webnovel

Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Anime et bandes dessinées
Pas assez d’évaluations
935 Chs

Interludio - Madam Purplehorse 1.2

CAPITULO NSFW O +18.

Una vez que Cristina negocio la venta de la mansión, su mundo empezó a cambiar. Para empezar, de alguna forma que ella no recuerda, viajo. Dos días después de completar el negocio, vino el elfo, le hablo de algunas cosas que no recuerda y lo siguiente que supo, es que se encontraba en Millis, en una habitación acogedora con vista al mar. Al parecer estaban en un piso superior. Se veían los techos de las casas de los alrededores. En su mayoría eran de un color naranja, lo más probable es que estuvieran hechos de tejas, al menos, así le comento su hija en ese momento. Ahora su niña se veía con distinción. Su pelo rubio caía como una cascada hasta los hombros, partido a la mitad y llevaba un vestido de una pieza, color celeste, lleno de flecos. Cristina pensó que se veía adorable. Por otro lado, la habitación era acogedora, al igual que en su niñez. La alfombra de un color miel se extendía de muro a muro. Los muebles de un color burdeos estaban pegados a la pared y la cama, grande y esponjosa, le daba cobijo.

Pasaron varias semanas hasta que por fin Cristina se pudo levantar de su cama. La mayor parte del tiempo era atendida por una sirviente, una muchacha de pelo rojo oscuro. Tenía una cara fría, pero nunca le mostro ninguna animosidad. Siempre la escucho y cada vez que le pedía algo (como comer, ir al baño o beber agua) le ayudaba. Poco después de que se mejorara, se enteró de que la mujer no era otra que Madame Dragonroad, o al menos así se hacía llamar. Era la esposa principal del elfo (cosa escandalosa, pensó Cristina). Después de todo, la raza élfica es conocida por su fidelidad y monogamia. Pero volviendo al punto, Lilia (madame Dragonroad) la ayudo en muchas cosas. Incluso se preocupó de su hija. Le enseñaba a valerse por sí misma y la educaba. Al parecer, por su carácter y desplante, tenía mucha experiencia con los niños. El hecho es que para su segundo mes de convalecencia, Cristina sintió que había perdido a su hija. La niña escuchaba más a Lilia que a ella misma. Algo que dentro de todo le pico en el corazón, pero considerando todo el tiempo que la niña estuvo valiéndose por sí misma, no lo extraña. Todos los niños quieren depender de un adulto.

Temas aparte, el elfo vino con bastante habitualidad. Cosa que complació a Cristina. Después de todo, era un hombre guapo. ¿A qué mujer no le gustaría ser visitada por un hombre guapo?. Puede que como dicen en Asura, sea un semi humano, pero es uno guapo y adinerado. Al menos, eso pudo confirmar Cristina. Así que Cristina siempre lo recibía con una sonrisa y algunas palabras de elogio y coquetería. No obstante, poco efecto tuvieron en el elfo. Él se llamaba Kain Dragonroad.

Haciendo acopio de memoria, Cristina recuerda un estúpido suceso hace años, uno por el cual el rey de Asura fue puesto en tela de juicio. El viejo rey, tuvo la genial idea de vender a un excelente guerrero por una módica suma de algunos cuantos millones de oro. Hasta ahí todo bien, pero después de enterarse de quien había sido, casi se arma una revuelta respaldada por una gran parte de los nobles. Todos estaban disconformes, más aún por el valor ridículamente bajo por el que se había vendido tal precioso recurso de guerra. El rey solo se excusó en que estaban hablando de un semi humano y ahí murió la disputa. Por supuesto, hubieron muchos que mantuvieron su disconformidad, sobre todo los Greyrat de Fitoa, pero nada se pudo hacer.

Ahora, volviendo a Cristina, se recupero de su enfermedad al quinto mes. Ni tonta ni perezosa, le pidió un trabajo a lord Dragonroad. Él le había pedido que lo llame Kain, pero los modales y etiquetas grabados a fuego lento, le impedían a Cristina comportarse de manera tan casual, mucho menos con tan distinguido señor. Con respecto al trabajo, Kain le dijo que no tenía ningún problema, primero empezaría como asistente en uno de los departamentos y a medida que demostrara su capacidad, sería ascendida. Cosa que no se le dificulto a Cristina. Después de todo, podía decir que tuvo una de las mejores educaciones de Asura.

