Kain avanzaba por un camino adoquinado en el jardín trasero de los Hoshino mientras un grupo de sirvientes en hermosos kimonos, llevaban paraguas para que él, Naomi, Hana y Mana no se mojaran con la lluvia. La nación del Rayo era un territorio con una amplia cantidad de montañas cubiertas de niebla, así que no era extraño que de un momento a otro lloviera. Al menos en la región norte del territorio, cerca de la capital. Eso a su vez, volvía a sus tierras una de las más fructíferas de toda la región, solo superados por la nación de la Tierra y por la nación del Fuego.
La lluvia caía con suavidad bañando el pasto y el camino de adoquines de piedra.
Kain dirigía su mirada más allá de la protección del paraguas. El camino consistía en un suelo adoquinado rodeado de pastizales. Pasaba por al lado de un gran dojo de un piso y seguía con dirección a la enorme mansión principal de dos pisos, techo de tejas, doble pendiente y largos alerones. Una magnifica construcción al estilo de los shinobis. Por lo usual, los civiles deberían tener un tipo de vivienda diferente, pero a los nobles y políticos les gusta el poder, así que ¿Qué puede ser más poderoso que los shinobis y su estilo de vida tan distintivo?
Por otro lado, Kain oía el suave arrullo de la lluvia mientras pensaba en cómo abordar al señor Hoshino. Nombre completo, Hayato Hoshino. Patriarca del clan más antiguo de la nación del Rayo y patrocinador del clan Yotsuki, clan shinobi más numeroso del mundo. En estos momentos ellos conformaban el 60% de los shinobis de todo el país del Rayo y ahora el 100% de Kumogakure. El clan más grande, el clan más numeroso y él único capaz de conformar una villa. Los Hoshino a su vez poseían los recursos para financiar a un clan tan numeroso, así que no era extraño que, en los límites de los terrenos de la mansión, hubiera una gran cantidad de shinobis con chaqueta táctica blanca. Los Hoshino tenían tanto dinero que no era extraño que mandaran a la policía militar, una fuerza personal del daimio, como si fueran sus fieles lacayos y los enviaran a escoltar a alguien como Kain. La familia Hoshino era ese tipo de entidad…hasta antes de la rebelión de los clanes pequeños en Kumogakure.
El clan Hoshino se había dividido a la mitad. No por la rebelión en Kumogakure, pero por el simple hecho de que el patriarca del clan se iba a reunir con Kain, un shinobi, y no cualquier shinobi, el hijo de Madara Uchiha y el hijo adoptivo de Hashirama Senju.
Los tiempos habían cambiado, pero mucha gente no lo aceptaba y para ellos, sobre todo los nobles, la creación de Konoha fue una traición. Eso los obligo a salir de su zona de comodidad, crear una villa y darle a los shinobis un poder político que no tenían. La frase clave era "no se puede confiar en los shinobis". Pensamiento que el hermano menor de Hayato Hoshino, Takumi Hoshino, creía fervientemente.
Ahora el gran Banco Hoshino, entidad financiera que estaba en todas partes como una araña que extendía su telaraña poco a poco, había perdido poder adquisitivo. La constitución original era 60% la familia Hoshino, 10% Wakako (familiares de Akako Hoshino, esposa de Hayato), 20% Takumi Hoshino y 10% el resto de los nobles de la nación del Rayo. De los cuales, Takumi y los nobles querían vender su parte, lo que había generado una pequeña crisis a nivel nacional.
Sin embargo, en el mundo de los negocios, la perdida de otro es la oportunidad para alguien y ese alguien es Kain. Ahora él iba preparado para quedarse con el 30% de las acciones que había vendido Takumi Hoshino y sus asociados.
Kain y su grupo superaron el dojo de la familia Hoshino mientras seguía lloviendo con suavidad. En estos momentos parecía un señor feudal escoltado por una docena de sirvientes llevando paraguas para que él, Naomi, Hana y Mana no se mojaran con la lluvia.
El aroma que emanaba del pasto recién mojado era agradable mientras una suave brisa llevaba el frio.
Kain llegó a la puerta de la mansión. Una vez dentro de la mansión, Kain vio los extensos pisos de madera barnizada y lustrosa. Las paredes blancas, el techo alto, los muebles de color café oscuro, los enormes jarrones de cerámica con flores recién cortadas. Todo muy bonito, armonioso y elegante. A simple vista, no había una sola mota de polvo.
Por otro lado, Kain pudo ver que varios sirvientes y guardias que habían sido distribuidos por las zonas más transitadas de la mansión eran shinobis disfrazados de civiles. Al mismo tiempo, ellos también sintieron la mirada de Kain y le dieron la espalda, como diciendo "no me mires, no me delates".
