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Capitulo 14: el tercero reclama lo que no es suyo.

Sauces S.A. se sume en el caos a las diez de la mañana. Soichi, quien debería estar trabajando, brilla por su ausencia. 

Lían en un estado de agotamiento palpable, se ve inmerso en una vorágine de papeles, tratando de lidiar con la carga de trabajo que se acumula. «¡Mierda! ¿Cómo este hombre puede tipear todo esto en unas horas?»

En medio de este tumulto, Teresa, con el ceño fruncido, irrumpe en la escena para entregarle más archivos al hombre. Se muestra preocupada y comenta:

—¿Qué le habrá pasado a este chico? El jefe lo llamo toda la mañana, está preocupado, no le contesta.

Sumergido en el caos del papeleo, el hombre murmura:

—Fue robado.

La afirmación toma por sorpresa a Malena, quien llega a dejarle una taza de café.

—¿Robado? —inquiere con sorpresa en sus ojos.

—Lo que quiero decir es que anoche intentaron robarle cuando volvía de comprar.

En realidad, Lían no puede explicar lo que vivió. La imagen de Soichi pasaría de ser un joven impoluto y responsable, a la de un lunático adicto a la sangre.

Las arrugas de Teresa no solo muestran sus seis décadas sino también su experiencia.

—¿Cómo sabes tanto? —pregunta con picardía.

—¡No sabía que eran tan amigos!, ¿desde cuándo lo son?, ¡Contanos! —grita ansiosa Malena.

—¡Primero el chisme cierto!, ustedes dos no cambian más. —Se cruza de brazos mirándolas de arriba hacia abajo—. Por si no se acuerdan vivimos en el mismo edificio. El conserje me lo dijo esta mañana.

—Si lo sabías desde temprano, ¡por qué no le avisaste a Javier, está demasiado alterado!

Malena agita las manos en el aire tratando de calmar a la mujer.

—Tranquila Tere, no lo regañes. Debe tener sus motivos.

La mayor trata de relajarse, si hubiera pasado algo grave se hubiera enterado ¿cierto? Vuelve a las intenciones originales.

—¿Te gusta ese chico?

—¿A qué viene esa pregunta? —responde el hombre enarcando una ceja.

Como buena oportunista, Malena encuentra el momento perfecto para revelarle lo que viene pensando hace tiempo.

—Somos viejas, no tontas. Desde que entró le andas atrás.

Lían, conocido por su desvergüenza se sonroja. Parece que los esfuerzos por ser discreto fueron en vano.

A los ojos de Teresa, él era un niño que necesita ser guiado.

—Como la mayor de los tres quiero darte un consejo, ¡olvídalo!... pero si no queres hacerlo, decíselo. Ese pibe no tiene la capacidad de notarlo.

—Incluso puede que no lo crea, va a pensar que Lían le está haciendo una broma —explica Malena con algo de lamento en la voz.

—¡Crea fama y échate a dormir!, aunque ese refrán en tu caso es negativo. Nadie tomaría en serio ni la mitad de lo que decís —confirma Teresa.

—¡Basta las dos! ¡Tienen demasiada imaginación!

Ellas se miran apenadas por la intromisión; el consejo es dado con la mejor intención. A pesar de que Lían se enoje, ¿cómo no preocuparse por un buen amigo? Sin embargo, la mayor es blanda, y verlo de esa forma hace que se disculpe.

—Solo nos da miedo que la pases mal, si él no te gusta no nos escuches. En cambio, si sentís algo tenés que decírselo, no se va a enterar por más que le regales flores y chocolates.

El hombre es consciente de que se ha enamorado de alguien que no comprende el amor. Incluso si se esfuerza no cree que llegue a ver resultados. Querer es fácil, pero ser correspondido es complejo. Solo necesita una sonrisa para satisfacer nuevamente sus fantasías, y no es una persona ambiciosa en el ámbito emocional. Se conformaría con poco, pero ahora, no puede evitar sentirse confundido. Pensar en esta persona siempre lo lleva al mismo sentimiento.

Se siente patético.

Una sonrisa amarga se eleva en sus labios, cierra los ojos por un momento.«¡Sí! ¡Soy un masoquista! ¡Me rebanaré el corazón cuando te vea enamorado de otra persona!». Suspira con resignación, «pero si eres feliz, ¿cómo me atrevería a interferir?».

Este interés no es casual ni es un hecho reciente, esto acecha en su corazón desde hace muchos años.

—Esto solo lo hacemos porque te queremos —afirma Teresa.

