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Veintiocho

Los meses pasaron más que volando y pronto supe que estaba embarazado. Sí así como lo oyen, siendo un varon ¡Estaba esperando un hijo! Esto no era algo normal ¿o si?

Mi abuelo, al enterarse, me dijo que al ser el jinchuriki de un bijuu si lo era. De echo todos los jinchurikis varones podían engendrar hijos como lo hacían las mujeres.

Aquello estaba fuera de toda lógica para mi pero la realidad me demostraba lo contrario. Recién volviamos de las vacaciones de verano y debía ponerme al día lo más que me fuera posible debido a que pronto tendría que pedir licencia por paternidad.

Para mi sorpresa todos lo tomaron con gran naturalidad ya que así comprobaron que efectivamente era el Kyuubi en persona, además de ser un Uzumaki.

En el colegio ya cursabamos quinto año. Teníamos 17 años Sasuke y yo recién cumplidos. Cuando se me empezó a notar la panza, pude ser conciente de las miradas de desprecio y aberración que todos me lanzaban.

Pero nada tenía que ver con mi bebe ya que había donceles, muy pocos por cierto, pero era común ver a un chico embarazarse. Eso no era novedoso, la novedad era que tenía al Kyuubi en mi interior porque yo no era un doncel sino un varón.

Ser un jinchuriki era la peor de las maldiciones en éste mundo. Lo sabía perfectamente pero resultó ser que la realidad era muchisimo más dura que la idea en abstracto.

Solo Neji, Gaara, Sai y por supuesto Sasuke eran los únicos que me hablaban como siempre y me querían.

Las miradas hostiles y los murmullos comenzaban a ser algo común entre quienes me rodeaban. Incluso podía escucharlos lamentarse por la suerte de Sasuke al tener que permanecer a mi lado.

Esto, unido a mi embarazo, fue modificando mi carácter volviendome más taciturno e introvertido.

Ya no me importaba ser un buen alumno, no prestaba atención a las clases después de todo lo tenía a Sasuke para eso y por más que me esforzara, los profesores nunca me ponían más de ocho como nota.

Sabía que ni ellos me aceptaban, cualquier cosa que sucedía me culpaban a mí. Ante la más leve falta que cometía los castigos eran severos.

Mi abuelo no intervenía en mi favor en ningún momento y mi padre tampoco lo hacía. Mientras que Itachi y mi abuelo intervenían siempre en favor de Sasuke y Sai, sin importarles si eran justos los castigos o no. Mi abuelo también protegía a mi prima Karin.

Ellos tres gozaban de todos los privilegios por ser Uzumakis. Solo ellos nada más. Sasuke me amaba, lo sé pero no discutía con nadie por mí. Sai tampoco lo hacía. De echo quien solía defenderme eran mis amigos Gaara y Neji de vez en cuando.

Comenzaba a entender a qué se refería mi madre cuando me hablaba sobre la maldición de ser un jinchuriki. Era caminar en soledad y alejarse de aquellos que amaba para protegerlos.

Cuando estuve cerca de dar a luz a mi bebe, mi amado esposo se empezó a poner mas pesado que nunca. No me dejaba hacer practicamente nada.

Aquello me emocionaba, aunque había momentos en que solía ser un tanto pesado. Lo cierto era que su intenso amor era lo único que evitaba que me fuera de este lugar, desapareciendo para siempre.

Si tan solo fuese así en el colegio sería perfecto. Pero aprendí a aceptarlo tal como era. Sin exigirle lo que no podía o no estuviese dispuesto a darme.

Además esperaba un hijo suyo, aquello era y debía ser motivo de alegría. Opté por ignorar a todos y volver a ser como solía ser antes de ser un Uzumaki. Solo que en ésta ocasión no me esforzaría por los estudios.

Ese día durante toda la mañana estuvimos realizando un trabajo grupal entre todo el curso por tratarse de la fundación del colegio y las actividades de recreación.

En otras circunstancias me habría esforzado en realizar varias tareas artísticas y hasta lo habría disfrutado, debido a que me gustaba el colegio, lo que hacía y entre mis compañeros había varios que si eran mis amigos y me apreciaban.

