Érica miró la gigantesca meseta de color marrón que estaba al frente de ella.
Más de doscientos de metros de altura y en vez de una cordillera montañosa, parecía una pared y en medio se encontraba una grieta que llevaba al interior de esa meseta.
Lo curioso no era esa meseta, sino que la entrada en la grieta que tenía dos pilares de diez metros de altura y tallado una entrada en la piedra de siete metros, que daba a la vista al interior.
Érica al ver esa entrada pensó en Petra, en Jordania, y sintió la misma vibración.
A pesar de que era de noche y ellos estaban acampando a más de quinientos metros de la entrada, ver el interior oscuro de la entrada daba cierta sensación de peligro a lo desconocido.
La expedición estuvo viajando siguiendo la guía de la Directora Meredith que los guiaba siguiendo rastros de la civilización de este mundo y si bien antes habían encontrado estructuras o rastros de civilización, esta era la primera vez que encontraban una estructura intacta.
Esto no parecía abandonado.
Aurora le había enseñado que cada portal abismal tenía un escenario y que había límites en ese escenario y este mundo era igual, limitado con tormentas de arenas y con arenas movedizas que prácticamente cubrían las zonas más peligrosas.
Las tormentas de arena quemaban la piel e incluso derretían las barreras, así que era normal que fuera difícil sobrevivir a esta tormenta, pero tales tormentas no llegaban a estas montañas.
"¿Arrepentida de venir?"
Era de noche y faltaba unas horas para que amaneciera y ella estaba haciendo guardia y quien la acompañaba era Noah, el espadachín de magia de fuego.
Noah era alto y ligeramente fornido y también tenía una apariencia agradable con su cabello negruzco desordenado y los ojos marrón claro, pero ahora se veía extremadamente vitalizado.
Muy diferente a ella… Érica sabía que estaba en un estado pésimo.
"Me estoy muriendo de calor a pesar de que es de noche y cada día empeora, pero no, no me arrepiento." Respondió Érica en calma.
A pesar de que estaba usando una barrera de magia de hielo, el calor la seguía afectando y empeoraba el lanzamiento de hechizos.
Con el tiempo no se acostumbraba, sino que era lo contrario, el calor se volvía más elevado y era aún más molesto para resistir.
Llevando a que ella usara artefactos de limpieza para limpiar el sudor constante y la transpiración.
Hasta ahora no habían tenido batallas importantes y si bien se enfrentaron a monstruos no fue lo suficiente como para que ella quedara en desventaja.
Sin embargo, estaba en desventaja.
"Lo estás aguantando muy bien." Dijo Noah sonriendo brillantemente.
¿Quería ser amigable? Érica tenía que aceptar que aparte de obedecer órdenes no se comunicaba demasiado con los demás miembros del grupo y cada poco tiempo libre lo pasaba estudiando para su hechizo.
"Es solo la apariencia. Aunque serás tú quien tenga que hacer un mayor trabajo." Respondió Érica no queriendo ser tan poco amigable.
Noah era un mago de fuego y que estuviera tan revitalizado, mostraba que el calor lo estaba favoreciendo y Érica había visto como la magia de fuego era potente en esta clase de ambiente.
"Es una gran responsabilidad, pero me esforzaré." Respondió Noah volviendo a sonreírle. "Si es necesario te protegeré."
No, él no estaba tratando de ser amigable, trataba de coquetear y Érica al escucharlo levantó la ceja y lo miró de arriba abajo, antes de soltar un bufido.
Al instante de ver al joven avergonzarse por su mirada y su bufido, ella se arrepintió de haber mostrado sus emociones tan directamente, pero mantuvo su expresión indiferente.
Estaban en una misión y lo último que ella pensaba era coquetear… No, ella estaba en el punto de su vida en el que el conocimiento, el deseo de aprender y de mejorar era lo único que estaba frente de ella y el romance estaba lejos.
No obstante, no necesitaba ser tan directa y menos cuando podía causar problemas con sus compañeros.
"Iré a pedir el cambio de guardia." Dijo Érica girándose para dirigirse al campamento dejando atrás a Noah.
Los portales abismales eran peligrosos, pero hasta ahora no había aparecido ningún peligro y tampoco habían encontrado demasiado.
Para Érica eso significaba que el peligro todavía estaba oculto y si no mantenían la misma guardia podían ser problemático.
Dirigiéndose al campamento, vio las tiendas de campaña de varios metros y también notó a Sasha hablando con Cécile mientras pasaban el tiempo.
Ellos eran los segundos guardias internos y Érica los saludó.
