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Rey De-Heavens

En un mundo ya creado a sus espaldas, el genuino creador emerge. Entre seres mutantes, en un espacio natural pleno, que se ofrece con todo su esplendor, pero también con todo su peligro, Rey debe recuperar lo propio. Ser casi incorpóreo, casi invisible -¿trepa, corre, repta, vuela…?-, atravesando luchas desiguales con seres diferentes, le consolida su derecho a la existencia. Magia tenebrosa recorre estas líneas… Sumérgete en la jungla. Lucha con ellos. Descifra el misterio. Esto es una novela ligera, el libro fue oficialmente publicado bajo el mismo título.

RamonHGuiardinu · Fantaisie
Pas assez d’évaluations
13 Chs

Capítulo 5: Sin apellido

Casi simultáneamente, por el pasillo se abrieron todas las puertas en un estrepitoso azotar. Ehimus, Miján, Katherine y Heroclades parecían haber saltado de sus camas tan rápido como pudieron porque, en menos de un respiro, ya estaban corriendo por el comedor con agilidad y precisión.

Katherine, concernida, dijo:

—¡Nunca he escuchado a mi hermana gritar de esa manera! Prepárense para enfrentar lo inesperado —dijo apenas pasando por el lado del pequeño que nadie veía y a a punto de subir las escaleras.

Pegando tan solo un salto, los corredores parecieron volar por los aires para llegar a la segunda planta sin usar las escaleras. Rey salió de su impresión y decidió apresurarse, pero, por muy rápido que intentó correr, ya cuando iba por el segundo escalón pudo escuchar cómo la puerta de la habitación matrimonial fue tumbada. Aun así, él continuó tan veloz como sus rodillas, codos y dedos le permitieron escalar los gigantescos escalones. Terminando de subir, Rey entró en el cuarto para encontrarse con algo que le hizo detenerse. Ninguno de los mayores se movía, no hablaban y casi ni respiraban. Boquiabiertos, los rostros no sabían qué decir ante una situación tan urgente que no cabía espacio alguno para preocuparse por cubrirse el cuerpo con ropa y no enseñar sus intimidades a los demás.

Los presentes, esos formidables luchadores que estaban preparados para enfrentarse a cualquier situación, estaban viendo a la vampira como si estuviesen petrificados. Miján rompió el silencio:

—¡¿Estás bien?! ¿Cómo te sientes Maryam? No es que quiera asustarte, pero… tengo entendido que el proceso de embarazo de una vampira debería de durar al menos dos mil cuatrocientos setenta y ocho días o llegar hasta las tres mil.

Maryam, tocándose la barriga con sus manos temblorosas, contestó:

—¡¿Que si estoy bien?! ¡Por supuesto que no! —respondió alterada, como si no aceptara en lo absoluto lo que le había sucedido prácticamente de la noche a la mañana.

Rey pudo sentir como si a su madre le faltara el aire al hablar. Él no sabía de números, pero podía imaginar que eran muchos, gracias al estrés que Miján puso cuando pronunció sobre los días que tarda el proceso de embarazo. También pudo comprender que una noche era cuando las luces se apagaban y no se podía ver nada.

—¡Imposible! —dijo Katherine al mismo tiempo que Heroclades—. Pero ¿cómo?

—¿Qué significa esto? —preguntó Wulfgang—. No estoy entendiendo. Katherine, ¿acaso así no fueron sus embarazos anteriores?

—No lo creo —dijo Miján, interviniendo por la vampira musculosa.

—Nadie en todo el linaje es capaz de crear vida así de rápido —respondió la vampira musculosa con seriedad entre el barullo de varios susurros.

Ehimus, cuidadosa e indiscreta, comentó:

—No puedo parar de verte las tetas. Se ven al punto de…

Los pezones pálidos, invertidos, comenzaron a gotear.

—¡Ups! Maryam, estás escurriendo leche. ¡Lo sabía! ¡Me daba la sensación de que iban a estallar! ¡Woooo! ¡Cúbranse!

Tras el comentario de Ehimus, Maryam respiró profundamente y, expandiendo lo más que pudo sus pulmones colapsados, pego un grito:

—¡¡¡Cállense todos y déjenme pensar, maldita sea!!!

Ya con silencio en la habitación, la vampira valiéndose de sus manos irguió su torso y continuó hablando con el tono de voz educado y cortés. Rey también guardó silencio y casi que se puso de puntas ante la voz de regaño de su madre irritada.

—Maryam, no puedes perder el glamour. Calma, Maryam, cálmate. Piensa. Tengo los pechos llenos, acabo de despertar y es natural que el suministro de leche esté en su máximo punto. Pero esto no es leche, es calostro, y no necesariamente significa que estoy a punto de dar a luz. Por otro lado, el tamaño de mi barriga dice lo contrario. Comparado con lo que recuerdo, es casi dos veces más grande, tal vez porque no sea un solo bebé… Ehimus, ven a mi lado. Tendrás que tomar mi leche para aliviar la presión que estoy sintiendo. Fang, tú también.

—Con el permiso de ustedes, tengo que salir —dijo Heroclades, un poco excitado.

Deteniéndose un momento, Rey vio cómo tras las palabras de su maestro, este se llevó las manos entre las piernas y salió con rapidez de la habitación. Miján, por otro lado, se dio vuelta y miró al suelo, mientras que Wulfgang y Ehimus chupaban los pechos de Maryam.

"Tiene la barriga tan grande que seguro no se puede ver los pies, ni moverse como antes. Espero no explote mi pobre madre", pensó Rey que, a pesar de escuchar los balbuceos de la vampira, aún no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

—Waak. Amargo… no me gusta —dijo después Ehimus de tragar.

Rey, sin poder quedarse quieto, paseaba por el lugar y trataba de deducir la situación. Su madre hizo una mueca con su rostro. La expresión no pasó desapercibida ante la mirada de la vampira musculosa.

—Herman… y ¿esa cara? —preguntó Katherine.

Maryam, asombrada y sin creérselo ella misma, dijo:

—Ufff… ¡Acabó de romper agua!

Con esta noticia, Wulfgang hizo el sonido que hacía alguien cuando tragaba, medio atorado por no tragar por completo, solo para preguntar:

—¡¿Qué?! —En voz alta, a lo cual Maryam contestó:

—Estoy a punto de dar a luz. Kat, pon a llenar el jacuzzi. Uuuow. Necesitaremos agua caliente… Aah.

La vampira musculosa, con rapidez y eficiencia, procedió a efectuar lo que se le mandó.

Miján pareció reaccionar y, tras dar dos palmadas, hizo que una máquina flotante apareciera sobre él:

—XWZ, escanear y mostrar resultados…

La máquina pidió un segundo. Acto seguido, procedió a efectuar las órdenes del usuario y, al pie de la palabra, se trasladó hasta quedar flotando sobre la vampira. Una luz salió de dentro del artefacto volador. El rayo dio a ver imágenes que al parecer mostraban el interior de Maryam. El lobo y la elfa dejaron de hacer su trabajo para ver cómo en una gran pantalla se veía el interior de la barriga de la vampira. Dentro de un cuadro de ocho esquinas se podían distinguir tres abultamientos flotando en algo que lucía igual a agua roja.

