Hashirama estuvo corto de tiempo los meses siguientes, así que sus enseñanzas solo llegaron a Kain durante la época del otoño. En esos fines de semanas, él había encargado a su hermano Tobirama que se encargara de su trabajo para poder tener tiempo. A lo que este último acudió en su ayuda, no sin antes indicarle que el trabajo de oficina debería dejarlo a personas de su confianza. Hashirama escucho sus quejas, pero jamás las tomo demasiado en serio. Para Hashirama, Tobirama era alguien inteligente, de mentalidad práctica, pero poco atento a los pequeños detalles. Para Hashirama, tener una aldea era como tener que cuidar de una planta. Sin constante vigilancia y cuidado, está se llenaría de malezas y crecería torcida.
En este caso, Hashirama había notado a través de la venta de suministros como funcionaban los clanes. Primero noto que los Hyuga mandaban a pedir una extraña tinta hecha con sangre de murciélago de las tierras de la Nación del Trueno. Estos murciélagos vivían en las zonas volcánicas y podían emitir pequeñas corrientes eléctricas. El hecho importante detrás de esto, es que esta tinta servía para formular sellos de malditos. Le consultó a Mito al respecto, y para sorpresa de Hashirama, esto era algo que hace muchas generaciones atrás le pidieron los Hyuga a los Uzumaki. Ella desconoce el sello, pero los textos antiguos hablaban de un sello maestro y uno subordinado.
Después de eso, está la gran cantidad de tumbas que compra el clan Hyuga. No es como si los viejos murieran todos los días, estos perduraban como mala hierba durante varias generaciones. Así que Hashirama le hizo el comentario al patriarca Hyuga, como quien dice algo por decirlo. No obstante, la reacción del patriarca fue lejos de sus expectativas. Él le indico que se metiera en sus propios asuntos y que ser hokage no le daba derecho a husmear en las cosas privadas de los demás.
Así que Hashirama mando a sus shinobis de elite a investigar los movimientos de los Hyuga. Un año después tomo los datos y encontró que, dentro del clan, los niños tenían una gran tasa de mortalidad. Por lo menos, dos de cada cinco Hyuga morían al nacer. Por otro lado, muchos de los adultos presentaban enfermedades que llevaban durante toda su vida. Hashirama consulto esto con Tobirama y este le indico que todo esto se debía a los matrimonios internos. Al mezclarse la sangre entre familiares, los niños nacían con altas posibilidades de venir con enfermedades. Sin embargo, esto aseguraba que todos los niños nacieran con chakra.
Hashirama se despertó esa mañana pensando en todas estas cosas. El aire frio pasaba por las rendijas de las puertas correderas y el único lugar cálido era entre medio de las frazadas. Él Abrió los ojos y lo primero que vio fue el techo y sus largas vigas a la vista. Todas barnizadas del color natural de la madera y del grosor del torso de un adulto. Después miró hacia su izquierda y vio por el rabillo del ojo a una mujer pelirroja acurrucada debajo de las frazadas de otro futon. Como ella estaba durmiendo, pensó que aún era demasiado temprano, así que cerró los ojos y comenzó a pensar en Madara y Kain.
Recordó los años tiernos en los que conoció a Madara y como jugaron juntos hasta que supieron la triste realidad: uno era Senju y el otro era Uchiha. No obstante, dejando de lado las tristezas que vinieron después de esa revelación, Hashirama sonrió recordando aquella época como la más feliz de su vida. No había obligaciones, ni clanes, ni personas a su cargo. Solo tenía que cumplir con el entrenamiento que le daba su padre y el resto del día era para él.
Después pensó en el pequeño niño de cabellos blancos. En un principio encontró bastante extraño el color de sus ojos y el de su pelo considerando como son su madre y su padre. Sin embargo, eso solo duro por un instante. Después no lo encontró tan extraño al sentir la fuerza interna del bebé. Era especial, sin duda alguna, así que Hashirama tomo las diferencias de los rasgos como una consecuencia de la fuerza espiritual. Por otro lado, cuando Hashirama tomo al recién nacido entre sus brazos, sintió la misma paz que cuando estaba en los terrenos sagrados de los sabios. Al recordar a su amigo, lloro mientras abrazaba al bebé. Podían haber sido tan felices todos juntos, haber convertido el mundo en un lugar mejor. Pero Madara no lo quiso de esa manera y Hashirama tuvo que quitarle la vida, volviéndose miserable en el proceso. Le había quitado la vida a su mejor amigo y su hijo al mismo tiempo. Además de negarle la posibilidad a un niño de conocer a su padre.