Sin embargo no fue el caso en estos momentos, nadie me dirigia la palabra, ninguno deseaba hacer equipo conmigo y aunque Sasuke sí lo hizo al principio, pude ver cómo luego fue participando con los demás.

Era evidente que estaba integrado a su antigüo grupo de amigos y eso lo hacía felíz. Por mi parte no sentí celos ni nada, solo comprendí que ya no formaba parte de ningún grupo por ser un  Jinchuriki.

Ino y Shikamaru estaban comprometidos, como Sakura y Sai. Ellos junto a Karin eran el grupo de Sasuke. Gaara junto a los primos Hyuuga, Ten Ten y Lee eran otro grupo. El resto del curso estaba dividido en dos grupos más. Cada grupo tenía su labor y yo estaba excluífo de todos.

Por supuesto que no me importó, más bien me resultó hasta comodo aquello ya que aproveche para desaparecer.

Estuve la mitad de la mañana en la biblioteca y el resto en la confitería. Sabía que la salud de mi bebé dependía de mí, por lo tanto intentaba estar en continua calma.

Kurama se había vuelto más noble y protector, ya no sentía su ira y deseos de poseerme. Más bien intentaba brindarle la mayor protección a mi bebé. Hasta me daba consejos sobre cómo debía comportarme. 

Ese mediodía, apenas sonó el timbre de salida sujeté mi mochila, y me fuí al curso a buscar a Sasuke. 

Pero en el camino me interceptaron dos chicas de otro curso solo para insultarme. Ya empezaba a acostumbrarme a esos tratos.

Pero ellas aprovecharon mi distracción para lanzarme algo, una especie de polvo azúl en plena cara que me mareó. Ellas se fueron riendose,.me dejaron allí, así de mal.

Comenzaba a descomponerme. Estaba más que mareado, caminaba arrastrando mis pies sin poder ver con claridad por más que me restregaba los ojos.

Dejé caer mi mochila debido a que ya no podía soportar mi peso. Comencé a chocar con varios chicos que me apartaban con asco.

— Sasuke...llevenme con...con Sasuke....por favor...

— ¡Apartate fenómeno!

— ¡Alejate monstruo!

— ¡Que asco!

— Porbre Sasuke, tener que soportar a un monstruo como tú. ¡Alejate!

Así fuí empujado como un muñeco de trapo hasta que caí al suelo. Empezaba a sentir intensos dolores en mi vientre. Posiblemente de parto. Intenté incorporarme pero me fue imposible.

Necesitaba ayuda por dios  y nadie me tendía una mano. Me fuí arrastrando lo más que pude pero llegó un momento en que no pude más.

Las lágrimas humedecieron mi rostro ¿por qué me hacían ésto? ¿Qué les hice? Ni siquiera Sasuke venía por mí. Quizás sea mejor dejar éste mundo, después de todo a nadie le importo ya.

En cuanto a mi bebé, sabía que él estaría bien. Kurama no permitirá que le pase nada, mientras se encuentre dentro de mí. Y en cuanto nazca, Sasuke, su padre, se ocuparía de nuestro bebé junto con los Uzumakis.

"Mamá, iré a tu lado. Después de todo aquí ya nadie me quiere. Kurama, podrás quedarte con éste cuerpo".

Me dolía el alma. Pero Kurama, increiblemente no estuvo de  acuerdo conmigo. Cuando a mí ya no me importaba nada seguir con vida. Con ésto había llegado a mí límite. Mi corazón latía con fuerza mientras iba perdiendo la conciencia.

"Lo que te tiraron es una droga muy peligrosa mocoso, muy dañina. Estás vivo gracias a que estoy demtro de tí".

Kurama se notaba en extremo preocupado, estaba centrado en proteger a mi bebé para que la droga no lo afectase.

"Kurama, por favor portege a mi bebé, protege a Boruto"

Dije con intensa angustia, estaba dividido. Quería vivir, pero también deseaba irme con mi madre.

"¿Boruto?"

"Así quisiera que se llame mi bebé"

Ya no soportaba más, la oscuridad se adueñó de mí. Pero antes de desvanecerme oí la voz de Sasuke llamandome, se oía muy angustiado.

—Boruto....cuida de nuestro hijo Boruto....Sasuke....cuida de nuestro bebé Boruto....Sasuke....