Miján le pidió una mejor resolución junto a un reporte verbal. Precediendo el comando de voz, se vieron los rostros de los tres bebés, así como también sus sexos mientras se escuchaba una detallada descripción:

—Escaneos y análisis terminado. Cuerpo de envejecimiento frisando aproximadamente a los dieciocho años humanos. Género: hembra. Especie: vampiro. Edad: desconocida. Desarrollo de embarazo: último estado de gestación. Presión arterial, respiración, pulso y demás signos vitales: dentro de los parámetros normales. Condición médica o física de urgencia no detectada. Transcurso aproximado del embarazo: siete años y quince días humanos. Tamaño de los bebés: normal. Tamaño de la barriga y la placenta: normal. Alimentación y nutrición de la madre: normal. Advertencia: intensificación de la frecuencia y duración de las contracciones, cuatro a siete contracciones por cada diez minutos.

Dar a luz, romper agua, gestación, parámetro, años, nutrición, género, jacuzzi, contracciones. Muchas palabras nuevas y confusas para el oído del pequeño que nadie veía. El aparato flotante, que se había convertido en el holograma de una elfa de luz de características semejantes al usuario y usaba términos complicados, tampoco le ayudó mucho a entender la situación que fue explicada con detalles a los demás. Por otro lado, la imagen de tres pequeños bultos que flotaban en el aire le dieron una idea de la situación. Aun así, sin querer apresurarse en sus propias conclusiones, Rey aguardó silencio, mirando, escuchando y prestando suma atención al extraño holograma que Miján había hecho aparecer, aunque fuese una idea difícil de creer.

XWZ continuó:

—Tres bebés posicionados cabeza abajo vienen en camino. Feto #1. Género: varón. Genes predominantes: hombre lobo, condición física y signos vitales dentro de los parámetros normales. Dormido. Feto #2. Género: varón. Genes predominantes: vampiro. No hay irregularidades. Dormido. Feto #3. Género: varón. Genes: dos de igual cantidad y nominación; híbrido. No hay irregularidades. Despierto y parece seguir las vibraciones del escaneo.

Tras escuchar la palabra "híbrido", Rey desvío la mirada nuevamente a la pantalla y se pudo reconocer a sí mismo dentro de la barriga de su madre, no por los rasgos faciales, sino por sus ojos. Dos esferas blancas luminosas que daban la impresión de atravesar lo que miraban, inspiraban miedo tanto a aliados como a enemigos, e incluso a él mismo. Los demás también se podían ver impresionados, pero aún le prestaban particularmente más atención al tiempo que había pasado y al inminente parto.

—¡¿Ha transcurrido tanto tiempo?! ¡No puede ser! No pudimos haber dormido tanto, ¿o sí? —agregó Ehimus casi frenética, para continuar—. ¡Siete años dormidos! Siete años sin comer, sin ir al baño, sin movernos… ¿Cómo es posible que aún siga siendo pequeña y de pechos planos? ¡¿Cómo es posible que Heroclades siga vivo?!

—El anciano mencionó algo sobre la noche —dijo Katherine como quien trataba de hacer memoria—. Tal vez fue a esto a lo que él se refería… Por cierto, ¿dónde está él?

Las respiraciones de la vampira se agitaron, Maryam sostuvo con más fuerza la mano de su hermana ahí presente y le preguntó si la bañera estaba llena. De pronto la carismática voz de un flacucho subido en años se dio a escuchar por la puerta que aún estaba tumbada.

—¡Buenas, buenas por aquí! Siento la tardanza. Déjenme presentarles a Ana "La anciana del bosque" y a Clara "La anciana del lago". Ellas van a ayudar en el parto de la inquilina.

Katherine, como quien veía a un demonio que había sido llamado, agregó preocupada sobre el tema:

—Ella no necesita ayuda. Con nosotros es más que suficiente… Solo queremos saber qué sucede.

Rey volteó su rostro y vio cómo Wulfgang pegó su cabeza sobre la frente de su amada, después se alejó un poco y subió la mirada hasta verle a los ojos. Ehimus abrió los párpados como platos y giró la cabeza de un lado a otro. Pero la mirada de la vampira decía todo, aun así, ella tuvo que hablar y los presentes escuchar.

—Creo que es mejor seguir el consejo del Gran Mago Sabio. No lo tomen a mal, pero no esperaba que fueran tres y no siento que pueda tener las fuerzas para regenerar la herida en caso de que tengan que abrirme la barriga.

Respiró hondo, tan profundo como pudo para mantener la calma y disimular dolor.

—Por otro lado, sería una buena oportunidad para que ustedes puedan tener una conversación y reciban la explicación que merecen de este lugar —dijo la vampira al control de su comportamiento, para hacer como si el dolor se le intensificará en medida a cuánto tiempo pasaba.

Wulfgang, Ehimus, Miján y Katherine pusieron aún más atención en la vampira. Rey podía ver cómo ellos estaban preocupados y no sabía qué hacer o qué decir, era como si consideraran la situación. El Gran Mago Sabio se dio vuelta y salió de la habitación. Acto seguido, las viejecitas, valiéndose del carisma y la seguridad que emanaba de sus presencias, se las apañaron para sacar a todos de la habitación, incluso al marido. Silvia, discretamente, entró y apenas todos fueron expulsados, arregló y cerró la puerta con una sonrisa en su rostro, como quien promueve la calma y asegura que todo iría bien.

Rey era el único dentro de la habitación. Tragó en seco, se aseguró de que nadie aún pudiera verle. Aun así, por estar ahí, en donde ninguno de los mayores podía, se sentía nervioso. Aún más nervioso que cuando vio a su madre y padre comportándose raro entre ellos. Mirando con curiosidad, se acercó más a la cama y vio cómo las tres mujeres ayudaban a que su madre se pusiera de pie. Torpe y cansada, la vampira de prominente barriga se movió por el lugar y, de a poco, entró en la tina de agua con suavidad gracias a la ayuda de las que estaban ahí presente.

Maryam se veía preocupada por todo lo que se encontraba a su alrededor. De un momento a otro, si no estaba gimiendo o presionando los dientes, ella organizaba lo que tenía a su lado. Pero un brusco cambio de humor se manifestó en su rostro y, de un revés de su mano, tiró todo lo que tenía organizado. Rey pudo observar temor en su madre. La ansiedad en los dedos de ella se acentuaba hasta que ella necesitó morderlos hasta hacerlos sangrar e intentar silenciar sus dudas. En voz baja y con discreción, la vampira observó a las dos ancianas ahí presentes y preguntó:

—Si se diera el caso, ¿podrían ignorar la deformidad de alguno de mis hijos y dejar que yo, mi marido o uno de los chicos se encargue del resto?

—Nuestro trabajo es garantizar tu seguridad y la de los bebés —dijo Clara—.

—De ahí en adelante, será responsabilidad de ustedes —Ana terminó la frase.

Calmada y casi con una sonrisa en su rostro, Maryam regresó al presente y gritó como si pareciera no poder seguir aguantando el dolor. Rey, seguía sin entender qué preocupaba a su madre. "¿Por qué permite que los demás sean expulsados?", se preguntó. Acercándose y como quien quería hacer el dolor ajeno suyo, vio algo que no debía cuando su Maryam se aguantó la barriga, recostó el cuerpo y levantó sus piernas bien abiertas.

