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La sala de conferencias entera cayó en silencio. Incluso se podría escuchar caer un alfiler.
Hubo un largo silencio en toda el área.
Luego, la sala de reuniones estalló en conmoción.
—¡Esto no puede ser cierto, verdad? ¡Hasta el señor Miguel no pudo matar a ese niño! —exclamaron los altos mandos presentes.
—¿Quién demonios es ese niño? ¡Es tan aterrador que ni siquiera Miguel se atreve a ayudar! —continuaron discutiendo.
—Ese niño puede seguir viviendo bien después de ofender a las tres organizaciones principales. ¡Definitivamente no es una persona ordinaria! —murmuraban entre ellos.
—Señor Ferrand, ya que ni el señor Miguel se atreve a provocar a ese niño, ¡no deberíamos provocarlo tampoco! —aconsejó uno de ellos.
—¡Es mejor dejar que un tipo tan aterrador se vaya rápido! —sugirió otro.
—Ahora, todos los altos mandos no se atrevían a luchar más. Solo querían que ese niño abandonara el País de Oxford lo antes posible.
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