En el sótano del Coliseo regido por la Señora de las Batallas, César junto a Rupert se movieron tras ser dejados por Alice.
—El área ha sido sellada. Pueden proceder.
La voz del paladín de su grupo que se encargaría de sellar la zona para que nadie escapara o avisara, vino de repente y César le dio una señal a su compañero.
Este sótano era una prisión para los esclavos humanos y en este momento, cada celda estaba vacía.
No, no totalmente vacías, ya que había algunos cadáveres y algunos más que asesinados, parecían haber recurrido al suicidio.
¿Cuánto sufrimiento habrían pasado para recurrir a ese acto? César mantuvo el silencio.
En ese silencio, continuaron moviéndose aprovechándose de que este lugar era grande.
Estaba frío y la luz era algo escasa, dando la impresión de que era una sección de celdas abandonadas.
—La prisión de bestias están cerca. — Gruñó Rupert por medio del artefacto de telepatía.
César asintió y le hizo una señal para que protegiera su espalda mientras se adelantaba por el pasillo, tratando de no hacer ruido.
Sus artefactos le ayudaban a evitar el ruido, silenciando el crujido del suelo de roca debido a sus movimientos problemáticos.
Estaba demasiado nervioso… Alice le dio la tarea de encargarse de las bestias mágicas que estaban encerradas en este lugar mientras que ella se iba a encargar de los guardias y de la cabeza de este lugar en silencio.
El Coliseo era liderado por una tal Señora de las Batallas y al ser un rango S, alguien fuerte debía encargarse de ella.
Para César no había mejor individuo que Alice.
"Vamos, ¡sucia bestia! ¡Muévete!"
Un grito vino de repente desde el final del pasillo y César se movió rápidamente tratando de disminuir su presencia lo máximo que pudo.
No era capaz en el sigilo y aunque utilizaba artefactos, él no deseaba arruinar su misión ahora, por eso trataba de ser lo más silencioso posible.
"Joder. Este terco esta mierda."
"¡Solo mueve al maldito!"
Varios gritos volvieron a venir desde una gigantesca sala subterránea y César pudo ver decenas de jaulas encantadas y en ellas se encontraban decenas de bestias, las cual un par no había conocido antes.
Estaba un león alado con solo un ala y luego estaba varios Addax temblando de miedo junto a otras criaturas parecidas a los antílopes.
Cocodrilos de toda clase, tamaños y otros tipos de bestia y criaturas salvajes.
Hasta había mariposas cuyas alas diferían de color en algunas jaulas y algunas de ellas ni siquiera pudo reconocer.
Rupert estuvo por salir, pero César lo retuvo con una mirada fría.
Ver un león alado o los buenos de los Addax hizo que Rupert se enfureciera, pero César también estaba enojado.
Sin embargo, su primer objetivo fue ver quiénes eran sus oponentes y ahora cerca de cinco humanos estaban utilizando lazos de captura, tratando de sacar a un león de melena dorada de su jaula.
Esos cinco humanos tenían la fuerza de rango A, pero estaba otro par de bajo rango que estaba ordenando que se movieran.
César reconoció al León Cornudo y pudo notar que esté en particular era de rango S, pero no solo estaba debilitado, sino que extremadamente restringido.
Las pulseras de metal en cada pata que brillaba con runas, que no era capaz de comprender, eran la prueba de que eran artefactos que restringían a esa bestia.
Antes de venir a la misión, había estudiado lo que podían encontrarse, desde las rejas hasta collares, pulseras y decenas de elementos que podían servir para esclavizar o para restringir.
Y si bien desconocía como funcionaba, reconocía para qué funcionaban.
"¡Vamos! ¡El enfrentamiento esta por alcanzar su apogeo! ¡Queremos soltarlos ahora!" Dijo la mujer que parecía la jefa y viendo al león, escupió. "Si te sigues resistiendo, haré que le corten la otra ala a la leona alada."
La leona alada que escuchó a lo lejos solo rugió con desafío y sin miedo… Tal como se esperaría de aquellos que seguían a la Reina del Bosque.