Kain sonrió y continúo caminando por la casa mientras los sirvientes lo guiaban a la sala de reuniones. Al mismo tiempo, Kain veía la interfaz en su rango de visión e identificaba puntos de interés dentro del plano de la mansión, marcando a aquellos shinobis disfrazados de civil. También solicito un escáner y para su sorpresa, esta mansión tenía más habitaciones secretas que el cuartel general de los anbus de raíz.
Kain soltó una risita, los sirvientes lo miraron y en especial, la sirviente femenina que lideraba el grupo, lo miró y le preguntó —¿Necesita algo, Kain-sama?—
Kain la quedó mirando, era una mujer hermosa con el cabello oscuro y largo hasta la cadera. Facciones delicadas, una boca grande con labios delgados y un hermoso labial rosa acuoso. Si alguien le hubiera preguntado a Kain, él hubiera dicho que ella podía pasar por Uchiha, pero según la interfaz de Kain, ella tenía menos chakra que un niño de cinco años. En pocas palabras, solo poseía los genes, pero ninguna de las virtudes de ser shinobi.
—No, nada, continuemos— respondió Kain con tranquilidad
La mujer asintió, se dio la vuelta con suavidad y continúo guiando al grupo. Por detrás de Kain, Naomi lo seguía y lo vigilaba. Kain sintió esa mirada como si alguien le presionara una espada en la nuca. Miró hacia atrás, vio a Naomi en un hermoso kimono rojo con un obi dorado. El cabello rubio ordenado en un moño, en la parte alta de la nuca. Se veía hermosa, pero esos hermosos ojos verdes lo miraban con seriedad, como si él hubiera estado coqueteando con alguien. Kain soltó un suspiro, sonrió y continúo avanzando mientras miraba hacia adelante. En su mente pensó que sería genial mantener una conversación que solo ellos dos pudieran oír o ver. Entonces pensó en la interfaz susano y una opción para que pudiera mostrar un pequeño cuadro de dialogo. El problema era que solo Kain tenía activada las opciones avanzadas. Lo cual le impedía a Naomi ver en su campo de visión cualquier mensaje que le enviara Kain. En su caso, ella debería mirar directamente su dispositivo susano que, a simple vista, se veía como un brazalete negro en su brazo derecho.
Kain miró hacia atrás, miró una vez más a Naomi y sonrió. Después siguió caminando y se concentró en los puntos que debía tratar con Hayato Hoshino. Ya casi era el momento. Kain podía ver la puerta corredera blanca con una pintura ancestral de las montañas nubladas, los humanos y un hombre con el cuerpo cubierto de escamas. Parecía un dibujo mitológico, pero Kain sabía que era real. Después de todo, conoció al sabio serpiente, a su sacerdotisa y él mismo siente una fuerte afinidad con las serpientes. Era la ilustración de la primera reunión entre el patriarca del clan Hoshino de aquella época y el primer hombre serpiente que llego a estas tierras.
La mujer que guiaba al grupo llego a un lado de la puerta, el grupo se detuvo y ella les pidió que esperaran durante un par un minuto. Ella entro y salió al poco rato.
—Pueden entrar— dijo la mujer
Kain asintió, los sirvientes abrieron las puertas de corredera con la pintura del primer Hoshino y el primer hombre serpiente. Las puertas se abrieron y dejaron ver una habitación amplia. El piso era de madera barnizada y lustrosa. Los pilares de madera a los lados con dragones subiendo hasta alcanzar el techo. Un pasillo en frente de ellos conducía al final de la habitación y en la pared del fondo, había un largo mural con un dragón (wyrm) atravesando los cielos. Frente al mural estaba un hombre mayor vestido con ropas doradas como si fuera un daimio.
Kain avanzó por el pasillo y la interfaz en su rango de visión le fue avisando del movimiento y personas ocultas en el techo y en el piso. Kain podía ver el aura a simple vista, pero utilizar el dispositivo susano era adictivo. Te mostraba hasta los más mínimos detalles. Saber se volvía adictivo. Nadie te podía sorprender, nadie te podía tender una trampa y eso te hacía sentir poderoso, incluso más poderoso que tener el poder para luchar. Prácticamente, tener el dispositivo susano te volvía la persona más inteligente en la habitación. Kain negó dentro de su mente, susano era una herramienta y si él dejaba de pensar por su cuenta, pronto se volvería estúpido y cometería un gran error de proporciones.
Kain se detuvo frente a un grupo de cuatro cojines proporcionados por la familia, como estableciendo el lugar de Kain y los invitados y, además, indicándoles lo cerca que podían estar de Hayato Hoshino.
