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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Mundo Shinobi - Un comienzo difícil - capítulo 3

Cuatro meses pasaron en completa calma y si hubo algo que altero toda esa tranquilidad, fue la presencia de un hombre de escandalosa carcajada. Viejo amigo de la niñez del antiguo maestro del clan Uchiha, mayor contrincante y líder de La Aldea Oculta Entre Las Hojas, el hokage, Hashirama Senju. El cuál iba con habitualidad al distrito Uchiha dentro de Konoha. Mucha gente hablaba a sus espaldas cuando lo veían avanzar por la avenida que conectaba con el distrito. Unos decían que había matado a Madara Uchiha para quedarse con la chica que este último estaba cortejando. Otros decían que era un hombre de buen corazón que no albergaba odio contra sus enemigos. Ya que aunque Madara provoco muchos daños a la aldea, Hashirama Senju cobijo y protegió a la familia del ex líder Uchiha.

Hoy por hoy, las calles de Konoha eran la combinación de dos tipos de arquitecturas. La aldea había sido construida al fondo de un acantilado. La muralla del acantilado, hecha de pura roca sólida, medía más de cien metros de altura y funcionaba como el sector extremo norte de la villa. Desde ahí se extendía hacia el sur el distrito shinobi, que abarcaba la mitad de la villa. Mientras que desde el centro, al extremo sur vivían los civiles, aquellos que habían nacido sin la bendición del chakra.

Hashirama Senju avanzaba por las calles de caminos de tierra, mientras veía a los civiles plantando en sus campos arroz. Todo el mundo se veía contento y lleno de esperanza. Los niños corrían por los pastizales, sin preocuparse por si algún shinobi fuera aparecer y destruir sus hogares. Hashirama estaba orgulloso de esto, pues, los civiles siempre habían sido un daño colateral en medio de las disputas shinobis.

-¡Hokage-sama, Hokage-sama!- gritaron unos niños a espaldas de Hashirama. Este se volteó y vio a tres niños vestidos con humildes kimonos y descalzos, el barro les subía hasta las canillas. Ninguno debería haber tenido más de diez años. Iban corriendo y ondeando sus manos a medida que se acercaban y gritaban su estatus como autoridad en la aldea. Su sonrisa era la expresión más pura de felicidad.

Hashirama se sintió satisfecho al ver sus expresiones y pregunto con una gran sonrisa en su rostro -¡Oooh! ¿Cómo están?-

-Estamos jugando por ahí- dijo uno de ellos, deteniéndose a un metro de Hashirama. Apuntó con el dedo a una excavación de veinte centímetros de profundidad, cubierta de agua con tierra. De esta emergían pequeños brotes de arroz.

-¿Le están ayudando a sus padres?-

Al instante siguiente se detuvieron los otros dos niños delante de Hashirama. Los tres contestaron a coro que Sí. Hashirama los contemplo y pudo ver la felicidad en sus ojos. Ojalá, su amigo hubiera podido apreciar esto, pensó. Entonces soltó una risita y les acarició el cabello a los tres niños. Ellos sonrieron felices y después se despidieron para volver a su trabajo.

Hashirama los siguió con la vista y vio a un grupo de tres adultos agachados plantando arroz. Al notar su presencia, las personas se pusieron de pie e hicieron una reverencia con sumo respeto. Hashirama, en una muestra de magnanimidad que solo alguien de su estatus como dios shinobi puede hacer, les devolvió el gesto. La gente como una muestra respeto inclinó aún más sus cabezas y esperaron a que él se retirara. Para el mundo, Hashirama era una persona demasiado humilde con su gran estatus, pero para el propio Hashirama era una muestra de respeto a su prójimo. Ser respetuoso con los demás no le costaba nada, pensaba.

