recorrieron un pequeño tramo hasta el Coliseo. Dónde se observaba gente llegando y haciendo fila, de todas las direcciones. Pero ellos sobrepasaron estás trabas inmediatamente.

Rápidamente se instalaron en un palco exclusivo, dirigido sólo a la familia real y personalidades gratificantes invitadas.

Pasó una hora y el anochecer se acercaba cada vez más, cuando finalmente toda la gente se instaló en sus lugares, para disfrutar del espectáculo. El coliseo atheniense originalmente tenía una capacidad para ciento sesenta mil personas, pero este número se excedió bajo las personas excitadas.

Finalmente se presentó el narrador, Fugin, un enano musculoso, estrella del coliseo. Este se superponía sobre el terreno de batalla, debido a que tenía un elemento volador que se lo permitía.

"¡Bienvenida, gente honorable! Hoy... ¡hoy tenemos el honor de permitir la estadía de la Familia real! Un aplauso, por favor". La elegancia del enano con lentes, era digna de admirar. Mantenía un eje de elegancia, emoción y elocuencia clara.

Mucha gente aplaudió con alegría; Su emoción estaba por hervir, ya que se acercaba una pelea entre dos de las identidades más prodigiosas de la "Asociación central de la marcialidad".

"Mi trabajo es presentar a los involucrados. ¿Y a quién tenemos hoy? ¡Al Rey de los guerreros y al Ladrón Celestial!". Acompañando sus palabras, un lenguaje corporal que transmitía con habilidades prodigiosas.

"Dos individuos que se originan en dos continentes diferentes. Cada uno manteniendo ejes distintivos que pertenecen a su respectivo continente, así como identidades".

"El Rey de los guerreros, quién proviene y ganó su apodo en el Continente del Norte; Caracterizado por una lucha férrea, feroz y poca sofisticada, con la única motivación de acabar con la vida de sus oponentes".

"El Ladrón celestial quién proviene del Continente Alto, manteniendo el punto de sus características habilidades enigmáticas y de gran poder; Siendo un foso oscuro, que prepara una fosa común para quién caiga en sus manos".

De repente, en el momento al terminar Fugin su discurso, dos puertas de seis metros, en posiciones opuestas, se abrieron lentamente con un ruido chirriante. Ruido que alimentó un fuego bárbaro en los espectadores.

De cada respectiva puerta, salieron dos individuos, caminando en dirección recta, continuamente.

Los dos eran hombres. Uno, era alto, con músculos cincelados pero no inflados, con una cabellera leve de color rubia. Sin vestirse con prenda superior, dejando a la vista sus pectorales, hombros, abdomen y brazos. Manteniendo un taparrabos decorado con materiales preciosos, y un tatuaje que se extendía desde su pecho a hombros.

El otro mantenía una camisa de lino, pantalones flexibles y sin zapatos. Con un cabello y barba desaliñada, con una sonrisa de confianza.

Se habían presentado respectivamente el Rey de los Guerreros y el Ladrón Celestial.