webnovel

Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Anime et bandes dessinées
Pas assez d’évaluations
858 Chs

Capítulo 10 - Algunas flores florecen ante la adversidad.

Una joven caminaba sola por la región de Lebennin. Ella hace cinco meses tuvo una fuerte discusión; su hermano gemelo se había vuelto loco por una mujer y se separaron después de haber viajado durante un tiempo. Él grito que era el amor, el amor, el amor. Pero cuando salió un noble a perseguirlo con cincuenta jinetes a caballo, todo el amor se esfumo y fue corriendo a pedir ayuda. Ella le ayudo y tuvo que entregar todo el oro que había ahorrado. Sin embargo el noble al igual que su estúpido hermano, por amor, también quiso reclamarla a ella. Al final ella y su hermano mataron a treinta y cuatro jinetes y tuvieron que huir como perros. Todos apaleados, pobres y heridos.

Cuando alcanzaron un lugar seguro, Magdalena se recupero y después de darle una buena golpiza a su hermano, lo abandono. Charles medió dolido la siguió, le pidió perdón, le dijo que lo sentía desde el fondo de su corazón, pero ella no le creyó. Su hermano con los años se había vuelto bueno con las palabras melosas. Así que ella intuyo que sus palabras no venían de su corazón. Ahora ella camina por las planicies de Pinnath, sola, pero a salvo de su estúpido hermano. Magdalena no lo niega, hay noches en donde se plantea volver a buscarlo, pero después se acuerda de como él se comporto y ya no siente tanta pena. Al contrario, a veces espera que lo castren.

Era medio día y a Magdalena se le había acabado el agua y como nunca antes, tuvo que tomar agua de pequeñas posas. No era tan mala, pero solo dios sabe que cosas pasaron y bebieron de antes. Al final, igual recogió la apestosa agua en un odre y solo le quedaba un poco de carne seca. Ese era todo su capital, junto con una capa y su amada espada que le confecciono su padre. Cada vez que se siente débil y sola, la abraza y se sentía mejor.

Cuando iba cruzando el interminable paraje, vio a lo lejos jinetes, sin embargo ella no quería que la vieran. Este mundo, como le enseño su madre, era peligroso. Los hombres iban como locos por la vida creyéndose grandes señores. Ya le paso tres veces por lo menos, donde la quisieron raptar. Una vez para casarla con un vejestorio y dos mas para venderla. Casi lo logran. En ese momento se alegro de ser la hija de sus padres y haber aprendido sus técnicas.

Con el tiempo, la joven se dio cuenta de que podía pelear hasta con cinco guerreros a la vez. Las técnicas que le enseñaron sus padres eran muy superiores. Cuando peleo con guerreros por primera vez se sintió rara, era como ver a su hermano cuando eran niños. Los movimientos de los otros guerreros eran torpes, lentos, sin agilidad e intención. Pensó que solo fue suerte, pero cada vez que luchaba entendía mejor y mejor el nivel de destreza que tenía. Una vez lucho contra un capitán. Era el mejor guerrero que tenía el vejestorio con que la querían casar. Sinceramente era fuerte, pero no daba ni la mitad de miedo que daba su madre. Los cortes y estocadas que daba su madre, podrían cortar el mundo o al menos así lo sintió Magdalena.

Después de que pasaron los jinetes, Magdalena siguió su camino. Saco algo de carne y la mastico de mala manera, esto era aburrido. De repente susurro -a esto le falta el sazón de mamá- y una lagrima le corrió por la cara. Se arrodillo detrás de una roca y lloro durante un rato, se pregunto ¿Quién la mando a hacer este estúpido viaje?. Pero ella quería ser como sus padres, salir al mundo y vivir la aventura. Sin embargo el mundo estaba llego de desigualdad y peligros. Los mismos humanos amenazaban a su propia especie.

Cuando ya no le quedaron mas lagrimas que llorar, se levanto y empezó a caminar. Después de medía hora escucho nuevamente a los caballos, pero esta vez no se escondió. Estaba molesta y sin ánimos para jugar a la pobre damisela. Siguió su camino y los estúpidos jinetes la rodearon. Un hombre de rostro sucio y cansado, le dijo con una fea sonrisa -¿que tenemos aquí?- y con una fusta le levanto la capucha que le cubría el rostro. Magdalena lo miro molesta, pero al hombre no le importaron sus sentimientos y se bajo del caballo. Los otros nueve jinetes también hicieron lo mismo y soltaron algunas risas y vítores. Pensaron que estaban de fiesta.