Durante el siguiente medio año, Cristina se esforzó en dos cosas, su hija y su trabajo. Por las mañanas se levantaba temprano, le daba desayuno a su hija y después la pasaba a dejar a la casa de los Dragonroad. Ahí habían muchos niños. Así que Tristina se divirtió mucho durante su tiempo en la mansión. Otra cosa que Cristina pudo notar, es que habían demasiadas mujeres. Pensó que un elfo sería modesto en cuanto al matrimonio, pero este, lord Dragonroad, estaba fuera de las normas. Cinco esposas, cinco ¿Cómo podía ser esto posible? Se pregunto Cristina. Incluso si fuera tan galante ¿podría atenderlas a todas?. Por lo que le enseñaron las sirvientas de su casa, parece que sí. Todas las mujeres se veían de buen ánimo, alejadas de los síntomas y actitudes de una mujer con falta de sexo. Así que ¿Por qué ella no lo intenta? Pensó Cristina. Sí este elfo, lord Dragonroad, puede complacer a tantas mujeres, de diferentes edades y nacionalidades, ¿Por qué no podría aceptarla a ella?. Por supuesto, todo esto lo pensó, sin nunca olvidarse de su venganza.

Dejando de lado las aspiraciones de Cristina, le fue bien en su trabajo. Comenzó a destacarse por su desempeño, memoria e inteligencia. Victoria poco a poco le fue dando otras labores, poniéndola a prueba. Hasta que ocho meses después de haber empezado a trabajar, Cristina se convirtió en su secretaria. Algo que no cayo muy bien dentro de la empresa, ya que varios apuntaban a ese puesto. Después de todo, la paga se incrementaba y el esfuerzo físico se reducía. Por supuesto, también habían algunos motivos personales, después de todo Victoria era hermosa. Muchos querían pasar tiempo con ella, conocerla y quizás, solo quizás, tener un encuentro con ella. Soñar no cuesta nada, sobre todo a la gente joven de la empresa.

-o-

Cuando llego a finales del año 414 del calendario del Dragon Blindado, Cristina entendió que se había enfocado demasiado en su trabajo. Había perdido muchas oportunidad, que otras habían atrapado. Por un lado no se arrepiente, ya que poder ver a su hija crecer, es algo maravilloso. De vez en cuando la niña llora por las noches llamando a su padre, pero poco a poco se ha ido olvidando. El resto del tiempo es alegre, inteligente y llena de aspiraciones. El otro día le dijo que le gustaba Kain Jr y Ars. Ellos dos eran geniales y siempre sabían que hacer. Como a Cristina no le incomodo tal elección, le dijo que se siguieran haciendo buenos amigos y a futuro verían. Tristina le dijo que ya eran amigos. Cosa que hizo aún más feliz a Cristina. Es un alivio que su hija no tenga que vivir en la precariedad y pueda ser feliz.

Ahora, volviendo a una de sus preocupaciones. Cristina se entero de que su "jefe" lord Dragonroad, había tomado a una joven caballero de Millis como esposa. Por otro lado, y para su sorpresa, era prima de una de las ya esposas del lord. ¿Qué pasaba con este hombre? Se pregunto Cristina ¿no tiene limite su lujuria?. Así que viendo que se estaba demorando mucho, empezó a planear su acometida. No obstante, su trabajo y su hija no le dejaban mucho tiempo y así paso mas tiempo, hasta que se entero de una nueva adición. Barbara, la viuda de un rico comerciante de Asura, se había unido al sequito de esposas. ¡Al parecer estaba embarazada!. Ahora claro, esto no quedo fuera del escrutinio publico y se empezó a murmurar por las calles y salones de té. Por su parte, Cristina pensó que lord Dragonroad estaba fuera de control, ni a su suegra respetaba.

La agraciada mujer, venía a ver a su hija, que también es una de las esposas de lord Dragonroad. Cristina solo pensó en una cosa cuando la vio. ¿Qué injusta es la vida?. La mujer estaba en sus cincuenta, pero era delgada, con un cuerpo envidiable y unas enormes tetas. ¿Cómo era eso posible? Se miró a sí misma y sintió pena. Esa mujer por lo menos debe haber sido una talla 110, mientras que ella con suerte era 90. Sin contar que llego a esta talla después de tener a su hija. ¿Cómo puede haber tanta disparidad?. Bueno, la hija no era diferente, también tenía una figura envidiable, con una cintura de reloj de arena. No obstante, al igual que Cristina, Victoria estaba en su veintena. Así que era normal que fuera delgada y hermosa. ¿Cómo la vida podía ser tan injusta? Se pregunto Cristina. Y eso que no podía ver las piernas de ambas mujeres, puede que hubiera sentido aún más envidia.

Dejando de lado los prejuicios de Cristina, empezó a pensar en acercarse a Kain. En esa época, lord Dragonroad seguía viniendo a la oficina. No obstante, nunca tuvo la oportunidad. El hombre llegaba a un horario relajado, veía algunos negocios menores, miraba el flujo del dinero y firmaba algunos contratos significativos y después se iba pasado el medio día. Cristina con frecuencia le ofrecía café y otro tipo de cuidados, pero lord Dragonroad tenía por costumbre tomar el café que le preparaba Victoria, la gerente de la empresa y también su esposa. Por otro lado, mientras Cristina trabajaba en un escritorio, veía al señor y la señora coquetear. Cosa que dentro de todo le molestaba. Varias veces rompió lápices de la indignación, pero no era su trabajo corregirlos. Así que tomando la iniciativa, empezó su ataque sin contemplaciones.