Sin embargo, las palabras de la humana afectaron al León Cornudo y dejo que lo sacaran de la celda.
César y Rupert intercambiaron rápidas miradas y tras un momento ambos asintieron.
"¡GRAAAA!"
El rugido de Rupert en la entrada resonó y cuando todos se dieron vuelta con sorpresa, César utilizó parpadeo de su artefacto y apareció a la espalda de un rango A.
*Boom*
Su puño rodeado de fuego explotó quemando la espalda de un hombre que estaba cerca de la mujer que era la jefa y dándose vuelta, César liberó otro puñetazo.
*Boom*
Lo hizo sin contenerse en nada y apuntó a la mujer debido a que su objetivo era evitar que activaran alarma o las restricciones de las jaulas, pero él no había esperado que fuera tan débil.
"¡Hhaaa!"
Su puñetazo le rompió la cabeza, destrozando parte del cráneo y el fuego de la explosión se extendió a la persona del lado, quien rodó por el suelo gritando mientras las llamas se extendían.
"Ughh…"
La mujer estaba muerta... Ese pensamiento pasó por su mente y por un segundo perdió la concentración, permitiendo que otra mujer que había estado reteniendo al león, dejara su lazo y sacara su espada cortando su espalda.
"Mátenlo podemos cazar…"
La mujer que trataba de liderar, se olvidó que aquí no solo estaban los invasores y el León aprovechando la oportunidad, le mordió la cabeza de esa mujer tragándola y agitándola en el aire, hasta que la mitad del cuerpo cayó.
La sangre, las entrañas cayendo por el suelo y el grito de dolor del hombre que se quemaba junto a los rugidos de las bestias que disfrutaban ver a sus torturadores morir, logró que César temblara.
"¡GRAAAA!"
Sin dejarse tragar por lo que veía, rugió sacando todo su miedo, temor y piedad que tenía, volviendo a atacar a otro hombre que había clavado su espada en la pierna trasera del León Cornudo que fue retenido por su collar.
Esta vez su golpe no llegó cuando un escudo se interpuso en su camino, pero fue suficiente para alejarlos unos metros y ellos pudieron reagruparse.
Todavía recordaba toda la muerte que había visto durante el asalto de la horda a su tribu y ahora no se dejó llevar por lo que veía y volvió a atacar, sin contenerse.
"¡Mierda! ¡Ayuden!" Grito el escudero.
Un mago que lo flanqueó con su varita en la mano lanzó una llamarada a César, pero a mitad de camino el León Cornudo se interpuso, permitiendo que él siguiera reteniendo a los demás.
El olor a quemado del humano que se había encendido fuego junto al olor de la carne del León Cornudo, no confundió los sentidos de César quien siguió atacando y a mitad de camino, todos sintieron una ligera presión.
"¡GRAA!"
El rugido de Rupert vino de repente y ese gorila que había estado recargando sus puños en relámpagos golpeó una placa en el suelo.
Los relámpagos se amplificaron y César sintió como su cuerpo temblaba por el dolor de los relámpagos, pero lo resistió y en cuanto al León Cornudo, asimiló la electricidad.
Esos relámpagos cuando llegaron a las jaulas metálicas y los grabados en el metal brillaron antes de que los relámpagos los destruyeran, abriendo las rejas y a la vez destrozando los collares, pulseras y todos los artefactos de contención.
Fue lo mismo para el León Cornudo, quien una vez liberado pudo controlar los relámpagos y asimilando los de Rupert, soltó tres relámpagos solidificados en dirección del grupo restante.
El hombre herido fue atravesado dejándole un agujero en su cuerpo y el mago de fuego pudo levantar una barrera, pero su cuerpo fue electrocutado y quemado hasta que soltó espuma por la boca y cayó seco.
Los ojos de los restantes se abrieron y el escudo trató de proteger al último compañero a su espalda, pero Rupert cargó desde atrás golpeando la espalda del espadachín.
