—Eso no es mi problema. Estoy aquí porque el Príncipe Zeke me lo dijo. Solo estoy haciendo mi trabajo. Si tienes algún problema, habla con él —Abi apartó su mano de él y recogió su camisa y pantalones. La observó doblarlos como una auténtica empleada doméstica. Se mordió los labios y los soltó lentamente. Cuanto más la miraba, más la deseaba. Nunca antes había deseado tanto a una mujer. Y eso que esta chica vestía lo suficientemente conservadora y ni siquiera intentaba seducirlo.
Pasándose los dedos por el cabello, Alex se acercó a ella. Abi estaba colocando la ropa encima de la cama cuando sintió su presencia detrás de ella.
—Ahora, ven... es hora de ducharse.
Él sostuvo su muñeca y la arrastró hacia su baño. Se quitó despreocupadamente la ropa interior mientras caminaba hacia la ducha.
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