Su Ping salió de la tienda.
Miró hacia el final de la calle, decidiendo al final no ir a despedirse de sus padres.
Por una parte, no quería preocuparlos. Por otra, tenía muy poco tiempo. Además… ¡confiaba en que volvería!
Ya no era el joven débil que era antes. Si tenía que luchar contra varios reyes bestia del Estado del Destino… Incluso si no pudiera derrotarlos, al menos podría salir a salvo.
—Vamos.
Su Ping hizo que el Dragón Infernal y el Pitón Púrpura volvieran al espacio de contrato primero.
Montó en el Sabueso Oscuro del Dragón con el Pequeño Esqueleto y voló hacia el norte.
Su Ping se alejaba cada vez más de la Ciudad Base Longjiang.
—Hermano Su, vuelve. ¡Te estoy esperando para beber contigo! —gritó uno.
—Sr. Su, todavía te debo. ¡Debes regresar sano y salvo! —exclamó otro.
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