"Supongo que eso es una barriga abierta y esa es la salida", pensó el pequeño con los ojos clavados entre las piernas de su madre. La abertura era considerable, tenía sangre y fluidos en los alrededores, al mismo tiempo que se agrandaba. La piel de la zona se estiraba y parecía querer ceder hacia adelante, dado que lo que venía era más grande que el agujero. "Parece pelo, si… la cabeza de alguien parece estar saliendo por entre sus piernas. Pero le cuesta trabajo, tal vez también pueda ver cómo se sigue abriendo su barriga… Pero si lo que busco es información, creo que será más productivo ir con los otros adultos", se dijo a sí mismo el pequeño para darle la espalda a la situación tan bizarra en la cual estaba y atravesar la puerta casi tan rápido como pudo.

Tras atravesar la madera, Rey se topó con su padre, quien estaba de pie en frente de la entrada. Wulfgang tenía la mirada de alguien que no sabía cómo confiar. Él pudo entender que su padre se sentía responsable, que tal vez estaba nervioso, preocupado y un poco desanimado. "Los adultos no lo pueden saber todo", se dijo a sí mismo. El pequeño no solo miró en dirección al licántropo, sino que también miró a los demás. Ellos se veían igual de ansiosos. Ninguno había tenido tiempo para reflexionar sobre la situación o pensar con claridad.

Rey escuchó gritos de dolor detrás de él, cómo Heroclades exigía explicaciones al Gran Mago Sabio, la manera en la que Katherine caminaba de un lado a otro, el movimiento de Ehimus sobre el mueble más grande de la sala y las profundas respiraciones de su padre.

Ya que todo en la primera planta era más movido y ahí era en donde se encontraba el Gran Mago sabio, Rey decidió seguir caminando y asomarse a la baranda para mirar al centro del recibidor. Ahí, bajo las escaleras, en donde también estaba el resto de la manada, las caras no eran diferentes a la de Wulfgang. Ellos tampoco entendían lo sucedido, se miraban como si necesitaran una explicación antes de explotar o tal vez atacar a alguien.

El Gran Mago Sabio, como quien sugería algo, hizo aparecer una silla en la cual se sentó calmadamente. Quedando en una posición neutral, con las manos sobre sus muslos, la espalda recta y la cabeza erguida, el anciano guardó silencio y tan solo mostró una discreta sonrisa a todos los presentes.

Rey entendió el lenguaje corporal, el anciano con sus gestos calmados y neutrales daba a entender que la conversación tomaría su tiempo, y que él no tenía intenciones de pelear o alzar su voz para que se le escuchara. Después de bajar el primer escalón, Rey también tomó asiento y, tras poner los codos sobre las rodillas, se inclinó y dejó que su quijada descansará sobre sus manos. Rey levantó la mirada, y ante sus ojos blancos, casi al borde del aburrimiento, vio cómo los demás tomaban asiento casi a regañadientes.

Ya cuando todos estaban cómodos y no se escuchaba casi ningún sonido, el Gran Mago Sabio comenzó a hablar con voz baja y afable:

—No me malinterpreten, así como Silvia, yo no interferiré con sus vidas y decisiones. Aunque decidan matar a la posible reencarnación del anterior reformador del infierno. Pero sí quiero explicarle sobre las corrientes del tiempo, se encargan de hacer la estancia de todos más placentera —Se reflejaron dudas en los rostros de quienes escuchaban.

Rey, un tanto extrañado, pensó: "Sería yo de quién están hablando. Honestamente, no me siento como 'una reencarnación', así que no debe de ser el caso".

El Gran Mago Sabio continuó:

—Un ejemplo es que a pesar de ser distintas especies y necesitan diferentes cantidades de tiempo para satisfacer el cansancio de sus cuerpos, ninguno de ustedes despertó sintiéndose cansado o con sueño. ¿No es así?... Esto es debido a que, para algunos, se detuvo el tiempo en sus habitaciones y para otros no.

Abriendo los ojos, el anciano pareció darse cuenta de que la incertidumbre reinaba en los rostros de los escuchantes.

—El tiempo en este lugar ha perdido toda lógica como lo conocen. No es lineal, mucho menos constante. Que las luces se hagan o se desvanezcan no necesariamente significa que la arena del reloj caiga, pero tampoco que esté detenido. También dicho poder, del que estamos hablando, rechaza y nulifica cualquier evento o fenómeno que sea indeseable para el lugar, como lo es el envejecimiento. Por ende, no se vuelven más viejos. Aunque sus cuerpos si desarrollan hambre y otras necesidades fisiológicas mientras estén despiertos…

Suspiros y gemidos por parte de Maryam se hicieron escuchar detrás de la puerta que daba entrada en la habitación matrimonial, la misma en la que el licántropo hacía guardia.

Miján, ignorando lo que escuchaba y aprovechando la pausa que el Gran Mago Sabio había hecho, preguntó.

—Entonces, ¿por qué todos despertamos a la vez?

El Gran Mago Sabio levantó uno de sus dedos al aire, abrió la boca, pero antes de que él dijese algo, el enérgico llanto de un niño se dio a escuchar. Una vez los llantos se atenuaron, el anciano se dispuso a contestar la interrogante del elfo de luz:

—Las corrientes del tiempo. Cuando las luces se apagan y viene la oscuridad, al individuo que le haga falta más tiempo para reponer sus fuerzas, cuerpo y mente se coloca de último, a los que les hace falta menos descanso serán posicionados de primero. Si eres el primero y ya dormiste lo que necesitabas, se detendrá tu tiempo hasta que el último individuo también quede satisfecho. Cuando todos ya están listos, se dispara el curso del tiempo y la luz se hará permitiéndoles tener un despertar sincronizado.

Rey volteó el rostro, teniendo la sensación que detrás de la puerta los suspiros y gemidos se convirtieron en algo más, tan familiares que llegó a preguntarse: "¿Se sentirá igual de doloroso que cuando está a solas con mi padre?".

Sí, Maryam ya no suspiraba y gemía como antes, sino que ahora sollozaba y gritaba como cuando estuvo teniendo sexo con Wulfgang dentro del jacuzzi. Era cierto que los sollozos y gritos de la vampira eran más intensos, pero ¿cuál era la diferencia para el pequeño o para los mayores? Finalmente, un segundo llanto se escuchó. Para Rey, los quejidos sonaban diferentes al primero. Un tanto menos enérgico y más largo a la vez. Indiscutiblemente, pertenecía a un segundo bebé que recién había llegado a la casa. Rey sabía que eran tres bebés los que estaban por venir y con el segundo llanto, al regresar su cabeza, pudo ver cómo todos en la sala mostraron una sonrisa. Que la mayor parte del trabajo de parto de la vampira estuviera terminando era objetivo de alegría. Pero, con la intensificación del silencio, la tensión subió entre los miembros de la manada.

Rey podía jurar que ninguno de los presentes parecía tener la intención de hacer alguna otra pregunta. Ellos respiraban más rápido, tenían caras que gradualmente se sonrojaban, se removían en sus asientos de forma graciosa. No actuaban como con normalidad hacían, exceptuando al Gran Mago Sabio. Era como si, en vez de esperar a que el tercer bebé rompiera en llanto, ellos se estuvieran imaginando algo más y lo trataran de disimular.