"Nosotros…"
El espadachín cayó al suelo y el escudero fue empujado, pero cuando levantó su escudo, una mariposa aleteó sus alas, volviendo sus ojos en blanco.
Un ataque metal directo.
El León Cornudo no desperdició la oportunidad y saltando, clavo sus garras afiladas en el estómago del hombre que cayó al suelo y le aplastó el pecho, entonces luego atravesó por la espalda al escudero con su cuerno y tras levantarlo, soltó sus relámpagos hasta que ambos murieron.
Cuando tiró el cuerpo a su lado, el León Cornudo cayó al suelo agotado mientras la Leona Alada llegaba para ayudarlo.
"Es mejor que descansen." Dijo César utilizando un pergamino de curación a gran escala.
Una luz verde cubrió a cada bestia en este lugar herida o medianamente herida y lentamente se recuperaron de sus heridas, pero eso fue todo.
Algunas estaban desnutridas o deshidratadas y otros estaban demasiados cansados para hacer algo.
Rupert también utilizó un pergamino similar para reponer la energía en el cuerpo y ayudarlos a mantenerse.
"Gracias… No han avisado de que llegarían." Dijo la Leona Alada con una voz femenina.
César no se sorprendió de esas palabras.
Según lo que había leído en el informe, Melgar se había preparado bastante y había información de personas que trabajaban en este negocio.
Un limpiador, un asistente o quien se encargaba de alimentar las bestias, algunos de ellos tenían grandes rencores y estaban dispuestos a informar para qué se preparan o no se sorprendieran.
La presencia del León Cornudo fue liberada lentamente suprimiendo a las criaturas más salvajes de este lugar y aquellas que no eran inteligentes.
Fue una reacción instintiva y si bien ese león estaba debilitado, los otros también y eso hizo fácil suprimirlos y retenerlos.
"Podemos encargarnos de los demás." Murmuró el León Cornudo mientras se sentaba.
Le estaba diciendo que podían retirarse a seguir con la misión y César tras dejar un artefacto de comunicación de emergencia, le dio una señal a Rupert y ambos salieron.
Siguiendo el mapa que antes habían aprendido, se movieron hacía en donde estaba el coliseo y para su suerte, no vieron ningún trabajador o guardia.
Aunque estos últimos no eran tan recurrentes debido a que confiaban en que nadie los atacaría en este lugar… Al menos, eso era lo que decía los informes que ambos leyeron.
"¡Mátalas!"
"¡Luchen!"
"¡Queremos sangre!"
Rugidos y gritos vinieron desde el final de un pasillo que dirigía al coliseo y César al acercarse para observar en silencio, pudo ver a tres hombres y tres mujeres luchando entre ellos.
Era un agujero grande esférico de gran tamaño con paredes de metal encantadas y arriba estaban decenas de humanos gritando con emoción y deleite al ver el espectáculo.
La locura, la emoción salvaje y la exaltación era algo que César nunca había visto antes.
Todo mientras alentaban a que las personas que estaban semidesnudas en la arena se enfrentaran entre ellos con espadas cortas y cada uno de ellos estaba cortando al otro, buscando asesinarlos.
Sobrevivir o morir, ellos luchaban por sus propias vidas mientras que los humanos alentaban la matanza, deseando ver sangre.
*Boom*
Ambos no supieron cómo reaccionar ante la bestialidad que estaba viendo y antes de que ambos pudieran detener la batalla, una de las entradas del coliseo fue abierta de repente.
Las puertas destruidas se apartaron a cada lado mientras el polvo se extendía y el silencio por un momento surgió, antes de que gritos aún más eufóricos vinieran.
"¡Sangre!"
"¡Sangre!"
"¡Sangre!"
¿Esperaban una bestia indomable y salvaje? Lo que salió de ese lugar fue peor de lo que ellos imaginaban… Alice salió del lugar mientras caminaba vestida con ropa de ejercicio de color negro.
"Aquellos que se rindan vayan a la parte norte, bajen sus armas y tírense al suelo. Los que desean morir pueden atacarme." Dijo Alice mirando a los espectadores quienes estaban arriba observando.
