Basil Jaak caminó de regreso al coche, momento en el que Jessica Flack ya había abierto la puerta y salido.
—Te gusta presumir, ¿verdad? Si algo salía mal, sería un problema real —regañó Jessica Flack a Basil Jaak, su bonito rostro aún marcado por el miedo residual, no notó la intimidad en sus palabras.
Basil Jaak respondió con una sonrisa amarga —Difícilmente podría permitir que alguien nos molestara sin devolver el golpe, ¿verdad? Es responsabilidad de nuestro equipo de seguridad proteger al señor Flack.
Al oír las palabras de Basil, el corazón de Jessica se ablandó, su miedo se transformó en afecto en un instante. Dijo suavemente —Incluso si no me hubieras protegido en una situación tan peligrosa, no te culparía.
—Cof, cof... —Basil Jaak tosió un par de veces, evitando esta conversación empalagosa —Señor Flack, acabo de interrogar a los vándalos que causaron el alboroto para averiguar quién los envió.
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