El hombre se acerco y le dijo -niña ¿no quieres que el tío te cuide?-. Pero el "tío" no pudo decir mas palabras cuando perdió la cabeza de un solo sablazo. El resto de los jinetes quedaron congelados y cuando intentaron sacar sus espadas, Magdalena los empezó a cortar y apuñalar. No estaba de animo, querían molestarla, pues ella los enviaría con su creador. Ahora entendía lo que le enseño su padre "cuando uno es amable con sus enemigos, esta siendo cruel consigo mismo". Su padre tenía razón, no había porque ser amable con las personas que te amenazan y te querían quitar todo.

Cuando todos estuvieron muertos, Magdalena tomo todo lo de valor y se llevo los caballos hasta un pueblo. Ahí vendió los caballos y camino con dirección a Minas Tirith. Muchas ancianas le contaron que era una buena ciudad, muy civilizada y con muchos libros. Su hermano que al igual que ella amaba las letras hubiera estado muy feliz, pero el muy idiota prefirió perseguir faldas. Mientras trotaba en su caballo, Magdalena susurro -imbécil- como tratando de insultar a alguien que estaba en frente de ella. Pero no había nadie, solo un vasta planicie, en donde se veía el puente a lo lejos.

Cuando Magdalena llego cerca del puente, miro en todas direcciones, algo la inquietaba. Sin embargo no vio nada. Por otro lado, el caballo relinchar y cuando llego mas cerca del puente empezó a retroceder. No obedecía a Magdalena, ella lo tiro fuerte de las riendas y el caballo se paro en sus patas traseras botándola de la montura. Después el caballo corrió a todo galope en la otra dirección, lo mas lejos posible del puente.

Unas sombras debajo del puente escucharon al animal relinchar. En el horizonte la luz del día se estaba escondiendo y estas figuras se asomaron por el borde del rio que pasaba por debajo del puente. Magdalena solo pudo ver el aspecto de las criaturas cuando salieron totalmente de su escondite. Eras feos, con deformaciones, estaban sucios y ella que estaba a unos diez metros, podía oler su asqueroso olor. Se acordó de esa vez cuando ocultaron con su hermano una comida que no les gusto y al cabo de una semana, el olor era inaguantable.

Las criaturas le dijeron algunas cosas en una lengua extraña. Muchos de ellos caminaban con nerviosismo, mirando así a todos lados por si era una trampa. Cuando se dieron cuenta de que solo estaba la mujer, se rieron con anticipación y Magdalena en un arranque de miedo, desenfundo su espada y lucho con todas sus fuerzas. Nunca en su vida sintió tanto pánico. Después de matar al ultimo monstruo se arrodillo en el suelo abrazando la espada que le regalo su padre.

-PAPÁ, VEN A BUSCARME- grito entre llantos -YA NO QUIERO ESTE VIAJE, PAPÁ-. Lloro hasta que se canso y se durmió.

-O-

Al día siguiente Magdalena se llevo el susto de su vida. Se despertó con el sol de alba y una cara monstruosa delante de ella. Magdalena grito como nunca antes. No obstante, se dio cuenta de que la cabeza había sido removida del cuerpo. Soltó un suspiro de alivió y recordando lo que paso ayer, se ruborizo de la vergüenza. Nunca había llamado así a su papá, después de que cumplió los diez. Ella solía hacerlo cuando su estúpido hermano la dejaba sola en el primer piso, sin luz y en medio de la noche. Soltó un suspiro mientras recordaba y abrazo la espada una vez más. Su padre siempre les hablo de lo difícil que es vivir. Un día les contó lo que era ser débil y como se debía vivir cuando uno llegaba a esos extremos. Ella y su hermano pensaron hasta hace poco, que su padre les contaba fábulas, historias inventadas para poder asustarlos. Ahora ella sabía que no era así, ella era débil.

