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Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

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Capítulo 62 - Las heridas se curan, pero las cicatrices quedan

Después de que Catalina convenciera a Kain, este último hablo con Perugius para que les ayudaran a llegar lo más cerca posible de la universidad de Ranoa. Como resultado, Kain y Catalina habían sido enviados al reino de Neris, un reino entre el reino de Ranoa y la universidad de magia. El clima en estas tierras era frio y siempre nevaba, pero en sus costas nunca se formaba hielo. Lo primero que hizo Catalina al llegar fue dar un gran grito de espanto, para ella que llevaba solo una chaqueta sin mangas estaba demasiado frio. Kain soltó una risita y lanzo "Luz solar dadivosa" cosa que arreglo un poco el estado de ánimo. Después saco una chaqueta que parecía estar llena de pelaje por dentro y se la paso.

-Gracias- dijo Catalina -esto ayuda un montón ¿no tienes guantes y un gorro?-

-No, para nada. Tendrás que esperar a que lleguemos a algún pueblo- respondió Kain

-Vamos entonces, hay que caminar. Maldición- dijo Catalina avanzando por la cueva en la que estaba el circulo de transferencia -ese maldito Perugius, nos podría haber permitido dejar pasar un par de caballos-

-Ya sabes como es- respondió Kain siguiéndola -no le gusta que ensucien el castillo-

-Tan vanidoso que es con su mierda-

-Agradece que no tuvimos que hacer el viaje desde Asura-

-Bueno, algo es algo-

Una vez que salieron de la cueva, se encontraron con un bosque largo, negro y espeso. Lleno de pinos hasta adonde alcanzaba la vista. Un poco de nieve coronaba sus copas, pero para ser sinceros, estaba mas temperado afuera que adentro de la cueva.

-Esto será un largo viaje- dijo Catalina con fastidio -puto Perugius-

Kain soltó una risita y la tomo de la mano para bajar la colina y empezar a surcar el bosque de pinos. Gracias a los mismos árboles, casi no había nieve en la tierra, así que sus zapatos no se mojaron, cosa que fue un alivio. No obstante, para no ir dañando la fauna, tuvieron que ir bordeando a los lobos. Habían algunos que no entendían su propia posición y al percibirlos, los seguían, pero con un poco de fuego se alejaron de inmediato. Por otro lado, con la poca resistencia de Catalina, tenían que descansar unas diez a doce veces en el día. Podría haber utilizado su touki de mana, pero Catalina solo tenía control sobre la fuerza que ejercía, pero de ahí a controlar la velocidad y el movimiento dinámico, era otra cosa. Así que caminaron durante dos días a un paso lento pero seguro.

El segundo día en la mañana, Catalina se despertó abrazando a Kain. Estaban cubiertos por pesadas tapas dentro de una tienda de campaña. Aunque Catalina había colocado unas murallas y techo alrededor para disminuir el frio del entorno, igual pasaba la helada matutina. Ella tirito un poco y se abrazo mas a Kain.

-Kain- llamo Catalina en un suave tono -Kain, despierta querido-

Kain medio dormido abrió un poco los ojos y le pregunto -¿Qué pasa, amor?-

-Tengo frio, lanza tu magia-

-Bueno, bebé- y Kain saco su mano y lanzo "Luz solar dadivosa"

-Gracias- dijo Catalina

Kain soltó una risita, guardo su mano debajo de las gruesas tapas de piel y la abrazo para seguir durmiendo. La magia alivió mucho el frio de la mañana. No obstante, a Catalina le dolía el lado derecho de la cara. Se saco el parche que siempre cubría su lado derecho de la cara a menos que estuviera sola con Kain o que no hubiera nadie. Después se pasó la mano derecha por la cara, esperando que el calor le aliviara la molestia, pero no fue de mucha ayuda. Podía sentir como su piel se mantenía lisa y perfecta gracias a los productos de vendía Victoria. Su marido también había ayudado a eso. La primera vez que se sacó el parche en frente de Kain, él amablemente le dio pequeños besos sobre la gran cicatriz que le desfiguraba el lado derecho. Después saco unas pomadas y le borro la marca. No obstante, esa vez que le cortaron la cara con una espada, le habían cortado parte del hueso de la frente, el ojo y un poco del pómulo. Así que su piel se hundía en ese lugar, haciendo que la marca quedara ahí, aunque la cicatriz se hubiera esfumado hace más de diez años. Pasaba su dedo por la hendidura del hueso como si estuviera recordando al tipo que se la hizo.

Ese día, Catalina había reunido todas las piezas del puzzle. Había encontrado a los implicados en la muerte de su prometido y se dirigió a la casa de la familia. Sus nombres no los recuerda, pero recuerda como sonreían y se burlaban de ella, cuando ella les reclamaba justica por su difunto prometido en aquella época. Catalina les estuvo hablando de San Millis, de corregir sus pecados. Los cuestiono porque ellos mismos eran clérigos de la iglesia, pero lo único que escuchaba eran las risas de demonios que se reían de sus propias creencias. Algo dentro de Catalina se rompió en ese momento y dejo de creer. Dios no le haría justicia, dios no bajaría a convencer a esta gente de su mal camino. Así que Catalina por un instante se olvidó de San Millis, de sus creencias, de su credo y con su magia de fuego, transformo todo en cenizas.

Una vez que Catalina recobro su conciencia, solo quedaba un viejo caballero de la familia en ese momento. Lloraba la muerte de su corrupto señor. Catalina le dio la espalda, ya que considero que el tipo no tenía parte en todo esto. Sin embargo, no alcanzo a dar más de diez pasos antes de ser interceptada.