Hashirama siguió su camino, llegando a la mitad de Konoha y doblo a la derecha en una avenida que cortaba a Konoha en horizontal. Siguió avanzando, con el sector shinobi a su izquierda y el sector civil a su derecha. Hizo todo el camino hasta alcanzar el distrito Uchiha, cruzo la avenida a la izquierda y siguió con dirección norte. Solo después de media hora de caminata pudo llegar a su destino. Una casa de unos ochenta metros cuadrados. Con un piso elevado sobre tocones de madera y un par de puertas correderas en el frontis. Sonrió, a pesar de que un par de casas más allá, un grupo de ancianos sentados en una mesa y jugando a los dados, le dieron malas miradas. Ellos eran la moral y las viejas costumbres, no lo miraron así solo porque era un Senju (bueno, eso también) Sino que fue porque iba a la casa de una viuda. Hashirama como un hombre de gran estatus no se podía rebajar a tales niveles, pensaron todos ellos. Sin embargo, Hashirama detuvo su avance por el patio y les saludo igual que a todos, con una sonrisa amable y una reverencia. Los ancianos, acostumbrados a que la gente joven los respete, solo agacharon un poco su cabeza y siguieron jugando a los dados.

Hashirama avanzo por un sendero hecho en medio de dos pastizales que conformaban el patio del frontis. Llego hasta a una pequeña escalera de cinco peldaños, los subió y avanzó hasta la puerta corredera. Llamo a Naori Uchiha un par de veces, pero nadie respondió. Así que abrió la puerta y se sacó las sandalias de madera para dejarlas en una esquina de la entrada. Todo el lugar estaba en silencio, avanzó por el pasillo de madera lustrosa, viendo algunas pinturas colgadas en las paredes, referentes al abanico rojo y blanco, símbolo del clan de los ojos rojos. A medida que fue avanzando empezó a escuchar algunas risas animadas, palabras de elogió y algunos balbuceos.

Hashirama avanzó sin pedir permiso hasta llegar a la puerta que daba al patio trasero. Abrió la puerta corredera y se encontró a Naoko sentada al borde del pasillo que rodeaba la casa. En sus brazos sostenía a un pequeño bebé de cabello blanco y al mismo tiempo, una anciana de largo cabello ceniciento le hacía unas morisquetas al bebé. Este último soltaba risitas contagiosas al ver las expresiones de su abuela. No obstante, la intromisión de Hashirama congelo a la anciana, la cual de inmediato dejo de hacer las caras tontas. Se paró con las manos en la espalda, después se cubrió la boca con su mano derecha para toser y disimulo todo el anterior espectáculo.

-Es interesante saber que utiliza su estatus para entrar en las casas de las personas de otros clanes, Hashirama-sama- dijo la anciana dándole una clara mirada de reproche.

Hashirama se congelo por un momento, lo pensó un poco y lo único que atino a hacer fue reírse a carcajadas, como una forma de combatir su vergüenza. Al mismo tiempo, el pequeño bebé de cabello blanco también se comenzó a reír de forma escandalosa con un "Jejeje". Naori se sorprendió un poco, pero después de ver como la criatura imitaba al alegre hokage, lo hayo hermoso.

Naoko que no podía ver, solo sonreía ante la tierna voz del niño, tan pequeño, tan alegre. Ella lo abrazo contra su pecho y lo sintió aún más precioso que el día de ayer.

-Así se hace, Kain-kun- dijo Hashirama avanzando por el pasillo y bajando los cinco peldaños para descender hasta suelo del patio trasero, un terreno de veinte metros cuadrados con un estanque de tres metros al final, cerca de la pandereta del vecino. Después camino hasta el pequeño bebé y se paró frente a él con una gran sonrisa. En ese momento pasaba una gran brisa de aire primaveral, al mismo tiempo que mecía las ramas de los árboles.

Hashirama contemplo al bebé por un momento y después le pregunto a Naoko con un tono respetuoso –Naoko-san ¿Puedo cargar a Kain-kun?-

-Por supuesto, Hokage-sama- respondió la hermosa mujer con una voz melodiosa, tan suave y amable, como la brisa de la primavera.

