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Capítulo 2

...

—Gagh…

Sintiendo un ardor en el estómago, Izuku abrió su boca en busca de oxígeno también dejando salir un coágulo de sangre que se atoro en su garganta.

No tenía ganas de ver hacia la fuente del dolor, sabía que no tenía sentido y en cambio sólo haría qué su regreso fuera más traumático.

Izuku a menudo moría de formas crueles solo para segundos después regresar a la vida ya sea por su propia particularidad o la del hombre con mascarilla.

Su cabeza estallaba, sus órganos fallaban o sus músculos se retorcían, cuando eso pasaba él sabía que no iba a morir por lo que se mantenía expectante a las acciones del hombre con mascarilla. Con regularidad el hombre lo llevaba primero a una sala blanca para llevar a cabo sus experimentos y torturas, pero cuando simplemente entraba a su "habitación" sabía que tenía que activar su particularidad para evitar morir permanentemente.

Por ello había desarrollado un pequeño sentido que le advertía, con un 50 o 60 por ciento de probabilidad de acertar, cuando estaba en peligro de morir.

—Hmm, aguantas más de lo que creí…

Una voz masculina lo sacó de sus pensamientos y lo devolvió a la realidad, obligándolo a ver la situación en la que se encontraba.

—No sé como sigues vivo… —la voz, llena de duda, hizo eco en sus oídos antes de que un sonido de goteo la reemplazará.

Involuntariamente bajo la mirada, notando lo que le causaba tanto dolor: un cuchillo, sostenido por una mano gigante, clavado en su abdomen.

—Se supone que apunté a un punto vital… ¿Por qué sigues consciente? —la voz nuevamente lo hizo reaccionar, levantando su mirada y notando al responsable de su herida.

Un hombre gigante, de más de dos metros, con una máscara similar a la usada por los doctores durante la peste negra mantenía su mano alrededor del mango de un gran cuchillo enterrado en su abdomen.

—Las torturas constantes, el dolor residual en tu cuerpo y un arma clavada en un punto vital del abdomen… ¿Cómo sigues de pie…? ¿Cómo siquiera sigues consciente?

El hombre tenía razón, una persona normal en su situación no podría sobrevivir aún teniendo una suerte fuera de la norma.

Si, una persona normal.

Él se excluía de ese grupo con una única razón de ser, su particularidad le había dado tanto cosas buenas como malas y una de esas cosas, que no sabía en qué clasificación entraba, había logrado sacarlo del grupo de lo "normal".

Un "sentido" qué le hacía saber sobre un peligro de muerte había nacido a partir de su particularidad.

Ese pequeño sentido que le advertía de una muerte segura lo había salvado en varias ocasiones similares a la actual, aunque ahora le sería demasiado difícil escapar de las garras de la muerte.

—Gagh… —Izuku abrió la boca, dejando escapar un poco de sangre acumulada en su tráquea.

Antes de que el cuchillo llegase a donde originalmente debía, Izuku sintió el peligro inminente y en consecuencia intentó quitarse del camino de su atacante. Aunque solo había logrado qué el cuchillo no perforara un punto vital y aún así moriría pronto, el hecho de poder vivir unos minutos más era suficiente para él.

—¿P-por qué? —Izuku puso su mano sobre uno de los hombros del hombre mientras abría la boca para hablar.

—Nada personal, chico, Chisaki encontró una nota en la habitación de la niña y ciertamente tú eres el único sospechoso —el hombre respondió con sinceridad mientras sacaba el cuchillo del abdomen de Izuku.

Izuku se tambaleó un poco antes de caer de espaldas al suelo blanco, manchándolo con su propia sangre.

—Lo siento chico, ya sabes lo volátil qué es Chisaki cuando se trata de la niña, espero que te traten mejor del otro lado —el hombre se alejó de la escena a paso lento luego de dedicarle unas palabras al moribundo joven.

Izuku, qué para este punto había perdido casi por completo todos sus sentidos, se revolcó inútilmente en un charco de su propia sangre en un último aliento de lucha por parte de su cuerpo.