—Hoy es el cumpleaños de Soichi, con Tere pensábamos llevarlo a festejar esta noche. Viendo que se abrió un poco con nosotros estos días parecía una buena idea.

Con los últimos acontecimientos, lo había olvidado. Fue todo un caos y Lían no distingue ni en qué fecha está.

—¿Hoy es nueve?

Teresa responde con complicidad.

—Sí, podrías aprovechar.

Un halo de esperanza aparece y se niega a soltarlo. Una pequeña abertura le permitiría avanzar; lo que sería ridículo para otras personas, para él es una excusa para regresar a ese departamento.

—¡Voy a hablar con el jefe!

◇◆◇

Antes de las dos de la tarde, ya estaba por salir del trabajo y aunque las mujeres se enojaron por un momento aún entienden al muchacho. Se acercan para despedirse y dar unos últimos consejos.

Lían ha tomado una decisión, esta persona no sabe todavía que lo quiere. Soichi lo va a alejar muchas veces, solo tiene que permanecer firme hasta que él se dé cuenta.

Esta seguridad se va en un parpadeo, no puede caer sin algo en las manos. Visualizarlo no implica que suceda; hace un tiempo había pensado detalles para el agasajado, pero al no darse la oportunidad dio rienda suelta a su imaginación. Esos obsequios no podrían darse en esta oportunidad, tal vez el próximo año si sus sentimientos son aceptados.

Ante este nuevo problema consulta a las señoras, desencadenando un intenso debate entre ellas. Los gustos del joven son un misterio; el hombre conoce algunos, pero nada que le sirva en esta oportunidad.

Recurrir a la idea de ellas no parece un mal plan después de todo. La respuesta es la experiencia de Malena con su ex marido.

No se siente cómodo cuando resumen a su ser especial con las palabras "es Tauro". Según las damas, la comida es la solución. Independientemente de la apariencia o el precio debe ser deliciosa. Si él la prepara con sus propias manos es una conquista directa.

Aunque ellas tuvieron menos parejas, perduraron en el tiempo. Si te dicen que es por ahí, ¿cómo no escucharlas?

Está inquieto, y parece estúpido apostar el futuro de la conquista a los astros. Por curiosidad, recurre al confiable buscador, pero los resultados plantan más dudas.

¿Qué le atrae a un tauro?

¿Cómo conquistar a un tauro?

¿Cómo demuestra su amor tauro?

¿Cómo hacer que un tauro se vuelva loco por ti?

¿Cómo seducir a un tauro?

Entra en cada pregunta y lee cada respuesta. Como un malabarista, hace equilibrio entre la torta, la bolsa de ingredientes y el celular en las manos. Son las cinco de la tarde y el subte está abarrotado, un mal movimiento y todo se arruina.

 

◇◆◇

 

Cuatro pisos y decenas de escalones son suficientes para romper la frágil confianza del hombre. El nerviosismo en este momento es incalculable.

Los cielos le hacen un guiño y la puerta está sin cerrojo. No es un desconocido, puede entrar sin llamar. Piensa incluso que sería buena idea organizar una fiesta sorpresa si el joven no está en casa.

Pero lo que se encuentra no es bueno, todo sigue igual que cuando él se fue por la mañana.

Soichi está apoyado en el sillón del living; lo llama varias veces, pero él permanece en silencio. Al no obtener respuesta, tira todo lo que tiene consigo al suelo. Tan pronto como lo toca se da cuenta de lo que ha sucedido.

El rostro del joven está caliente y el cuerpo cubierto de un velo de sudor frío; no ha tratado las heridas y sigue usando la ropa que llevaba puesta la noche anterior.

Soichi se abandonó a su suerte.

El pecho del hombre se llena de tristeza. No puede evitar rozar la mejilla con un beso, tan ligero como el aleteo de una libélula.

¿Qué hubiera pasado si no iba?

—Tonto —murmura al oído mientras sus ojos se humedecen.

No quiere pensar cuánto tiempo lleva en ese estado; lo carga en los brazos para llevarlo al cuarto. Sin embargo, el corazón da un vuelco cuando abre esa puerta.

Hermosos ojos cristalinos suben y bajan de forma perezosa observándolo. La luz que ingresa por la ventana se desvanece en el cabello negro, y la delicada figura resalta entre las sábanas blancas. Después de estirarse, la actitud cambia y mira con desprecio al intruso que tiene lo que es de él entre sus manos.

Lían llega a dar un paso hacia atrás cuando se abalanzan sobre su cuerpo.

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