Los guardias que estaban observando y aquellos que gestionaban el lugar, empezaron a mostrar reacciones alarmadas, pero los espectadores fueron diferentes.
"¡Cállate puta y mátalos a todos!" Gritó un hombre que estaba observando desde arriba.
Las risas surgieron de todas partes y al momento siguiente, un brazo negro salió de la espalda joven y se extendió hasta el hombre sin que César pudiera verlo y entonces lo atrajo al suelo, golpeándolo.
"HAaaaGGg…"
No era un usuario de habilidad, era un humano normal y si bien Alice se contuvo, la caída fue tan dura que un hueso de la pierna se quebró, atravesando la carne y siendo visible para todos.
"Lo diré…" Antes de que ella pudiera seguir, el grito de ese hombre continuo y Alice como si no quisiera perder tiempo esperando a que se callara, lo agarró otra vez de la cabeza con su brazo negro.
La mano de ese brazo lo sostuvo en el aire, cubriendo su rostro y le impidió respirar, lo que hizo que ese hombre pataleara antes de que su cuerpo se detuviera, tras desmayarse.
"Obedezcan o mueran." Ordenó Alice.
Su voz llevaba una frialdad y una indiferencia que César nunca había notado y su aura siniestra logró que los pelos de su cuerpo se pusieran de punta.
Siniestra, fría e indiferente, alguien que iba a cumplir sus palabras y la respuesta del público fue simple…
"¡Ataquen!" Gritó un organizador lanzando con su varita una bola de fuego.
César pudo ver que Alice tragaba a los que habían estado luchando con su oscuridad y tras hacer lo mismo con el idiota que la había insultado, decenas de brazos negros la cubrieron formando un capullo que se elevó en el aire.
Mirándose con su compañero, ambos resistieron sus temblores y empezaron a correr en dirección de la escalera.
Salir ahora al centro del coliseo por donde estaba Alice recibiendo hechizos y ataques de toda clase, era un muy mal movimiento y por eso se movieron a la escalera.
Los gritos de ataques, las explosiones y luego las voces de dolor empezaron a llegar hasta su posición y cuando ambos llegaron a la parte de arriba, se detuvieron de forma involuntaria.
El capullo negro se había elevado en el aire del coliseo, superando la altura de donde estaban los espectadores y se detuvo antes de alcanzar el techo.
Este coliseo estaba cerrado y si bien tenía diferentes puertas para salir, nadie pudo hacerlo debido a que el paladín que había venido a este lugar lo sello, rezando a su dios.
Los atacantes se detuvieron al ver a ese capullo que estaba creciendo en tamaño y mientras que los trabajadores se retiraban a la parte norte, guiados por aquellos que fueron informados ligeramente de la situación, los que no sabían nada trataron de huir por las entradas, pero no pudieron salir del sello.
"Quie…"
Una lanza atravesó el cráneo del organizar que había intentado hablar tras detener su ataque y al momento siguiente, vinieron decenas de lanzas del capullo.
"Gra…"
"Huaa…"
"Me rind…"
Sin piedad, los que estaban más cerca fueron atravesados, cortados o degollados por las lanzas negras tiñendo de rojo esas lanzas.
Aquellos que pudieron esquivar por reflejos o suerte, solo fueron sorprendidos por segunda lanza que se dividió de la anterior y si lo volvían a esquivar, debían enfrentar a varias otras lanzas, hasta que eran heridos de gravedad o morían al instante.
Cada uno de los que la había atacado murieron o quedaron gravemente heridos mientras lentamente se desangraban.
Algunos estaban sosteniendo sus estómagos cuyas entrañas estaban saliendo, se desangraban por las heridas en los cuellos y algunos pocos, lloraban mientras se arrastraban por el suelo dejando atrás piernas o brazos y pasando entre los cadáveres y cabezas.
"Ugrrh…"
Sangre, lágrimas, llanto, miedo y la visión tan atroz llevo a que Rupert vomitara y César solo tragó con miedo.
