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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Mundo Shinobi - La falsa paz - 83

Al mismo tiempo que Yahiko miraba el techo, Kasumi estaba sentada en la cama de su celda, en el cuarto subterráneo, entre los pisos del capitán y Yahiko. El carcelero seguía sentado al frente de su celda. Ella hacia como que miraba los alrededores de la celda y el carcelero hacia como ignorara sus intenciones. Era claro que estaba buscando una apertura o un descuido, algo que la ayudará a salir. Todos los días empezaba así, tipo cinco o cinco y media de la tarde, empezaba a desesperarse y buscar una salida. Para solo tener doce años, esta niña era muy astuta. Durante este largo periodo de un mes, ha tratado de sobornar, seducir, robar y hasta extorsionar a todos los carceleros que le han puesto a cargo. Gracias a eso, se supo que un tipo estaba vendiendo información y por eso llego hasta esta prisión el príncipe Yahiko. Solo el carcelero actual ha tenido suerte de evadir los engaños de Kasumi.

-¿Cuándo me van a ofrecer un baño?- dijo la joven, ignorando el frio y abriendo el escote de su kimono. Tenía pequeños senos como dos mandarinas y una piel de porcelana, pálida y suave. Por un instante, el carcelero se quedó mirando, pero después desestimo cualquier tipo de jugada. Solo sería buscarse problemas con su capitán.

Por otro lado, recordó al único shinobi que se le impidió acercársele a la princesa. Hizo una sonrisa maliciosa, la cual Kasumi intuyo que sería su vía de escape. Sin embargo, todos sus pensamientos se vinieron abajo cuando el carcelero se levantó y comenzó a caminar hacia el final del pasillo, donde estaba la salida. Pudo verlo avanzar a paso lento, abrir la puerta generando un chirrido gracias a las bisagras con oxido y después cerrar dando un portazo. Kasumi tirito del frio que le dio haberse abierto el escote del kimono y se abrazó a sí misma. Pensó que se estaba quedando sin tiempo, a lo mejor, sin opciones.

No obstante, al rato después escucho una vez más el chirrido de la puerta, al final del pasillo. Se cerró de un portazo y vio a un gordo que casi llenaba el espacio del pasillo por su propia cuenta. Medía más de dos metros, redondo como una pelota y brazos más gruesos que el torso de Kasumi. El shinobi camino balanceando su enorme masa y dando un paso a la vez. Sus piernas se veían cómicamente cortas para su enorme tamaño. Tiro del cinturón para levantarse el pantalón, pero este se cayó una vez más, dejando ver parte de su trasero. Se detuvo frente a los barrotes de la celda y apoyo sus enormes manos. Tenía puesta las pañoletas, pero se quitó la de la boca e hizo una sonrisa espeluznante.

Al instante, Kasumi abrió los ojos grandes, entre asustada y sorprendida por el tamaño del tipo. Sin embargo, nunca se vio algún atisbo de miedo. En lugar de eso, Kasumi hizo una sonrisa angelical y se arregló el kimono. Una vez que estuvo lista camino con un movimiento elegante, tratando de contonear sus caderas para hipnotizar al tipo. Se detuvo frente a los barrotes y levantó su vista para mirarlo a los ojos. Kasumi era casi la mitad de la estatura del enorme shinobi.

-¿Hola guapo?- dijo Kasumi tratando de llegar al tono voz más melodioso que haya alcanzado jamás. Se podía nacer con una voz bonita, pero si el destino era mezquino, tenías que fabricar tu propia voz. Para eso, desde que era pequeña estudio con los mejores cantantes y actores de renombre. Era importante ser inteligente en la corte real, pero también saber representar un papel. A veces, de niña idiota, o de mujer atractiva, mujer de negocios o de coqueta. Todo era necesario, solo sabiendo interpretar al personaje adecuado, podrías hacer que la gente se abriera a ti.

-Hola- dijo el tipo haciendo una extraña y tonta sonrisa. Se movió hacia el lado de la puerta, balanceando su enorme masa y saco una llave de uno de los bolsillos de su pantalón. Kasumi sonrió, pensando que esta era su oportunidad.

