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—Ábranse la prisión —Xiao Tian quería ver sus caras de cerca.
Sin esperar otro segundo, uno de sus subordinados abrió la cárcel. Actualmente, Shu y Shungguan todavía estaban inconscientes.
Estaban sentados en el suelo con la espalda apoyada contra la pared. Sus cabezas colgaban hacia abajo como si ya estuvieran muertos.
—¡Despiértenlos! —porque Xiao Tian quería hablar con ellos, ordenó a sus subordinados que los despertaran.
—Traigan agua aquí —uno de sus subordinados habló.
—¡No tienen que traer agua! —Xiao Tian habló y pausó un segundo antes de continuar—. Simplemente abofetéenlos hasta que recuperen la conciencia.
Shu y Shungguan se atrevieron a difundir rumores falsos sobre su tía, por lo que Xiao Tian quería que sus subordinados los despertaran de manera cruel.
Como lo dijo Xiao Tian, dos de sus subordinados no perdieron tiempo e instantáneamente les dieron bofetadas en las caras.
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