Las personas de aquí ni alcanzaban el rango S y un par de rangos A eran los únicos que quedaban, pero esta vez Alice no estaba jugando y su movimiento siguiente lo dejo en claro.
El capullo tembló y las lanzas se movieron, eliminando a cada uno de los que la había atacado, acabando con la vida de incluso los heridos y su rápido movimiento consiguió que todo quedara en silencio.
"…"
Un silencio que pronto se llenó de miedo, pánico y terror cuando el llanto empezó a surgir, luego de que las lanzas retrocedieran y el capullo revelara la figura del interior.
"No volveré a repetir mi advertencia." Dijo Alice flotando en el aire observando a cada uno de los presentes y sacando cuatro brazos negros de su espalda, aterrizo en el suelo afirmándose con esos brazos.
No le importo si las personas eran guardias de este lugar, simples espectadores, aventureros o milicianos, todos aquellos que la atacaron fueron asesinados… Como si no deseara dejar a la basura que disfrutaba estos espectáculos, vivos.
"Ten piedad… Solo déjanos ir y nosotros te pagaremos."
Una mujer que claramente era alguien que daba la impresión de tener riqueza, se acercó llevando su anillo en su palma y a la mitad de camino, hizo aparecer una daga y trató de atacar.
"…"
Lo que lo espero fue una lanza que le cortó la cabeza dejando que su cuerpo cayera al suelo sangrando y la cabeza cayera a su lado.
"Muévanse ahora." Ordenó Alice sin ningún cambio de expresión.
Las personas que habían tratado de huir por otras entradas se movieron mientras estaban pálidos de miedo y esa jovencita tiró collares para que los usuarios de habilidades se lo pusieran.
"¿Pueden encargarse?" Preguntó Alice mirando a ambos y señalando a los humanos con habilidades, añadió. "Solo quedan algunos debiluchos."
Su voz no tenía ninguna emoción y César asintió al verla actuar mientras que Rupert tras haber vomitado, también asintió con una expresión seria.
Esos pocos 'debiluchos' también se pusieron collares siguiendo las órdenes de la parca que estaba vestida de negro.
"Si son atacados, pueden matarlos." Añadió Alice antes de caminar a la salida y moverse a través de la barrera que sellaba este lugar.
Sus palabras fueron dichas en voz alta y fue lo suficiente para que todos lo que la escucharon palidecieran.
Ella no había bromeado.
******
Saltando entre las casas en medio de la noche, Alice vio a lo lejos un edificio ardiendo y algunas batallas destructivas.
Melgar era alguien hábil y muy capaz, que se estuvo preparando durante bastante tiempo para vengarse en contra de los señores de la guerra de Jartum.
Su hermana había decidido esperar primero a causa del peligro que representaba la Señora de las Bestias y luego a causa de que la ciudad no había estado tan preparada para recibir más refugiados.
Era posible que se estuviera lamentando de la situación y más cuando había tanta 'mierda' sucediendo en este lugar.
No obstante, Melgar estuvo preparado y lo hizo a su manera, utilizando el dinero que su hermana le daba para gobernar la ciudad el Obeid y contratar personas.
Sabía la disposición interna de cada lugar importante, los lugares en donde se llevaban los peores negocios y quienes eran los dueños a la vez que había contratado, aventureros, mercenarios e incluso cazarrecompensas para que vinieran a eliminar a objetivos específicos.
Como si fuera poco, se había acercado en secreto a algunos locales que vivían en esta zona y que estaban cansados de todo lo que sucedía en su ciudad, llevando a que ahora, la destrucción fuera precisa.
En las murallas los mercenarios estaban tomando el control junto a los demonios disfrazados de humanos que estaban trabajando para Melgar.
Esos demonios pasaron por aprobación de la iglesia, pero si ellos querían tener una buena vida, debían realizar un buen trabajo en este lugar… Y eso estaban haciendo.
