—Oye, ¿no fuiste a la escuela hoy? —preguntó Theo a su Alfa, quien estaba entrenando en el gimnasio de la manada.
—No, no fui. Solo quería relajarme en casa hoy —respondió Elías.
—¡Claro! Tú y tu lobo necesitáis descansar. ¿Cómo está llevando tu lobo todo esto? —preguntó Theo.
—No muy bien, pero creo que mejorará pronto. Ahora mismo está enfurruñado conmigo. Está débil por todo lo que ha pasado. Así que, simplemente le daré todo el tiempo que necesite —declaró Elías.
—Vale —dijo Theo.
—¿Te apetece una competencia amistosa? ¡Vamos a luchar! —solicitó Elías.
—Bueno, me hubiera encantado hacerlo, pero me temo que no podemos hacerlo ahora —dijo Theo, sutilmente.
—¿Por qué? ¿Qué pasa? Ahora que te estoy mirando de cerca, me he dado cuenta de que no estás vestido para entrenar. ¿Qué está pasando? —inquirió Elías.
—Odio informarte sobre esto cuando estás teniendo un momento personal, pero no tengo otra opción... ¡Tenemos una crisis! —anunció Theo, con calma.
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