En ese momento, Hashirama dormía con lágrimas escurriendo de sus ojos y formando dos líneas que descendían por los constados de sus mejillas. Mito escuchó un sollozo, despertó y miró a Hashirama. Ella se acercó a él y lo movió con sutileza.
-Hashirama-sama, Hashirama-sama- le susurro Mito al mismo tiempo que lo mecía
Hashirama abrió los ojos sintiéndolos acuosos al mismo tiempo que su vista estaba borrosa. Él se levantó para sentarse en el futón y miró a Mito que estaba a su lado. Ella lo abrazó contra su pecho y Hashirama continúo sollozando por el triste sueño que tuvo.
Media hora después, Hashirama y Mito estaban acostados en el mismo futón, abrazado el uno al otro. Ellos miraban el techo de grandes vigas y sentían como el aire frio se estaba templando.
-Hashirama-sama, iré a despertar al pequeño rufián- dijo Mito -usted vístase y prepárese para el desayuno. Yo tendré a Kain listo en unos minutos-
Hashirama asintió mientras Mito le daba un tierno beso y se levantaba vistiendo un kimono blanco a modo de pijama. Después busco la ropa de Hashirama y se la dejo a los pies del futón para después salir de la habitación. Hashirama también se levantó y pudo escuchar a su esposa fuerte y claro que le decía a Kain que levantara su pequeño trasero, que era hora de entrenar. Hashirama negó algo divertido al escucharla y se quitó la ropa. Después él se puso una polera negra con cuello de tortuga y unos pantalones bombachos del mismo color. Hace mucho tiempo que no vestía así, por lo usual viste un kimono verde musgo y encima de eso la sotana blanca del hokage. Andar sin tanta parafernalia se sentía agradable, sobre todo no tener que usar el sombrero blanco con la marca roja y las letras que indican que es el kage. Hashirama salió de su habitación y fue al comedor, donde escucho una nalgada y la queja de Naoko, diciéndole a Mito una vez más que no utilice la violencia en su hijo. Hashirama se rasco la cabeza sin saber que decir al respecto, así era su mujer, un tanto brusca con los que quiere.
Veinte minutos más tarde, todos estaban sentados en la mesa del comedor comiendo en completo silencio. El hermoso rostro de Naoko tenía marcado el ceño, como una forma de demostrar su molestia con Mito. A lo que esta última solo sonreía como si le agradara hacerla enojar. Por otro lado, la anciana Naori comía en completa calma ignorando la pelea de gatos y perros que tenían las dos mujeres. Al mismo tiempo, el afectado por el amor un tanto violento de Mito comía en completa calma, tratando de tomar de la mejor manera posible los palillos con sus pequeños dedos.
-Toma, Kain- dijo Hashirama, saco un trozo de ternera del tamaño de un pulgar de su cuenco y se lo deposito en un pequeño cuenco con arroz.
Kain levantó su pequeño rostro y le dio una amable sonrisa -gracias, tío- dijo
Hashirama soltó una risita e ignorando que las dos mujeres mantenían un ambiente algo tenso, continuo -hoy te toca entrenar conmigo, espero que estés preparado-
-No se preocupe- respondió Kain con una gran sonrisa -estaré listo y no sabrá que lo venció-
-Jajajaja, espero que mantengas tu palabra una vez que llegue el entrenamiento-
-No le creas, Hashirama-sama- dijo Mito en un tono de voz despectivo -este pequeño bribón de seguro utiliza alguna artimaña para ganarte. No bajes la guardia, es como una pequeña serpiente que se mete entre tus ropas. Piensas que es inofensivo y hasta lindo, pero una vez que te muerde te das cuenta de tu error-
-No le creas nada, tío- dijo Kain sin inmutarse -son puras calumnias que vienen de una mujer cuya existencia es la violencia en sí misma-
-¿Explícate?- pregunto Hashirama
Kain iba a decir algo, pero un manotazo en la mesa hizo saltar las cosas. Entonces Kain paso del rostro de Hashirama al de Mito y esta le dio una sonrisa que no lo era. Kain trago saliva, agacho la cabeza y se quedó callado. Al mismo tiempo, Hashirama sabía que tenía que hablar con su mujer. De seguro ella empezó a castigar a Kain por pequeñas travesuras. Él todavía recuerda a su propio hijo, el cual una vez tuvo la intención de acusarla y gracias a eso, paso una semana sin poder sentarse en un cojín.