Un día miércoles, en donde Victoria no tuvo el tiempo para preparar café, Cristina le llevo una taza a Kain sin haberle preguntado. La mayoría de los trabajadores estaban en reunión o en las bodegas, así que solo estaban los dos en las oficinas del tercer piso. Por supuesto, el café no era la única sorpresa que tenía preparada. Para la ocasión se había puesto un vestido verde claro que le llegaba hasta las rodillas, además se puso un collar y aritos de oro. Con un andar coqueto, meneando las caderas, de manera sensual, pero con modestia, Cristina hizo su camino a su objetivo. Por su parte, Kain estaba en su oficina revisando unos papeles y colocando notas al margen. Después de terminar con un documento y tomo otro de su escritorio. Movía su lápiz señalando las cosas que le parecían importas, cuando escucho el sonido de unos tacones. Por el ritmo podía decir que no era ninguna de sus esposas. Así que no le dio importancia y siguió trabajando sin apartar la vista.

-Señor- dijo Cristina -le traje una taza de café, la señora esta muy ocupada como para prepararlo-

Kain siguió escribiendo y sin apartar su mirada, señalo una de las esquinas de su escritorio y le respondió -déjalo ahí, por favor-

-Como usted ordene, ahora, tengo postre para que lo acompañe- dijo Cristina con voz sensual

Kain levantó la mirada y puso una sonrisa amable, como intuyendo que algo había detrás de ese tono de voz. Tomando una buena mirada, se dio cuenta que la recuperación de esta mujer fue satisfactoria. Su piel clara se veía tersa, sus mejillas rosadas y su cuello delicado. Su pelo rubio, largo y lacio, caía como una cascada hasta sus hombros apegándose a su cara. Mas abajo destacaban sus pequeños pechos sobresaliendo de ese escote. Se mantenía delgada, agraciada y elegante, como se esperaba de una noble. Ella ponía una sonrisa coqueta, como quien dice entre líneas "te tengo algo preparado".

-¿Cuál sería ese acompañamiento?- pregunto Kain

Cristina camino sin perder su sonrisa, con pasos seguros y una mirada coqueta. Paso por al lado del escritorio hasta llegar al lado de Kain y sin pudor, sin penas ni vergüenza, se levantó el vestido. Delante de Kain, al alcance de su mano, quedo una de las más lindas vaginas que pudiera haber visto. El pubis se elevaba en un pequeño montículo de carne, antes de dividirse y bajar hasta la entrepierna. Entre la parte plana del abdomen y el montículo, habían unos pequeños cabellos, muy finos y rubios como para resaltar. La piel se veía blanda y tersa como un pudin. Un conjunto apetitoso, que cualquier hombre habría querido probar.

Kain solo sonrió, dejo el lápiz en su escritorio y se apretó el tabique de la nariz. Después miró a Cristina a los ojos y le dijo, sin nunca perder su sonrisa -no pudo untar eso en café-

-Pero puede comerlo por separado- respondió Cristina de forma sugestiva

Kain negó con su cabeza y le pregunto un poco mas en serio -¿Por qué haces esto? Jamás pedí este tipo de trato-

Cristina nunca perdió su sonrisa y solo recordó lo que le enseñaron las sirvientas de su casa. Era mejor dar una escusa instintiva. Decir que es algo que esta mas allá de su control, de esa manera, él se rendiría y ella obtendría lo que quiere. Así lo había hecho con su marido aquella vez, le dijo que como mujer tenía sus necesidades, si él no cumplía con su trabajo, buscaría a alguien mas.

-Tengo mis necesidades- dijo Cristina

-En ese caso, podrías buscar a alguien más- respondió Kain -no quiero que malentiendas nuestra relación. Además de que quiero mucho a Tristina, es una niña inteligente y muy amable. Así que no quiero tratarte como a un juguete y lastimarla en el proceso. Ve y busca a alguien más, por favor-

-Yo…- dijo Cristina, pero Kain no la espero, volvió a tomar su lápiz y retorno a los papeles.

-Si no encuentro nadie, ¿puedes ser tu?, confió en ti- dijo Cristina

-Ve a ver tu trabajo, por favor- respondió Kain, tratando de ignorar esa tentación. Si dijera que no se siente excitado, sería mentira. No obstante, recuerda a la niña que juega con sus hijos y se le pasa. (Si algún día supiera que trate a su madre como un juguete y me aproveche de ella, no sabría como mirarla a los ojos) pensó Kain.

Por otro lado, Cristina algo afligida, dejo caer su vestido y se fue. Una vez que salió, Kain soltó un suspiro, miro hacia abajo y vio su propia erección que se extendía por su pantalón.

-Voy a tener que pedirle ayuda a Victoria- murmuro

Poco a poco se esta elevando la temperatura.

AOoBeligerantecreators' thoughts