Mientras siguió sosteniendo su espada, susurro -lo siento papá, me decías la verdad y nunca te escuche-. Ella tomo una gran respiración, de la cual se arrepintió, porque una bocanada de fetidez paso directamente a sus pulmones. Quiso vomitar. Después de toser un par de veces y aguantarse su propio vomito, sintió el sabor acido en la boca y quiso volver a llorar, era asqueroso. No lo quería, al final se rindió y fue hasta el puente, bajo la ladera y en el borde del rio, se baño.

Parece que eso le hacía falta porque se sintió renovada una vez que se baño. Todavía perduraba el sabor acido en su boca, pero quiso ignorarlo, pensó que ya no podía estar peor.

Cuando termino de vestirse miro hacia el puente, los monstruos tenían su guarida debajo de él. Camino hasta una pequeña gruta y paso por un delgado pasaje. El lugar apestaba y no se podía ver nada. Sin embargo varias siluetas se podían divisar. Salió de la gruta y con un par de trozos de su capa -perdón mamá, se que la hiciste especialmente para mi- se disculpo entre susurros. Tomo la tela, la enrollo en un palo y prendió su antorcha.

Cuando volvió a entrar a la cueva pudo ver muchas cosas, estos monstruos estuvieron matando y robando, la antesala estaba sucia con partes de cadáveres por todos lados. Magdalena quiso salir de inmediato, pero algo la detuvo y se pregunto ¿y si hay tesoros?¿y si toda su suerte mejora?.

Magdalena camino y se aguanto la fetidez, se metió a varias partes de la cueva y cuando perdió todas las esperanzas, encontró dos cajas. De seguro su madre estaría feliz, estaba llena de plantas que se consideraban preciosas. El otro cajón tenía una espada de oro y muchas joyas. Algunas monedas de oro y varios adornos.

Magdalena tomo las joyas y las encontró preciosas, pero de repente se puso a llorar y las tiro en la caja. Si pudiera cambiar todas estas joyas por su hogar, las daría con gusto.

-o-

Cuando Magdalena por fin llego a Minas Tirith, se encontró con una increíble ciudad. Las murallas blancas y los edificios construidos a lo largo de la montaña le daban una grandeza que solo el océano podía superar. Por primera vez pensó que este viaje había valido la pena. Para poder entrar en la ciudad, tuvo que hacer uso de los conocimientos que le enseño su padre. Tuvo que sobornar a los guardias, ella no lo sabía, pero su padre le enseño que así funcionaba el mundo. Si no tenías poder y autoridad, te tocaba jugar en el lado sucio de la vida.

Después de entrar en la ciudad, uso muchos otros conocimientos que le enseño su padre para poder deshacerse de las joyas y sacarles el mejor partido. Tuvo que huir varias veces, pues la quisieron engañar y en otras matar. Solo después de un mes de pasar miedos y penurias, por fin las pudo vender y sacarles un valor razonable. Con el dinero en la mano, fue a la zona comercial de la ciudad y compro una tienda. No era grande, pero si acogedora. Ella instalo un bodega de posiciones y medicinas. Al mes se hizo conocida, mucha gente la busco por ayuda, pero ella siempre fue sincera y les dijo cuándo podía o no podía ayudarlos. Muchos se fueron molestos, pero los mas sensatos (que fueron los menos) se fueron agradecidos por su transparencia. Gracias a ellos llego muy buena clientela y ahora vivía feliz, haciendo uso de lo que le enseño su madre.

Algunas veces pensó en lo que le enseño su padre, pero después de recordar cómo quedaba de sucio después de forjar, desestimo la idea. Era más agradable tener el olor de las plantas que el olor del hollín y el carbón.

Un día llego una mujer, por su vestimenta era muy pobre. Su ropa estaba raída y no llevaba calzado. Venía con una niña en sus brazos y le dijo entre lagrimas que se vendería como esclava y le pagaría si podía sanar a su hija. Magdalena no tuvo el corazón como para aceptar tal oferta y le dijo que no era necesario. Miro a la niña, le reviso la temperatura, los ojos y la garganta. Le dio una pócima de color azul, muy amarga y desagradable (recordaba ella en su memoria), pero con una efectividad sin igual. La niña solo tenía un poco de fiebre, pero lo mas probable es que vivía en la precariedad y la mala alimentación la habían empeorado.

Después de descansar por una hora, la madre le agradeció y se arrodillo para besarle los pies. Magdalena la detuvo y después de calmarla, se pregunto si su madre habría hecho lo mismo si ella hubiera estado enferma, pensó que lo más probable que sí.