La tarea que le dieron a ella y a Noah era vigilar la entrada de la grieta en caso de que alguien o algo saliera por la noche, mientras que Sasha y la Profesora Cécile cuidaban el campamento.
Érica caminando por la arena se dirigió hacia la carpa del Príncipe Artorius quien era el siguiente guardia y al abrir la carpa, se adentró a la sala interna.
Cada carpa tenía un espacio interno y la del príncipe era de las más altas calidades y la sala estaba equipada con una heladera, televisor, sillones y una mesa para comer, junto a una mesa de ping-pong.
También el tamaño era considerable.
"Su Alteza Artorius." Dijo Érica en voz alta, dirigiéndose al pasillo y acercándose a la puerta del dormitorio.
Justo cuando estuvo por tocar, la puerta se abrió y Érica frunció el ceño de inmediato al ver a Morgan abriendo la puerta.
"No abras…"
Morgan estaba llevando únicamente bragas y un sostén de encaje de color negro bastante seductor y estaba mostrando su piel blanca algo rosada con bastante orgullo.
La voz del príncipe sonó detrás de ella y Morgan le dio una sonrisa a Érica y pasó mientras se ponía la pollera delante de ella y luego de arreglar el cabello se puso una camisa.
Lo hizo a propósito delante de ella, no para mostrar su cuerpo orgullosamente ni como un sentido de dominio para posibles rivales amorosas, sino que con cierto deseo oculto de ver su reacción y Érica simplemente frunció el ceño.
"Estamos en un portal. Trata de mantener tu libido en control." Dijo Érica con un tono frío.
"Somos seres humanos, Érica. Hay veces que relajarse es bueno y el sexo es un método excelente." Respondió Morgan sin sentirse ofendida y dando una sonrisa, agregó. "Y fue el príncipe quien me pidió que viniera esta noche."
Junto a esas palabras, ella se alejó saliendo de la carpa y Érica se dirigió a la sala y esperó hasta que luego de unos minutos el príncipe Artorius salió llevando su equipo de combate.
"Lo siento por eso. Hemos estado saliendo por un buen tiempo." Dijo Artorius como si quisiera aclarar la situación.
A Érica no le importaba que clase de relación, sino que…
"No me importa lo que ustedes hagan, pero espero que no bajes la guardia." Dijo Érica y sin ocultar la seriedad, señaló. "Es tu turno de guardia. No la cagues."
Sus últimas palabras provocaron que el príncipe se quedara tieso al escucharla ser tan brusca, pero Érica simplemente abandonó la carpa.
Recordaba que Meredith le había dicho que esperara que esto no se convirtiera en algo similar al Duodécimo Portal Abismal y si el príncipe quien debía mostrar una actitud responsable estaba distrayéndose de este modo, iban mal.
No estaba mal relajarse, pero tampoco dejarse llevar con tanta facilidad y menos en un portal como este y era aún más importante mantener el control para alguien como el príncipe, que debía mostrar una imagen de liderazgo, responsabilidad y profesionalismo sobre los demás.
Si Artorius la invitó para que ella se sintiera convencida de apoyarlo, Érica debía admitir que no estaba haciendo las cosas bien.
Al final, ella dejó de pensar en el tema y volvió a su carpa.
Como ya había terminado su guardia, necesitaba volver a su estudio hasta que decidieran ingresar en esa grieta.
Necesitaba estar preparada para lo que fuera que este mundo le estuviera esperando.
******
En un espacio blanco ilimitado, Aurora respiró hondo mientras controlaba su jadeante respiración.
Acababa de entrenar con su maestro y estaba tratando de recuperar su aliento mediante la meditación, sin querer pensar en lo que sucedía afuera en el mundo real.
Desde que esa tormenta de arena surgió las cosas se complicaban y las autoridades se reunieron provocando cierta conmoción.
Los informes hablaban de que los no-muertos se estaban reuniendo desde todas partes del territorio de la calamidad no-muerta y algunos temían lo que podría suceder o lo que estaba sucediendo.
Prepararse para esa situación iba a ser complicado y más cuando estas tierras tenían individuos influyentes que podrían intervenir.
En el norte en las tierras de Turquía se encontraba el Rey Demonio Pacífico y el Gremio los Caídos, al sureste estaba el Rey de Arabia y al este en las tierras sin ley en Iraq se encontraba el Rey Demonio el Joven y otros reyes, señores demonios y sectas.
Sin embargo, pronto tendría que enfrentarse a todos esos problemas y ahora que ella estaba en este espacio de su maestro, vino por una razón particular.
"Mi espada se está rompiendo." Dijo Aurora al abrir sus ojos.
Su maestro estaba meditando al frente de ella y Aurora observó la espada en su regazo y la grieta en su tan confiable espada.