-Vamos, Kain. Terminemos la comida y vamos a entrenar- dijo Hashirama. A lo que el niño asintió y todos comieron en total silencio.
Veinte minutos después, Hashirama y Kain habían escapado de las mujeres. Estaban en el patio, ahora cubierto de pasto opaco y hojas secas. El aire se respiraba fresco y el cielo tenía algunas nubes blancas flotando.
-¿Qué hiciste para enojar tanto a Mito?- le pregunto Hashirama
Kain levantó los brazos en señal de rendición y mantuvo el silencio. Todo se remonta a ayer, cuando Mito lo desafió una vez más a perseguir sus clones. Ellos se escondieron igual que otras veces y Kain las busco a lo largo del bosque. No obstante, en vez de perseguirlas como siempre, ocupo la bola de fuego enseñada por su abuela y vaporizo a los clones. Como consecuencia de eso, recibió una buena dotación de nalgadas mientras Mito le preguntaba ¿Cómo podía ser tan cruel con las personas que lo querían? No obstante, dejando de lado la situación con su tía, esto le enseño a Kain que los clones podían transmitir su última información al original cuando se desvanecían. La pregunta era ¿Cómo lo hacían?
-Solo una pequeña diferencia de opinión- dijo Kain poniendo una sonrisa inocente
Hashirama lo quedo mirando durante un momento, soltó un suspiro y se concentró en el entrenamiento.
-Bien, Kain. Acompáñame al muelle del lago- dijo Hashirama, diferente de las mujeres, lo dejo caminar por su cuenta, pero siempre mantuvo un ojo sobre él.
Una vez que llegaron al muelle, ellos caminaron hasta el borde y Hashirama se sentó. Después palmeo un par de veces el piso de madera, indicándole a Kain que se sentara como él (en posición de loto). Kain así lo hizo y quedo mirando el extenso lago que emitía una ligera neblina.
Hashirama su lado hablo en un tono profundo -cierra los ojos Kain y concéntrate en respirar, solo en respirar-
-¿Estamos meditando?- pregunto Kain
-Sí, estamos meditando. Todo guerrero necesita meditar para mantener una mente enfocada en las cosas importantes. Son muchas las distracciones de la vida, pero el buen guerrero debe saber apartar lo importante de lo que no lo es-
Kain asintió a estas palabras y cerró los ojos concentrándose en su respiración. Dentro de todo, no lo había pensado de esta manera, pero entendía la lógica que respaldaba este comportamiento. En sus vidas anteriores, estuvo demasiado enfocado en fomentar una familia, al punto que a veces dejaba de lado sus entrenamientos y sus habilidades. ¿Cuándo vas a alcanzar el kung fu si te tomas tantos descansos? Le preguntaba el viejo Xiao. A lo que Kain respondía diciendo que, dadas las circunstancias del mundo y la resistencia de su cuerpo físico, había llegado a su límite. ¿Pero era así?
-Concéntrate en respirar y calma tu mente- dijo Hashirama guiando la meditación -deja de lado los pensamientos que no tienen ninguna respuesta y concéntrate en el ahora-
Kain tomo una respiración que inflo sus pequeños pulmones y dejo de pensar en el pasado y en lo que no pudo lograr. Hashirama al mismo tiempo sonreía y estiro su mano izquierda para acariciarle la cabeza. Después tomo una postura sería, sintiendo como fluía la energía natural. Activo su modo sabio y percibió como se movía el chakra dentro de Kain. Era tanto que de primera abrió sus ojos en shock. Kain solo tenía tres cortos años, pero su chakra ya era como el de chunin. Si no supiera que había nacido de una madre Uchiha, diría que es de procedencia Uzumaki. A lo mejor, por eso Mito estaba tan encariñada con él. El niño emitía una presencia rebosante de vitalidad, igual que la gente de su clan.
Por otro lado, Hashirama sintió que, para ser tan pequeño, a Kain se le daba bien la meditación. Cuando él era más joven intento enseñarle a su hijo para pasarle todos sus conocimientos, pero por diferencias de opiniones y de egos, su hijo jamás fue bueno en la meditación. Así que Hashirama estaba un tanto triste pensando que todo su conocimiento se perdería. Antes de que naciera Kain había estado pensando en buscar a un discípulo adecuado. Sin embargo, ¿Quién es más adecuado que el hijo de su rival?
-A lo mejor, él nos supera algún día, Madara- murmuro mientras la niebla del lago los envolvía.