Carmen le puso la mano en la frente a la niña y se dio cuenta que ya no tenía fiebre. Miro a la mujer y le pregunto -¿Cuál es tu nombre?-.

La mujer negó con su cabeza y le dijo -no tengo nombre mi señora. Solo soy una mas de las calles-

Magdalena se quedo congelada, una lagrima resbalo por su mejilla. Miro de nuevo a la mujer enfrente de ella, por lo menos tenía más de veinte años, el pelo castaño y mal cuidado. Tenía una hija que por lo menos tendría siete años…pero no tenía un nombre. Algo que según Magdalena era lo primero y lo mas básico que recibías en la vida.

Magdalena se limpio las lagrimas con la mano y le pregunto -¿y tu hija?¿tiene nombre?-

La mujer sonrió y le respondió -se llama, Galadriel, igual que la diosa elfa de los cuentos-. Ella miro al suelo algo avergonzada. Por lo general las personas importantes tendrían nombres de personajes míticos. Pero ella en su niñez soñó con encontrar a los elfos, algo que nunca paso. Pero al recordar a un viejo de su vecindario que le contaba cuentos sobre los elfos. Salió con esta idea y le puso ese nombre a la niña.

Magdalena sonrió feliz. De repente se acordó de su madre y soltó muchas lagrimas. La mujer se asusto, pero Magdalena le explico que estaba lejos de casa.

Al final del día, Magdalena le ofreció un trabajo a la mujer y desde ese día, la madre y la hija, le sirvieron como sus doncellas. La niña era muy temerosa e desconfiada en un principio, pero con el tiempo se volvieron amigas. Por otro lado, la mujer se volvió su mano derecha mientras Magdalena se dedicaba a hacer posiciones y medicina.

-o-

Un año y medio había pasado desde que se fue de casa. Muchos nobles vinieron a proponerse, querían su belleza y sus conocimientos, pero ella no les dio importancia. Bueno…a todos les dijo que se fueran, excepto a uno. Se llamaba Faramir y vino con una gran sonrisa a mirar la tienda. La primera vez que se vieron él fue tímido, apenas le dijo algunas palabras. La segunda vez que vino, intercambiaron nombres y se volvieron "amigos" solo de palabra. Faramir era muy débil a la sonrisa de Magdalena, le costaba articular palabras y eso ganaba las risas de Magdalena.

Hoy vino de nuevo, esta es su quinta vez. Su cabello castaño le daba un aire agradable, era alto y según Magdalena, simpático.

Faramir camino por la tienda, mientras Magdalena se escondía. Él miro hacia todos lados y cómo no la encontró se sintió desilusionado. Abigail (la mujer que se convirtió en la mano derecha de Magdalena) salió al mostrador y lo atendió con una sonrisa -señor ¿Qué puedo hacer por usted?-.

Faramir con una sonrisa amigable le pregunto -¿se encuentra Magdalena?-

Abigail se quiso reír, pero se mordió los labios y después de estar segura que no se reiría, le dijo -no se preocupe, la iré a buscar-

Faramir se quedo en la tienda esperando mientras Abigail fue a buscar Magdalena. Ella le dijo algunas palabras que la ponían colorada. Ambas conversaron durante unos minutos y después de hacerlo esperar lo suficiente, Magdalena salió para atender a Faramir. Con una sonrisa, ella apoyo sus manos en el mostrador y lo saludo -hola Faramir ¿Qué te trae a esta humilde tienda?-

Faramir quedo estupefacto por esa sonrisa y le contesto sin darse cuenta -quería verte-. Se tapo la boca y de repente se quiso ir, pero se devolvió, titubeo un poco y después soltó un suspiro. La miro como si fuera la única en ese momento y dijo -quería verte ¿quieres salir a dar un paseo?-

Magdalena no sabía si reírse o abrazarlo, encontró linda su indecisión. Al final le dijo -claro, ¿ahora o mas tarde?-

-Vamos ahora, mañana tengo que ir de expedición-

Magdalena asintió y fue a buscar un abrigo, su espada y una bolsa con dinero. Abigail le guiño un ojo y juntas se rieron. Cuando Magdalena salió, Faramir quedo sorprendido. Era hermosa, pero la espada que llevaba en la cintura le llamo aun mas la atención, trato de preguntarle con discreción -¿no sabía que manejaras una espada?-

Magdalena palmeo la empuñadura y le dijo -sé manejar la espada, esta es algo que mi padre hizo- y caminaron fuera de la tienda.

