Nora volvió a la habitación de Xander. Al pensar en las repugnantes condiciones que Trueman había planteado, sintió que no podía respirar. No esperaba que dijera algo así.
Alguien llamó a la puerta en ese momento. Se volvió y miró hacia atrás para ver entrar a la nueva cocinera, la que Harry acababa de encontrar.
Con la cabeza baja, le dedicó una sonrisa congraciada nada más entrar: —Vengo a recoger los platos, señorita.
Resultó que los platos de la comida de Xander no se habían recogido todavía.
Nora asintió.
La cocinera, obviamente, había sido advertida por Harry, así que no se atrevió a despreciarla. Se adelantó y trató a Nora como si fuera su jefa.
Con la cabeza baja, se acercó a la mesa. Después de recoger los platos, miró de repente a Nora y le preguntó: —¿Quiere postre, señorita? Puedo prepararle algo.
Nora negó con la cabeza: —No es necesario.
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