Al llegar frente a la dirección que me dieron, vi a dos caballeros hombre bestia protegiendo las puertas de una gran mansión blanca.
Algo se activó en mi memoria.
—No Anon, tienes que mostrarles la moneda de plata que recibiste de Freeda para entrar. No los hipnotices para que se maten entre sí sin razón alguna. Son inocentes. No dejes que tus pensamientos intrusivos ganen. —Anon pensó para sí mismo mientras sacaba de su bolsillo una moneda de plata con un símbolo de lobo y se acercaba a los guardias.
—¿Quién eres? Declara tu asunto. —interrogaron los guardias.
—Aquí. —Anon les mostró la moneda de plata.
—Lo siento señor. Puedes pasar. —Se disculparon mientras retraían sus lanzas.
—No te preocupes. —dijo Anon al entrar, pero de repente retrocedió dos pasos y habló—. La última vez, dos tipos dijeron las mismas palabras frente a mí y terminaron muertos. Solo digo.
De repente, un escalofrío recorrió la espina dorsal de los guardias.
Soutenez vos auteurs et traducteurs préférés dans webnovel.com