Compartieron una comida, caminaron por los mercados. Faramir la llevo a los muros, en donde solo los soldados podían subir. Fue agradable y Magdalena le pregunto si lo harían de nuevo. Faramir quedo entusiasmado y con una gran sonrisa le dijo que sí.

Cuando Faramir la llevo devuelta a la tienda, la cago. Afuera de la puerta, la quiso besar de improviso. No obstante, a Magdalena no le pareció correcto y le dio un pu��etazo. Después abrió la puerta y le grito -imbécil- y lo dejo en la calle sobándose la cara. Faramir quiso apuñalarse a sí mismo de lo torpe que fue, le costo mucho invitarla y solo por un apuro, todo el avance que tuvo se fue a la mierda. Golpeo varias veces la puerta en un intento de disculparse, pero nadie salió a recibirlo. Cuando ya estaba llegando la noche, empezó a golpear de nuevo, desesperado por disculparse. Pero solo fue recibido por un baño de agua fría.

Magdalena le grito desde el segundo piso -vete de aquí, si no te abro la puerta es por algo-

Faramir mojado como un perro bajo la lluvia, se aparto un poco del edificio y dijo -por favor, perdóname, fue solo un impulso-

Magdalena cerro la ventana y ya no lo escucho. Faramir grito varias veces, lanzo piedras a la ventana y nada funciono. Al final cuando se rindió, dio un alarido lleno de furia y se fue. Por otro lado, Magdalena lo miro desde la ventana, no sabía si lo que hizo estuvo bien, pero no le gusto que la quisiera besar sin su permiso. Cuando ella era niña, vio muchas veces a sus padres interactuar. Ambos compartían un entendimiento. Su padre besaba muchas veces a su madre, incluso sin pedirle permiso, pero cuando ella no quería, no quería y su padre no la forzaba.

Por supuesto, ella y Faramir nunca podrían tener ese entendimiento de años de matrimonio que tenían sus padres, pero al menos le podría haber preguntado. Al final Magdalena dejo ir esos pensamientos junto con un suspiro y se fue a dormir.

-Si funciona, funciona. Si no, no era el indicado- se dijo Magdalena a sí misma

-o-

Hoy Magdalena se levanto con animo. Por lo general en esta época la gente es muy tacaña, son individualistas y no ayudan a otros, pero ella fue criada por Carmen. Alguien que durante toda su vida a discutido con su marido por ser demasiado amable.

Magdalena un día, después de establecer la tienda y ganar suficiente dinero como para comprar los dos edificios de los lados, se sintió satisfecha. En ese momento fue y le compro ropas a Galadriel y Abigail. Sin embargo en ese viaje de compra, la pequeña Galadriel camino por un callejón y vio a otra niña, deberían tener la misma edad. El hecho es que Galadriel le regalo un par zapatos y un vestido. Abigail se enojo pero Magdalena la detuvo, le dijo que estaba bien, que si eran amigos era bueno que compartiera.

Esa noche Magdalena no durmió, se acordó de su madre y cómo ella siempre fue amable y cordial con otros. Algunos hobbit y personas que vivían en las tierras cercanas a su casa venían a verla. Su madre siempre sacaba sus pociones y medicinas y les ayudo, hasta el punto de hacer enfadar a su padre.

Mientras miraba al techo en la oscuridad, Magdalena susurro -¿Qué haría mamá en esta situación?-

Magdalena recordó cómo venían los niños hobbit a curar sus heridas, con el tiempo algunos venían a solo mirarla, después de todo su madre es hermosa. Pero dejando fuera eso, ella siempre compartió su buena suerte.

-o-

Ahora en la mañana, Magdalena preparo varias bolsas y salió a compartir su buena suerte. Abigail la quiso acompañar, pero Magdalena le dijo que no. Le dijo que pasara el día con su hija y la disfrutara, ella no sería para siempre una niña. Abigail acepto y volvió a su habitación. Magdalena por su parte, salió de su casa acompañada de un saco que se hecho al hombro y su fiel espada, por si acaso, no cree que la vaya a necesitar, pero uno nunca sabe.