Sí, Rey cerraba sus ojos, se podía imaginar algo. Un cuarto en el cual la vampira se retorcía, gritaba y gemía de dentro de sus entrañas. Gritos guturales que, mezclados con los gemidos y suspiros, expresaban dolor porque le estaban abriendo su barriga y una abertura de barriga debía de ser dolorosa. Sin embargo, los mayores ahí presentes no parecían estar imaginando lo mismo. Ellos imaginaban una escena erótica detrás de la puerta, tal vez porque, para ellos, dar vida era lo mismo que hacerla. Rey pudo relacionar los rostros del momento, como los rostros que ellos ponían cuando estaban desnudos a solas, y finalmente llegó a una conclusión: "Tal vez por esa razón tratan de disimular lo que están pensando'', pensó el pequeño, "porque mostrar que sientes placer con el sufrimiento ajeno no es considerado".

El tiempo pasó y siguió pasando. Nadie hablaba. Intentaba no moverse, hasta que de detrás de la puerta ningún otro gemido por parte de la vampira se llegó a escuchar. En ese momento, varias opiniones fueron lanzadas en la sala de la casa y, entre todas, estuvo una que le llamó la atención al pequeño que nadie podía ver. Ehimus dijo con un tono de voz bastante bajo:

—Tal vez el tercer bebé… salió muerto. Dinos Mago Sabio: ¿la muerte existe en el Paraíso?

Rey levantó su cabeza. La elfa verde no podía tener razón si el tercer bebé era él, y él estaba ahí, vivo, viendo lo que sucedía. Por todo lado, los mayores pensaron en la posibilidad. Se llevaron las manos al rostro ante tan desagradable comentario, en especial Katherine, para esconder su sonrisa, y aunque se veían que querían dar sus opiniones, nadie volvió a hablar. Actuaban como si solo les quedaba esperar una respuesta por parte del anciano. El Gran Mago Sabio respondió:

—Sí, ella viste de negro a donde quiera que va la vida…

Ehimus, con el cansancio característico de alguien que buscaba otra respuesta, tenía que formular su pregunta de una mejor manera:

—Pregunté si morir es posible…

Rey, resistiéndose a creer las palabras que había escuchado, ignoró los demás comentarios y se dijo a sí mismo; "¿Por qué no chequear lo que pasaba del otro lado de la puerta si nadie me ve?". Con una solución en mente, el pequeño sin apellido se levantó y dando pasos cortos regresó al frente de la habitación que había dejado. Su padre aún estaba de pie con los ojos cerrados, como quien podía visualizar el otro lado de la puerta con tan solo concentrarse. Wulfgang estaba preocupado.

Quedando inclinado hacia adelante, Rey se limitó a atravesar con su cabeza la puerta. "Oh… es cierto. Ahora puedo recordar lo que sentí y vi en el momento en que llegué a este mundo, justo antes de que Silvia me cargara en sus brazos". Rey la volvió a ver una vez más, esa a quien el Gran Mago Sabio había descrito. Fue solo un instante y nadie pareció notarla, pero la muerte estuvo ahí para verla venir. "Ella en verdad viste de negro… pequeña, de ojos violetas…",

A pesar de dejar su cuerpo del otro lado, con sus ojos curiosos y bien abiertos, Rey pudo ver cómo Silvia procedió a cargar de un lado a otro un bulto enrollado en sábanas que se apretaba contra su regazo. También que su madre no tenía la barriga abierta como se lo había imaginado, sino que reía un poco agitada mientras sostenía a dos bebés de carne rosada a la altura de sus pechos. Algo más llamó su atención. Silvia, tratando de no estorbar a las ancianas que limpiaban el lugar, dijo:

—Ningún signo de malformidad o retraso mental en su cuerpecito o cabeza. Exceptuando por sus ojos blancos, no parece defectuoso. Tiene la mirada activa. También reacciona al sonido y chupa mi dedo. No se ve con mal color y respira bien. Los auxilios curativos no tienen efecto. Es tan saludable como sus hermanos…

—Sí, pero no está llorando. ¿Será muda la criatura?

Rey pudo escuchar el comentario de Clara un tanto preocupada. Y el que Ana dijo ya cuando terminaba de vaciar la bañera:

—Nunca he tenido a ningún recién nacido que no llore después de venir al mundo, a no ser que esté bien delicado de salud. Sigue revisándolo con cuidado, es mejor precaver. Por otro lado…

La anciana observó en dirección a la vampira que estaba ya sobre la cama semi recostada.

—Como no tuvimos que hacer ningún corte, ni se produjo un desgarro y la placenta ya salió, deberás de seguir amamantando a las criaturas hasta que se detenga el sangrado. Mamá, te recomiendo descansar tanto como puedas.

Después de escuchar el comentario de tantas personas, Rey ya se preguntaba si era normal que no hubiera llorado como lo hicieron sus hermanos cuando nacieron. También se dio cuenta de que, apenas su madre terminó de cargar a sus hermanos, ella dirigió su mirada a Silvia como si estuviera pidiendo permiso de ver al bebé.

La sirvienta, con una sonrisa en el rostro, le dio el bulto que cargaba a Maryam y así esta le puso la boca sobre uno de sus pechos para que chupara como lo habían hecho los primeros en salir. Rey hizo la misma expresión que la elfa había hecho al ver a su yo del pasado chupando la teta de su madre.

Una vez los otros dos bebés fueron despegados del calor del cuerpo de la vampira, comenzaron a llorar de nuevo. El llanto era la manera en la cual pedían regresar a tan cómodo lugar en el cual estaban, pero fueron llevados a una pequeña cama que había aparecido de la nada, justo en la esquina opuesta de la habitación. Con esto, el pequeño que nadie podía ver sacó su cabeza del cuarto y regresó a donde estaba su padre.

Apenas Rey retrocedió y regresó a su posición erguida, dio un vistazo a Wulfgang, quien ahora tenía los ojos abiertos. Silvia abrió la puerta haciendo que llegara el momento más esperado por todos los que aún estaban afuera, entre los balbuceos que se apagaban y los llantos de dos bebés:

—¡Felicitaciones al nuevo padre! —dijo la sirvienta en dirección a Wulfgang, como si le estuviera invitando a entrar con la palma de su mano extendida.

El licántropo casi no reaccionó ante la noticia y se limitó a fruncir el ceño. Por el contrario, quienes estaban abajo de las escaleras festejaron exaltados, tanto fue así que Rey los pudo escuchar dando un salto tan fuerte que tumbaron sus sillas al suelo.

—Puede entrar, Señor Wulfgang —sugirió esta vez, con palabras y un gesto de su mano abierta, la sirvienta a quien más preocupado se veía.

—Nuestros modestos esfuerzos son requeridos en otra parte —dijo Clara—. El trabajo está terminado.

—Tiempo de irnos —dijo Ana.

—¿Te debemos algo? —preguntó el licántropo.

Una de las viejecitas levantó la mano e hizo un gesto con el fin de que el hombre ahí presente no se preocupara. A la salida de las dos ancianas, Ehimus, Miján y Katherine parecieron no haber escuchado bien y, casi que, corriendo por las escaleras, apuntaban con sus miradas a la puerta con la intención de entrar detrás del recién proclamado padre para ver a los bebés. Rey se apartó con rapidez. Si él pudiera ser tocado, en ese momento hubiese sido atropellado por los tres enérgicos corredores, pero Silvia los detuvo al levantar su mano al aire en señal de "pare".

Haciendo una pausa y limpiando su garganta, la sirvienta llamó la atención y se corrigió a sí misma.

—La dama Maryam solo permitió entrada al padre de las criaturas. Por favor, ¿tendrían la amabilidad de esperar un poquito más?