Dirigiéndose a su destino, Alice vio a más de tres equipos de asalto, entrar a casas o edificios lujosos, para eliminar a sus objetivos.
Algunas batallas eran llevadas cerca del cuartel en las murallas alrededor de la ciudad y las patrullas estaban siendo subyugadas de forma organizada sin permitir que los defensores se reunieran.
Sin embargo, incluso si Melgar trabajaba bien, no significaba que no hubiera errores en este plan.
"No he encontrado a la Señora de las Batallas. No parece estar en la ciudad o si se encuentra en este lugar, su reloj holográfico no parece estar conectado." Dijo Liam a través del equipo de comunicación.
Ese hombre no estaba trabajando directamente en esta misión, pero como alguien que las estaba apoyando, había decidido involucrarse, aunque sea para cooperar cuando era necesario.
Y ahora su cooperación consiguió que la expresión de Alice se volviera seria.
"Sigue buscando y advierte a los demás, de que la Señora de las Batallas sigue viva." Ordenó Alice mientras se movía a la siguiente posición.
La información decía que este día la Señora de las Batallas iba a estar en el coliseo supervisando el espectáculo de esta noche.
Era una rutina y la confianza en la información era alta, ya que el mismo Melgar se encargaba de estas cosas.
La Señora de la Batallas iba a ser su objetivo para esta noche, pero no estuvo presente… Y eso significaba que un rango S estaba suelto.
"Las fuerzas aliadas están advertidas." Respondió Liam por medio de la red de comunicación personal y tras un silencio, añadió. "A una calle de tu posición, hay un equipo enfrentándose a un grupo de defensa de alto rango."
Al escuchar ese aviso, Alice utilizando sus brazos cambio de dirección y se movió a alta velocidad por el tejado mientras se cubría en la oscuridad y tras avanzar, escuchó ruido de batalla.
Varios mercenarios estaban enfrentando a un grupo de milicianos y si bien los mercenarios liderados por un paladín eran fuertes, la ventaja estaba en el lado de los milicianos debido a las heridas de los mercenarios.
¿Fue una emboscada? A Alice no le importo y aterrizo entre medio de ambos grupos.
"Bajen sus armas y…"
Antes de que pudiera dar su advertencia, el grupo de milicianos la atacó y eso fue suficiente para ella para soltarse.
Uno de sus brazos desvió la espada de un atacante, y creciendo aún más le cortó el cuello a ese individuo, tan solo para girarse de vuelta y dividirse en varias lanzas, que atravesó las espaldas de los demás.
Su hermana había dicho que cualquiera que atacara podía ser eliminado y Alice no se iba a poner pensar quien merecía morir o no y simplemente iba a matar a todos.
Este lugar estaba demasiado lleno de basura como para ponerse a pensar detenidamente y ella no tenía ni el interés ni las razones para detenerse.
"Graci…"
Ignorando al grupo que había ayudado, ella volvió a saltar al tejado y continúo moviéndose hasta la 'Mansión de la Obediencia', que era su siguiente objetivo.
Entre más malhechores eliminaba más fácil sería la limpieza y el control una vez que el sol saliera.
Tras un par de segundos, alcanzó la mansión que tenía una muralla interna a su alrededor y Alice aterrizó en donde estaban tres paladines cubriendo la entrada.
Estaban ocultos, pero su presencia que buscaba cubrirse con el espacio alrededor era notable.
"La mansión está sellada. Nadie ha salido o se ha dado cuenta de lo que sucede." Informó uno de los paladines.
Alice viendo el fuego a lo lejos, asintió y se hundió en su sombra antes de entrar por la entrada que los paladines abrieron.
Una vez que entró se dio cuenta de que no podía escuchar el ruido desde afuera, ni tampoco ver las llamas, dando la sensación de que era una noche tranquila como cualquier otra.
Esta vez no habían sellado el área de forma simple, sino que lo hicieron para cubrir lo que sucedía en el exterior, utilizando una táctica común entre los paladines experimentados para no alertar algunos individuos.
