Mientras tanto...
—¡Jajaja! ¡Realmente me la han hecho buena! —se rió Primo mientras avanzaba a toda velocidad por el pasillo, llevando a la abuela Zhu delante de él—. Hombre... no debería haber confiado en ese idiota. En lugar de eso, debería haberlo matado cuando lo dejaron hecho papilla.
—¡Ja! —La abuela Zhu se aferró al reposabrazos, temiendo caerse por la velocidad—. No solo deberías culpar a mi nieto por esto. Culpa también a tu estupidez por haberte metido con nuestra familia.
—Anciana Madam Zhu, ya estoy bastante molesto como para romper ese frágil cuellecito tuyo —siseó Primo, mirando hacia abajo a la anciana Madam Zhu sin reducir su velocidad—. Si yo fuera tú, más te valdría cerrar tu maldita boca de una vez. No estoy de humor y me temo que no tengo paciencia que sobra.
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