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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 420

Kain se acercó a la mesa donde estaban repartidas las copas sobre una bandeja de plata. Todas las copas estaban limpias y cristalinas. Aun lado de la mesa había un garzón que se preocupaba de llenar las copas y si algún invitado se ponía demasiado quisquilloso, abría una botella nueva, traía una copa nueva, y le servía champagne.

Kain llamo la atención por el tipo de ropa que llevaba. Los nobles iban acordes a la situación, con trajes a la moda o un kimono encima, pero nada tan aparatoso como un haori. Por otro lado, Kain tenía el vajra y el abanico en la espalda. Los símbolos de los señores de la guerra. No había forma de que pasara desapercibido y que la gente ambiciosa se alejara de él.

El mismo tipo que tanto molestaba Rei-chan con un puesto en la silla del directorio, se acercó a Kain. Era un poco más alto que Kain, cabello oscuro, cortó, rizado, peinado hacia atrás, con un brillo acuoso. Era moreno, los ojos pequeños y hundidos. La nariz curvada medio centímetro a la derecha, la boca grande y los labios delgados, pálidos. Se veía esbelto, no del tipo que entrena, sino del tipo que se restringe de comer. Para empezar, ni siquiera tenía una copa de champagne en la mano. Sonrisa de negocios. No venía a disfrutar o a comer, mucho menos a ver a las modelos que llevarían puesta la ropa de Akane. Él venía a hacer negocios. Llevaba un traje gris con una corbata naranja.

Detrás del tipo iban sus dos guardaespaldas, también de cabello oscuro y corto. Los dos vestían trajes negros. El de la izquierda tenía la misma estatura de Kain, pero el de la derecha era más bajito, pero tenía cara de pocos amigos. Algo abultaba en el interior de su veston negro, a la altura de la axila izquierda.

Kain sonrió, tomo una copa de champagne y se dio la vuelta, mirando hacia donde estaban Akane, Rei-chan y Reika. Kain sonrió, levantó su mano izquierda y movió su mano de lado a lado en señal de saludo.

—señor Uchiha— dijo el comerciante del traje gris y la corbata naranja. Se veía limpio y ordenado, con una presencia dominante, como si lo tuviera todo bajo control.

Kain se giró y lo miró a la cara. El tipo tenía una nariz relativamente gruesa, con un lunar en la mejilla derecha. Tenía una sonrisa de negocios, haciendo contacto visual a los ojos. El rostro bien afeitado.

Sin embargo, el hacer contacto visual de esa manera fue un grave error. La gente contraía o expandía su pupila si veía algo que odiaba o le gustaba. Kain pudo ver que las pupilas del tipo estaban pequeñas, como si le desagradara Kain. Aunque no lo demostraba en su sonrisa.

Kain sonrió y le dijo —hola— y le tendió la mano.

El tipo se sorprendió un poco, pero sonrió más complacido al ver la disponibilidad de Kain, pero aun así sus ojos no sonreían. El tipo le estrecho la mano a Kain y respondió —Eiji Kagura—

—Mucho gusto, Eiji— dijo Kain y retiro su mano. Miró al tipo a la derecha, el más bajo de los tres. Debe haber medido 1.7 mts. Se veía serio y firme. Algo le daba el valor para ponerse delante de un shinobi con una actitud tan altiva. Por lo general, los civiles no eran de acercarse a los shinobis, menos aquellos como Kain que irradiaban una aura de disciplina y entrenamiento. Akane estaba bien porque ella había dejado de trabajar de shinobi hace varios años, también Rei-chan, quien tenía chakra, pero era tan poco que casi no se diferenciaba con los civiles.

—¿Puedo tener un momento de su tiempo?— preguntó Eiji

—Claro, por supuesto. Dime ¿Qué se te ofrece?—

Eiji lo quedó mirando a los ojos, tenía un brillo afilado en la mirada, pero sonreía —por aquí, conversemos en un lugar más tranquilo— dijo señalando hacia el balcón, al fondo del salón.

Kain asintió, le dio un sorbo a su copa de champagne y señalo con el brazo derecho para que Eiji y sus guardaespaldas guiaran el camino.

El evento de moda se llevaba a cabo en el cuarto piso del hotel más lujoso de la ciudad de Keishi, capital de la nación del Fuego. El día estaba semi nublado, pero caluroso.

Kain y Eiji caminaron al balcón mientras los guardias los seguían. Por alguna razón, el más bajo de los dos guardias, llevó su mano al interior de chaqueta y sonó un clic. Sin embargo, Eiji miró hacia atrás, Kain no tuvo que mirar para saber lo que pasaba, percibía todo a su alrededor, así que supo que Eiji le dio una mirada significativa a su guardia. Volvió a sonar el clic y el guardia sacó su mano de la chaqueta.