El pequeño que nadie podía ver se dio cuenta de que, a pesar de que la puerta estaba abierta y toda la conmoción que los demás hacían por ver a los bebés, Wulfgang se encontraba renuente a seguir avanzando. El lobo tenía sus ojos bien abiertos y el ceño aún más fruncido, confundiéndosele la felicidad con la tristeza. Rey lo notó nervioso, indeciso de entrar. Ante sus ojos le veía como alguien que quería salir corriendo, lo cual le hizo sentir sentimientos por su padre. Desde su punto de vista, alguien tan fuerte, que le daba el frente a todo, parecía no saber cómo ser padre.

A pesar de no poder interferir en ese mundo, Rey sintió el deseo de extender su mano y apoyar a esa persona que necesitaba ser apoyada. El pequeño levantó su mano con lentitud, pero Wulfgang, justo a la altura del rostro de su hijo que no podía ver, hizo aparecer su garra derecha. Una garra compuesta por cinco uñas tan largas y afiladas como dagas. Rey detuvo sus movimientos. Estaba frisado y hasta sorprendido. Él interpretaba que su padre había transformado su mano a una forma en la cual cuyo propósito en específico era infligir daño.

Wulfgang se dijo a sí mismo en voz baja, pero no tanto que no pudiera ser escuchado por el pequeño:

—Maryam está débil. Ella está débil y tú tienes que hacerte responsable. Como líder y como padre debes cargar con el resultado de tus decisiones, tomar responsabilidad por tus creencias. Es mejor morir sin saber nada que vivir una vida de miserias y necesidades por miedo a morir sabiendo que no hiciste nada. Todo el trabajo que me ha tomado mantenerme respirando, los sacrificios, las acciones y el esfuerzo que requirió casi alcanzar lo que nunca he podido. Todo lo que he dejado atrás son motivos suficientes para no ser como ese hombre que no me preguntó si quería venir a la vida y me tiró al abandono. Si tomo responsabilidad y sigo adelante sin mirar atrás… todo será mejor.

Rey pudo escuchar las palabras de su padre, pero no pudo entender lo que significaban. Tampoco a lo que se referían. Wulfgang entró en el cuarto como un depredador. Con sus ojos encontró a la vampira, luego volteó a ver a los bebés y, de entre las crías, irguió su mano en frente de una. Para el lobo no importaba si estaba en lo correcto o equivocado, pues ya había tomado una decisión.

Rey dejó caer su brazo y arqueo la boca hacia abajo. En su interior urgía la necesidad de hacer algo, gritar, correr, tal vez destrozar la puerta. Desde afuera de la habitación, él miraba cómo su padre se preparaba para bajar su garra y traer muerte sobre el recién nacido que no lloraba. Al mismo tiempo, con rabia se acordó de algo muy fundamental. "La razón por la cual siempre vi a ese hombre como un extraño y no como a un padre", se dijo. Desde otro ángulo, Rey estaba viendo el momento del pasado en el cual Wulfgang se convirtió en alguien a quien no reconocía como padre por levantarle la mano con intenciones de matarle. La idea de una entidad masculina protectora de la familia, se había roto en pedazos desde ese momento para el bebé que entendía que alguien quería hacerle daño.

La rabia, la decepción y el enojo pasaron por el pequeño rostro. Pero algo sí era seguro: Rey ya no estaba tan contento por el regalo del conocimiento, ni miraba con tanta curiosidad o buscaba aprenderlo todo. En ese momento, se dio cuenta de que poder ver en el pasado tenía el propósito de enseñarle la verdadera naturaleza de los mayores, eso que le permitiría distinguir entre aliados y enemigos. Pero ese tipo de saber tenía mucho peso, y más que facilitar el camino le entorpecería al caminar.

Antes de que el lobo bajara la mano, Maryam se levantó de la cama, dejando una línea de sangre en el suelo bajo sus pies y dijo:

—¡¿Amado mío?!…

Junto con las palabras de la vampira, su fina y delicada mano también se estiraron como quien quería alcanzar a su amado de todas las formas posibles.

—Tranquilo, mi amor, tranquilo. Escucha mi voz, soy yo…

Con caricias, ella calmó el violento comportamiento de su marido. Los dos quedaron en frente del bebé que no lloraba. Wulfgang respiró. Regresó su mano transformada a la normalidad y agarrando la mano tan familiar que le acariciaba, volteó la miraba para guardar silencio y luego decir con un tono titubeante.

—Independientemente de quién fue mi padre, de como fui tratado en el pasado y de todos mis fracasos, siento que el "yo" del presente debería asumir la responsabilidad y causar un daño para evitar un mal mayor.

Maryam, apretando su abrazo, dijo:

—Terminar con la vida que diste "como acto de bondad" no te convertirá en un mejor padre. Así como cuando terminaste con la vida de quien te dio "por venganza" no te convirtió en un mejor hijo.

—Mientras más pase el tiempo, más difícil será Maryam —dijo Wulfgang—. Vivir ata eventualmente al morir, aunque se sea inmortal y la muerte en sí sea un suceso triste que va a suceder. Si no le mato, simplemente estaré retrasando algo inevitable.

—Matar no es la solución. Menos si estás juzgando a una criatura como si su único crimen fuera haber nacido.

—Como padre, sabiendo lo que sé, no existe mayor gesto de bondad que evitar que él viva toda una vida de sufrimientos.

—Fang, sabes que en tan poco tiempo yo te conozco como nadie más —dijo Maryam—. Escucha mis palabras. Si asesinas o presencias la muerte de otro familiar, dicho evento terminará convirtiéndose en una dolorosa carga a soportar por el resto de tu vida. Eso será el inicio del proceso en el que te volverás loco y morirás, o encontrarás tu muerte antes de terminar demente.

—¡Mírale los ojos, Maryam! Él nunca podrá vivir con normalidad. Si se nos sale de las manos, puede resultar perjudicial para todos. En el peor de los casos, terminará matando a sus hermanos, a ti, a los chicos y a mí… Kat sabe mejor que nadie.

Rey negó con su cabeza. Quería hablar, defenderse de aquellas acusaciones, pero nadie le iba a escuchar. Respiro hondo y dio un paso atrás al mismo tiempo que se miraba las manos. Haciendo sonar sus dientes de tanto apretarlos, él sabía que nunca sería capaz de matar a alguien de la manada, no como se le acusaba. Levantando su mirada, abrió la boca para después volver a cerrarla y morderse la lengua hasta hacerse sangrar. "Morir sin haber vivido sería una verdadera pena", se dijo a sí mismo.

Maryam valiéndose de un tono serio, pareció decir lo que pensaba:

—De mi hermana me encargo yo. —Cambiando su tono de voz a uno más suave, la vampira continuó—. Ni el dolor de tu pasado, ni las palabras de los demás deberían tomar esta decisión. Dejémosle que crezca, y cuando cometa una falta que deba ser castigada con la muerte… —Ella suspiró y agachó la cabeza—. Podrás sentenciarle sin sentirte tan culpable, amado mío. También, ¿quién quita que alguien más no sea el que termine con su vida?

Rey miró de reojo, aun con la cabeza volteada, quería verle el rostro a su madre, pero no a su padre. Las palabras que ella usaba para convencer al lobo de que no hiciera lo que estaba pensando hacer le corrieron por su espalda como un soplo de aire frío. "¿Tal vez no dice lo que piensa?", se dijo a sí mismo Rey cuyas piernas casi temblaban.

