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Toque de Llama

—Es una amenaza para su existencia. Un dragón de sangre caliente de sangre real, el rey Malachi es tomado como rehén por los humanos que tanto desprecia. Privado de su libertad, está encarcelado en una cueva oscura, su rabia crece con cada día de tortura y humillación. La única luz que ve proviene de una mujer humana, que le ofrece su cuidado. Una mujer que lo hace arder con igual furia y deseo. Una mujer que no tiene lugar en su corazón o en su mente, porque solo un pensamiento lo sostiene. —¡Venganza! —gruñó—. Y aunque su amabilidad suaviza su corazón y su toque inflama su cuerpo, no se librará de su ira. Porque una vez que rompa las cadenas de la esclavitud, quemará todo su mundo. —Ella es la clave para su libertad. La princesa de corazón frío Ravina es una mujer con una misión. Erradicar la raza de dragones de la faz de la tierra. Pero cuando descubre que las mismas criaturas que mataron a sus padres también podrían ser las que secuestraron a su hermana, no tiene más remedio que cambiar sus planes. Para encontrar a su hermana, debe acercarse a la criatura que desprecia. Pero las cosas no siempre salen como se planean y pronto Ravina termina encontrando más de lo que esperaba. Atrapada en una batalla entre humanos y dragones, amor y odio, confianza y traición, Ravina debe tomar cada decisión con cautela. Y con cada paso que da más cerca de la bestia ardiente, corre el riesgo de derretir el hielo que rodea su corazón y ser consumida por las llamas de furia y pasión."

JasmineJosef · Fantaisie
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Lágrimas imparables

"Ravina yacía en los brazos de Malachi, disfrutando del calor y el olor de su cuerpo. No decían mucho, ya que sus dedos se entrelazaban, y se tocaban y besaban. Se sentía tan natural y calmado. 

Rastreó las cicatrices en su mano con su pulgar. —Estabas preocupada —dijo. 

—Temo no afrontar bien la decepción esta vez —admitió. 

—No nos daremos por vencidos con tu hermana. Saldré otra vez si es necesario —le dijo. 

Ravina lo miró, recordando cuán mal herido salió mientras buscaba a su hermana. Se sentía mal porque otros salían allí a buscarla mientras ella estaba aquí. Ella también quería hacer algo y no quería poner en peligro a nadie. 

—Gracias por buscarla —dijo—. Por lo que él hizo, tal vez la encontrarían. 

—Fue lo menos que pude hacer —la besó en el pelo. 

—Por cierto, me dijeron que la magia no cura viejas heridas —comenzó. 

—Si son significativamente antiguas, sí. 

—¿Entonces las cicatrices en mis manos no desaparecerán? 

Chapitre verrouillé

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