-o-

-Hombre ¿Cuántas bichos tienen estos túneles?- preguntó Kain a sí mismo.

Ya llevaba más de media hora arrastrándose por los viaductos de ventilación. Eran de todo, menos limpios. Las paredes eran de tierra, formadas a través de jutsus. La estructura tenía unos cuantos meses, así que los hongos, la maleza y la humedad lo llenaban todo. Solo entraba un poco de luz, la cual provenía de las pequeñas rendijas que transportaban el aire a los pisos subterráneos. Por otro lado, Kain se alegró de haber mandado primero a sus serpientes de agua, ya que estas encontraron mucha resistencia a medida que se hacían paso. Lograron matar cuarenta serpientes que habitaban los viaductos, y varias docenas de bichos que eran tan grandes como perros. Como consecuencia de la indiscriminada masacre, el viaducto quedo hediondo a sangre y entrañas de serpiente. El olor de la bilis llenaba en el aire. Era repugnante, como cuando a una persona se le llena de pus una herida.

Kain encontró un viaducto que bajaba en vertical y lo dirigía al segundo subterráneo. Miró hacia abajo, viendo algunas tenues siluetas cristalinas en la parte inferior. Eran sus serpientes de agua que lo estaban esperando. Hace solo unos segundos se habían hecho cargo de todos los insectos y serpientes que poblaban el segundo subterráneo.

Kain apoyo sus pies en una de las paredes del viaducto y se afirmó con las manos del otro borde. Entonces fue bajando hasta quedar completamente metido en el viaducto vertical y apoyo su espalda contra la pared. Siguió afirmándose con las manos, pero esta vez solo fue moviendo sus piernas. Descendió cuatro metros de profundidad y se puso de pie sobre la base del viaducto del segundo subterráneo. El cambio entre el primer y segundo subterráneo fue tremendo, pudo escuchar varias conversaciones a través de las rendijas de ventilación. Kain se puso en cuclillas y miró a sus serpientes. Les dijo que fueran a registrar el tercer subterráneo. Después se miró a sí mismo, todo sucio con sangre y tierra. Se quito su haori blanco que ya no lo era, saco un rollo de pergamino de la manga derecha de su kimono y guardo el haori dentro de un sello. Después guardo el pergamino y gateo a través del viaducto, pasando por fuera de una rendija y se detuvo a escuchar la conversación de unos shinobis. Miró por el borde izquierdo, solo asomando sus ojos y pudo ver los pies de un shinobi. Estaba sentado, a tres metros de la ventilación. Además, estaba conversando con otro tipo que estaba de pie y apoyado en la pared a la izquierda, con las piernas cruzadas.

-Esa pequeña sabandija- dijo el shinobi sentado -ahora envíe a Goto para que le dé un pequeño escarmiento-

-¿No será peligroso?- pregunto el otro shinobi apoyado en la pared en tono divertido -sabes que Goto juega de manera brusca con las mujeres. Nunca las mata, pero ellas desearían estar muertas-

-Se lo merece, me tiene aburrido con sus constantes quejas y tomaduras de pelo…-

La conversación iba de una mujer muy altanera y orgullosa que trataba de timar a todo el mundo. Al menos, Kain tuvo esa impresión cuando escucho al shinobi referirse a la mujer. Sin embargo, toda la conversación termino cuando alguien, por fuera de la habitación, armo un escándalo.

-¡Alguien, ayuda, necesito ayuda!- grito un shinobi

Kain abrió los ojos amplios y pensó que lo habían descubierto. Se echó para atrás de la ventilación, con la espalda apegada al muro y siguió escuchando para saber de qué venía este escándalo. A lo mejor fue porque mato a todas esas serpientes, pensó. Sin embargo, lo siguiente le dio un gran alivio.

-La prisionera se ha escapado- grito el shinobi.

El shinobi que estaba sentado dentro de la habitación, se levantó en un solo movimiento. Dio grandes zancadas y abrió la puerta. El que estaba apoyado en la pared lo siguió.

Kain lo pensó por un largo momento, pero ignoro cualquier tipo de movimiento por fuera. Su interés era ajeno a la familia real del país del Fuego. Si los podía salvar, entonces bien. De lo contrario, le daba lo mismo. Su preocupación estaba en evitar la posible guerra que estaba planeando esta gente. Aun desconocía los por menores, pero si intentaban matar a su tío, quien promovió la paz, estos tipos iban en serio.