En un charco de su propia sangre, sintiendo un ardor insoportable en su abdomen y sabiendo ahora que tenía que hacer, Izuku cerró los ojos, aceptando esta nueva muerte qué se le había presentado, listo para volver a iniciar de nuevo…

Parte 2

¿Eh? ¿Mi hermano ya terminó los preparativos?

Una niña pequeña, de cabello blanco, ojos rojos y vestimenta andrajosa, fijó su mirada en una hoja de papel que se deslizó por debajo de la puerta de su habitación.

Hmm —la niña se acercó gateando a la hoja y la levantó lentamente, no sin antes echar un vistazo a la puerta frente a ella.

A veces, en momentos muy específicos, su hermano enviaba, a través de hojas de papel, instrucciones para asegurar su supervivencia y algún otro preparativo para su gran plan.

Tendré que hacerlo hoy…

Ella siempre acataba todas las instrucciones de su hermano y esta vez no iba a ser diferente, aún siendo la cosa más difícil que haría hasta ese momento.

Una vez que leyó por completo el contenido tres veces, la niña rápidamente dobló la hoja de papel tantas veces como pudo y se acercó a la cama qué había en la esquina izquierda de la habitación.

Levantó un poco el delgado colchón sobre la base de madera e insertó la hoja de papel en un agujero casi imperceptible ubicado en la esquina inferior derecha.

Una vez escondida la hoja, la niña se agachó frente a la puerta y comprobó qué las sombras que se proyectaban desde las esquinas se mantuvieran estáticas.

Cuando estuvo segura de que nadie se dio cuenta de la hoja, se alejó de la puerta y se agachó en la esquina derecha de la habitación y movió un pequeño trozo de la pared, dejando ver una pequeña rejilla de ventilación qué proveía de oxígeno limpio a la habitación.

La niña no hizo un gran esfuerzo para retirar la rejilla, pues en días anteriores había estado aflojando los tornillos qué la fijaban a la pared. Retiró con cuidado la rejilla y la dejó sobre la cama, manteniendo al mínimo los sonidos que pudiera producir ella o la rejilla.

Sin perder tiempo, la niña se metió en la ventilación y comenzó a gatear por los ductos.

Izquierda… Y ahora… —la niña se detuvo frente a una de las paredes de los ductos, pasó suavemente sus dedos por encima del metal hasta llegar a dos pequeñas protuberancias y, usando sus uñas, retiró un pequeño trozo de metal.

*Plic* *Plic*

Notando un extraño sonido, la niña miró ansiosamente en todas direcciones intentando encontrar la fuente del mismo, encontrando en sus manos el origen del sonido.

Gotas de sangre salían con rapidez de sus dedos, podía ver cortadas en su dedo índice y pulgar derecho, quizá hechas mientras buscaba las protuberancias en el trozo de metal retirado con anterioridad, varios raspones en la palma de su mano izquierda y finalmente viendo que las uñas del dedo anular, meñique e índice de su mano izquierda ya no estaban.

La niña no se sorprendió, muy a pesar del dolor que estaba sintiendo, la hoja que había enviado su hermano le había advertido de antemano que estas cosas podrían llegar a pasar, pues el desgaste que tuvieron sus dedos y uñas al ser usadas primero para aflojar la rejilla de la ventilación y luego el trozo de metal del ducto sumado a su corta edad hizo que sus uñas se desprendieran de sus dedos.

La niña rápidamente usó el trozo de metal que arrancó para cortar varios pedazos de su "ropa" y ponerlos en sus dedos heridos, frenando así la salida de sangre y el sonido producido por la misma al chocar con los ductos.

—Agh… —a pesar de estar acostumbrada a sentir ese tipo de dolor, aún seguía siendo una niña pequeña por lo que no podía evitar soltar gemidos al poner los trozos de tela sobre sus magullados dedos.