Maryam, desnuda y aún sangrando, apoyó su frente contra la espalda del licántropo. Ella aguardaba en silencio, sabía que la habitación estaba vacía. Silvia aún estaba afuera impidiendo la entrada de los demás, las dos ancianas se habían marchado. Era ella, su marido y los niños. Nadie más. Tal vez por eso de a poco amplió el tamaño de las comisuras de su boca y dejó ver sus colmillos. Ahí, en donde ella no podía ser vista, estaba dando una sonrisa amplia y caprichosa, una que, según Rey, dan las personas que no son buenas cuando obtienen lo que quieren.

Casi petrificado por la revelación, el pequeño se dio cuenta del amor incondicional que su madre tenía por su padre. Que ella no lo estaba defendiendo porque él fuese su hijo, sino porque era una herramienta más para atar y darle propósito en la relación al licántropo que tanto apreciaba la libertad y añoraba regresar al mundo que había dejado.

Wulfgang se volteó para abrazar a la vampira, que inmediatamente borró de su rostro la sonrisa que llevaba y mostró una cara afligida. En el abrazo, el gigantesco cuerpo dejó escapar todo el aire que pudo de dentro de sus pulmones.

Rey notó que el inmenso sujeto miraba al techo. Pero mirada con otros ojos, ojos de rojo intenso que parecían mirar a sus miedos una vez más, esos que en un futuro tal vez se convertirían en realidad.

—¡Oh, sí! —Wulfgang dijo con voz baja—. Esta mente mía carga con muchos conflictos, pero no creo que sea tan débil. Al menos no como para terminar volviéndome loco. Pero…

Encendiendo sus ojos, con la mirada atormentada de quien veía de arriba a abajo, lleno de intenciones desafiantes. Una pausa en sus palabras, un cambio en su expresión…

—No quiero cometer los mismos errores que mi padre en vida cometió.

La tristeza terminó mostrándose en el rostro del lobo, aunque nada se resolviera con su presencia.

—Considero que mi padre no tuvo el valor de matarme y por esa razón me encerró. Yo no estoy siendo diferente si le dejo vivir. Tal vez no será debajo de un sótano, entre rejas, pero sí quedara encerrado bajo mi control hasta que pueda escaparse —dijo con voz quebrada, una voz de alguien que lloraba, el marido que enterraba su cara en el regazo de su amada solo para que esta no le viesen llorar.

Rey dio unos cuantos pasos en la habitación. Apenas apoyó su espalda en la pared, se dejó caer sentado en el suelo con una mano sobre su boca abierta. La idea de que en verdad estaba solo le destrozaba por dentro. Él quería gritar, llorar, rugir porque entendía que la respuesta era escapar, el amor no era opción. No tenía ni papá ni mamá. "¿Quién trataría con amor a su hijo si en su interior sabe que no debe encariñarse porque tal vez tendría que matarle?", se preguntó Rey. "Nadie", se respondió. Pero él se negaba a dejar de creer en una posibilidad: que por mínima que fuera la oportunidad, si los amaba y daba todo de sí, tal vez recibiría amor como lo hacían los "guardianes del Paraíso" en la orilla del lago brillante. "Tal vez pueda hacerlos cambiar. Al menos a mi madre, quien necesita de mí. Pero, si ella quiere matarme, ¿cómo podría yo amarla? ¿Por qué ella me amaría si soy diferente a mis hermanos?", preguntas que Rey tuvo la necesidad de responder. "Porque la puedo hacer feliz. Si la hice sentir feliz al no ser asesinado por mi padre, tengo una oportunidad".

Pero Maryam siguió hablando:

—Amor, escucha mi voz… no debes ahogarte. Mucho menos en problemas que aún no son claros. Estamos los dos en esta situación, juntos. Déjame ser el pilar que te apoye en todo momento para que no te derrumbes.

Rey se llevó las manos a los oídos, cerró los ojos y dejó que la oscuridad del rincón en el que estaba le engullera.

—Eso quiere decir que, si el momento llega y tú no puedes, yo tomaré responsabilidad y habré de matarle —dijo la vampira mientras consentía con sus manos de arriba a abajo los cabellos de su amado.

Rey, negó tantas veces como pudo. Aun así, no fue suficiente. "Hablaron de los humanos, del mundo peligroso que reside ahí fuera, no es así". Rompiendo las fracciones de su rostro, continuó sus pensamientos: "Pero miren este mundo. Porque el potencial mío sea tan grande y en mi encarnación pasada lo hiciera todo caótico, se asustan por lo que pueda llegar a suceder. A pesar de ser tan poderosos, se sienten indefensos y temen, claro, si tienen intereses que preservar. La oscuridad podría tragarlos violentamente, el suelo puede abrirse en dos, el viento volverse tormenta, pero de todas las cosas que podrían suceder… deciden temerme a mí. No es justo".

Maryam le dijo al lobo con un tono alegre:

—Dejando de lado el futuro, mejor enfoquémonos en el presente. Antes de que el resto de la manada entre, ¿¡por qué no le ponemos los nombres que tengo decididos!? —Como si la discusión previa no hubiera sucedido nunca.

"Impresionante la capacidad de poder cambiar su actitud", pensó el pequeño que nadie podía ver. "Si yo pudiera hacer lo mismo… Si me fuera tan fácil como a ella…".

Wulfgang agregó:

—¿Nombres? —No se veía que hubiera cambiado su actitud, pero al menos parecía tener algo con lo cual ocupar la mente.

"Mantenerse ocupado". Rey chasqueó la lengua, aún encogido de manos y pies. "Tal vez esa sea la respuesta para dejar las emociones de lado", se dijo el pequeño.

Maryam, casi dando brincos como lo hacía Ehimus cuando estaba feliz, se acercó y con su mano señaló:

—El vampiro se llamará Jhades y le dejaré cargar con el apellido de mi linaje. El licántropo se llamará David…

Rey notó cómo la segunda criatura que estaba siendo señalada, apenas escuchó el nombre que le iban a poner, reflejó tristeza en su rostro y rompió en llantos. Maryam se corrigió tras aquella reacción, al parecer inconforme por parte del bebé de ojos rojos.

—Parece que no le agrada…

"Bueno, llorar sí que trae sus conveniencias. Al menos ya sé quién es el hijo favorito de mamá", se dijo Rey con tono depresivo.

Wulfgang se decidió a hablar:

—Mejor que se llame Dante y le dejaré cargar con el apellido de mí linaje —Y así, el niño dejó de llorar.

Para los dos padres, quedaba una última criatura sin nombrar, la del medio. Esa que no reaccionaba y tan solo respiraba mientras miraba a todos con ojos activos.

Rey, cabizbajo, le dio espacio a un suspiro, sabía que su nombre no tenía apellido y estaba viendo de primera mano lo que a sus hermanos sí se les había dado, pero a él no. Podía perfectamente sentir envidia, dudar y quejarse por ser menospreciado. Pero también sabía que lo que le hacía diferente, en cierta forma, le volvía único.

Wulfgang continuó:

—Maryam… Katherine no estará para nada contenta con que le dejemos vivir, menos con que le nombremos.

—Tengo la certeza de que, si le cuidamos, bien podría ser diferente.

—Aun así, él sigue siendo un "no-deseado".

