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[Experimento]

El paisaje circundante era bañado por el sol tardío, creando variadas sombras. Un ejemplar maravilloso de ingeniería correctamente ejecutada y diseño planeado, las estructuras y la naturaleza coexistian en perfecta armonía.

La calle se extendía de forma horizontal por un largo tramo, estando densamente cubierta por diferentes puestos ambulantes.

Se podía ver a gente de todas las edades y procedencias disfrutando del paisaje, riendo y charlando mientras exploraban los puestos y diferentes mercancías. Los niños jugaban entre los árboles y plantas, con sus risas resonando en el aire, mientras las parejas paseaban cogidas de la mano, disfrutando de las vistas.

Federick se encontraba haciendo alarde de su riqueza, comprando variadas mercancías de numerosos puestos. Los dueños eran todo sonrisas.

Se estaba preparando para llevar a cabo su próximo rumbo de acción. El circo quedaba en la misma calle, disfrutando de una ubicación privilegiada.

Ninguno de los tres clientes predispuestos habían hecho acto de aparición, por lo cual no se encontraba preocupado. Su andar entre diferentes puestos era constante y los artículos sobre él aumentaban. ¡Estaba preparando su gran acto!

Los primeros preparativos estaban hechos. Únicamente faltaban la predisposición de Kansis y sus clientes desafortunados.

No temía ni creaba segundos pensamientos respecto a ello, debido a que no temía a la gente inteligente.

Probablemente las tres monedas ya no rodaban sobre el mostrador de Kansis, pero sí en sus pensamientos.

Ningún tipo de karma pesaba sobre su mente, la cual reposaba serena; en base a la utilización de su sistema, había confirmado que las habilidades de Kansis, en realidad eran una estafa, lo cual lo llevó a cometer decisiones y acciones apresuradas, de las cuales no se arrepentía.

Aún recordaba las palabras que había utilizado su sistema hace sólo docenas de minutos...

[Eres el puto Nostradamus y visitas al tío Carmelito del barrio. Es que para ser tonto hay que competir, pajerillo de Cochabamba; probablemente el camino de este Carmelito barrial, sea más frondoso y extenso en la palma de su mano, que en las artes adivinatorias]

"..."

"Eres un puto fenómeno barrial".

...

Cuando el sol empezaba a ponerse, un joven criado llamado Thomás se abría paso por las abarrotadas calles de la ciudad, con el corazón acelerado por la ansiedad.

Llevaba horas buscando a su amo, un anciano con demencia, pero sin éxito. Desesperado por cualquier información que pudiera conducirle al paradero del anciano, Thomas decidió visitar a un adivino reconocido por su precisión y perspicacia.

La carpa del adivino estaba situado en un bullicioso circo, rodeada de diferentes carpas, clientes y miembros de todo tipo.

Thomas apartó la cortina y entró, mientras sus ojos se adaptaban a la escasa luz. El adivino, un hombre de rostro sobrio y penetrantes ojos verdes, lo saludó cordialmente.

"Bienvenido, joven". Le dijo con voz penetrante y elocuente.

"Por favor, siéntate y cuéntame qué te trae a mi tienda".

Thomas tomó asiento en un cojín frente al adivino, con las manos temblorosas mientras explicaba su situación.

"Mi amo, un anciano con demencia, ha desaparecido", dijo con voz temblorosa.

"Lo he buscado por todas partes, pero no lo encuentro. Esperaba que usted pudiera ayudarme a localizarlo".

El adivino escuchó atentamente, con expresión reflexiva. Cuando Thomas terminó de hablar, cerró los ojos y colocó las manos sobre una pequeña bola de cristal que tenía delante.

Permaneció en silencio unos instantes, con los ojos fijos en la bola, como si se concentrara en las imágenes que contenía.

Finalmente, abrió los ojos y miró a Thomas.

"Veo a tu amo". Dijo inexpresivamente.

"Está en un lugar rodeado de agua, pero no es un lugar de paz. Está confuso y desorientado, y me temo que puede estar en grave peligro". Finalizó el adivino con una sonrisa lastimosa.

El corazón de Thomas se hundió al escuchar las palabras del adivino. Se lo había temido, pero oírlo confirmado seguía siendo un shock.

"¿Sabe dónde está este lugar?", preguntó, con la voz apenas por encima de un susurro.

El adivino dudó antes de hablar. "Me temo que no puedo revelarle el lugar exacto" dijo, con voz apesadumbrada.

"Pero puedo decirte que es un lugar de difícil acceso. Tendrás que viajar por senderos lastimeros, innumerables obstáculos a enfrentar"

"Pero como es obra del destino predestinado, puedo ofrecerte un plan de seguimiento de tu caso, a un módico precio".

Thomas sintió que le invadía la desesperación, al punto de no escuchar las palabras del adivino con claridad. Esperaba una respuesta sencilla, una solución directa a su problema. Pero las palabras del adivino le dijeron que el viaje sería difícil e incierto.

Dio las gracias con la intención de salir de la tienda, pero extrañamente el dueño lo acompañó al exterior. Con el corazón oprimido, supuso que era meramente empatía.