Un par de guardias estaban en la entrada y Alice en vez de moverse entre ellos, extendió sus sentidos, detectando las diferentes presencias y a la vez dejo que su oscuridad en forma sólida saliera desde la sala de la mansión.
En segundos cubrió la sala y la masa de oscuridad se movió por el pasillo, tragando a los guardianes que ni siquiera pudieron reaccionar y luego avanzaron por las habitaciones de los clientes de este lugar.
Vio algunos humanos copulando entre ellos y Alice sin inmutarse, hizo que la oscuridad los cubriera para silenciarlos.
En este lugar el cliente podía pedir a alguien determinado con una mentalidad específica lo que hizo que en las habitaciones se encontraran diferentes situaciones de roles sádicos con mujeres, hombres e incluso jóvenes de ambos géneros.
Los clientes podían seleccionar a las personas con la cual deseaban tener relaciones y luego le lavaban el cerebro, para que cumplieran un rol específico… Convirtiéndolos en juguetes para esos individuos.
Juguetes diseñados para cumplir las fantasías de aquellos que pagaban y como ella era incapaz de liberar la mente de esas personas y traer sus recuerdos, prefirió dejarlos inconscientes y tragarlos en su sombra, amontonándolos en el interior de su sombra en donde ella se encontraba.
"Tch… Esto es desagradable." Murmuró Alice en el interior de su sombra.
La oscuridad actuaba como sus ojos y oídos mientras cubría toda la mansión de la obediencia y el interior de su sombra, ella podía ver a las personas.
Algunos lunáticos sádicos pagaban para que sus víctimas se convirtieran en masoquistas que les pedía ser castigados… Y era lo suficiente desagradable, como para que ella perdiera el apetito.
Pero eso fue todo.
No pudo sentir ninguna otra emoción por lo que estaba viendo… No, estaba mintiendo.
Había un deseo de matar a toda la escoria de este lugar, no deseando que su hermana se enfrentara a los verdaderos monstruos con rostros humanos que eran clientes de este sitio.
Cuando su oscuridad cubrió cada pasillo y habitación sin dejar a nadie, descendió al sótano en donde pudo encontrar algunos guardias que solo fueron tragados por la oscuridad antes de que gritaran.
Al siguiente momento encontró salas de celdas en donde estaban todas clases de prisioneros y tras tragarlos a ellos también, dejándolos inconscientes antes de que llegarán su sombra, Alice encontró la puerta de una oficina.
Utilizando un pergamino para curar las heridas y reponer la energía de las decenas de personas que estaban en el interior de su sombra, ella salió al pasillo, sin temor de que alguien despertara dentro su sombra.
Esa puerta estaba encantada y según el informe de Melgar, el otro lado era el área en donde la Señora de la Mente se encontraba por lo general.
Rompiendo la entrada en silencio, ella abrió la puerta y cuando pudo entrar extendiendo sus sentidos, frunció el ceño.
La sala lujosa subterránea estaba vacía, al igual que la oficina principal y las otras salas, exceptuando una sola habitación en donde estaban dos presencias.
"¿Padre me veo bien?"
"Sí. Hermoso."
La voz de un joven, casi infantil vino a sus oídos junto a la respuesta de un anciano y ella caminó a la entrada sin ocultar sus pasos.
Pudo escuchar el murmullo dando aviso de que alguien venía y Alice sin importarle abrió la entrada.
"¿Quién mierda molesta ahora?" Gruñó un anciano con una voz llena de ira y cuando no hubo respuesta, se giró y al notarla, cuestionó. "¿Quieres eres tú, niña?"
Su voz de abuelo amable no ocultaba la mirada lasciva y llena de lujuria que le daba a ella, mirando su cuerpo con deseo insaciable.
"¿Quién es, padre?" Preguntó un joven de piel oscura mientras se acercaba protegiendo al anciano, de forma valiente.
Piel oscura, llevaba lo que parecía un uniforme estudiantil y el anciano estaba medio desnudo cerca de la cama.