Maryam agregó dejando la felicidad que tenía de lado, casi al romper en llanto:

—Aunque sea diferente, somos los únicos que sabemos de esto porque fuimos los responsables. Lo sé, lo siento, lo lamento… pero quiero nombrarle.

"Lágrimas falsas de un rostro que no hacía mucho que se estaba riendo", pensó Rey sin siquiera tener que levantar su cabeza para confirmar.

—Maryam, amada mía… —dijo Wulfgang—, para mí es triste, pero también real —Como quien cede a las súplicas—. No podemos darle nuestros apellidos, pero no me opongo a darle un nombre.

El licántropo se irguió en frente del bebé de ojos blancos.

—Pequeño, los nombres marcan el camino a la grandeza y el tuyo será Rey. "No-deseado" debe de ser tu apellido, seas bueno o seas malo… pero no puedo atreverme a ponerte semejantes palabras porque siempre que la sociedad conozca tus raíces, serás rechazado. Rey De-Heaven es el nombre por el que todos te reconocerán. Espero que algún día lo entiendas. Como padre, no puedo hacer más por ti.

El hombre lobo hablaba como alguien que se encontraba destrozado en su interior, alguien que con cada palabra que de su boca dejaba escapar le acompañaba una lágrima que caía al suelo. El sonido de las lágrimas del licántropo hizo que Rey sacará su cabeza de entre las piernas. La escena no le gustaba, todo le sonaba ficticio y sin sentido. El licántropo arrodillado en el suelo reflejaba tristeza en su rostro, como si se fuera a morir. Por otro lado, la vampira miraba al techo y reía a carcajadas, también como si se fuera a morir.

—Fang, aunque siempre ría a tus espaldas y lleve en mi rostro esta sonrisa falsa. Lejos de estar bien, estoy destrozada por dentro… Adueñarme de tu corazón me llevó al punto de incluso tener que maldecir a uno de mis descendientes por el resto de su vida y si tienes que matarle, ¿te lo perdonaría?, ¿o me perdonaría a mí misma?... Desconozco la respuesta. Pero, por otro lado, estoy feliz. Viendo la vida desde otra perspectiva, te habría ido igual, sufrirías lo mismo en las manos de aquella anterior a mí… de tu primer amor. Solo entiende que los años no cambian al corazón, tampoco la necesidad de querer tener control —dijo mientras observaba cómo su marido se desplomaba de a poco y ella estaba a su lado para ayudarle.

Rey seguía sin levantar la cabeza, las palabras y acciones se mostraban como patéticas excusas a los oídos del pequeño que nadie podía ver. Tras retomar el aire y sin poder tolerar aquella obra de teatro, se levantó, dio su espalda y se acercó más a la salida de la habitación. Nada de lo que esos dos hicieran le harían cambiar la percepción de que ellos estaban dispuestos a matarle y la pregunta con la cual el pequeño mantendría su cabeza ocupada por el momento era: "¿quién más se propondría a matarme?".

En la sala estaban preocupados y, como era usual, siempre hacían un ruido confuso de gritos y voces para pedir explicaciones a la sirvienta que solo sonreía mientras bloqueaba las escaleras.

Rey pudo escuchar tres palabras pronunciadas por el Gran Mago Sabio.

—Silvia, déjales entrar.

Y vio a la sirvienta apartándose cual si el comentario fuese una orden indiscutible. Para él fue un tanto extraño, pues era la primera vez que el anciano le hablaba a Silvia directamente. Rey también vio cómo los presentes ignoraron el comportamiento tan estricto de la sirvienta ante las palabras del flacucho y, ansiosos, subieron por las escaleras e invadieron el cuarto matrimonial para encontrarse con tres pequeños vivos y enérgicos. Ahí también estaba la vampira que regresaba a la cama y amamantaba a dos de ellos, mientras que el padre se preocupaba por sostener correctamente al que con sus brazos cargaba, como alguien que no quería romper algo delicado entre sus brazos toscos.

Quienes recién llegaban al cuarto inspeccionaban con sus miradas y después miraban al licántropo o a la vampira al rostro para, acto seguido, volver a mirar a los bebés, como si quisieran distinguir quién se parecía más al padre o cuál se parecía más a la madre. Katherine y Miján desaprobaron con el rostro. La felicidad del resto duró hasta que Ehimus lanzo una pregunta al aire:

—¿Cómo se llaman?

Katherine, quien tenía sus ojos clavados en el pequeño que Wulfgang cargaba, volteó su rostro en dirección a la elfa como si ella estuviera cometiendo un crimen por hablar. El pequeño que nadie podía ver entendía que los nombres eran un tema delicado y no se debía tocar con tanta trivialidad. No hacía mucho, sus padres estaban casi al borde del arrepentimiento por semejante interrogante. En la abarrotada habitación, pudieron escuchar las delicadas palabras que Maryam utilizó para responder a la pregunta de la elfa. Orgullosa, la madre señaló a cada uno de sus hijos ahí presentes.

—Él es Rey, Dante Lobato y Jhades Priovam.

Katherine preguntó cuando escuchó que la criatura que Wulfgang cargaba tenía nombre:

—¿Herma?...

—No sé si escuche bien, pero a uno le falta apellido —interrumpió Ehimus quien, como niña, no titubeaba en preguntar cada vez que sentía curiosidad, incluso si tenía la mirada encendida de la vampira musculosa encima de sus hombros.

Ante el comentario, la mayoría de los presentes agacharon la cabeza. Desviaron sus miradas como si no supieran cómo comenzar una explicación apropiada. El ambiente estaba tenso. Rey bordeó la habitación, como un cazador atento. Dejando de lado sus sentimientos, sabía que ese era el momento en el que podía distinguir entre enemigos y los que no. Él quería ver detalladamente las expresiones en los rostros de los mayores.

Miján fue el primero en romper el silencio y empezó:

—Hay algo que deberías saber…

Rey le vio en el rostro la intención de explicar tan bien como sus capacidades se lo permitían. Dos palmadas de sus manos hicieron a la máquina flotante aparecer y mostrar imágenes cambiantes.

—El oscuro pasado de muchas especies. Cuando a un hijo no se le da apellido es un hijo ilegítimo, un bastardo, como cuando nacen producto del incesto entre familiares u otras relaciones fuera del linaje matrimonial…

Ehimus, sin poder aguantar el quedarse callada, interrumpió la explicación con un grito chillón al mismo tiempo que agitaba sus brazos de un lado a otro:

—¡Pero ellos ni son hermanos ni comparten el mismo linaje y si están casados!

Katherine, poniendo su mano sobre el hombro del elfo de luz para que se calmara, continuó por este:

—Sucede lo mismo en caso de la reproducción entre distintos linajes. Un híbrido no es reconocido como hijo legítimo porque tiene más probabilidades de llegar a convertirse en un De-Bastadores y una mancha para la historia. Debe ser eliminado sin remordimiento en el momento de nacer y no nombrado, mucho menos apellidado. Los De-Bastadores, de una forma u otra, siempre terminan trayendo muerte a los cuidadores y quienes le rodeaban.

Ehimus, confundida, volvió a preguntar:

—¿De-Bastadores?, ¿o Devastador?