Sí, era Kansis junto al primer cliente desafortunado...

Thomas sabía que no tenía más remedio que emprender el viaje, por desalentador que pareciera. Tenía que encontrar a su amo y traerlo de vuelta a casa, sin importar los peligros u obstáculos que le esperasen.

Sino, la muerte sería su cena fría.

Por otro lado, un Federick que se encontraba observando, observó como dos individuos se retiraban del circo a las bulliciosa calle.

"¿Quién dijo que la gente inteligente no era confiable?". Federick dijo en un susurro.

Anteriormente había extendido la voluntad de su sistema hasta la ubicación de la carpa, por lo cual conocía la charla interna. Ya había formulado su siguiente plan de acción a través de este conocimiento interno.

A pesar de sus acciones, Kansis no demostró un nerviosismo exagerado. Sus movimientos concisos, dirigiendo su vista a las cuatro direcciones intentando identificar a su anterior cliente.

Federick, quién no era bajo para su edad, fue rápidamente identificado. Así, Kansis dirigió a su cliente desafortunado en su dirección, por fin retirándose a los interiores del circo con unas últimas palabras.

"Destino preestablecido, destino preestablecido... Afortunado o desafortunado, es decidido por norte, este, oeste y sur".

El joven sirviente, impetuoso y de sangre caliente, mantuvo una mirada decidida y un mentón elevado. Sus pasos fueron firmes al dirigirse en la dirección otorgada por Kansis.

Analizó sus alrededores, intentando encontrar alguna huella de su enfermizo y anciano amo. Una acción de extrema dificultad en una calle comercial, bulliciosa y tumultuosa en sentidos elevados.

Hasta que logró oír un grito lejano, que atribuyó a su buena audición y fortuna.

"¡Viejo, la demencia senil es un atributo extremadamente grave. Ten cuidado, o podrás ser el próximo portador!".

"¡Mocoso ignorante, cállate; este año cumpló treinta y cinco años de edad!".

Thomás cambió inmediatamente su dirección, dirigiéndose a la causa de tales gritos estridentes, que sobresalian incluso en tal bulliciosa calle mercantil.

Apartó a diferentes personas de su camino de forma violenta, sin importarle su etiqueta. Su mente era únicamente ocupada por la causa de los gritos.

Pero para su decepción sólo se trataba de un niño solitario, sin ningún adulto u tutor alrededor, se sentaba sobre un banquillo bárbaro.

"Bienvenido, joven". Dijo con voz penetrante y elocuente.

Estás palabras sorprendieron a Thomás, debido a la extraña coincidencia en su similitud con las palabras del adivino.

"Hola, niño". Thomás respondió de forma reseca.

"Por favor, presentame tus respetos y cuéntame la razón de este encuentro predestinado". Prosiguió la figura.

Ante estás palabras, únicamente se escuchó como Thomás tragaba saliva con la amenaza de ahogarse. Su sorpresa fue extrema.

"Se-señor, perdoname". Dijo la figura joven, mientras se arrodillaba y agachaba la cabeza.

"Actuar sobre esferas elevadas requiere de virtudes, así que no te preocupes; ahora cuéntame sobre tus quejas, joven". Le dijo con una voz apaciguable e impregnada en cariño profundo.

"Se trata de mí amo, señor. Es un anciano enfermizo y con demencia, siendo no capaz de comprender entre la fantasía y la realidad... ¡Por favor, ayude a este joven y al anciano!". Thomás dijo de forma extremadamente emocional.

"Eres verdaderamente afortunado". Dijo la figura sobre el banquillo.

'Porque soy Federick'. Pensó en secreto.

Había preparado con antelación la información del presunto amo de este sirviente. Con la ayuda de su sistema, fue una tarea sencilla.

[Señor, durante nuestro viaje en el carruaje, muchos rumores silenciosos volaban a su alrededor sin su consciencia.

Se rumorea una historia, de un afortunado hombre de el sector uno. Quién a través de su generosidad, calidez y especialmente fuerza, logró atraer a un moribundo hombre rico, quién le entregó todas sus riquezas en joyas, a cambió de un techo.

A través de un análisis más extenso, me encuentro en la certeza de que se trata del Señor Dave, un individuo mágico y comerciante de gran éxito, pero senil].

A través de la información proporcionada por su sistema, Federick preparó una grulla de papel con extrema delicadeza. Debía volar...

Cuándo la finalizó, extendió sus pliegues para finalmente lanzarla a decenas de metros sobre el aire.

"Ve, busca tu fortuna". Federick dijo.

Ante esto, Thomás no dudó y salió en busca de la grulla voladora de papel. Sus esfuerzos no fueron escatimables y su violencia superior a la anterior. Estaba completamente decidido a obtenerla.

Cuando la mantuvo sobre sus manos, la desenvolvió a su forma original, dónde encontró un texto en su interior. El texto en cuestión, se trataba de una ubicación... Firmado con el nombre de "Dave".

Cuando miró hacia atrás, Federick aún se encontraba comiendo semillas.

'Seguro esperaba que ya no estuviera... Je'. Federick pensó.