Hashirama asintió con una pequeña sonrisa y se acercó para alzar a Kain por debajo de las axilas.

-Ven aquí, amiguito- dijo Hashirama soltando un gruñido como si el bebé fuera muy pesado. Ambos sonreían al verse el uno al otro. El bebé estiraba sus manos para tocarle la cara, mientras que Hashirama sonreía y se arrepentía de muchas cosas en la vida. Su sonrisa se volvió melancólica al pensar en su amigo y en su propio hijo. Uno ya se fue de este mundo dejando a esta criatura a su suerte, mientras que su hijo había crecido tan rápido que jamás lo pudo disfrutar. En esa época, Hashirama estaba enfocado en consolidar su poder y fortificar la posición de la aldea. Ahora su hijo se había casado joven y se había ido de la casa. Jamás podría recuperar el tiempo perdido.

-Un hombre sabio no debería poner ese tipo de cara- dijo la anciana Naori a modo de regaño.

Hashirama sonrió cerrando los ojos mientras el pequeño bebé le tocaba la cara y de vez en cuando le ponía una que otra cachetada fuerte.

-Kain- dijo Naoko aun sentada en el borde del pasillo –no debes golpear a Hashirama-sama-

El bebé balbuceo algunas cosas como si estuviera rezongando, pero lo único que consiguió fue que todos se rieran. Hashirama lo abrazo contra su pecho mientras el bebé le tocaba las manos. Al mismo tiempo, Naori entro a la casa a buscar algunas cosas para atender a Hashirama mientras Naoko se quedaba esperando sus palabras.

-¿Cómo ha estado Naoko-san?- pregunto Hashirama

-Muy bien, Hashirama-sama. Kain también ha estado bien, nunca se enferma y siempre esta alegre-

-¿No ha tenido visitas inesperadas?-

-Para nada, la ayuda que envió nos ha servido de mucho, muchas gracias-

Hashirama asintió y miró hacia el techo de la casa –Kagami-kun, dame tu informe- dijo con voz de mando.

Al lado de Hashirama apareció un shinobi en cuclillas. Llevaba la bandana de Konoha en su frente y un uniforme de combate. Tenía una mirada que parecía triste y el cabello desordenado.

-Hace un par de días, algunos mayores del clan se acercaron, pero les advertí que deberían abstenerse de hacer visitas sin su consentimiento-

-Mm- pronuncio Hashirama entendiendo el significado detrás de esto. No solo Konoha estaba avanzando y cambiando. Sino que también los mismos clanes se estaban transformando en algo detestable. El clan Uchiha, conocido por su incuestionable amor a los suyos, temía por su perpetuidad. Así que varios viejos han hecho circular el rumor de que el hokage está criando al hijo de Madara Uchiha para hacer de él un títere y controlar al clan desde las sombras.

-Continua con tu vigilancia- dijo Hashirama

-Como usted ordene- respondió y se desvaneció en el aire. A lo mejor para cualquier persona se había esfumado sin la posibilidad de localizarlo, pero para Hashirama era clara su ubicación. Se mantenía en techo meditando en posición de loto con sus sentidos atentos a cualquier cambió en los alrededores.

Todo esto paso porque hace poco tiempo los líderes del clan habían venido con la intención de adoptar a Kain. Por supuesto, Naori se negó y los envió de vuelta por donde vinieron. No obstante, desde ese día han estado vigilando la casa de la anciana. Incluso ahora mismo, Hashirama puede sentir la presencia de un shinobi a cien metros de distancia. Por la inclinación de su mirada podría decir que está sobre un árbol de unos cinco metros de altura. El tronco del árbol es grueso, de unos dos metros de espesor, así que tiene espacio suficiente para moverse. Sin embargo, no parecía tener malas intenciones. Al parecer, solo estaba monitoreando la situación.