Camino y bajo hasta llegar a la periferia de Minas Tirith, casi al lado de las murallas, en donde apenas llegaba el sol. Eran cerca del medio día cuando llego al lugar, pero estaba oscuro como en un día nublado, la sombra pegaba por lo menos hasta la séptima casa mas apartada del muro. Todo ese territorio, eran los barrios pobres, que a pesar de ser pequeño, habían una gran cantidad de personas hacinadas.

Un joven, no más de quince, se acerco a Magdalena. La reviso por todos lados y cuando le quiso quitar el saco, recibió una patada que lo dejo tendido en el piso. Magdalena se agacho y lo miro a la cara, le dio una sonrisa ganadora y lo dejo acostado en el suelo. Magdalena camino mas cerca del muro y pillo a una vieja sentada en el dintel de una casa. Ya tenía mucha edad, tanto que sus cabellos se habían empezado a caer. Ambas se quedaron viendo y la vieja al final miro hacía otra dirección.

Magdalena siguió su camino, de vez en cuando le daba algunas miradas a la anciana, pero esta ultima no se movía. Estaba sentada, imperturbable en su silla. Magdalena siguió adentrándose mas en los barrios pobres, vio a varios niños enfermos y les dio medicina que los mejoro en poco tiempo. Ellos se quejaron y arrugaron sus caras por lo amarga que fue la medicina, pero Magdalena los enfrento y les dijo que eso les haría bien. Al final ella siguió su camino y después de medía hora, tenía a cinco niños siguiéndola, la llamaban doctora, y después de entrar en confianza, los niños le preguntaban muchas cosas. Después de unas tres horas y un gran sequito de niños, ella fue detenida por una mujer. Era pobre sin duda alguna, tenía un rostro duro como la piedra, con el ceño fruncido y unos brazos tan gruesos como las piernas de Magdalena.

Magdalena algo intimidada por la cara de pocos amigos, le pregunto -¿e-en que puedo ayudarte?¿te duele algo?-. La mujer le tendió un pocillo, sin siquiera inmutarse y cambiar su cara de pocos amigos. Magdalena lo acepto por defecto y probo la sopa, al sentir el sabor lo hallo bueno y le dijo -esta rico, muchas gracias-. La mujer no cambio su semblante y asintió, no le dijo ninguna palabra y se fue después de que le devolvieron el pocillo.

Un niño que andaba descalzo, se acerco. Era uno de los que había ayudado cuando recién había llegado. El niño algo avergonzado, le dijo -ella es mi mamá. Ella escucha, pero no puede hablar, mi papá le hizo algo malo a su lengua. Pero ella expreso su agradecimiento por ayudarme, gracias doctora-. Magdalena apretó los labios, una lagrima cayo por su mejilla y le dio una abrazo al niño. No le importo que estuviera sucio y hediondo, algo dentro de ella dolía y necesitaba abrazar a alguien.

Después de recomponerse siguió su viaje y camino durante varias horas hasta que el sol estaba apunto de esconderse. Volvió al principio y se encontró de nuevo con la abuela. Todavía estaba sentada en su silla. Magdalena se armo de valor y le pregunto a la anciana -abuelita ¿no se cansa de estar ahí?-. Pero la anciana no contesto. En su lugar salió una mujer alta y gorda y le respondió -niña, no te preocupes por mi madre, apenas puede mover la espalda y esta es su mayor diversión-

Magdalena saco una pequeña botella de greda y se la entrego a la mujer. Por su parte, la mujer la quedo mirando feo, pero Magdalena se anticipo a sus insultos -si le colocas esta crema en la espalda, durante una semana, ella se sentirá mejor. No la va a sanar, pero el dolor disminuirá-

La mujer apretó la botella y le pregunto -¿Qué quieres?- su rostro era de desconfianza, pensó que hoy en día no faltaban los charlatanes.

Pero Magdalena algo nerviosa le dijo -no, nada, yo solo quiero ayudarla-

La mujer le tendió de regreso la botella y le dijo -llévate tu mierda a otro lado, aquí no hay dinero ni ahora ni en el futuro-

Magdalena rechazó la botella y le dijo -no quiero tu dinero, yo ya tengo bastante, solo te quiero ayudar-

Pero la mujer no se lo tomo a bien y tiro la botella al suelo. La encaro y le dijo mientras la amenazaba con su gordo dedo índice -lárgate-

Magdalena miro a la anciana y le dijo -abuela, usted es mayor. Tu hija te esta faltando el respeto decidiendo por ti-.