-¡Mataste a mi señor, maldita!- profirió el anciano en un alarido. Vestía como mayordomo y portaba una espada de un filo. Mas parecida a un estoque -pagaras- añadió entre lagrimas de furia y dolor.

Catalina se demoró en reaccionar y cuando se dio cuenta, ya era tarde, el anciano había corrido hasta ella y le había hecho un profundo corte en el estómago. Catalina cayó al suelo profiriendo un grito agónico y apretando su estómago con sus manos para que sus intestinos no se salieran. En un momento de frenesí solo apunto su mano y lanzo una llamarada que incendio al viejo. El tipo se tiró al suelo soltando alaridos de dolor y rodando para que se apagara el fuego. Catalina por su parte se concentró en usar magia de sanación. Una vez que se sano, Catalina quedo sin energías. La casa de sus enemigos se estaba incendiando, así que se mentalizo en salir. No podía morir con escoria, se dijo a sí misma. Camino sintiendo que todo su cuerpo le ardía con dolor y escuchando como a sus espaldas se desplomaban las vigas de la casa. El techo rechinaba al haber perdido sus soportes y el fuego se estaba extendiendo por todos lados. No obstante, antes de salir de la casa, escucho unos pasos.

-Te matare- decía un hombre negro del hollín y las quemaduras -te matare- profería una y otra vez. Solo se distinguían la espada y sus ojos que no se habían vuelto oscuros. Parecía una criatura nacida de la oscuridad del mundo. De los incontables secuestros que habían realizado los enemigos de Catalina. De las muertes de todos los chivos expiatorios que habían muerto como el prometido de Catalina.

-¡No podrás!- grito Catalina cansada -yo he hecho justicia. San Millis, San Millis me protegerá-

-¿Qué sabe dios de sentimientos?. Yo vi crecer a mi señor. Lo alimente, lo eduque, lo vi dar sus primeros pasos-

-Yo también vi a mi prometido, crecimos juntos- grito Catalina llena de dolor -pero tu señor y sus hijos lo corrompieron y lo llevaron por el mal camino. Íbamos a tener una vida juntos-

-Ingenua, no hay familia que no tenga oscuridad. Tus hermanos no son mejores. Acaso nunca te ha extrañado que tus cuñadas siempre anden con los ojos negros-

-Eso es…-

-Disciplina. Así lo llama el credo. Al final, cada quien esta de su propio lado- dijo el hombre que se había transformado en una sombra oscura y avanzaba con una espada en la mano.

Catalina apunto con su mano y trato de lanzar magia de nuevo. Pero esta vez no salía, intento concentrarse una y otra vez, pero no podía emitir ningún tipo de magia. Después cayó en la cuenta de que cuando había llegado a la mansión, había lanzado su magia con un catalizador. Un bastón que le habían regalado y que en algún momento había perdido. Ni siquiera se acordaba como logro quemar a este hombre. Sabía que había hecho magia solo con sus manos, pero el sentimiento, ya no lo tenía. Intento buscar con la mirada su catalizador, pero lo único que veía era una mansión en llamas. Con las vigas de los techos cayendo una a una y las pinturas de las paredes ardiendo. La sombra ya estaba a menos de tres metros, moviéndose con un bamboleo típico de un borracho. No obstante, la punta de su espada arrastraba por el suelo generando un roce metálico que aseguraba matar al que se le cruzara en el camino. Catalina apunto una vez más su mano derecha, cerro los ojos y concentro toda su mente en ese momento. Cuando pensó que iba a salir la magia, abrió los ojos con alivió, solo para ver como en un movimiento suicida. La sombra vengativa se lanzaba contra ella dando una salto y tomando la espada con las dos manos. La magia de Catalina salió interceptando al tipo en el aire, pero el corte en la cara de Catalina igual quedo. El tipo salió volando por los aires convertido en un amasijo de carne y fuego. Cayó al suelo sin proferir ningún grito y quedo ahí tirado, ardiendo. Catalina jadeaba en ese momento y se arrastró por el suelo para salir lo más pronto de la casa. Sin siquiera pensar en su ojo que poco a poco perdía la visión. Después de llegar al patio del frontis, se acostó en el pasto y se quedó tendida ahí, hasta dormirse.

Después de eso y una vez que Catalina se recuperó, vino el juicio contra ella. Nadie de su familia la acompaño en ese momento. Solo estaba ella, herida y sola, delante de un montón de hipócritas que planeaban hacerla ver como un ejemplo. Para que cualquiera que busque venganza contra los clérigos en el futuro, lo piense dos veces. Al final, solo gracias a la ayuda de su tía Claire, zafó. Por otro lado su madre solo se apareció una vez, pero fue para abofetearla por ensuciar el nombre de la familia. Catalina solo recuerda que eso fue lo más doloroso que jamás haya experimentado. Su tía por otro lado, fue suave como una taza de leche y miel. La curo, la cuido, la acerco a sus primas y la mantuvo en su casa hasta que conoció a Kain. Todo el mundo podrá decir lo que quiera de su tía Clare, pero para Catalina, es la mujer más hermosa y dadivosa del mundo.

-Catalina- la llamo Kain -Catalina-

-Qué pasa, orejas largas- respondió Catalina abriendo los ojos

-Estabas teniendo una pesadilla-

-Este maldito frio me hace pensar tonteras. Dame calor, amor- dijo como si fuera un gato juguetón escondiendo su cara en el pecho de Kain.

Kain soltó una risita y la abrazo para seguir durmiendo. Soltó una vez mas "Luz solar dadivosa" y cerro sus ojos para dormir.