Por otro lado, este muchacho Kagami, originario Uchiha, es uno de los subordinados de su hermano, Tobirama Senju. Hashirama tuvo que tener una larga conversación con su hermano, el cual le decía que sus subordinados no eran niñeras de un bebé. No obstante, Hashirama lo convenció. Al ser un Uchiha, Kagami es aceptado con mayor facilidad dentro del distrito y su intromisión es aceptada con mayor facilidad. Ahora, todo sería más fácil si la anciana dueña de casa quisiera dejar esta casa y trasladarse a la de Hashirama.

En medio de jugar con Kain y pensar estas cosas, la anciana volvió cargando una bandeja con tazas y una tetera de porcelana blanca. Al mirar a Hashirama a los ojos supo que estaba pensando y negó un tanto divertida.

-Oba-chan- dijo Hashirama con una sonrisa amable -¿Ha pensado en mi propuesta?-

-Esa forma de llamarme- dijo Naori negando con una sonrisa -cualquier diría que lo estoy amenazando para que me llame así-

-Solo es respeto-

Naori soltó un suspiro y le dijo en un tono serio -somos Uchiha y Senju, eso está fuera de discusión. ¿Se imagina usted? Ambos clanes viviendo bajo un mismo techo. Mis ancestros deben haber hecho algo muy loco para ganarse semejante karma y que usted piense en ese tipo de posibilidades-

Hashirama sonrió, agacho el rostro para mirar al bebé que estiraba sus pequeñas manos y le tocaba la cara -los ancestros no tiene nada que ver oba-chan- dijo en tono serio -si fuera por ellos, todavía estaríamos luchando entre nosotros. Matándonos y odiándonos-

Naori coloco la bandeja sobre el pasillo, al lado de Naoko y sirvió té verde en tres tazas. Al mismo tiempo frunció el ceño al escuchar a Hashirama hablar así de los ancestros. Sin embargo, se guardó sus creencias, ya que dentro de todo, estaba viviendo de la buena voluntad de este hombre. Sin contar que estaba buscando un seguro de vida para su hija y su nieto.

Naori tuvo a Naoko a una edad avanzada. Le costó tenerla, pero una vez que ella nació, no se volvieron a separar. Solo pudo dejar la vida de shinobi porque su maestro la tenía en gran estima gracias a los grandes esfuerzos que puso en su juventud. De lo contrario, hubiera sido exiliada por negarse a ser de ayuda para el clan. Pero dejando eso de lado, Naoko se ve joven, tan hermosa como la misma Naori cuando también era joven. Sin embargo, ya tiene treinta años y la misma anciana tiene ochenta. Si el destino la favorece vivirá una decena de años más, sino, vivirá un par de años más. No hay nada seguro. Así qué, si logra congraciarse con este hombre, esté a su vez le proveerá de seguridad tanto a su hija como a su nieto. Al menos, por ahora ese es su objetivo.

Naori le entrego una pequeña taza de greda a Hashirama, quien la recibió con mucho respeto y la aparto lo más posible de Kain en su otro brazo. Después Naori le entrego una taza a Naoko y por último se sirvió una ella. Todos bebieron su té en silencio, pensando en un mejor futuro. Al mismo tiempo que el pequeño que estaba en los brazos de Hashirama dirigía su visión aun punto lejano. No sabía que había ahí, pero sentía como si algo le pinchara la cara. Era una extraña sensación.

Kain había nacido en una familia pequeña, con una divertida abuela y una tranquila madre. Nunca le importo la falta de comodidades o lo pequeña que era su familia. Sin embargo, lo que sí le preocupaba eran esas sensaciones punzantes que sentía a través de su cuerpo, como si pudiera sentir que las cosas a su alrededor lo tocaban sin tocarlo físicamente. No sabía porque las sentía, pero de seguro era algo especial.

Al mismo tiempo que el bebé miraba a la distancia, tranquilo como pocas veces y con una mirada contemplativa. Hashirama notó esto y siguió la dirección con sus sentidos, alcanzando a la misma persona que sintió que los espiaba. Entonces realizo una sonrisa casi imperceptible mientras pensaba "él es sensor igual que tú, Madara".