La mujer se puso pálida y se aparto de la anciana.

Por su puesto que la anciana al escuchar estas palabras no se sintió bien y dijo -¿a quién vienes a tratar de abuela? mocosa de mierda. Soy la abuela de mis nietos no tuya-. Magdalena se hecho para atrás, esta anciana era bastante mal hablada para ser una estatua inerte que no hacía nada.

La anciana miro a su hija y le dijo -pedazo de mierda, ¿me consultaste las cosas antes de botar esa medicina?¿crees que no me puedo levantar y darte una paliza como lo hacía antaño? ¿Aaa?-

La mujer tirito y le dijo -pero mamá, esta mocosa nos quiere engañar-

Sin embargo la anciana desestimo los argumentos y chito con los pocos dientes que le quedaban -es gratis tonta, aprovecha esas cosas. Además, todos los bastardos que has traído se han aprovechado de ti, ¿ahora que viene una niña pones problema?-. La mujer no se lo tomo a bien y se entro a la casa con una actitud indignada.

La anciana extendió la mano y dijo -mocosa ¿todavía te queda medicina?-

Magdalena saco otra botella y se la entrego. La anciana le dijo que se cuidara y la despidió sin que Magdalena le pudiera decir algo.

Mientras Magdalena caminaba de regreso a su casa, recordaba la escena y se reía ganando la atención de los transeúntes. Pensó que fue un día raro, algo triste, pero dentro de todo se sintió bien. Cuando ya iba llegando a su tienda, vio a un hombre sentado en el dintel de la entrada. Faramir estaba durmiendo a la intemperie, Magdalena lo quiso ignorar, pero se ablando y le patio los pies.

-Oye, tu, no duermas en la calle- dijo Magdalena -te vas a enfermar, tonto-

Faramir despertó de un sobresalto, pero cuando vio el rostro fruncido de Magdalena se sintió a gusto. Le quiso hablar, pero cuando por fin se levanto, Magdalena ya había abierto la puerta y paso sin prestarle mayor atención. Faramir quedo en blanco y sin saber que decir, pensó que ya lo había arruinado todo para siempre y se dio la vuelta para partir con los ánimos por el suelo.

-Eeeh, ¿eso era todo lo que me querías ver? Lo mas probable es que solo fue un impulso- dijo Magdalena

Faramir se dio la vuelta y en pánico le dijo -no, eso no es cierto. Te lo juro, todo los días sueños contigo, por favor dame una oportunidad-

Magdalena bufo y le dijo -¿y si de nuevo quieres forzar tu camino?-

Faramir, quiso articular algunas palabras, pero no pudo, al final respondió sin ánimos -si tengo la oportunidad, lo intentare-

Magdalena de nuevo camino a la tienda y Faramir la vio irse. Hoy como nunca antes, se sintió derrotado, pensó que habría sido mejor mentir. Sin embargo alguien le grito.

-¿Te vas a quedar como un tonto en la calle? Pasa a tomar té, pero te lo advierto, si te pasas de la raya te golpeare- dijo Magdalena

-o-

Al final de ese día, bien entrada la noche, dos personas se despedían a las afueras de una tienda. Una de ellas, era una hermosa joven con rizos de un color naranja vibrante y llevaba un chal sobre sus hombros. Por otro lado, el otro era un hombre que trataba de extender su tiempo juntos el mayor tiempo posible. La mujer aburrida de toda su indecisión se acerco al joven y le dio un beso. El joven quedo estupefacto. Después de separarse, ella le dio una sonrisa coqueta y el hombre estaba confundido.

-¿No me dijiste que me golpearías?- pregunto Faramir

-Sí, pero nunca he estado en contra de un beso- dijo Magdalena con una sonrisa -es solo que tu te adelantaste y querías hacerlo sin mi consentimiento-

Faramir levanto el índice queriendo decir algo, pero al final soltó un suspiro y le dijo -eres injusta-

-Gracias- dijo Magdalena y se acerco con una sonrisa y lo beso otra vez.