Una vez que se aseguro de haber detenido el sangrado, metió su brazo derecho por el espacio que le dejó libre el trozo de metal para buscar con cuidado algo que estaba del otro lado de la pared del ducto.

No tuvo ningún problema encontrando lo que buscaba por lo que una vez que lo sintió a través de sus dedos no dudo en tomarlo y llevarlo hacia ella lo más rápido que pudo.

El objeto que había tomado era un destornillador de cuatro puntas color amarillo.

—Oye… Donde esta mi destornillador marca Philips… —una voz empezó a hablar desde el otro lado del ducto, alertando brevemente a la niña, quien se echó para atrás golpeando su cabeza con la otra pared del ducto.

—¡No empieces otra vez a decir todo el puto nombre de ese estúpido destornillador! Si se te perdió, te compro otro pero en serio cállate —afortunadamente las voces no se percataron de su presencia, por lo que decidió seguir con su camino…

—¡¿En serio harías eso por mi?! Un momento… ¡No pienso volver a dejarte estar dentro de mi maldito asqueroso!

—¡Si fuiste tú él que me contagió el VIH…!

La niña gateó durante 4 minutos más hasta parar encima de una rejilla atornillada, la cual abrió sin mucho problema gracias al destornillador que había robado.

—Tu puedes, tu hermano confía en ti para que pronto salgamos de aquí… —la niña susurro para si misma palabras de apoyo para lo que iba a tener que hacer.

La niña levantó la rejilla antes de tragar saliva y lanzarse hacía el suelo.

La distancia que había entre la rejilla desde donde saltó y el suelo eran de 5 metros, por lo que no era de extrañar que sus brazos y pies hayan quedado entumecidos al momento de tocar el suelo.

Sin perder tiempo, la niña empezó a correr lo más rápido que pudo por el pasillo en el que cayó. No se detuvo ni por un segundo a revisar el lugar en el que estaba y únicamente repitió en su mente las órdenes de su hermano mientras corría con todas sus fuerzas.

"Corre sin parar, en algún momento chocarás con un héroe. Ruégale con todas tus fuerzas que te ayude y luego finge miedo si te alcanza el hombre de mascarilla, por favor perdoname por pedirte esto pero es el único modo".

Cada letra escrita en esa hoja de papel se reproducía en su mente con cada paso que daba.

Sentía una ansiedad creciente en su pecho, un dolor insoportable en todo su cuerpo y por encima de todo un miedo inconfundible dirigido hacia una sola persona. Una persona a la que repudiaba con todo su ser, era tan simple como eso, alguien tan despreciable como podía ser esa persona le causaba un temor sin igual.

Recordó brevemente el momento en que empezó a temerle a esa persona, el momento en que su tormento inició. Ella vio como esa persona despreciable le hacía cosas inhumanas a su hermano, como rompía sus huesos, retorcía sus músculos y destrozaba por completo su cuerpo, solo para segundos después dejarlo en su estado inicial.

Una única vez fue suficiente, permitirle observar en primera fila los experimentos qué eran llevados a cabo con su hermano le bastó a esa persona despreciable para plantar la semilla del terror absoluto en su ser, muy a pesar de que con ella también hacían varios experimentos.

Ella no temía por su propio bienestar, a fin de cuentas esa persona la necesitaba y por ello sabía que sin importar que hiciera nunca llegaría a consecuencias mayores, a diferencia de su hermano.

El más mínimo error que cometiera lo sentenciaria y ella lo sabía.

—Ugh… ¿Qué? —un muchacho vestido de forma extraña detuvo su andar luego de sentir como algo chocaba fuertemente con su pierna.

Todo proceso de pensamiento dentro de la mente de Eri se detuvo en cuanto chocó con alguien, su cuerpo se paralizó durante un momento antes de darse cuenta de que alguien enfrente suyo la estaba mirando fijamente.

—P-por favor… ¡A-ayudame! ¡Mi hermano y yo estamos atrapados, por favor ayúdanos! —aún teniendo miedo, la niña no dudó ni un segundo en seguir las órdenes de su hermano y pedir ayuda a la persona con la que chocaría.