Heroclades, con tono neutral, dijo:

—De-Bastadores, aberraciones carentes de razón. Criaturas deformes mentalmente o físicamente. Retardadas monstruosidades que no discriminan el uso de sus poderes destructivos. Muchos han nacido y viven protegidos bajo el manto del linaje que no los acepta como miembros legítimos, ya que sirven como armas viciosas que clavan sus dientes a quienes no reconocen como dueños. Por siglos estas criaturas son abusadas, luego desechadas o simplemente ofrecidas como mercancía de un lado a otro.

Miján continuó:

—Como decía… Si no comparten la misma sangre o linaje y tienen hijos, los ancianos repudian que se le ponga el apellido familiar, a no ser que se compartan las características del linaje, que son el color de los ojos, las características del cuerpo o el pelo. En caso de que se les deje vivir, se le recomienda a los padres y guardianes prestar especial atención al proceso de desarrollo.

Ehimus volvió a preguntar:

—¿Proceso de desarrollo?

—Sí —respondió Miján—, mientras crecen tienen ataques violentos, cantidad anormal de poder o fuerza, disociación de la realidad, percepción distinta de sonidos, dificultad de aprendizaje y sentido de superioridad. Son indicadores principales que determinarán si la cría puede convertirse en un De-Bastadores.

Rey vio a Ehimus colocarse las manos en la cabeza. Ella tenía cara de estar mirando al otro lado de la habitación como quien escuchaba sin escuchar:

—No puedo entender nada de lo que me dices —dijo la elfa.

El elfo de luz miró directo a las imágenes que proyectaba su máquina, pareció repasar mentalmente todo lo que se había dicho. Luego, puso su mano en la cabeza de la pequeña verde y dijo:

—Todo este tiempo me llevó darme cuenta. ¡Mm, hmn! Eres un caso perdido. La dieta estricta de vegetales atrofió tu cerebro.

Las últimas palabras de Miján no sonaban como palabras ofensivas para la joven de ojos blancos, pero algo en su interior le decía que el elfo de luz estaba usando una manera educada para ofender. Rey volteó su rostro, y la expresión en la cara de Ehimus se lo decía todo. Era una ofensa, aunque no sonara de manera ofensiva.

Justo antes de que la pequeña verde diera todo un berrinche, Heroclades intervino. Se le veía el rostro de alguien, decidió a tratar de explicar la situación a su manera.

—Si un humano tuviera los ojos o el pelo verde sin cargar consigo el apellido de un elfo, ¿no sería extraño?

La elfa, disociándose de la furia que le provocaron las palabras de Miján, asintió con su cabeza y dijo:

—Cualquiera de las razas élficas le ejecutaría. Como reina tuve que dar mi consentimiento de ejecución en esas ceremonias. Ellos fueron el producto de violaciones contra mi especie y como tenían casi las mismas habilidades de nosotros, eran usados en nuestra contra en el campo de batalla.

Heroclades continuó:

—Ahora. ¿No crees que lo mismo sucedería en el caso de alguien que no fuera portador de ojos azules o rojos y cargará con el apellido de alguna de las dos especies?

Rey asintió con su cabeza; aunque la explicación no había sido dirigida a él, le quedó bien en claro que, al menos, no cargar con un apellido le ahorraría algunos enemigos en el futuro.

—¡Hm-hm-hu-hu-hu-ha-ha! Ahora entiendo… sabía que no podía ser tan complicado. Por otro lado, toda una gran noticia es lo que me acabas de dar. Después de todo, no era un error el no apellidar a la criatura. Heroclades, puedes recibir mis elogios… Miján, no eres lo suficientemente inteligente para explicar conceptos difíciles de una manera fácil —dijo la elfa valiéndose de un tono altanero y totalmente opuesto al que ella solía usar.

Miján no pudo soportar la acusación y, en un arranque de ira, le lanzó lo primero que tenía al lado. Ehimus, regresando a su comportamiento alegre, esquivó el golpe que le arrojó el elfo de luz para después continuar.

—Entonces, el pequeño del medio, ¿si no se convierte en un De-Bastador se convertirá en un "cazador" como los humanos híbridos que cazaban a mi pueblo?

Wulfgang, tras dar un suspiro porque la elfa terminó escondiéndose detrás de él, continuó:

—Esa es otra de las razones por la cual existían vampiros y licántropos atacándonos junto a los "cazarrecompensas'.

Tras las palabras del lobo, Rey recordó que el Gran Mago Sabio en su cuento había mencionado a los vampiros y licántropos atacando a la pareja en el día de su casamiento. El pequeño también notó que, a pesar de que todos supieran la verdad, ninguno de los presentes le miraban con miedo.

Ehimus, aun pensativa, arrojó cuantas preguntas que se le pudiesen ocurrir:

—¿Y sobre la encarnación de ese tal Leonel?

—Las encarnaciones pierden las memorias de sus vivencias pasadas —dijo Maryam—, debiendo así seguir el curso natural de su existir, aun después de morir una y otra vez. Este curso los hace más peligrosos e impredecibles. Recuerda que Leonel era hijo legítimo. Pero, en este caso, híbrido de dos linajes tiene más tendencia a nacer defectuoso ante una tarea que no pude resolver o un poder que no puede controlar, queda siendo un cascarón lleno de ira, sin racionalidad, táctica o estrategia. Una criatura en la cual solo el placer de saciarse le mantendrá con vida. Un verdadero De-Bastador capaz de eliminar todo a su alrededor.

Una vez los murmullos y curiosidades se asentaron, Rey veía cómo Wulfgang aún le cargaba como un padre que procuraba cuidar la vida de su hijo en caso de que alguien quisiera hacerle daño tras verle diferente. El lobo volteó el rostro hacia Heroclades, también miró a los ojos a los demás que estaban presentes.

El entrenador de piel bronceada levantó su dedo gordo y lanzó una despreocupada sonrisa de alivio como para animar a Wulfgang. En respuesta, el licántropo también intentó mostrar un rostro aliviado de quién no quería preocupar a ninguno de los presentes. Los mismos que, por el momento, según la observación del pequeño que nadie podía ver, no parecían preocuparse de los malos presagios o el futuro de un hijo no legítimo.

Rey volteó su rostro ante la voz de Katherine, quien habló con tono de incomodidad que le hizo recordar que era ella la única del grupo que había mantenido sus ojos clavados en el bebé que el licántropo cargaba:

—No puedo entender el dolor que ustedes dos sienten en este momento —Tras hacer una pausa, la vampira musculosa observó en dirección a su hermana—. Tampoco culpo a Fang de encariñarse con la criatura después de darle un nombre. Pero sí te culpo a ti, Maryam. Sabes que, por regla de la vida, la madre tiene el deber de apagar la luz de la llama que trajo al mundo… Aun así, no lo hiciste. ¿Por qué?

—Tengo mis razones… Pienso esperar hasta la iniciación. Ese será el mejor momento para decidir si matarlo o dejarle vivir.

—Entonces deja que sea yo quien haga lo que no puedan ser capaces de hacer —dijo Katherine—. No necesariamente tienen que esperar; en el momento que su hijo bastardo pueda representar una amenaza, con una orden será suficiente para cortarle la cabeza…

Rey levantó su mirada, tragó en seco y se pasó la mano por el cuello. El filo de las palabras de la vampira musculosa le trajo como recuerdo la inmensa espada que cargaba y, por ende, se imaginó a dicho instrumento cortándole de tan solo un sablazo. El pequeño entendió que, a pesar de su padre y de su madre, ahí estaba alguien más de quien se debía cuidar.