Automáticamente, susano identifico a Hayato y realizo un escáner que mostro en la interfaz visual de Kain. Este último mostro una pequeña sonrisa, como supuso, Hayato Hoshino tenía severos problemas de salud. Sus riñones, corazón y pulmones estaban dañados. Se veían residuos verdosos de chakra del tipo ninjutsu medico alrededor de esos órganos, como si estuvieran tratando de sanar esos órganos, pero el daño fuera tan severo que cualquier esfuerzo se volvía inútil. Una vida de lujos, sin inhibiciones ni disculpas.
Al mismo tiempo, Hayato Hoshino sentado por delante del mural con el dragón atravesando el cielo, miraba a Kain y reconocía a las otras personas que lo acompañaban. Naomi Uchiha, anteriormente, Naomi Yamanaka, hija del difunto patriarca del clan, Sora Yamanaka. Según la investigación, ella manejaba las finanzas y la industria que había empezado Kain. Niña talentosa, pensó Hayato. Después estaban las hijas del daimio con esa mujer shinobi tan hermosa. Hana y Mana, tan hermosas como su madre, pensó Hayato. Ellas eran estudiantes de medicina y poseían habilidades de espionaje bastante peculiares. Lo último que supo Hayato es que ellas perdieron a su abuelo hace poco tiempo.
Por último, la manzana de la discordia, Kain Uchiha. Hijo de Madara Uchiha e hijo adoptivo del amigo y asesino de su padre, Hashirama Senju. Un muchacho alto, de largo cabello blanco peinado hacia atrás. Hermoso ojos azules, facciones atractivas como la mayoría de los shinobis de su clan y una mirada orgullosa, como todo su clan. Por alguna razón sonreía.
—Hola Hoshino-sama— dijo Kain e hizo una ligera reverencia que Naomi, Hana y Mana imitaron.
Hayato Hoshino solo asintió con suavidad e indiferencia —¿Por qué sonríes, muchacho?— preguntó.
Kain lo miró a los ojos y le dijo —nada en especial, el otro día estaba fumando habanos con un amigo en la capital Keishi y me preguntaba ¿Le interesa fumar?—
La sola pregunta hizo toser a Hayato Hoshino como si se le fueran a salir los pulmones por la boca, pero rápidamente sacó un pañuelo de su manga y se limpió la boca dejando una gran mancha de sangre. Después se rio a medida que se limpiaba la boca hasta soltar una carcajada estruendosa.
—Ese endemoniado mono te enseño muy bien, muchacho, jajajajaja— respondió Hayato Hoshino, viejo amigo de copas de Sasuke Sarutobi, otro jugador. Hayato volvió a mirar a Kain, esta vez no era con la suavidad de un anciano o el patriarca del clan Hoshino, esta vez era con la brutalidad de un jugador que miraba a un contrincante ¿Modales o buenas palabras? Si querías vencer a un oponente tenías que luchar primero contra su mente, darle culpa, intimidarlo, utilizar artimañas y jugar el juego utilizando todas tus habilidades. Sino jugabas sucio, significaba que no lo estabas intentando con todas tus fuerzas. Así que ¿Qué puede ser más sucio y traicionero que invitar a fumar a un hombre que se está muriendo de cáncer a los pulmones? Eso hubiera indignado a todo el mundo, los moralistas hubieran puesto el grito en el cielo, el daimio hubiera echado a Kain de su país y le hubiera prohibido entrar a él y cualquier que tuviera parentesco de sangre hasta la tercera generación, pero a Hayato Hoshino ¿Qué le producía?
Nada, nada de nada, más que risa. Un comentario tonto que revelaba las cartas de Kain, no era solo inteligente y un buen jugador, sabia cosas y tenía formas especiales de saberlas. Formas que ni él, ni los civiles ni los shinobis, tenían formas de imaginar lo que era.
—Ustedes— dijo Hayato Hoshino, en tan solo unos segundos, su mirada había recuperado la ferocidad de su juventud, cuando tomaba lo que quería sin pedir permiso ni disculpas. Solo entrar y tomar lo que quería, sin más. Hayato Hoshino miró a Hana y Mana, después a Naomi y continuo —salgan del salón, tengo cosas que hablar—
—Naomi, Hana y Mana, salgan por favor— dijo Kain, no era como si no les tuviera confianza, pero esto se volvería una conversación incomoda. Al menos, hasta que al viejo se le pase la sensación salvaje y quede más débil de lo que estaba al principio.
Naomi quedó mirando a Kain, este último le devolvió la mirada y ella asintió. Junto con Hana y Mana, dejaron el salón de reuniones de la familia Hoshino.