Prologo

¿Alguna vez han sentido como todo su mundo se derrumba con solo unas pocas palabras?

¿Alguna vez te han roto el corazón? ¿No? Sientes que te estrujan todo el pecho. Las lagrimas amenazan con salir a cada momento. El aire empieza a faltar. Te sientes mareada y con nauseas. Muchas nauseas. La opresión en el pecho no tarda en aparecer. Y constantemente a tu mente viene este pensamiento: ''Ya no es mio. ¿Alguna vez lo fue? Quizás siempre le perteneció a ella''

Esto esta pasando justo ahora.

Frente a mi esta John dándome la espalda. Esta sudado y el uniforme de Soccer le queda bien ajustado, así que desde aquí puedo tener una buena vista de su trasero. En otro momento lo hubiese admirado si no fuese porque le esta pidiendo a ella que sea su novia. Le esta pidiendo ser su pareja.

No puedo mover las piernas para salir de ahí, solo puedo observar. No puedo comentar nada porque las palabras no salen de mi boca. A mi alrededor hay una multitud pidiendo a gritos a la chica que le diga que si. Ella empieza a llorar para luego avanzar hasta donde el se encuentra y unir sus labios con los de el.

Quema, duele, me destroza.

Siento un liquido caliente bajando por mis mejillas. Se que estoy llorando pero no puedo mover ni un musculo para limpiar las lagrimas de mi cara. ¿No era ya muy evidente que no me gustaba la imagen que presenciaba? La multitud empieza a aplaudir eufóricos.

Mis piernas por fin reaccionan y empiezan a caminar a paso rápido hacia otro lado. Cualquiera. No importa cual sea. Solo quiero alejarme de sus manos en la cintura diminuta de ella. En como sus ojos brillaron cuando la vio acercarse a el. En como sus labios se unían como si estuviesen hechos uno para el otro. Quizás era así, y yo solo estaba de mas.

¿Como podría yo odiarla a ella? Ella era un ángel. Era tan buena, dulce, cariñosa. ¿Como podría odiarla? Pero no importa, yo lo hacia. Confieso que a veces pensaba que todo seria mejor si ella nunca lo hubiese conocido. Si ella estuviese muerta.

Mis pies llegaron al lugar donde empezó todo. En donde el cuido algo que yo quería destruir. El lugar donde nos conocimos. El lugar donde compartimos tantos momentos: buenos, malos, tristes, alegres. El lugar donde el me beso por primera vez. El lugar al que acudía siempre que el rompía mi corazón. El mirador.

El mirador que ha sido testigo de todo lo que hemos pasado juntos.

— La fiesta no queda de este lado de la ciudad, ¿sabes? — su voz. Esa voz tan ronca, tan dulce, tan suave. Gire para encararlo con los ojos hinchado y con rastro de rimel corrido a causa del llanto.

— Si, ya lo tenia claro — conteste seca. El inclino su cabeza hacia un lado dejando a la vista los lunares que adornaban su cuello. — Solo no quería asistir. Me siento mal.

— ¿Que te pasa? Sabes que soy tu amigo, puedes confiar en mi.

El escuchar la palabra amigo de su boca me causo dolor de cabeza. Si me voy a ir de su vida, debería irme sin secretos. Dile lo que sientes por el. No habrá vuelta atrás, y quizás nunca puedas volver a verlo. Solo dilo.

— John, yo te amo.

Al principio me vio confundido, luego esbozo una sonrisa y se acerco a mi para abrazarme. Me envolvió en sus brazos y beso mi pelo.

— Yo también te amo Perla.

El no entendía lo que le quería dejar dicho. El no entendía que no lo amaba de esa manera. Yo lo veía mas que como un amigo. ¿Como el no podía darse cuenta de eso? ¿Como no podía darse cuenta de la manera en que mis ojos brillan cuando lo veo? ¿Acaso no siente los latidos desenfrenados de mi corazón al tenerlo cerca?

Pero, ¿quien soy yo para enamorarme cuando su amor nunca es para mi?