Caleb sonrió y negó con la cabeza: —No...
Nora soltó un «oh». No se sentía especialmente molesta.
Un Caleb desconcertado preguntó: —¿No quieres saberlo?
Nora contestó con indiferencia: —No me importa.
Realmente no le importaba. Habiendo crecido en una familia así desde niña, el parentesco no era algo indispensable para ella.
Sino que el mayor valor que tenía su madre era que la había dado a luz, y además le había dejado tanto material del que podía estudiar y aprender.
Su padre...
Esa palabra había estado asociada a Henry desde que era una niña. Aunque ya no era su padre, no sentía mucho afecto por la palabra.
Guardó el bolígrafo de la grabadora en su bolsillo. Luego, miró a Caleb y dijo: —Gracias.
Caleb suspiró: —De nada. En aquel entonces, tu madre nos pidió que te cuidáramos. Puedes decir que todo esto fue porque los Gray fueron negligentes.
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