—¡Maldita sea, ¿cómo es esto posible?! ¡Ese desgraciado me las va a pagar como haya sido idea suya! —a lo lejos pudo escuchar una voz totalmente enojada y, sabiendo a la perfección quién era el dueño de esta, empezó a rogar con fuerzas a la persona frente a ella.

Tal cual como le pidió su hermano ella empezó a fingir desesperación durante sus súplicas, ya sea agarrando con fuerza la ropa de la persona frente a ella o intentando huir aún más lejos.

Aunque, por un pequeño momento, un pensamiento rozó su mente.

(Si mi actuación no es lo suficientemente buena… Mi hermano puede sufrir las consecuencias)

Ella conocía las consecuencias de que descubrieran a su hermano como el autor de esta escapada, muy aparte de que él moriría y eso solo significaba…

—¡Ayúdanos por favor! —no sabía exactamente cuántas veces había estado gritando la misma frase, pero tampoco sabía qué más podría decir, cuando el miedo estrujo su corazón, no encontró más palabras que dedicarle a la persona con la que chocó.

—Ya ya, dime que te pasa… —el muchacho intentó tranquilizarla arrodillandose y abrazándola, aunque no logro hacer que sus gritos cesaran.

El muchacho sabía que nadie se acercaría a preguntar por los gritos de la niña, siendo apenas las 5 de la mañana las únicas personas que podrían rondar por las calles serían borrachos y héroes, estando descartada la segunda opción pues el único de ellos rondando por aquí era él.

*Tap* *Tap *Tap*

Unos pasos se escuchaban desde el lugar del que venía la niña y está, sabiendo de quién se trataba, empezó a susurrar sus súplicas con más rapidez.

—Oh Eri, ¿otra vez escapando de tus medicinas? Sabes que las necesitas así que no molestes más al joven.

Un hombre alto de cabello marrón, abrigo verde, camisa gris, pantalón marrón oscuro y zapatos blancos, usando una mascarilla en forma de pico qué imitaba a las máscaras que los doctores usaron durante la peste negra, salió de entre la oscuridad.

—¿Usted es familiar de la niña? —el muchacho dejó de abrazarla y se puso de pie, intercambiando palabras con el hombre.

—Si, Eri es mi sobrina, como puede ver por la coloración del cabello ella tiene una enfermedad y le tiene miedo al medicamento ya que se tiene que aplicar a través de una aguja, ya sabe, niños —el hombre sacó de entre su abrigo una jeringa llena de un líquido transparente.

—E-entiendo, entonces no tengo nada que hacer aquí, portate bien y recibe el medicamento, nos vemos —el muchacho miró a la niña mientras hablaba y la empujaba suavemente hacia el hombre.

Aún sintiendo mucho miedo y queriendo confiar en las palabras escritas en la hoja qué le envió su hermano, caminó hasta el hombre, quien la tomó de la mano y la llevó de vuelta por donde vinieron.

Aunque en un último instante regresó su vista hacia el muchacho, quien le devolvió la mirada y guiño su ojo derecho casi diciéndole qué todo iba a estar bien

Que todo iba a estar bien…

En su propia habitación, luego de haber recibido una paliza por parte del hombre con mascarilla, Izuku podía escuchar los gritos agónicos de la niña a través de las paredes.

Sabía de antemano que esto iba a pasar y aún así le encomendó ese trabajo a la niña.

(Perdoname Eri… En serio lo siento…) —Izuku podía saber que estaba pasando sin necesidad de verlo con sus propios ojos, después de todo, si Eri fallaba en su tarea ese era el destino que le esperaba a él.

—¡Aaaaah!

(En tres días todo esto acabará, solo espera Eri y por favor perdóname…)

A veces se me olvida que esto es un fanfic y me lo tomo muy enserio...

Estuve pensando en iniciar una obra original, aunque aún no estoy seguro.

Gracias por leer.

Soul2308creators' thoughts