Alice levantó su ceja y fue ese ligero movimiento junto a una pizca de sed de sangre que logró que el anciano sacara una daga y la pusiera en el cuello del joven.
"No sé quién mierda quieres, pero si das un paso, lo asesino." Dijo al anciano con palidez.
La mano derecha de la Señora de la Mente… Alice recordó el informe de ese hombre y no lo pensó demasiado.
"¿Padre?" Dudó el joven con una mirada perdida.
Sorprendido, temeroso, asustado y a la vez confiado, el joven no se resistió pensando que su 'padre' lo protegería o estaba haciendo eso por su 'bien'… Era un lavado de mente superior a lo que se veía en otro lugar.
Alice conectó su oscuridad a la sombra de ese anciano y sin ningún aviso, dejo que brazos salieran atrapando la cabeza, el cuello, los brazos y las manos, empujando a su vez al joven.
"Deja a mi padre." Grito el joven y corrió hacia ella tratando de golpearla, pero Alice simplemente movió un brazo negro para atrapar la cabeza del joven.
Lo dejo inconsciente lo más delicadamente que pudo y luego dejo que la masa negra lo engullera para llevarlo a su sombra.
Se necesitarán especialistas en magia mental y hasta psiónicos para tratar de solucionar lo que sea que el joven habría sufrido y lo único que Alice podía hacer en este momento era terminar su trabajo.
Observando al anciano cuya boca estaba cubierta por un brazo negro que lo retenía mientras hombre trataba de escapar con una expresión llena de miedo, Alice también pudo notar cierta calma, de alguien que creía que era capaz de escapar.
"Quiero saber en dónde está la Señora de la Mente y la Señora de las Batallas. Si respondes, te mataré cruel y lentamente." Dijo Alice y observando al hombre que empezaba a temer de verdad, añadió. "Si te demoras en responder, te haré pasar por un verdadero infierno."
La Señora de las Batallas no pudo ser encontrada y ahora la Señora de la Mente tampoco, eso parecía demasiada coincidencia para un mismo día.
Era poco probable que escaparan, ya que según el informe ambas tenían confianza en sus fuerzas que estaban siendo derribadas actualmente, pero a la vez Melgar quien reunió la información podría haberse equivocado.
Así que necesitaba una respuesta y la mano derecha de la Señora de la Mente era la mejor forma de obtener respuesta.
Si respondía lo mataría cruel y lentamente, pero si se demoraba, le enseñaría que habría peores cosas que una muerte cruel y lenta.
"Vete a la mierda, puta…"
Cuando la mano lo dejo hablar, el anciano intentó escupirle, pero un brazo detuvo su escupitajo y Alice simplemente levantó su ceja, dejando que la oscuridad volviera a cubrir la boca del hombre.
"Por las malas entonces." Murmuró en tono bajo mientras escuchaba el grito ahogado del hombre cuando la oscuridad empezó a devorar los brazos.
Desgarrar la piel lentamente de una forma dolorosa, para luego pasar a los músculos, el movimiento fue lento y a la vez lo suficiente controlado como para que no desangrara, todo mientras Alice observaba sin cambiar de expresión.
Iba a conseguir la información que deseaba y también iba a matar a ese anciano de la forma más cruel posible para que cuando el sol saliera, su hermana no tuviera que enfrentarse a esta clase persona.
Prefería también encontrar a la Señora de la Mente y la Señora de las Batallas y descubrir que estaban tramando, pero si no hablaba o si le mentían, no era que le importara demasiado.
No era la única que estaba buscando y otros conseguirían información más certera que ella.
Junto a ese pensamiento, Alice abandonó la habitación y se dirigió a la salida.
La oscuridad seguía atada al anciano, siguiendo sus órdenes y como ella estaba conectada a esa oscuridad podía seguir escuchando sus gritos de dolor y viendo las lágrimas de llanto, pero simplemente los ignoró.
Solo esperaba que su hermana no viera lo que ella había visto, pero sabiendo en qué clase de sitio se encontraba, era muy posible que fuera una esperanza imposible.
Jartum estaba lleno de basura.