Kain no miró hacia atrás y actuó como si ignorara cualquier cosa que pudieran hacer los civiles. Era de conocimiento común que los shinobis despreciaban a los civiles por su debilidad y su carencia del milagro del chakra. Era como la diferencia de los mortales contra los dioses. Aunque claro, durante más de quinientos años, los mortales le han pagado migajas a los dioses para que se maten entre ellos. Ridículo, pero verdadero.

Al salir al balcón, Eiji y Kain caminaron al extremo derecho, a la mesa más alejada. Eiji señalo con la mano, Kain asintió y se sentó primero. Después Eiji se sentó frente a Kain y sus guardaespaldas se posicionaron detrás de él.

—¿Qué te parece el evento?— preguntó Kain con tranquilidad, dejo su copa con champagne en la mesa. Al mismo tiempo, en su interfaz visual, aparecieron los datos de Eiji y los dos guardaespaldas. Eiji era un hijo ilegitimo del patriarca del clan Kagura, pero no tenía derecho a sucesión. Así que se había hecho un nombre en el mundo de los negocios por su propia cuenta. Lo cual le valió la ayuda de su padre a cambio de servir a la familia. Era un tipo ambicioso, promedio, pero tenía el don de la perseverancia, por no decir, la capacidad de molestar a todo el mundo hasta que hagan lo que él quiere. Era un poco como lo que hacían los viejos Sasuke y Hayato, no tan cabrón como para hacer sentir mal a la otra persona, pero lo suficiente como para estresar y darle ansiedad al otro para que ceda. Una vez que Eiji dominaba a la otra persona, bang, esa persona siempre cedería porque el simple hecho de conversar con Eiji lo estresaba a niveles absurdos.

—Bien, señor— dijo Eiji con un tono respetuoso, se abrió el botón inferior del veston y apoyo la espalda en el respaldo —la bebida y la comida son buenas, además de que se puede recrear la vista—

—Sí, bastante— respondió Kain —las modelos son bastante bonitas ¿Qué tal fue ayer? ¿Vio algo interesante?—

—Lo usual, la verdad es que no venía a mirar la ropa— dijo Eiji —quería reunirme con usted y su esposa—

—Sí, algo me comentó Rei-chan— dijo Kain —estuve un poco ocupado y por eso no pude venir—

Kain lo quedó mirando a los ojos, la mirada tranquila, la sonrisa de negocios, se quedó callado y le sostuvo la mirada. Eiji también le sostuvo la mirada a Kain, pero al ver que Kain no tenía intención de seguir con la conversación, Eiji se puso nervioso, separo varias veces sus labios, como si quisiera articular una pregunta para continuar con la conversación, pero los cerraba al instante. Era una micro expresión de un segundo. Podría haber pasado desapercibida, pero la repitió tres veces y era claro para Kain que Eiji no sabía cómo abordar la situación.

Kain espero un minuto, le sostuvo la mirada en todo momento, Eiji agacho la mirada, como si la respuesta estuviera en el mantel de la mesa. Paso una ráfaga de viento agitando el mantel blanco. La copa de Kain se cayó y se derramo el champagne, Eiji se puso nervioso y estiro sus manos para sujetar el mantel.

Kain lo quedó mirando, sonrió, era claro que Eiji y sus guardaespaldas tenían algo que les daba la seguridad de plantarse delante de Kain, pero no estaban preparados —estúpidos civiles— murmuro por lo bajo. Soltó una risita, Eiji lo quedó mirando con una expresión confundida. Kain separo los labios mostrando dos hileras de dientes blanco y dijo —pareces un poco complicado— dijo —así que te ayudare ¿Por qué quieres una silla en el directorio de la empresa? Tú solo eres un pequeño accionista, tu porción ni siquiera es significativa—

—Soy un hombre con visión— dijo Eiji, paso el viento y soltó el mantel. La copa de Kain seguía caída y el champagne manchaba el mantel. Sin embargo, Eiji no le podía quitar los ojos de encima a la mancha, como si fuera el tipo de persona obsesiva con la limpieza y el control.