Kain siguió gateando por los viaductos de ventilación, encontrando más cadáveres de serpientes e insectos. Sin embargo, las conversaciones desparecieron. En su lugar, fueron reemplazadas por un montón de gritos y silbatos. Parece que por fuera de las habitaciones corría un regimiento de lado a lado, todos desesperados por encontrar a la princesa del país del Fuego.

-o-

Dentro del grupo de shinobis que corría de lado a lado tratando de encontrar a la princesa, había un shinobi bastante bajo. Había otros más, pero este destacaba por tener un físico demasiado esbelto. En ese momento todos estaban en un apuro, así que nadie se percató. Sin embargo, si alguno se hubiera fijado en sus ojos carmesí, se hubiera dado cuenta de que era una extraña. Esa persona demasiado esbelta era Kasumi, quien seguía los comandos que le daban los aparentes shinobis a cargo. Si alguien le preguntaba algo o quería tener una indicación, realizaba un falsete con su voz para sonar lo más grave posible y solo respondía un "¡Ah!" O un "¡No!". Por otro lado, Se había cubierto las manos con trozos de tela negra para evitar que se vieran sus finos dedos. Totalmente inapropiados para un shinobi. La pañoleta de la boca le cubría gran parte de su rostro y la pañoleta de la cabeza le sujetaba su largo y voluminoso cabello.

No obstante, Kasumi se estaba cansado. Actuar tenía sus limitaciones y sin un cuerpo poderoso, sería difícil imitar el movimiento de los shinobis. Diferente de las personas normales, los shinobis corrían impulsándose con los dedos y la mitad de la planta del pie. Eso a su vez imprimía un mayor impulso en sus zancadas, similar a como corrían los animales. Gracias a esto, Kasumi sentía que el impacto de correr le hacía doler los huesos y que sus pies se iban a partir a la mitad. Sin embargo, siguió corriendo, buscando la indicación y tratando de subir al siguiente subterráneo. Ya iba en el tercer piso y si la descuidaban por un instante, ella tomaría la iniciativa de "ir a buscar al piso de arriba".

Kasumi empezó a caminar a paso lento por un largo corredor hasta detenerse frente a las escaleras que daban al siguiente piso. Se apoyo en la baranda que le impedía caer de bruces por un agujero hasta el quinto subterráneo. Por el lado derecha de las escaleras, había peldaños que bajaban hasta un descanso rectangular de tres metros de ancho por cinco metros de largo. Al final de ese descanso se conectaba con más peldaños que seguían bajando hasta el cuarto subterráneo. Kasumi miró esperando que nadie subiera desde el piso de abajo. Pasaron corriendo unos cuantos shinobis, pero ninguno miró hacia arriba. Entonces miró hacia atrás y adelante del largo pasillo. Solo vio corriendo a un gran grupo de shinobis revisando las habitaciones. Entonces aprovecho de tomar los peldaños de la izquierda y subir hasta el descanso. Levantó la vista, mirando por si había alguien vigilando las escaleras, pero todo parecía estar vació. De repente pasaron corriendo un grupo de shinobis por el pasillo del segundo subterráneo y Kasumi se puso en cuclillas. Una vez que pasaron, caminó encorvada hasta las escaleras que la conectaban con el pasillo del segundo subterráneo y miró hacia ambos lados. Todo era un caos, se oían gritos histéricos y gente que se echaba la culpa entre sí. Kasumi tomo esto como su oportunidad y en vez de seguir haciendo de buena shinobi, avanzo un poco hasta las siguientes escaleras y siguió subiendo hasta el primer subterráneo. Este lugar estaba vació y diferente de los otros pisos estaba en calma. Kasumi se enojó, porque pensó que los shinobis la estaban subestimando y ninguno creía que ella podría llegar hasta el primer piso. Bufó indignada, y camino hasta las últimas escaleras, las que la conducían a la salida. Sin embargo, una vez que llego al final de las escaleras, se encontró a un tipo custodiando la salida.