Con esta espada cortó bestias mágicas de rango S, atravesó el armazón de una nave de guerra y también hirió a poderosas bestias de rangos SS y personas de ese rango.
Sin embargo, lo que estaba rompiendo su espada era su aura.
Sus auras que cada vez se estaba fortaleciendo y ella que estaba alcanzando su límite y la fortaleza de sus auras estaba destruyendo la espada cada vez que la manifestaba.
"Así es." Respondió su maestro y observándola, reveló. "Esta es una espada de entrenamiento. Una espada diseñada para ayudarte a manejar tu aura con facilidad y ahora ya has superado a tu espada."
En este momento no estaba su anciana maestra, sino que estaba solamente el anciano que la miraba con cierta seriedad.
Aurora había logrado avanzar y el aura solidificada que le permitió cortarle la cabeza a la mujer-mariposa fue la prueba de que estaba alcanzando nuevas alturas.
Su aura se había solidificado obteniendo una nitidez mayor y a la vez estaba rompiendo su espada… La espada que alguna vez su maestro le había dado.
La espada que la había acompañado en buenos y malos momentos.
"¿Y ahora qué hago?" Preguntó Aurora prestándole atención al anciano.
Ella sabía que el anciano y la anciana no eran normales, pero para ella ambos eran sus maestros y la confianza que les tenía la hizo preguntar sobre qué hacer.
"Necesitas encontrar una nueva espada." Respondió el anciano como si fuera obvio.
Esa respuesta fue poco confiable… Demasiado poco confiable.
¿Una espada? Aurora desde que había tenido su espada no necesito buscar otras espadas y las otras espadas que utilizaba era las espadas secundarias que usaba como entrenamiento o cuando usaba su aura celeste independientemente.
Sin embargo, nunca buscó una espada ni tampoco trató de encontrar una nueva espada y eso que había visto armas con habilidad encantadas o efectos únicos.
Nada le había atraído la atención, ya que su espada era excelente.
Una espada diseñada para que ella pudiera ejercer su aura de tal forma que no se sentía incómoda ni había resistencia.
"¿Qué es una espada para ti?" Preguntó el anciano observándola expectante.
Un arma… Eso respondería hace tiempo cuando veía su espada como un arma que solamente servía para asesinar, pero ahora era diferente.
Ella disfrutaba su arte de espada y entendía que el arma no era la espada, sino que ella y su espada era simplemente un medio ya fuera para asesinar, para lograr su objetivo o para disfrutar su arte.
Un pincel para una artista como ella… Sonaba cursi, pero Aurora eso era.
Un artista que plasmaba sus emociones en la realidad usando una espada como pincel y los colores de su aura como tinta y últimamente sus auras estaban manifestando ya no solo a un nivel conceptual en el cual ella podía cortar maldiciones, sino que estaba adquiriendo solidez.
Ella le cortó la cabeza a la mujer mariposa gracias a que su aura roja se solidificó y fue tan letal que logró cortar el cuello de un rango SS.
"Todo espadachín tiene su espada que puede llamar suya… Su propia arma que lo distingue de los demás. Si te gusta lo que haces necesitas encontrar una espada que sea de tu gusto." Dijo el anciano dando una sonrisa.
Aurora recordó a Zrag y la espada que ese goblin usaba y limpiaba con cariño y atención de alguien que cuidaba su arma.
Todo espadachín tenía una espada que podría llamar propia y si bien la espada que le dio su maestra le gustaba y la acompañó por mucho tiempo, no fue una espada que ella eligió.
Fue un regalo.
Ahora ella era la suficiente adulta y tenía un estilo propio y era momento de buscar una espada que no solamente se ajustara a su estilo, sino que a su fuerza futura.
Cuando ascendiera a rango SS, Aurora podía sentir que sus auras tomarían una nueva forma que ya antes se había mostrado y una espada normal no iba a ser suficiente para esas auras.
"Gracias, maestro." Dijo Aurora inclinándose en respeto.
Era triste saber que su espada se rompería por su fuerza, pero ese momento seria cuando ella finalmente diera un paso a los rangos superiores.
Aurora estaba agradecida de que su maestro la guiara a este punto y sin él probablemente no alcanzaría estas alturas.
"No estaría mal que yo tenga una nueva espada." Murmuró el anciano como si estuviera pensando en voz alta.
Aurora observó la seriedad del anciano y supo de inmediato que le estaba pidiendo un soborno.
Había personas como ellas que eventualmente se quedaría sin espada y luego estaban personas como el anciano que coleccionaba espadas.
Al final, Aurora sonrió.
Esa clase de persona era su maestro.