Kain espero a que Eiji continuara, pero este último lo miraba como si esperara algo. Kain asintió y le dijo —adelante, te escucho—

Eiji asintió y continuo —estoy progresando y tengo varias ideas novedosas para su empresa, pero no tengo voz ni voto y es difícil agendar una reunión con su esposa—

—Ella es una mujer inteligente, talentosa, su tiempo es limitado— dijo Kain con tranquilidad

Eiji asintió y continuo —sí, eso lo puedo entender, pero si me diera una silla en el directorio—

—No lo creo— dijo Kain con tranquilidad, Eiji se quedó congelado, Kain continuo —ya te lo dije, tu participación no es significativa. Este negocio del que tu hablas, yo lo tengo en las otras naciones (Viento, Tierra, Rayo y Agua). Ni siquiera los kages me piden un trato especial o que les deje opinar abiertamente. No soy un hombre cerrado, pero no te corresponde sentarte en la mesa de negociación conmigo. Si quieres, podrías trabajar para mí y dependiendo de tu desarrollo, yo te podría dar la oportunidad de mostrar tus ideas, pero de ahí a dar tu opinión en el directorio, hay un largo camino—

Eiji asintió varias veces, miró hacia otro lado y sonrió. Después miró a Kain, la sonrisa se difumino y solo quedó una expresión seria —¿Es porque soy civil? ¿Por qué no tengo chakra?— preguntó

—No, no tiene nada que ver— respondió Kain con tranquilidad, sonrió ante la pregunta como si fuera lo más estúpido del mundo —tengo un amigo, se llama Shishio Nara, un tipo muy inteligente. Tampoco tiene chakra, pero es bueno en los negocios. Él está trabajando junto conmigo y los Takahashi (de los vehículos motorizados). También está Ryoichi Takahashi, otro tipo inteligente y hábil. Mizusu Hoshino, del clan Hoshino. Y así sucesivamente. No tengo reparos en el chakra siempre y cuando la gente haga su trabajo. Así que no te hagas ideas extrañas—

Eiji miraba a Kain a los ojos, sentía que estaba siendo sincero, pero tenía miedo de hablar abiertamente por miedo a caer en desventaja.

Kain sonrió, miró al guardaespaldas, a la derecha de Eiji. Era el más bajo de estatura de los tres. Tenía una mirada seria, los brazos a los lados y movía sus dedos con inquietud, como si quisiera tomar algo entre sus manos.

Kain sonrió por dentro y le daría un empujón al guardaespaldas para que muestre sus verdaderos colores —Ahora— dijo —me gustaría saber qué es lo que los hace sentir tan seguros. Por lo usual, los civiles no son tan descarados con los shinobis ¿Qué es lo que esconde tu guardaespaldas—

Eiji levantó la mirada, miró a Kain y se puso pálido.

Al mismo tiempo, el guardaespaldas de la izquierda miró a su compañero y este último se puso más nervioso, como si alguien lo hubiera delatado. Sin pensarlo dos veces llevó su mano a la chaqueta, su compañero lo quiso detener. Los dos forcejearon y sonó un gran estruendo. Estaban en el balcón del cuarto piso de un hotel, corría viento, pero el estruendo fue tan fuerte que se escuchó en el interior del hotel. Eiji cayó de frente contra la mesa manchando el mantel blanco con su sangre.

Por otro lado, los guardaespaldas siguieron forcejeando y el guardaespaldas de baja estatura, no podía sacar lo que tenía dentro de la chaqueta, pero hacia una expresión de dolor. Humo blanco salió de un orificio del tamaño de un pulgar en su chaqueta. El otro guardaespaldas hacia fuerza para detenerlo, pero de nuevo sonó el estruendo. El guardaespaldas más alto cayó al suelo agarrándose el pie. El otro guardaespaldas sacó un trozo de metal largo y tubular de su chaqueta con la forma de una ballesta, pero más circular y menos aparatoso. Entonces apuntó a su compañero y lo remato con un disparo en la cabeza. Después miró a Kain y disparo otra vez Bang, Bang, Bang, Bang….

El arma comenzó a hacer clic porque ya no le quedaban municiones. El guardaespaldas sonreía al haber completado su misión, pero de repente se sintió mareado, agito su cabeza de lado a lado y miró hacia adelante. Estaba la mesa con el cuerpo de Eiji recostado, una gran perforación en la cabeza y la sangre manchando el mantel blanco. Entonces vio a Kain con una actitud tranquila e ileso. El cabello blanco peinado hacia atrás, los ojos azules y una sonrisa astuta en los labios.

El guardaespaldas no lo quería creer. Miró los alrededores y vio que sus disparos solo dañaron la baranda del balcón. Había fallado por un enorme margen.

Kain sonrió y le dijo —estúpidos civiles, les dije que no funcionaría contra los shinobis—