Para cuando Davi y Zaki volvieron, gotas de sudor invisible comenzaron a caer de la frente de Zaki apenas sintió el aura helada que se arremolinaba alrededor de Sei.
Por suerte, Davi fue corriendo hacia él, con una gran sonrisa, y la fría mirada de Sei estuvo obligada a calentarse lentamente. Aprovechándose de esta atmósfera, Zaki se despidió inmediatamente, con su habitual sonrisa traviesa, y finalmente subió al coche y abandonó la Mansión Gris.
Más tarde, esa misma noche, el viejo puso en marcha sus planes. En secreto, puso una droga en el té de Sei. Sin embargo, como si lo hubiese previsto todo desde el momento en el que viejo llegó a su casa, Sei no bebió el té. Dirigió hacia su propio abuelo una mirada que parecía decirle "no pierdas tu tiempo haciendo cosas innecesarias, porque no voy a caer en ello."
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